DOI:
https://doi.org/10.14483/25909398.19090Publicado:
2021-01-01Número:
Vol. 8 Núm. 8 (2021): Enero-diciembre de 2021Sección:
EditorialEditorial
Palabras clave:
performance, intersensibilidades performativas, performatividad (es).Descargas
Referencias
Castells, M. (1998). La era de la información. Alianza.
García Canclini, N. (2010). La sociedad sin relato. Antropología y estética de la inminencia. Katz
García Canclini, N. (s. f.). Las industrias culturales y el desarrollo de los países americanos. https://www.senado.gob.mx/comisiones/cultura/docs/CSM.pdf
Rendueles, C. (2020). De la erosión al desplome: los peligros de la cultura gratis. El País. https://elpais.com/cultura/2020/03/20/babelia/1584701128_605561.html?
ssm=FB_CC&fbclid=IwAR25S4DaOMPnPpmavS0YX2ff86LKDTJM6FBgo9MSKGlten2mOiv34HcspA
Semana. (2017). “Estamos viviendo el período más extraordinario de la creatividad”: John Howkins. Semana. https://www.dinero.com/ emprendimiento/articulo/john-howkins-sobre-tecnologiainnovacion-y-emprendimiento/249066
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Editorial
EDITORIAL
En este número, la Revista Corpo-grafías de la Facultad de Artes ASAB abre el espacio para presentar algunas reflexiones sobre procesos, recursos, actitudes, percepciones, interpretaciones y usos que movilizan un amplio rango de prácticas artísticas y estéticas, en tiempos en los que los términos industria y economía cultural1 o creativa resuenan en diversos niveles. Es notorio, y dice mucho sobre lo que se posiciona como relevante en la agenda de las políticas del arte y la cultura, el auge de este tema en notas de prensa, artículos de revistas, libros especializados, discursos de entidades culturales gubernamentales y eventos académicos, entre otros. Los términos industria y economía cultural o creativa han repicado y creado una cierta resonancia empática hacia un sistema de interpretación del mundo del arte que incide en los modos de concebir y aprehender y, por tanto, en los ritmos vitales, las corporeidades, la organización social y económica de quienes lo conforman.
El surgimiento y la instalación de este discurso y de su vocabulario en América Latina y en Colombia, ha venido creando un consenso aparente sobre el qué y cómo investigar, crear, producir, circular y consumir, pero también acerca del tipo de expresiones y experiencias que son posibles para quienes se forman y trabajan en el campo de las artes. En este contexto, y bajo la convicción de que la universidad y sus mecanismos de comunicación y divulgación — como son las revistas académicas— deben introducir cuestionamientos e incertidumbres en aquellos lugares en los que parece existir un consenso aparente, la Revista Corpo-grafías —liderada por la Línea de Investigación en Estudios Críticos de las Corporeidades, las Sensibilidades y las Performatividades— abre el espacio para estimular la discusión académica y ofrecer material de trabajo a estudiantes inquietos, profesionales, investigadores, académicos del campo de las artes y público en general interesados en los dilemas y disyuntivas en el arte y la cultura contemporánea.
En esta perspectiva, la convocatoria que se abrió para el volumen 8 tuvo como propósito registrar avances inves tigativos e investigativo-creativos del ecosistema cultural que está surgiendo y que se encuentra en proceso, a partir de las experiencias de quienes construyen sus proyectos artísticos, en medio de un complejo escenario mundial de profundos cambios sociales, económicos y culturales.
Numerosos autores han señalado los cambios en aspectos sobre los que se asentaba la sociedad industrial avan zada del siglo XX. Las innovaciones tecnológicas que modificaron totalmente las coordenadas del industrialismo y sus estructuras fordistas propiciaron un giro hacia nuevos mercados y culturas económicas donde la globalización, la revolución de los sistemas de información, el desarrollo electrónico y satelital promovieron la consolidación de un nuevo orden mundial. Frente a las lógicas centradas en el capital físico y humano, a finales del siglo XX, con la difu- sión de las nuevas tecnologías de la información y comunicación —con el auge de la web y el internet, la automatiza ción, la robótica, la telemática, la biotecnología y la ingeniería biológica—, se transforma radicalmente nuestra visión y lugar en el mundo, nuestra vida en el planeta y nuestras condiciones de trabajo. A partir de entonces se instala la categoría de la sociedad red, de la información, o la llamada sociedad del conocimiento (Castells, 1998) que ubicó el valor diferencial, la fuente del beneficio y de la productividad en procesos —mucho más intangibles— como el talento, la imaginación, el conocimiento y la creatividad.
En este contexto, paulatinamente el capital cultural y creativo pasa a convertirse en un sector prioritario de las políticas económicas y a incorporarse en organismos intergubernamentales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)2, que ya en los años ochenta se refería a las transformaciones radicales que se venían dando en las formas de producción y difusión de sectores como el cine, la música, la televisión, la radio, la publicidad, entre otros, debido a los procesos de globalización, integración económica y los tratados de libre comercio. Aunque como lo indica Canclini (2010) la Unesco en las últimas décadas este organismo intergubernamental se ha dedicado a auspiciar estudios y conferencias y dejado “en manos de organismos que se ocupan del comercio —la OMC y la OMPI— las decisiones sobre la propiedad intelectual, la libertad de expresión y otros derechos comunicacionales” (p. 185).Si bien es cierto que el vínculo entre la cultura, la economía y la tecnología va ganando importancia a nivel global, en esta segunda década del siglo XXI, al mismo tiempo que se celebra e incentiva “el sector cultural como un ‘motor económico’ de primer orden, un semillero de innovación y emprendimiento que nos ayudará a descubrir nuevas fuentes de creación de valor en la sociedad del conocimiento” (Rendueles, 2020), es necesario, entre otros asuntos, problematizar el uso optimista de estas nociones y abrir espacios a experiencias situadas en un tiempo, un lugar y en unos cuerpos específicos. Dado que el mundo no es algo que nos haya sido entregado, sino que es algo que emerge a partir de cómo nos movemos, tocamos, respiramos y comemos, en este número de la Revista Corpo-grafías abrimos espacios para escuchar acerca de la condición corporal de la existencia de quienes transitan la contemporaneidad desde su hacer y su práctica artística y estésica
Así, esperamos que las nuevas agendas de los estudios de la corporeidad y los contenidos de este número —que el equipo editorial, los pares académicos y los autores nos esmeramos en construir— permitan a los lectores adentrarse en la experiencia de los hacedores del arte que actúan en los intersticios del mundo contemporáneo con un saber-hacer situado y corporeizado que da visibilidad a lo escondido y hace evidente el disenso.
Referencias
Castells, M. (1998). La era de la información. Alianza.
García Canclini, N. (2010). La sociedad sin relato. Antropología y estética de la inminencia. Katz
García Canclini, N. (s. f.). Las industrias culturales y el desarrollo de los países americanos. https://www.senado.gob.mx/comisiones/cultura/docs/CSM.pdf
Rendueles, C. (2020). De la erosión al desplome: los peligros de la cultura gratis. El País. https://elpais.com/cultura/2020/03/20/babelia/1584701128_605561.html?ssm=FB_CC&fbclid=IwAR25S4DaOMPnPpmavS0YX2ff86LKDTJM6FBgo9MSKGlten2mOiv34HcspA
Rendueles, C. (2020). De la erosión al desplome: los peligros de la cultura gratis. El País. https://elpais.com/cultura/2020/03/20/babelia/1584701128_605561.html?ssm=FB_CC&fbclid=IwAR25S4DaOMPnPpmavS0YX2ff86LKDTJM6FBgo9MSKGlten2mOiv34HcspA
Notas
EDITORIAL
En este número, la Revista Corpo-grafías de la Facultad de Artes ASAB abre el espacio para presentar algunas reflexiones sobre procesos, recursos, actitudes, percepciones, interpretaciones y usos que movilizan un amplio rango de prácticas artísticas y estéticas, en tiempos en los que los términos industria y economía cultural 1 o creativa resuenan en diversos niveles. Es notorio, y dice mucho sobre lo que se posiciona como relevante en la agenda de las políticas del arte y la cultura, el auge de este tema en notas de prensa, artículos de revistas, libros especializados, discursos de entidades culturales gubernamentales y eventos académicos, entre otros. Los términos industria y economía cultural o creativa han repicado y creado una cierta resonancia empática hacia un sistema de interpretación del mundo del arte que incide en los modos de concebir y aprehender y, por tanto, en los ritmos vitales, las corporeidades, la organización social y económica de quienes lo conforman.
El surgimiento y la instalación de este discurso y de su vocabulario en América Latina y en Colombia, ha venido creando un consenso aparente sobre el qué y cómo investigar, crear, producir, circular y consumir, pero también acerca del tipo de expresiones y experiencias que son posibles para quienes se forman y trabajan en el campo de las artes. En este contexto, y bajo la convicción de que la universidad y sus mecanismos de comunicación y divulgación — como son las revistas académicas— deben introducir cuestionamientos e incertidumbres en aquellos lugares en los que parece existir un consenso aparente, la Revista Corpo-grafías —liderada por la Línea de Investigación en Estudios Críticos de las Corporeidades, las Sensibilidades y las Performatividades— abre el espacio para estimular la discusión académica y ofrecer material de trabajo a estudiantes inquietos, profesionales, investigadores, académicos del campo de las artes y público en general interesados en los dilemas y disyuntivas en el arte y la cultura contemporánea.
En esta perspectiva, la convocatoria que se abrió para el volumen 8 tuvo como propósito registrar avances inves tigativos e investigativo-creativos del ecosistema cultural que está surgiendo y que se encuentra en proceso, a partir de las experiencias de quienes construyen sus proyectos artísticos, en medio de un complejo escenario mundial de profundos cambios sociales, económicos y culturales.
Numerosos autores han señalado los cambios en aspectos sobre los que se asentaba la sociedad industrial avan zada del siglo XX. Las innovaciones tecnológicas que modificaron totalmente las coordenadas del industrialismo y sus estructuras fordistas propiciaron un giro hacia nuevos mercados y culturas económicas donde la globalización, la revolución de los sistemas de información, el desarrollo electrónico y satelital promovieron la consolidación de un nuevo orden mundial. Frente a las lógicas centradas en el capital físico y humano, a finales del siglo XX, con la difu- sión de las nuevas tecnologías de la información y comunicación —con el auge de la web y el internet, la automatiza ción, la robótica, la telemática, la biotecnología y la ingeniería biológica—, se transforma radicalmente nuestra visión y lugar en el mundo, nuestra vida en el planeta y nuestras condiciones de trabajo. A partir de entonces se instala la categoría de la sociedad red, de la información, o la llamada sociedad del conocimiento (Castells, 1998) que ubicó el valor diferencial, la fuente del beneficio y de la productividad en procesos —mucho más intangibles— como el talento, la imaginación, el conocimiento y la creatividad.
En este contexto, paulatinamente el capital cultural y creativo pasa a convertirse en un sector prioritario de las políticas económicas y a incorporarse en organismos intergubernamentales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) 2 , que ya en los años ochenta se refería a las transformaciones radicales que se venían dando en las formas de producción y difusión de sectores como el cine, la música, la televisión, la radio, la publicidad, entre otros, debido a los procesos de globalización, integración económica y los tratados de libre comercio. Aunque como lo indica Canclini (2010) la Unesco en las últimas décadas este organismo intergubernamental se ha dedicado a auspiciar estudios y conferencias y dejado “en manos de organismos que se ocupan del comercio —la OMC y la OMPI— las decisiones sobre la propiedad intelectual, la libertad de expresión y otros derechos comunicacionales” (p. 185).Si bien es cierto que el vínculo entre la cultura, la economía y la tecnología va ganando importancia a nivel global, en esta segunda década del siglo XXI, al mismo tiempo que se celebra e incentiva “el sector cultural como un ‘motor económico’ de primer orden, un semillero de innovación y emprendimiento que nos ayudará a descubrir nuevas fuentes de creación de valor en la sociedad del conocimiento” (Rendueles, 2020), es necesario, entre otros asuntos, problematizar el uso optimista de estas nociones y abrir espacios a experiencias situadas en un tiempo, un lugar y en unos cuerpos específicos. Dado que el mundo no es algo que nos haya sido entregado, sino que es algo que emerge a partir de cómo nos movemos, tocamos, respiramos y comemos, en este número de la Revista Corpo-grafías abrimos espacios para escuchar acerca de la condición corporal de la existencia de quienes transitan la contemporaneidad desde su hacer y su práctica artística y estésica
Así, esperamos que las nuevas agendas de los estudios de la corporeidad y los contenidos de este número —que el equipo editorial, los pares académicos y los autores nos esmeramos en construir— permitan a los lectores adentrarse en la experiencia de los hacedores del arte que actúan en los intersticios del mundo contemporáneo con un saber-hacer situado y corporeizado que da visibilidad a lo escondido y hace evidente el disenso.
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