DOI:

https://doi.org/10.14483/25909398.20249

Publicado:

2023-02-15

Número:

Vol. 9 Núm. 9 (2022): Enero-Diciembre 2022

Sección:

Sección Central

Encarnarios. Diarios desde el encierro

Encarnarios. Diaries from lockdown

Encarnarios. Diários do confinamento

Autores/as

  • Semillero de investigación El Cuerpo Habla Universidad de Antioquia, Universidad de Barcelona, Colegiatura Colombiana

Palabras clave:

Encierro, acontecimiento artístico, virtualidad, comunidad (es).

Palabras clave:

Confinement, artistic event, virtuality, community (en).

Palabras clave:

Encerramento, eventos, virtualidade, comunidade (pt).

Referencias

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Cómo citar

APA

de investigación El Cuerpo Habla, S. . (2023). Encarnarios. Diarios desde el encierro. Corpo Grafías Estudios críticos de y desde los cuerpos, 9(9), 103–118. https://doi.org/10.14483/25909398.20249

ACM

[1]
de investigación El Cuerpo Habla, S. 2023. Encarnarios. Diarios desde el encierro. Corpo Grafías Estudios críticos de y desde los cuerpos. 9, 9 (feb. 2023), 103–118. DOI:https://doi.org/10.14483/25909398.20249.

ACS

(1)
de investigación El Cuerpo Habla, S. . Encarnarios. Diarios desde el encierro. corpo graf. 2023, 9, 103-118.

ABNT

DE INVESTIGACIÓN EL CUERPO HABLA, Semillero. Encarnarios. Diarios desde el encierro. Corpo Grafías Estudios críticos de y desde los cuerpos, [S. l.], v. 9, n. 9, p. 103–118, 2023. DOI: 10.14483/25909398.20249. Disponível em: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/CORPO/article/view/20249. Acesso em: 5 nov. 2024.

Chicago

de investigación El Cuerpo Habla, Semillero. 2023. «Encarnarios. Diarios desde el encierro». Corpo Grafías Estudios críticos de y desde los cuerpos 9 (9):103-18. https://doi.org/10.14483/25909398.20249.

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de investigación El Cuerpo Habla, S. . (2023) «Encarnarios. Diarios desde el encierro», Corpo Grafías Estudios críticos de y desde los cuerpos, 9(9), pp. 103–118. doi: 10.14483/25909398.20249.

IEEE

[1]
S. . de investigación El Cuerpo Habla, «Encarnarios. Diarios desde el encierro», corpo graf., vol. 9, n.º 9, pp. 103–118, feb. 2023.

MLA

de investigación El Cuerpo Habla, Semillero. «Encarnarios. Diarios desde el encierro». Corpo Grafías Estudios críticos de y desde los cuerpos, vol. 9, n.º 9, febrero de 2023, pp. 103-18, doi:10.14483/25909398.20249.

Turabian

de investigación El Cuerpo Habla, Semillero. «Encarnarios. Diarios desde el encierro». Corpo Grafías Estudios críticos de y desde los cuerpos 9, no. 9 (febrero 15, 2023): 103–118. Accedido noviembre 5, 2024. https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/CORPO/article/view/20249.

Vancouver

1.
de investigación El Cuerpo Habla S. Encarnarios. Diarios desde el encierro. corpo graf. [Internet]. 15 de febrero de 2023 [citado 5 de noviembre de 2024];9(9):103-18. Disponible en: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/CORPO/article/view/20249

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Encarnarios. Diarios desde el encierro

Encarnarios. Diarios desde el encierro

Encarnarios. Diaries from lockdown

Encarnarios. Diários do confinamento

Semillero de investigación El Cuerpo Habla
Universidad de Antioquia, Estados Unidos

Recepción: 14 Mayo 2022

Aprobación: 31 Mayo 2022



Resumen: Este texto da cuenta del proceso de investigación-creación, que busca fisurar a través de acontecimientos artísticos, los procesos de subjetivación ejercidos por los sistemas disciplinarios, securitarios y de control. Partimos del confinamiento y distanciamiento social generados en consecuencia de la emergencia sanitaria por el Covid-19, que cambió nuestra forma de vida y que afectará la relación con el cuerpo, con los otros y el entorno después del mismo.

Nuestra invitación es a la generación de nuevos actos de habla, de resistencia; sustentar la relación entre el arte y los procesos sociales en el lugar de intersección entre la micropolítica, las subjetividades y el acontecimiento; proponer diversas formas de colectividad para crear una manera de habitar y deshabitar a través de la construcción de pliegues que permitan el cuidado de sí.

El principal hallazgo es entendernos como comunidad virtual y ser capaces de crear desde allí maneras de resistencia.

Palabras clave: Encierro, acontecimiento artístico, virtualidad, comunidad.

Abstract: This text accounts for the research-creation process, which seeks to crack, through artistic events, the processes of subjectification exercised by disciplinary, security and control systems. We start from the confinement and social distancing generated as a result of the health emergency by Covid-19, which changed our way of life and will affect the relationship withthe body, with others and the environment after it. Our invitation is to the generation of new acts of speech, of resistance; sustain the relationship between art and social processes in the place of in- tersection between micropolitics, subjectivities and the event; propose various forms of collectivity to create a way of inhabiting and uninhabiting through the construction of folds that allow self-care.The main finding is to understand ourselves as a virtual community and be able to create forms of resistance from there.

Keywords: Confinement, artistic event, virtuality, community.

Palavras chave: Encerramento, eventos, virtualidade, comunidade

Introducción (Ángela)

Dice Gilles Deleuze (2005) que los acontecimientos no son de una sola cara, sino que hay una estructura doble en ellos; por lo tanto, no todos son de tipo de la peste, la guerra, la herida, la muerte y que la subjetividad se forma a partir de ellos, es decir, cuando se dobla un pliegue del afuera. En ese sentido, reto- mando lo dicho por el editorial del diario Financial Times, un acontecimiento puede generar un doblez que permita, o por un lado un fortalecimiento de las sociedades disciplinarias y las sociedades securitarias o por otro, una nueva manera de entendernos como sociedad. Para la autora del editorial, el gesto político más significativo de estos últimos días fue portavoz habitual de “los mercados”, cuando escribió que, tras la pandemia, “para pedir un sacrificio colectivo uno debe ofrecer un contrato social que beneficie a todos”, lo que implicará poner sobre la mesa reformas radicales, que reviertan la dirección principal de las políticas de las últimas cuatro décadas.” (Caparrós, 2020).

En la necesidad del proyecto Encarnarios. Diarios desde el encierro, de entender las construcciones de subjetividades que se derivan del acontecimiento por el Covid-19, hemos creado unas rutas o cartografías que se despliegan en la palabra de todos los integrantes del Semillero de investigación. Po- demos decir que seguimos resistiendo en la virtualidad, entendiendo la virtualidad desde un punto de vista que se aleja de la computadora, más en la dirección que lo proponen Henri Bergson, Pierre Levy,Michel Serres y Gilles Deleuze.

Lo virtual no se opone a lo real, sino que es una continuación de ello; lo virtual tiene que ver con la potencia, la fuerza y es diferente a lo posible. Lo posible está constituido, pero permanece en el limbo, sin embargo, de alguna manera se configurará; lo posible está latente, solo le falta la existencia. En cambio, lo virtual que no se opone a lo real, sino a lo actual, es el conjunto de fuerzas que acompañan un acontecimiento y generan caos, diferencia, líneas de fuga reclamando una resolución o sea una actualización. Este conjunto de fuerzas es inmanente, es decir, la entidad lleva sus virtualidades, pero a la vez la virtualidad constituye la entidad, porque de ahí salen sus individuaciones o diferencias.

En este sentido y siguiendo a Serres, que propone comprender el mundo desde un entramado de lo actual y lo virtual, que puede dibujarse a través de una cartografía en la que se reconfiguran los procesos de subjetivación y donde se definen las batallas que hay que librar, el Colectivo, pretende construir un atlas en el que aparecen dispersiones, variaciones, pliegues y diferencias que ha encontrado en la tecnología actual nuevas maneras de manifestarse, propiciando nuevas relaciones, lo que implica pensarnos más desde lo comunitario e incluso en devenir nuevas corporalidades y carnalidades. Estamos conectados universalmente y entendernos posibilita trazar líneas de convergencia en focos dispersos dentro de un espacio global. Proponemos hablar de lo virtual como un texto por venir, un mundo de posibilidades de formaciones orgánicas e inorgánicas.

Dicen Paz y Santaya (2020)

Si el 2020 acaba siendo “el año de la virtualidad”, lo será menos por la omnipresencia de los dispositivos digitales que por la sensación del afloramiento del caos en las distintas dimensiones de nuestros modos de existencia humanos; por la repetida y sentida afirmación de que algo en esos modos “tiene que cambiar”. Para realizar el siglo deleuziano, emerge la tarea de modificar el cuerpo y el deseo en la gran máquina social hacia un aumento recíproco de la potencia de sus partes componentes. La tarea del pensamiento, según los últimos Deleuze y Guattari: enfrentar el caos y construir, a partir de él, espacios de consistencia para el pueblo por venir…

La comunidad que se forma en este escenario, es una comunidad virtual.

Bergson, a través de una comparación entre el instinto animal y el humano, dice que en el hombre se da de manera virtual o latente, tal como se ve en la religión, diferenciándolo de los animales, ya que en estos ese instinto es automático. La inteligencia, al ser individual y egoísta, entra en contradicción con la naturaleza, porque a partir de su individualización puede fragmentar el todo social; por ello, frente a este peligro, aparece un instinto de orden virtual, que es capaz de crear representaciones imaginarias de tipo religioso. La inteligencia y el instinto virtual se corresponden de tal manera que el instinto es un residuo que subyace alrededor de la inteligencia y en el instinto resplandece un brillo de inteligencia. (Chaverra, 2018)

La virtualidad sería en este sentido una potencia creadora. Para Bergson el instinto creador que busca lo comunitario es virtual. Deleuze retoma este concepto de Bergson y lo aplica en un sentido metafísico, pero no trascendental ya que toda la pro- puesta de Deleuze tiene que ver con una crítica al sujeto trascendental emplazado en la modernidad y puesto bajo una lupa de la identidad, la esencia, la consciencia y dejado de lado todo el impulso vital de la inmanencia, es decir de la capacidad de devenir. Lo virtual implica que todo objeto es doble, por una parte, es palpable del orden de lo real, extendido en el tiempo y el espacio y por la otra es siempre una potencia, relaciones diferenciales que se actualizan a su paso hacia lo real, es decir el cambio de lo virtual a lo actual implica un acto creativo. Dirían Paz y Santaya (2020) retomando a Deleuze que es el fondo extremo de toda forma, una neblina cargada de potencialidades que invitan al caos, a las líneas de fuga, como emanación incesante de fuerzas evanescentes, variaciones, molecularidades. Preexiste pero no como un a priori, sino como potencia.

“En definitiva, la característica de la virtualidad es existir de tal manera que se actualiza al diferenciarse y se ve obligada a diferenciarse, a crear sus líneas de diferenciación para actualizarse.” (Deleuze, 2002). Que tenga la capacidad de deshacer una maquinaria de poder, dado que la historia de la humanidad se ha movido dentro de unas categorías de sujeto anquilosadas y han creado sociedades disciplinares, de control y securitarias para su dominación; sin embargo, los autores señalan que a pesar de este estatismo en el que nos han querido sumir, siempre hay fuerzas en tensión como formas de resistencia y, es en este escenario en el que queremos hacer el despliegue de esta ponencia.

Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas “absolutamente absolutos”, es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que, ante las horcas y las ametralladoras, los hombres se sublevan. (Foucault, 1999)

Nuestra Ponencia-Performance, recurre a las reflexiones de cada uno de los integrantes, a partir de una serie de talleres y gestos creativos que hemos realizado durante el tiempo de la encerrona por causa del virus y que nos ha permitido explorar otras maneras de decirnos, resistir, estar presentes y juntos. Cada persona lleva su proceso a través de lo que hemos llamado “Encarnarios”, mixtura entre diario de campo, diario de artista, libro de artista o condensador de las diferentes acciones y expresiones. A continuación, presentamos algunos de los escritos que han salido de este proceso.

Salivo para no morir de miedo (Valentina)

Hay mañanas en las que amanezco sintiéndome tan encerrada, que sólo me provoca asomarme por la ventana, sacar todo el cuerpo, poder sostenerme únicamente de los dedos de los pies para poder re- cibir todo el aire que pueda sin salir de casa.

Otros días, en cambio, amanezco tan vacía, que empiezo a buscar dónde ser contenida. Tablas, cajas, cajones… hasta el tarrito de la mantequilla, lo que sea para sentirme tocada. O días intermedios, en los que ni una llamada, con una voz que intenta tocarme en la distancia, puede hacerme sentir.

Salivo para no morir de miedo. Sudo para adentro, lloro a la inversa, menstrúo para arriba, sangro por dentro, exhalo para no morir por exceso de aire in- terno. Me parí de nuevo a mí misma luego de varios intentos de abortarme. Me genero mi propio vientre materno, mis brazos calientes que abrazan.

Llamo a la abuela a leerle poemas, pero no basta para sentirla cerca. Quinientos metros de distancia se convierten en acantilado. Antes, había días en los que lo único que me hacía salir de la cama era pensar en cuántos abrazos podía recibir. Comienzo a olvidarlo, comienzo a dejar de desearlo, comienzo a escabullirme en las palabras, en los silencios, en la distancia. Por ahora no hay abrazos, pero quedan las palabras; si se van las palabras, quedan los espacios de silencio entre ellas, resguardo donde seguir resistiendo aún en el dolor, en el cansancio, estando aun cuando no se sabe estar.

Patria boba (Fernanda)

La desaparición y el reclutamiento forzado de muchos de nuestros jóvenes; el silenciamiento, y la muerte de indígenas y líderes comunitarios. La censura, la intimidación y restricción de la protesta o la manifestación social. A pesar de ello, por algunas ventanas se asoman banderas al revés o se escucha a lo lejos el canto de los cacerolazos; también por redes sociales, se filtran los memes, las denuncias, los gritos mudos que no ha podido callar la censura. Un sistema de control nos vigila, restringe nuestra interacción social, nuestros horarios, dictamina normas de comportamiento bajo la figura de la prevención y la bioseguridad, por medio del encierro y el distanciamiento social. Ante la amenaza de un virus mortal, nos invade el miedo… al contacto, al otro, a abrazarnos, a tocarnos... y a través de él nos manipulan.

Las oleadas de información -muchas veces contradictoria- que llegan a través de las redes sociales y medios de comunicación, generan confusión y desvían la atención, la conducen hacia ciertos intereses. A su paso, te invade el miedo, la desesperanza y la impotencia. Sin embargo, nos refugiamos en ellos como los pocos medios que podemos utilizar para interactuar con los demás sin contagiarnos.

Las oleadas de información -muchas veces contradictoria- que llegan a través de las redes sociales y medios de comunicación, generan confusión y desvían la atención, la conducen hacia ciertos intereses. A su paso, te invade el miedo, la desesperanza y la impotencia. Sin embargo, nos refugiamos en ellos como los pocos medios que podemos utilizar para interactuar con los demás sin contagiarnos.

No hemos visto enfrentados a la caída de la economía, al crecimiento desbordado del desempleo y la mendicidad, …hay tantas personas aguantando hambre, que viven del día a día, quienes deben escoger entre morir de hambre o morir por el virus. Muchos emprendedores que intentaban sobresalir y formar su propia empresa, ahora ven sus sueños frustrados, sus negocios en quiebra. Contrario a eso, muchos administradores y dirigentes gubernamentales saquean nuestros recursos, desvían fondos, venden o regalan el país a empresas extranjeras, maquillan capital, invierten en intereses particulares que solo engordan sus propios bolsillos.

Lastimosamente en Colombia, los poderes de domi- nación esconden la corrupción y el individualismo generalizado en la mayoría de los entes guberna-

mentales. Y lo peor es que el problema no solo se remite a ellos, sino que, desde mi opinión, Colom- bia es un Estado corrupto, y cuando digo Estado, me refiero a una cultura en la cual se ha normaliza- do la corrupción; nos vendemos por un tamal, por cien mil pesos, si podemos sacar ventaja de alguna situación lo hacemos, y en los más mínimos detalles prevalece siempre el interés personal ante el bien común; y no se trata de saber qué es lo correcto, se trata de asumir una postura ética y solidaria con el otro, con la comunidad, de la cual muy pocos tene- mos conciencia. En Colombia, ya sea por toda una historia de sometimiento de individuos esclavizados desde la época de la conquista, o por los mismos eventos que se dieron en el proceso de liberación, hace que ante los poderes de dominación, respon- damos como vasallos, sometidos y silenciados.

Tiempo en el espacio (Andrea)

Encarno mi cuarto o quizás este encarna mi cuerpo. Según la RAE, “ario” señala el lugar donde se guarda lo significado, en este sentido el Encarnario que cada uno ha construido durante la pandemia pue- de estar habitado en dos ámbitos: El obrar de un objeto contenedor de pensamientos y sentires o la suma de acciones en el espacio del encerramiento que cotidianamente se ve transformado por nuestra carne y la de otros.

Sobre el asfalto al frente de mi casa descansa un tapete de bolas aplastadas, el árbol imponente que alcanza la altura de una casa de dos pisos las deja caer. Es tiempo de soltar la semilla, pero en la calle no hay quien pueda barrerlo. En el estudio confundo la caída de las semillas con la lluvia, son momentos un poco surrealistas. Al otro lado del tapete en un segundo piso se ve una ventana grande, casi todas las tardes un par de niñas se asoman, seguramente las pantallas las agotan, deben extrañar salir y jugar con otros niños. Los mariachis últimamente son el mejor entretenimiento en casa, incluso para ellas. Cuando las veo pienso en ponerme la nariz de payaso y asomarme a la ventana, jugar con ellas a través de estas otras ventanas, pero nunca me armé de valor y cuando menos pensé dejaron de asomarse.

Mis vecinos se hicieron visibles a mis ojos, sus ventanas y las mías gozaron de miradas curiosas, las aceras de sus casas se convirtieron en cocinas, comedores y viveros para subsistir ante la inclemencia de la desigualdad social. Por primera vez conversé y observé a mis vecinos, venezolanos, chocoanos y yo del oriente antioqueño. Foráneos todos de una ciudad, foráneos por un virus. El mundo entero vive el mismo acontecimiento traumático como lo define Slavoj Žižek (2014), donde los efectos exceden las causas, pero son diversas las estrategias para resistir en medio del caos.

Unos vecinos decidieron salir y barrer el tapete de bolas, fue un acontecimiento maravilloso, hacía mucho no veía a tantas personas afuera, todos estábamos sorprendidos y agradecidos, barrieron la entrada de todas las casas y la calle. Por fin estaba limpio todo, pero no pude quitarme de la cabeza esa imagen del tapete de bolas, el grosor que logró gracias a que nadie podía barrerlo todos los días como sería usual sin la pandemia. Entonces, pensé en mi casa, al interior de ella se acumulan los pelos de los perros, el polvo, las hojas secas de las plantas en el patio.

En pandemia la limpieza fue más estricta, el cuerpo en constante movimiento limpiando, desinfectando o haciendo lo posible para no tocar algo más de lo necesario. Tuvimos una consciencia corporal para no tocarnos la cara, usar otras partes del cuerpo y limitar el contacto con otros y las superficies en el exterior. Sin embargo, al interior de la casa, el contacto con las superficies era permanente, se recuperó incluso el contacto con los alimentos en el momento de la desinfección.

¿Qué pasa cuando limpiamos las superficies? Pare- ce que la obsesión de unos por la limpieza se limita al virus, pero muchas personas ya lo eran antes. Finalmente se retira un residuo, una evidencia del tiempo, lo que se limpia continuamente parece nuevo, la misma obsesión que se tiene con los cuerpos para que parezcan jóvenes, en los que no se vea el tiempo transcurrir. Entonces parece necesario eliminar el tiempo en el espacio y en los cuerpos, aun- que en pandemia el tiempo no se sentía pasar, sólo se veía en el espacio a partir del polvo, telarañas, tapetes de bolas. Al retirar esto nos quedamos sin la mínima evidencia del paso del tiempo en el espacio, sólo está el calendario para contar los meses de pandemia.

Retomando el primer apartado, la suma de acciones en el espacio del encerramiento que cotidiana- mente se ve transformado por nuestra carne y la de otros, es el Encarnario que me queda, registro del tiempo en el espacio, evidencia del tiempo en alimentos, olores, ropa, superficies, mi cuerpo.

Encarnario (Gabriela)

Menciona Paul de Man en la “Autobiografía como desfiguración” que el discurso autobiográfico “dado que el concepto de género designa una función es- tética y una función histórica, lo que está en juego es no sólo la distancia que protege al autor auto- biográfico de su experiencia, sino también la posible convergencia de estética e historia”. Y es quizás la brecha en el tiempo, que da lugar a la ficción, me- diada por la interpretación del autor y su experiencia. En este sentido, así como la autobiografía, el Encarnario no es un espacio en el que se deposita una experiencia, como un soporte en blanco, sino que, en la misma creación se entrecruzan y afectan mutuamente sujeto, experiencia, encarnario, sensaciones…

Así, en la mezcla de vida y enunciado, la experiencia discurre y penetra la carnalidad del sujeto; sujeto presente, plástico y maleable que pretende la supervivencia. Ahora se extiende, se pliega hacia la pantalla, híbrido, con deseos de amar, sentir, tocar.

Dirá Paul de Man, que asumimos como si la vida produjera la autobiografía, así como un acto produce sus consecuencias, basados en un ejercicio referencial, modelo- representación. “...pero ¿estamos tan seguros de que la autobiografía depende de un referente, como una fotografía depende de su tema o un cuadro (realista) depende de su modelo? En este sentido, el referente autor, creador, artista, no compromete un ejercicio de mímesis, sino que afecta y se ve afectado en el mismo acto de creación. Así como la autobiografía no es exactamente un género o modo, el Encarnario tampoco y hay en un devenir con los sujetos que en él están implicados, se genera una relación mutua de resonancia entre lo que se enuncia, se vive y se interpreta.

Bitácora (Simón)

Día 1, un silencio bastante acogedor inunda mi es- pacio. Parece de mentiras, como si fuera el primer acto de una película de terror o un documental de ciudades abandonadas.

Día 7. ¿De qué sirve el arte si no hace más feliz la vida? Miro hacia el interior. Es tan vasto el silencio que me habita que hay más ruido dentro de mí que afuera.

Día 10. Miedo. ¿Qué sería de la especie humana sin él? Ya hay más miedo que silencio. Miedo en la ra- dio, miedo en la tele, miedo en el aire.

Día 15. Una vida semiperfecta. No hay tiempo. Por fin hemos destruido a Cronos, nos agobia el capita- lismo sí, pero hemos destruido a Cronos.

Día 23. Dicotomías del tiempo. Me he dicho a mí mismo -”mí mismo, eres más que lo que crees ser”. Nadie respondió.

Día 39: ¿Cuarenta días? En cuarenta días se pueden desintoxicar 2 personas, puede florecer una planta, puede gestarse un niño.

En cuarenta días no ha cesado el silencio, oh maravilla, oh desgracia.

Día 47: soy más humo que hombre. A veces pienso que podría comenzar a fundirme con el hollín de los autos que pasan por mi cuadra.

Día 52. Soy feliz de 6 am a 3 pm: eso dura el medicamento. Falsa felicidad le llamo. Son dos pastillas azules (odio el azul). Parece que no pasa nada, pero una sonrisa hipócrita se apodera de mi rostro como si fuera una máscara, como si fuera piel misma, como si fuera carne y no rostro.

Día X+1. He llorado mientras el agua de la ducha cae sobre mis hombros. Qué maravilla de días y a la vez que desastre. Los recuerdos del pasado caen sobre mí como rocas, lastiman mi tez, lastiman mi alma. - La, la, la, ra, la. Siempre la música reconforta, pero también vuelve más profunda la llaga, la pérdida, la angustia. – La, la, la, ra, ra.

Día X+2. Mundanal ruido. ¿Cuándo caerá el imperio cristiano? ¿Cuándo caerá el imperio occidental?

¡Amigo mío, se acabó Roma ¿no se va a acabar occi- dente?! La realidad que creemos conocer no es más que irrealidad.

Dia X+Y. “Sobre el puente de Aviñón, todos bailan, todos cantan, sobre el puente de Aviñón, todos bai- lan y yo también…”

Escritos de pandemia (Marisol)

Para gritar

Qué desgaste de abrumadoras sensaciones tiene el día que lleva hasta ahora, su minuto cuarenta y dos de las dos de la tarde; quizá a esta hora alguien se da un beso, otros salen corriendo detrás de sus madres, y, quizá, alguien como yo, escribe para desahogar tantos gritos heridos, que jamás van a ser escuchados.

Grito y nadie responde, grito y nadie reacciona, grito y nadie grita, grito y no hay eco, grito y mi perro aúlla, grito y el ruido de los carros responden, grito y no hay viento.

Tengo rabia, quizá, canina o humana, no lo sé. Para esto sirve escribir, para gritar.

Extraña

Soy una extraña en los pasillos que he recorrido y habitado hace tanto tiempo.

Extraña entre los muros que he pintado de mil colores y para las personas que en algún momento impregné de mí y mi sutil sensibilidad.

Por estos días soy una extraña. Me cuesta escribir cada línea como si tratara de abrir el universo a pulso. Intento escribir lo que quiero decir, como si pudiera en verdad escribirlo.

Pienso sin distracción alguna y no logro entender este extraño vaivén, este tierrero en mis ojos, mi boca y mi garganta.

Espero que la batalla sea sangrienta y que algo no quede igual.

Humo

Un cigarrillo que mate todo, incluido el día que acaba de pasar.

Mientras pasa el embombe que me ofrece mi pequeño amigo cancerígeno.

No lo veo, pero siento como pasa el tiempo danzando a carcajadas encima mío.

Ojalá pudiera matar de un soplo el día próximo y el siguiente y así hasta que llegue el momento irreconocible y utópico que espero ansiosamente.

Ojalá pudiera ser más valiente, más rebelde, más loca, más irreverente, ojalá en este cigarrillo se esfumara el miedo que se levanta conmigo como una sombra embravecida y vengativa, con ansias de llevarme al exterminio.

Días de

De cotidianidades en bucle, de esperanzas y zozobras, de deseo, de frustración pesadillesca, de masturbaciones mentales, de vacío extremo, de aquietante tranquilidad, de impenetrable silencio, de desgonce, de jaque mate, de horas muertas, de tiempo inútil, de pesadez estomacal, de vacío existencial, de sonido entonado, de humanidades disonantes, de escondite bajo la cobija, de desahogo en la ducha, de pasarela y maquillaje, de querer seguir, de querer terminar.

Silencio (Juana)

Silencio… Recorrí los rincones de mi casa con los ojos cerrados….

¿De dónde sale el polvo que reside en las superficies? Creería a simple vista que el polvo que hay al interior de mi casa proviene del Afuera.

Silencio. Los espacios de la casa se iban transformando a medida que avanzaba, se convertían en lugares, rincones y objetos que tomaban otras formas, desconocidas para mí

Dicen que somos polvo de estrellas… según esta afirmación este tiene entonces una connotación vi- tal. Las partículas que se encuentran en él, pueden contener vida o muerte…

¿Quizás la vida es un pliegue de la muerte? ¿o la muerte es un pliegue de la vida?

Muchos microorganismos: bacterias, virus, hongos viajan cotidianamente a través del polvo y nosotros en un intento prolongado para salvaguardar lo más preciado que tenemos, sacudimos, limpiamos, lavamos, abrimos las ventanas para que circule el aire y aquello que ingresa del Afuera, vuelva a salir desde el interior.

Silencio. el espejo me habló, me dijo ¡mírate! y yo que no podía observarme con los ojos empecé a hacerlo con las manos...

La vida se agarra con las manos: las que reciben al recién nacido, las que aprietan el gatillo de un arma o atraviesan un puñal en el pecho, las que siembran un árbol.

En estos momentos también las manos pueden prolongar la vida o acabar con ella, son el puente directo para que un virus, ingrese a nuestro cuerpo y frene nuestra capacidad de existir, también posibilitan la expansión de la amenaza hacia otros cuerpos.

Silencio. Mis manos se adherían al polvo, no al revés, el polvo estaba allí, hace un día o dos, o tres... no es que lo limpiaran de la superficie, ellas lo buscaban

Cuando aparece una amenaza de muerte y con ella la posibilidad de dejar de existir ¿Emerge /quizás/ una pulsión, una fuerza que pugna por aferrarse a la vida?

El polvo puede contener muerte o vida…En medio del caos, recordamos aquello que siem- pre ha estado, pero parecía invisible, lo que es para cada quien verdaderamente importante. La vida cobra valor cuando se ve amenazada.

El polvo que ingresa de Afuera, impulsa el deseo a limpiar, limpiar para seguir vivos, Y una entiende que la muerte se dobla y allí emerge la vida.

Escuchar (Mariana)

A veces cuando recuerdo los acontecimientos vividos durante el último año tengo sentimientos encontrados frente a cómo viví mi cuarentena, mi en- cierro y mi soledad.

Muchas de las memorias que vienen a mi cabeza las relaciono a lo afortunada que fui, pero al mismo tiempo me entristece saber las duras condiciones que tuvieron que afrontar muchas personas, en ocasiones me siento indiferente frente al otro, otras veces cuando me observo desde afuera pareciera que no me afecta en mí más mínimo lo que ocurre a mi alrededor por el simple hecho de intentar llevar mi vida lo más “normal” posible.

Sin embargo, pienso constantemente en eso: En el otro, en cómo se siente, cómo se ve afectado económica o emocionalmente, cómo todos estos sucesos tan repentinos lo han afectado y en ocasiones intenté ponerme en el lugar del otro, in- tentando descifrar sus emociones, pero ¿cómo puedo ponerme en su lugar sin ni siquiera saber lo que le ocurre? Esto me ha llevado a aprender a escuchar al otro, a entender que las palabras tienen poder y que en muchas ocasiones lo que ellos cuentan que- da completamente a mi percepción y a veces, esto tampoco es suficiente.

Este año, no ha sido suficiente el querer escuchar al otro, he encontrado algo que me mueve aún más: la violencia, las protestas, el abuso, el poder; situaciones que en algún punto de mi vida sentí tan lejanas, ahora parece que las puedo tocar con mi mano, las puedo percibir en las calles y las puedo llorar con toda la información que llega cada día.

Un nuevo sentimiento de impotencia y soledad crece en mí, al darme cuenta que en realidad no puedo hacer nada por el otro. Por ahora cumplo un rol expectante, esperando pacientemente.... ¿pero qué estoy esperando? Muchas veces ni siquiera tengo fuerzas para despertar en la mañana, ahora menos para hacer algo. Creo que escuchar es lo único que puedo hacer por ahora.

Seamos blandos y plurales (Violeta)

¨Lo blando es más fuerte que lo duro, El agua es más fuerte que la roca, El amor es más fuerte que la violencia¨. Hermann Hesse

¿Llegará el miedo por añadidura? ¿Será una idea más, una venta del estado de consumación, y una forma de control? Percibo a los horripilantes que, como en La Peste de Albet Camus, siguen tomando ventaja de su dominio, aun cuando la humanidad atraviesa una crisis colectiva. ¿Por qué aún se creen verticales?

El pan se salivea, la tetera canta la bella melodía de las mañanas, durante el té suelo escuchar entrevistas que me acercan a mi país y su situación actual, esta mañana fue la voz de Ingrid Betancur cuando alguien le preguntaba cómo perdonar a las personas que la privaron de su libertad por tantos años, y ella decía, entre muchas otras cosas, que la forma de acercarnos a sus sentires es entendiendo su dolor.

Nos mueve un camino espiritual que busca sanar heridas e interpretar la manera en la que nos enseñaron y aprendimos a amar, a veces la interpretación del amor se pliega en formas violentas. Nos mostramos duros y firmes, la armadura esconde a alguien que de vez en cuando tiene un llanto perdido. Nos creemos seres enajenados e individuales, y que tanto se nos ha olvidado nuestro ser plural.

El cuestionamiento hacia un yo autosuficiente se entrecruza con la construcción de pensarse en un presente efímero y frágil. La razón se debate por tenerse a ella misma.

La naturaleza de la vida se caracteriza por su impermanencia, por lo que acontece y su movimiento azaroso. Mi movimiento implica un accionar en el otro y con el otro, lo exterior se interioriza y viceversa. Nuestra presencia de vida nos sitúa como seres políticos inherentes a la responsabilidad del cuida- do del otro y del entorno, no se-existe sino que se co-existe.

Los tiempos de cuarentena, el aislamiento, el miedo, la incertidumbre y la sensibilidad de sentir la muerte cerca, me hacen pensar en esa posibilidad de reconciliarnos con nuestra única certeza; amigarnos con lo inevitable, la vida y la muerte, el umbral que las entrelaza, sabernos impermanentes y transeúntes, vivir un presente, más que como un tiempo, un regalo que se desvanece en cada respiración.

Dice J. Carrier «Seamos frágiles pero flexibles. Debemos preservar nuestra fragilidad igual que debemos salvar lo inútil. Lo inútil, porque nos salva del simple cálculo productivo, que es dueño del mundo. Nos permite evadirnos, es nuestra salida de emergencia. La fragilidad, porque nos acerca los unos a los otros, mientras que la fuerza nos separa.» (2006, Fragilidad, sinopsis).

Resistir (Johana Marcela Gómez)

Ahora confinada, la pesadez sobrepasa el cuerpo, con los brazos levantados, agachada, a rastras, percibo el espacio, el único espacio en el que puedo estar, pero no sola, ni en silencio, ahora no hay diferencia, la casa, mis hijos y yo parecemos uno solo.

Somos como una masa que gira y adhiere los objetos, los recuerdos, las palabras, los sentimientos, nuestras carnes se maltratan, maltratamos con intención, dejamos maltratar. Sometida y dominada, por otros y por mí. Nuestras concepciones, nuestra forma de percibir, entender y transformar empiezan a cambiar.

Agradar y procurar placeres se ha convertido en la rutina del cuerpo, adquiriendo un valor encarnado en la memoria, una estética que nos raptó el sentir y forma de mirar nuestro cuerpo; nos ofreció como verdadero, la mirada del otro, el que juzga, el que aprueba, despojándonos de nuestra conciencia de sí. Ahora esta mirada está en la pantalla, no solo del cuerpo si no también del espacio íntimo. El cuerpo alberga el tiempo que deviene en simultáneo, pasado, presente y futuro se superponen en un instante, que parece no acabar, no hay un orden, están todos a la vez, producen sensaciones a veces sin poder describir.

Cada mañana el cuerpo se torna frío, tiembla, se siente incómodo, cada parte parece no estar acorde con el resto hasta que todo está frío desde adentro, muy adentro de la carne, parece morir. Esa carne recién sacada del congelador, la piel erizada, el viento helado en la cara, sentir el agua del mar, ver al otro a los ojos, besar, abrazar, caminar en la montaña; consciente de mi cuerpo más allá de la reclusión, te reconozco, te vuelvo a reconocer, porque tengo memoria de ese cuerpo que ahora repaso.

He resistido a las ganas de morir. ¿Qué más difícil

que eso debo resistir?

- ¿Pregunta? (Marycarmen)

Pandemia. Pandemia. Confinamiento.

¿Qué cuerpo habito?

¿Qué cuerpo habitar antes, durante y después del encierro?

¿Cómo es mi cuerpo pandémico?

¿Qué ocurre entre los ojos, la piel, el espejo y la pantalla?

¿Qué pantalla es el espejo?

¿Cómo nos enfrentamos a un cuerpo que ha perdi- do parte de su naturalidad en el encuentro con las pantallas?

¿Qué tan divergente es la realidad de la carne pro- pia?

¿Cuál es el localismo del cuerpo?

¿Dónde está la presencia?

¿Quién habita el cuerpo confinado?

¿Están las emociones confinadas en los órganos, los órganos confinados en la carne, la carne confinada en la ropa, la ropa confinada en el closet, el closet confinado en la casa, la casa confinada en el mundo, el mundo confinado en sí mismo?

La presencia es bifurcada, reterritorializada y resistente a la ausencia y la melancolía de la imagen. La carne es desanclada de los huesos y trasladada a la pantalla, recortada a un plano común en la fotografía, dentro de un recuadro no narrativo.

Lo cotidiano fue fisurado por el estar confinados, el estar confinados se presentaba como un acto vio- lento, por obligatorio, de resistencia a la muerte y a la vida, haciendo de esta pugna natural un estado latente. En ese estado me encontré entonces con mi piel, con el espejo y, por añadidura, con la pantalla.

El cuerpo empezó desde ese momento a expandirse en más lenguajes, a recibir más símbolos de los que ya en sí residían y, como respuesta a una pregunta no nombrada interiormente, a encarnarse. Encarnarse como un regalo de valentía. Asirse a la piel, a la pregunta, al yo como primer territorio de resistencia.

La certeza de poseer mi carne se encontraba fuera de la carne misma pues se había depositado en la palabra, la imagen, el reflejo, el mundo; en suma, en una posibilidad de consciencia reversible de apariencia plana donde es verosímil retener al ser como ausencia y queda a la deriva de los gustos, pantallas y ojos, la superficie del cuerpo hecha imagen en una máquina. Máquina de carne y huesos, frente a una máquina de plástico y metal. Justo es volver a encarnarse, encarnarse cada día.

Abismo (Jenifer)

Pareciera que todos los discursos sobre mundos utópicos ya se han construido, leer a José Saramago y traerlo para entrelazar su lenguaje y la preocupación por mi realidad no apacigua la incertidumbre que genera el presente.

El afuera y esa muerte simbólica, se puede ordenar mejor cuando no se comprende distante, ni mucho menos lejana, más que un rol de palabras, ubicarse en una visión metafórica para digerirse, facilita romper y que se desvanezcan las fronteras establecidas. El sol muere al caer la tarde, desaparece para sí misma, dando paso a que la noche se pliegue en ese yo del día, y viceversa, al subir el alba la noche se pinta y muere en la madrugada, para replegarse una tras otra vez, en el transcurrir de los días.

Es un afuera del tiempo, quien se aleja de este, sin poder contenerse durante ese paso entre la noche y el día. Entonces dentro de esta forma emergen multiplicidad de opciones para habitar, distintos acontecimientos se presentan al paso de aquella línea que pliega el afuera, muy cercana al instante pero que reposa para arrancarse de la muerte o se abandona para cobrar lo irrespirable.

¿De cuántas formas se puede pensar al hombre?

De las múltiples formas que ha logrado des-habitar- se; Édgar Garavito cuenta como el encierro es un efecto de la función de exterioridad, hallando una dimensión distinta entre el poder y el saber, siendo el espacio donde se da o desaparece los objetos y sus relaciones, ahí “se habla” dejando el vacío como una renuncia al yo.

De repente crece en uno mismo un desierto” escribe Žižek citando a Blanchot en el Acontecimiento.

Sin embargo, el devenir existiendo como presente, envuelve el atarugamiento, la cuerda floja, donde la enfermedad y el homicidio constantemente se disputan un primer lugar. Mentiría si al salir de casa la mecánica de flores marchitas y el miedo como compañero, fueran parte de distintas distopías, metáforas o cuentos, somos absorbidas, mientras vamos deviniendo, en ese entre, de pliegues y bombas de gases.

Surgir como la flor de fango de sueños y delirios colectivos genera un enraizamiento, trasladándose a rincones donde el junte se teje por esas diferencias que se crean constantemente con el otro, nombran-do como diría Fernan González “Espacios vacíos”. El vacío se puede instaurar en hacerse una causa, un cuerpo, un flujo común, atravesar el espacio con sus relieves, devenir cóncavo como una flor para plegarse, acoger el otro, posibilitar la resonancia, para construir un hogar no cerrado, sino abierto.

Cómo se siente mi cuerpo confinado (Marcela)

Angustia, ansiedad, ahogo, dolor, lágrimas, tranquilidad… respirar.

Mi cuerpo confinado no sabe cómo sentirse, se siente solo aunque esté acostumbrado a estarlo… no sabe cómo expresarse y no ha sido capaz de comunicarse con otros cuerpos que quiere, le cuestiona qué tipo de relación hay allí: ¿Cómo cuidar al otro cuando no sabemos cómo cuidarnos a nosotros mismos? ¿Cómo cuidarnos cuando se nos exige volver a una normalidad de producción y nada más? ¿Cómo volver a habitar espacios y lugares sin tener miedo del otro?

Mi cuerpo confinado se ahoga, cuando de repente siente oprimido el pecho, son como oleadas que empiezan a fugarse por sus ojos... está aprendiendo a respirar, sabe que después y antes de que vuelva la oleada debe respirar profundo y lento para no dejarse derribar… y cuando es derribado, se da su tiempo para quedarse ahí, sentir el fondo, abrazar- lo, llenarse de él, para luego despedirse y volver a estar en pie… y a veces, solo a veces, logra flotar sobre las oleadas intensas, como si no existiera nada más sobre la faz de la tierra…

Mi cuerpo confinado es inestable, es frágil, pero

está aprendiendo a tratarse mejor…

Mi cuerpo confinado es una constante paradoja, entre el revolcarse, el envolverse, el soltarse, el aquietarse… entre el estar acelerado y el descansar…

Referencias

Bergson, H. (1948). La evolución creadora. Madrid: Aguilar.

Blanchot, M. (2014). Cita recuperada de Žižek S. Acontecimiento. Madrid: Sexto Piso.

Caparrós, M. (2020). “Los poderes de un virus”, The New York Times. [En línea]. «https://www.nytimes.com/es/2020/04/10/espanol/opinion/coronavirus-crisis-so- luciones.html»

Carriér, J.C. (2006). Fragilidad: La fragilidad nos acerca los unos a los otros. Barcelona: Ediciones Península.

Chaverra, Á. (2018). Fabular un pueblo a través del arte. Teatralidade, Performance e Educação, 34(67), [En línea] https://www.scielo.br/j/er/a/VBBDYQrVjhVgKL57r- gVL6dv/abstract/?lang=es

Deleuze, G. (2005). Lógica del sentido. España: Paidós.

González González, Fernán E. (2014) Poder y Violencia en Colombia. Bogotá, Odecofi-Cinep, Colciencias.

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Real Academia Española. Diccionario de la lengua espa- ñola, (23.ª ed.). Recuperado el 13 de julio de 2021. [En línea] «https://dle.rae.es/-ario»

Serres, M. (1995). Atlas. Madrid: Cátedra.

Žižek, S. (2014). Acontecimiento. Madrid: Sexto Piso.

. (2002). Mil mesetas. Capitalismo y esquizo- frenia. Valencia: Pre-textos.

De Man, P. (1991). La autobiografía como desfiguración. Suplementos Anthropos.

Foucault, M. (1999). Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales, (vol. III), Barcelona: Paidós.

Garavito, E. (1999). Escritos Escogidos. Medellín: Univer- sidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.

Recibido: 14 de mayo de 2022; Aceptado: 31 de mayo de 2022

Resumen

Este texto da cuenta del proceso de investigación-creación, que busca fisurar a través de acontecimientos artísticos, los procesos de subjetivación ejercidos por los sistemas disciplinarios, securitarios y de control. Partimos del confinamiento y distanciamiento social generados en consecuencia de la emergencia sanitaria por el Covid-19, que cambió nuestra forma de vida y que afectará la relación con el cuerpo, con los otros y el entorno después del mismo.

Nuestra invitación es a la generación de nuevos actos de habla, de resistencia; sustentar la relación entre el arte y los procesos sociales en el lugar de intersección entre la micropolítica, las subjetividades y el acontecimiento; proponer diversas formas de colectividad para crear una manera de habitar y deshabitar a través de la construcción de pliegues que permitan el cuidado de sí.

El principal hallazgo es entendernos como comunidad virtual y ser capaces de crear desde allí maneras de resistencia.

Palabras clave

Encierro, acontecimiento artístico, virtualidad, comunidad.

Abstract

This text accounts for the research-creation process, which seeks to crack, through artistic events, the processes of subjectification exercised by disciplinary, security and control systems. We start from the confinement and social distancing generated as a result of the health emergency by Covid-19, which changed our way of life and will affect the relationship withthe body, with others and the environment after it. Our invitation is to the generation of new acts of speech, of resistance; sustain the relationship between art and social processes in the place of in- tersection between micropolitics, subjectivities and the event; propose various forms of collectivity to create a way of inhabiting and uninhabiting through the construction of folds that allow self-care.The main finding is to understand ourselves as a virtual community and be able to create forms of resistance from there.

Keywords

Confinement, artistic event, virtuality, community.

Introducción (Ángela)

Dice Gilles Deleuze (2005) que los acontecimientos no son de una sola cara, sino que hay una estructura doble en ellos; por lo tanto, no todos son de tipo de la peste, la guerra, la herida, la muerte y que la subjetividad se forma a partir de ellos, es decir, cuando se dobla un pliegue del afuera. En ese sentido, reto- mando lo dicho por el editorial del diario Financial Times, un acontecimiento puede generar un doblez que permita, o por un lado un fortalecimiento de las sociedades disciplinarias y las sociedades securitarias o por otro, una nueva manera de entendernos como sociedad. Para la autora del editorial, el gesto político más significativo de estos últimos días fue portavoz habitual de “los mercados”, cuando escribió que, tras la pandemia, “para pedir un sacrificio colectivo uno debe ofrecer un contrato social que beneficie a todos”, lo que implicará poner sobre la mesa reformas radicales, que reviertan la dirección principal de las políticas de las últimas cuatro décadas.” (Caparrós, 2020).

En la necesidad del proyecto Encarnarios. Diarios desde el encierro, de entender las construcciones de subjetividades que se derivan del acontecimiento por el Covid-19, hemos creado unas rutas o cartografías que se despliegan en la palabra de todos los integrantes del Semillero de investigación. Po- demos decir que seguimos resistiendo en la virtualidad, entendiendo la virtualidad desde un punto de vista que se aleja de la computadora, más en la dirección que lo proponen Henri Bergson, Pierre Levy,Michel Serres y Gilles Deleuze.

Lo virtual no se opone a lo real, sino que es una continuación de ello; lo virtual tiene que ver con la potencia, la fuerza y es diferente a lo posible. Lo posible está constituido, pero permanece en el limbo, sin embargo, de alguna manera se configurará; lo posible está latente, solo le falta la existencia. En cambio, lo virtual que no se opone a lo real, sino a lo actual, es el conjunto de fuerzas que acompañan un acontecimiento y generan caos, diferencia, líneas de fuga reclamando una resolución o sea una actualización. Este conjunto de fuerzas es inmanente, es decir, la entidad lleva sus virtualidades, pero a la vez la virtualidad constituye la entidad, porque de ahí salen sus individuaciones o diferencias.

En este sentido y siguiendo a Serres, que propone comprender el mundo desde un entramado de lo actual y lo virtual, que puede dibujarse a través de una cartografía en la que se reconfiguran los procesos de subjetivación y donde se definen las batallas que hay que librar, el Colectivo, pretende construir un atlas en el que aparecen dispersiones, variaciones, pliegues y diferencias que ha encontrado en la tecnología actual nuevas maneras de manifestarse, propiciando nuevas relaciones, lo que implica pensarnos más desde lo comunitario e incluso en devenir nuevas corporalidades y carnalidades. Estamos conectados universalmente y entendernos posibilita trazar líneas de convergencia en focos dispersos dentro de un espacio global. Proponemos hablar de lo virtual como un texto por venir, un mundo de posibilidades de formaciones orgánicas e inorgánicas.

Dicen Paz y Santaya (2020)

Si el 2020 acaba siendo “el año de la virtualidad”, lo será menos por la omnipresencia de los dispositivos digitales que por la sensación del afloramiento del caos en las distintas dimensiones de nuestros modos de existencia humanos; por la repetida y sentida afirmación de que algo en esos modos “tiene que cambiar”. Para realizar el siglo deleuziano, emerge la tarea de modificar el cuerpo y el deseo en la gran máquina social hacia un aumento recíproco de la potencia de sus partes componentes. La tarea del pensamiento, según los últimos Deleuze y Guattari: enfrentar el caos y construir, a partir de él, espacios de consistencia para el pueblo por venir…

La comunidad que se forma en este escenario, es una comunidad virtual.

Bergson, a través de una comparación entre el instinto animal y el humano, dice que en el hombre se da de manera virtual o latente, tal como se ve en la religión, diferenciándolo de los animales, ya que en estos ese instinto es automático. La inteligencia, al ser individual y egoísta, entra en contradicción con la naturaleza, porque a partir de su individualización puede fragmentar el todo social; por ello, frente a este peligro, aparece un instinto de orden virtual, que es capaz de crear representaciones imaginarias de tipo religioso. La inteligencia y el instinto virtual se corresponden de tal manera que el instinto es un residuo que subyace alrededor de la inteligencia y en el instinto resplandece un brillo de inteligencia. (Chaverra, 2018)

La virtualidad sería en este sentido una potencia creadora. Para Bergson el instinto creador que busca lo comunitario es virtual. Deleuze retoma este concepto de Bergson y lo aplica en un sentido metafísico, pero no trascendental ya que toda la pro- puesta de Deleuze tiene que ver con una crítica al sujeto trascendental emplazado en la modernidad y puesto bajo una lupa de la identidad, la esencia, la consciencia y dejado de lado todo el impulso vital de la inmanencia, es decir de la capacidad de devenir. Lo virtual implica que todo objeto es doble, por una parte, es palpable del orden de lo real, extendido en el tiempo y el espacio y por la otra es siempre una potencia, relaciones diferenciales que se actualizan a su paso hacia lo real, es decir el cambio de lo virtual a lo actual implica un acto creativo. Dirían Paz y Santaya (2020) retomando a Deleuze que es el fondo extremo de toda forma, una neblina cargada de potencialidades que invitan al caos, a las líneas de fuga, como emanación incesante de fuerzas evanescentes, variaciones, molecularidades. Preexiste pero no como un a priori, sino como potencia.

“En definitiva, la característica de la virtualidad es existir de tal manera que se actualiza al diferenciarse y se ve obligada a diferenciarse, a crear sus líneas de diferenciación para actualizarse.” (Deleuze, 2002). Que tenga la capacidad de deshacer una maquinaria de poder, dado que la historia de la humanidad se ha movido dentro de unas categorías de sujeto anquilosadas y han creado sociedades disciplinares, de control y securitarias para su dominación; sin embargo, los autores señalan que a pesar de este estatismo en el que nos han querido sumir, siempre hay fuerzas en tensión como formas de resistencia y, es en este escenario en el que queremos hacer el despliegue de esta ponencia.

Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas “absolutamente absolutos”, es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que, ante las horcas y las ametralladoras, los hombres se sublevan. (Foucault, 1999)

Nuestra Ponencia-Performance, recurre a las reflexiones de cada uno de los integrantes, a partir de una serie de talleres y gestos creativos que hemos realizado durante el tiempo de la encerrona por causa del virus y que nos ha permitido explorar otras maneras de decirnos, resistir, estar presentes y juntos. Cada persona lleva su proceso a través de lo que hemos llamado “Encarnarios”, mixtura entre diario de campo, diario de artista, libro de artista o condensador de las diferentes acciones y expresiones. A continuación, presentamos algunos de los escritos que han salido de este proceso.

Salivo para no morir de miedo (Valentina)

Hay mañanas en las que amanezco sintiéndome tan encerrada, que sólo me provoca asomarme por la ventana, sacar todo el cuerpo, poder sostenerme únicamente de los dedos de los pies para poder re- cibir todo el aire que pueda sin salir de casa.

Otros días, en cambio, amanezco tan vacía, que empiezo a buscar dónde ser contenida. Tablas, cajas, cajones… hasta el tarrito de la mantequilla, lo que sea para sentirme tocada. O días intermedios, en los que ni una llamada, con una voz que intenta tocarme en la distancia, puede hacerme sentir.

Salivo para no morir de miedo. Sudo para adentro, lloro a la inversa, menstrúo para arriba, sangro por dentro, exhalo para no morir por exceso de aire in- terno. Me parí de nuevo a mí misma luego de varios intentos de abortarme. Me genero mi propio vientre materno, mis brazos calientes que abrazan.

Llamo a la abuela a leerle poemas, pero no basta para sentirla cerca. Quinientos metros de distancia se convierten en acantilado. Antes, había días en los que lo único que me hacía salir de la cama era pensar en cuántos abrazos podía recibir. Comienzo a olvidarlo, comienzo a dejar de desearlo, comienzo a escabullirme en las palabras, en los silencios, en la distancia. Por ahora no hay abrazos, pero quedan las palabras; si se van las palabras, quedan los espacios de silencio entre ellas, resguardo donde seguir resistiendo aún en el dolor, en el cansancio, estando aun cuando no se sabe estar.

Patria boba (Fernanda)

La desaparición y el reclutamiento forzado de muchos de nuestros jóvenes; el silenciamiento, y la muerte de indígenas y líderes comunitarios. La censura, la intimidación y restricción de la protesta o la manifestación social. A pesar de ello, por algunas ventanas se asoman banderas al revés o se escucha a lo lejos el canto de los cacerolazos; también por redes sociales, se filtran los memes, las denuncias, los gritos mudos que no ha podido callar la censura. Un sistema de control nos vigila, restringe nuestra interacción social, nuestros horarios, dictamina normas de comportamiento bajo la figura de la prevención y la bioseguridad, por medio del encierro y el distanciamiento social. Ante la amenaza de un virus mortal, nos invade el miedo… al contacto, al otro, a abrazarnos, a tocarnos... y a través de él nos manipulan.

Las oleadas de información -muchas veces contradictoria- que llegan a través de las redes sociales y medios de comunicación, generan confusión y desvían la atención, la conducen hacia ciertos intereses. A su paso, te invade el miedo, la desesperanza y la impotencia. Sin embargo, nos refugiamos en ellos como los pocos medios que podemos utilizar para interactuar con los demás sin contagiarnos.

Las oleadas de información -muchas veces contradictoria- que llegan a través de las redes sociales y medios de comunicación, generan confusión y desvían la atención, la conducen hacia ciertos intereses. A su paso, te invade el miedo, la desesperanza y la impotencia. Sin embargo, nos refugiamos en ellos como los pocos medios que podemos utilizar para interactuar con los demás sin contagiarnos.

No hemos visto enfrentados a la caída de la economía, al crecimiento desbordado del desempleo y la mendicidad, …hay tantas personas aguantando hambre, que viven del día a día, quienes deben escoger entre morir de hambre o morir por el virus. Muchos emprendedores que intentaban sobresalir y formar su propia empresa, ahora ven sus sueños frustrados, sus negocios en quiebra. Contrario a eso, muchos administradores y dirigentes gubernamentales saquean nuestros recursos, desvían fondos, venden o regalan el país a empresas extranjeras, maquillan capital, invierten en intereses particulares que solo engordan sus propios bolsillos.

Lastimosamente en Colombia, los poderes de domi- nación esconden la corrupción y el individualismo generalizado en la mayoría de los entes guberna-

mentales. Y lo peor es que el problema no solo se remite a ellos, sino que, desde mi opinión, Colom- bia es un Estado corrupto, y cuando digo Estado, me refiero a una cultura en la cual se ha normaliza- do la corrupción; nos vendemos por un tamal, por cien mil pesos, si podemos sacar ventaja de alguna situación lo hacemos, y en los más mínimos detalles prevalece siempre el interés personal ante el bien común; y no se trata de saber qué es lo correcto, se trata de asumir una postura ética y solidaria con el otro, con la comunidad, de la cual muy pocos tene- mos conciencia. En Colombia, ya sea por toda una historia de sometimiento de individuos esclavizados desde la época de la conquista, o por los mismos eventos que se dieron en el proceso de liberación, hace que ante los poderes de dominación, respon- damos como vasallos, sometidos y silenciados.

Tiempo en el espacio (Andrea)

Encarno mi cuarto o quizás este encarna mi cuerpo. Según la RAE, “ario” señala el lugar donde se guarda lo significado, en este sentido el Encarnario que cada uno ha construido durante la pandemia pue- de estar habitado en dos ámbitos: El obrar de un objeto contenedor de pensamientos y sentires o la suma de acciones en el espacio del encerramiento que cotidianamente se ve transformado por nuestra carne y la de otros.

Sobre el asfalto al frente de mi casa descansa un tapete de bolas aplastadas, el árbol imponente que alcanza la altura de una casa de dos pisos las deja caer. Es tiempo de soltar la semilla, pero en la calle no hay quien pueda barrerlo. En el estudio confundo la caída de las semillas con la lluvia, son momentos un poco surrealistas. Al otro lado del tapete en un segundo piso se ve una ventana grande, casi todas las tardes un par de niñas se asoman, seguramente las pantallas las agotan, deben extrañar salir y jugar con otros niños. Los mariachis últimamente son el mejor entretenimiento en casa, incluso para ellas. Cuando las veo pienso en ponerme la nariz de payaso y asomarme a la ventana, jugar con ellas a través de estas otras ventanas, pero nunca me armé de valor y cuando menos pensé dejaron de asomarse.

Mis vecinos se hicieron visibles a mis ojos, sus ventanas y las mías gozaron de miradas curiosas, las aceras de sus casas se convirtieron en cocinas, comedores y viveros para subsistir ante la inclemencia de la desigualdad social. Por primera vez conversé y observé a mis vecinos, venezolanos, chocoanos y yo del oriente antioqueño. Foráneos todos de una ciudad, foráneos por un virus. El mundo entero vive el mismo acontecimiento traumático como lo define Slavoj Žižek (2014), donde los efectos exceden las causas, pero son diversas las estrategias para resistir en medio del caos.

Unos vecinos decidieron salir y barrer el tapete de bolas, fue un acontecimiento maravilloso, hacía mucho no veía a tantas personas afuera, todos estábamos sorprendidos y agradecidos, barrieron la entrada de todas las casas y la calle. Por fin estaba limpio todo, pero no pude quitarme de la cabeza esa imagen del tapete de bolas, el grosor que logró gracias a que nadie podía barrerlo todos los días como sería usual sin la pandemia. Entonces, pensé en mi casa, al interior de ella se acumulan los pelos de los perros, el polvo, las hojas secas de las plantas en el patio.

En pandemia la limpieza fue más estricta, el cuerpo en constante movimiento limpiando, desinfectando o haciendo lo posible para no tocar algo más de lo necesario. Tuvimos una consciencia corporal para no tocarnos la cara, usar otras partes del cuerpo y limitar el contacto con otros y las superficies en el exterior. Sin embargo, al interior de la casa, el contacto con las superficies era permanente, se recuperó incluso el contacto con los alimentos en el momento de la desinfección.

¿Qué pasa cuando limpiamos las superficies? Pare- ce que la obsesión de unos por la limpieza se limita al virus, pero muchas personas ya lo eran antes. Finalmente se retira un residuo, una evidencia del tiempo, lo que se limpia continuamente parece nuevo, la misma obsesión que se tiene con los cuerpos para que parezcan jóvenes, en los que no se vea el tiempo transcurrir. Entonces parece necesario eliminar el tiempo en el espacio y en los cuerpos, aun- que en pandemia el tiempo no se sentía pasar, sólo se veía en el espacio a partir del polvo, telarañas, tapetes de bolas. Al retirar esto nos quedamos sin la mínima evidencia del paso del tiempo en el espacio, sólo está el calendario para contar los meses de pandemia.

Retomando el primer apartado, la suma de acciones en el espacio del encerramiento que cotidiana- mente se ve transformado por nuestra carne y la de otros, es el Encarnario que me queda, registro del tiempo en el espacio, evidencia del tiempo en alimentos, olores, ropa, superficies, mi cuerpo.

Encarnario (Gabriela)

Menciona Paul de Man en la “Autobiografía como desfiguración” que el discurso autobiográfico “dado que el concepto de género designa una función es- tética y una función histórica, lo que está en juego es no sólo la distancia que protege al autor auto- biográfico de su experiencia, sino también la posible convergencia de estética e historia”. Y es quizás la brecha en el tiempo, que da lugar a la ficción, me- diada por la interpretación del autor y su experiencia. En este sentido, así como la autobiografía, el Encarnario no es un espacio en el que se deposita una experiencia, como un soporte en blanco, sino que, en la misma creación se entrecruzan y afectan mutuamente sujeto, experiencia, encarnario, sensaciones…

Así, en la mezcla de vida y enunciado, la experiencia discurre y penetra la carnalidad del sujeto; sujeto presente, plástico y maleable que pretende la supervivencia. Ahora se extiende, se pliega hacia la pantalla, híbrido, con deseos de amar, sentir, tocar.

Dirá Paul de Man, que asumimos como si la vida produjera la autobiografía, así como un acto produce sus consecuencias, basados en un ejercicio referencial, modelo- representación. “...pero ¿estamos tan seguros de que la autobiografía depende de un referente, como una fotografía depende de su tema o un cuadro (realista) depende de su modelo? En este sentido, el referente autor, creador, artista, no compromete un ejercicio de mímesis, sino que afecta y se ve afectado en el mismo acto de creación. Así como la autobiografía no es exactamente un género o modo, el Encarnario tampoco y hay en un devenir con los sujetos que en él están implicados, se genera una relación mutua de resonancia entre lo que se enuncia, se vive y se interpreta.

Bitácora (Simón)

Día 1, un silencio bastante acogedor inunda mi es- pacio. Parece de mentiras, como si fuera el primer acto de una película de terror o un documental de ciudades abandonadas.

Día 7. ¿De qué sirve el arte si no hace más feliz la vida? Miro hacia el interior. Es tan vasto el silencio que me habita que hay más ruido dentro de mí que afuera.

Día 10. Miedo. ¿Qué sería de la especie humana sin él? Ya hay más miedo que silencio. Miedo en la ra- dio, miedo en la tele, miedo en el aire.

Día 15. Una vida semiperfecta. No hay tiempo. Por fin hemos destruido a Cronos, nos agobia el capita- lismo sí, pero hemos destruido a Cronos.

Día 23. Dicotomías del tiempo. Me he dicho a mí mismo -”mí mismo, eres más que lo que crees ser”. Nadie respondió.

Día 39: ¿Cuarenta días? En cuarenta días se pueden desintoxicar 2 personas, puede florecer una planta, puede gestarse un niño.

En cuarenta días no ha cesado el silencio, oh maravilla, oh desgracia.

Día 47: soy más humo que hombre. A veces pienso que podría comenzar a fundirme con el hollín de los autos que pasan por mi cuadra.

Día 52. Soy feliz de 6 am a 3 pm: eso dura el medicamento. Falsa felicidad le llamo. Son dos pastillas azules (odio el azul). Parece que no pasa nada, pero una sonrisa hipócrita se apodera de mi rostro como si fuera una máscara, como si fuera piel misma, como si fuera carne y no rostro.

Día X+1. He llorado mientras el agua de la ducha cae sobre mis hombros. Qué maravilla de días y a la vez que desastre. Los recuerdos del pasado caen sobre mí como rocas, lastiman mi tez, lastiman mi alma. - La, la, la, ra, la. Siempre la música reconforta, pero también vuelve más profunda la llaga, la pérdida, la angustia. – La, la, la, ra, ra.

Día X+2. Mundanal ruido. ¿Cuándo caerá el imperio cristiano? ¿Cuándo caerá el imperio occidental?

¡Amigo mío, se acabó Roma ¿no se va a acabar occi- dente?! La realidad que creemos conocer no es más que irrealidad.

Dia X+Y. “Sobre el puente de Aviñón, todos bailan, todos cantan, sobre el puente de Aviñón, todos bai- lan y yo también…”

Escritos de pandemia (Marisol)

Para gritar

Qué desgaste de abrumadoras sensaciones tiene el día que lleva hasta ahora, su minuto cuarenta y dos de las dos de la tarde; quizá a esta hora alguien se da un beso, otros salen corriendo detrás de sus madres, y, quizá, alguien como yo, escribe para desahogar tantos gritos heridos, que jamás van a ser escuchados.

Grito y nadie responde, grito y nadie reacciona, grito y nadie grita, grito y no hay eco, grito y mi perro aúlla, grito y el ruido de los carros responden, grito y no hay viento.

Tengo rabia, quizá, canina o humana, no lo sé. Para esto sirve escribir, para gritar.

Extraña

Soy una extraña en los pasillos que he recorrido y habitado hace tanto tiempo.

Extraña entre los muros que he pintado de mil colores y para las personas que en algún momento impregné de mí y mi sutil sensibilidad.

Por estos días soy una extraña. Me cuesta escribir cada línea como si tratara de abrir el universo a pulso. Intento escribir lo que quiero decir, como si pudiera en verdad escribirlo.

Pienso sin distracción alguna y no logro entender este extraño vaivén, este tierrero en mis ojos, mi boca y mi garganta.

Espero que la batalla sea sangrienta y que algo no quede igual.

Humo

Un cigarrillo que mate todo, incluido el día que acaba de pasar.

Mientras pasa el embombe que me ofrece mi pequeño amigo cancerígeno.

No lo veo, pero siento como pasa el tiempo danzando a carcajadas encima mío.

Ojalá pudiera matar de un soplo el día próximo y el siguiente y así hasta que llegue el momento irreconocible y utópico que espero ansiosamente.

Ojalá pudiera ser más valiente, más rebelde, más loca, más irreverente, ojalá en este cigarrillo se esfumara el miedo que se levanta conmigo como una sombra embravecida y vengativa, con ansias de llevarme al exterminio.

Días de

De cotidianidades en bucle, de esperanzas y zozobras, de deseo, de frustración pesadillesca, de masturbaciones mentales, de vacío extremo, de aquietante tranquilidad, de impenetrable silencio, de desgonce, de jaque mate, de horas muertas, de tiempo inútil, de pesadez estomacal, de vacío existencial, de sonido entonado, de humanidades disonantes, de escondite bajo la cobija, de desahogo en la ducha, de pasarela y maquillaje, de querer seguir, de querer terminar.

Silencio (Juana)

Silencio… Recorrí los rincones de mi casa con los ojos cerrados….

¿De dónde sale el polvo que reside en las superficies? Creería a simple vista que el polvo que hay al interior de mi casa proviene del Afuera.

Silencio. Los espacios de la casa se iban transformando a medida que avanzaba, se convertían en lugares, rincones y objetos que tomaban otras formas, desconocidas para mí

Dicen que somos polvo de estrellas… según esta afirmación este tiene entonces una connotación vi- tal. Las partículas que se encuentran en él, pueden contener vida o muerte…

¿Quizás la vida es un pliegue de la muerte? ¿o la muerte es un pliegue de la vida?

Muchos microorganismos: bacterias, virus, hongos viajan cotidianamente a través del polvo y nosotros en un intento prolongado para salvaguardar lo más preciado que tenemos, sacudimos, limpiamos, lavamos, abrimos las ventanas para que circule el aire y aquello que ingresa del Afuera, vuelva a salir desde el interior.

Silencio. el espejo me habló, me dijo ¡mírate! y yo que no podía observarme con los ojos empecé a hacerlo con las manos...

La vida se agarra con las manos: las que reciben al recién nacido, las que aprietan el gatillo de un arma o atraviesan un puñal en el pecho, las que siembran un árbol.

En estos momentos también las manos pueden prolongar la vida o acabar con ella, son el puente directo para que un virus, ingrese a nuestro cuerpo y frene nuestra capacidad de existir, también posibilitan la expansión de la amenaza hacia otros cuerpos.

Silencio. Mis manos se adherían al polvo, no al revés, el polvo estaba allí, hace un día o dos, o tres... no es que lo limpiaran de la superficie, ellas lo buscaban

Cuando aparece una amenaza de muerte y con ella la posibilidad de dejar de existir ¿Emerge /quizás/ una pulsión, una fuerza que pugna por aferrarse a la vida?

El polvo puede contener muerte o vida…En medio del caos, recordamos aquello que siem- pre ha estado, pero parecía invisible, lo que es para cada quien verdaderamente importante. La vida cobra valor cuando se ve amenazada.

El polvo que ingresa de Afuera, impulsa el deseo a limpiar, limpiar para seguir vivos, Y una entiende que la muerte se dobla y allí emerge la vida.

Escuchar (Mariana)

A veces cuando recuerdo los acontecimientos vividos durante el último año tengo sentimientos encontrados frente a cómo viví mi cuarentena, mi en- cierro y mi soledad.

Muchas de las memorias que vienen a mi cabeza las relaciono a lo afortunada que fui, pero al mismo tiempo me entristece saber las duras condiciones que tuvieron que afrontar muchas personas, en ocasiones me siento indiferente frente al otro, otras veces cuando me observo desde afuera pareciera que no me afecta en mí más mínimo lo que ocurre a mi alrededor por el simple hecho de intentar llevar mi vida lo más “normal” posible.

Sin embargo, pienso constantemente en eso: En el otro, en cómo se siente, cómo se ve afectado económica o emocionalmente, cómo todos estos sucesos tan repentinos lo han afectado y en ocasiones intenté ponerme en el lugar del otro, in- tentando descifrar sus emociones, pero ¿cómo puedo ponerme en su lugar sin ni siquiera saber lo que le ocurre? Esto me ha llevado a aprender a escuchar al otro, a entender que las palabras tienen poder y que en muchas ocasiones lo que ellos cuentan que- da completamente a mi percepción y a veces, esto tampoco es suficiente.

Este año, no ha sido suficiente el querer escuchar al otro, he encontrado algo que me mueve aún más: la violencia, las protestas, el abuso, el poder; situaciones que en algún punto de mi vida sentí tan lejanas, ahora parece que las puedo tocar con mi mano, las puedo percibir en las calles y las puedo llorar con toda la información que llega cada día.

Un nuevo sentimiento de impotencia y soledad crece en mí, al darme cuenta que en realidad no puedo hacer nada por el otro. Por ahora cumplo un rol expectante, esperando pacientemente.... ¿pero qué estoy esperando? Muchas veces ni siquiera tengo fuerzas para despertar en la mañana, ahora menos para hacer algo. Creo que escuchar es lo único que puedo hacer por ahora.

Seamos blandos y plurales (Violeta)

¨Lo blando es más fuerte que lo duro, El agua es más fuerte que la roca, El amor es más fuerte que la violencia¨. Hermann Hesse

¿Llegará el miedo por añadidura? ¿Será una idea más, una venta del estado de consumación, y una forma de control? Percibo a los horripilantes que, como en La Peste de Albet Camus, siguen tomando ventaja de su dominio, aun cuando la humanidad atraviesa una crisis colectiva. ¿Por qué aún se creen verticales?

El pan se salivea, la tetera canta la bella melodía de las mañanas, durante el té suelo escuchar entrevistas que me acercan a mi país y su situación actual, esta mañana fue la voz de Ingrid Betancur cuando alguien le preguntaba cómo perdonar a las personas que la privaron de su libertad por tantos años, y ella decía, entre muchas otras cosas, que la forma de acercarnos a sus sentires es entendiendo su dolor.

Nos mueve un camino espiritual que busca sanar heridas e interpretar la manera en la que nos enseñaron y aprendimos a amar, a veces la interpretación del amor se pliega en formas violentas. Nos mostramos duros y firmes, la armadura esconde a alguien que de vez en cuando tiene un llanto perdido. Nos creemos seres enajenados e individuales, y que tanto se nos ha olvidado nuestro ser plural.

El cuestionamiento hacia un yo autosuficiente se entrecruza con la construcción de pensarse en un presente efímero y frágil. La razón se debate por tenerse a ella misma.

La naturaleza de la vida se caracteriza por su impermanencia, por lo que acontece y su movimiento azaroso. Mi movimiento implica un accionar en el otro y con el otro, lo exterior se interioriza y viceversa. Nuestra presencia de vida nos sitúa como seres políticos inherentes a la responsabilidad del cuida- do del otro y del entorno, no se-existe sino que se co-existe.

Los tiempos de cuarentena, el aislamiento, el miedo, la incertidumbre y la sensibilidad de sentir la muerte cerca, me hacen pensar en esa posibilidad de reconciliarnos con nuestra única certeza; amigarnos con lo inevitable, la vida y la muerte, el umbral que las entrelaza, sabernos impermanentes y transeúntes, vivir un presente, más que como un tiempo, un regalo que se desvanece en cada respiración.

Dice J. Carrier «Seamos frágiles pero flexibles. Debemos preservar nuestra fragilidad igual que debemos salvar lo inútil. Lo inútil, porque nos salva del simple cálculo productivo, que es dueño del mundo. Nos permite evadirnos, es nuestra salida de emergencia. La fragilidad, porque nos acerca los unos a los otros, mientras que la fuerza nos separa.» (2006, Fragilidad, sinopsis).

Resistir (Johana Marcela Gómez)

Ahora confinada, la pesadez sobrepasa el cuerpo, con los brazos levantados, agachada, a rastras, percibo el espacio, el único espacio en el que puedo estar, pero no sola, ni en silencio, ahora no hay diferencia, la casa, mis hijos y yo parecemos uno solo.

Somos como una masa que gira y adhiere los objetos, los recuerdos, las palabras, los sentimientos, nuestras carnes se maltratan, maltratamos con intención, dejamos maltratar. Sometida y dominada, por otros y por mí. Nuestras concepciones, nuestra forma de percibir, entender y transformar empiezan a cambiar.

Agradar y procurar placeres se ha convertido en la rutina del cuerpo, adquiriendo un valor encarnado en la memoria, una estética que nos raptó el sentir y forma de mirar nuestro cuerpo; nos ofreció como verdadero, la mirada del otro, el que juzga, el que aprueba, despojándonos de nuestra conciencia de sí. Ahora esta mirada está en la pantalla, no solo del cuerpo si no también del espacio íntimo. El cuerpo alberga el tiempo que deviene en simultáneo, pasado, presente y futuro se superponen en un instante, que parece no acabar, no hay un orden, están todos a la vez, producen sensaciones a veces sin poder describir.

Cada mañana el cuerpo se torna frío, tiembla, se siente incómodo, cada parte parece no estar acorde con el resto hasta que todo está frío desde adentro, muy adentro de la carne, parece morir. Esa carne recién sacada del congelador, la piel erizada, el viento helado en la cara, sentir el agua del mar, ver al otro a los ojos, besar, abrazar, caminar en la montaña; consciente de mi cuerpo más allá de la reclusión, te reconozco, te vuelvo a reconocer, porque tengo memoria de ese cuerpo que ahora repaso.

He resistido a las ganas de morir. ¿Qué más difícil

que eso debo resistir?

- ¿Pregunta? (Marycarmen)

Pandemia. Pandemia. Confinamiento.

¿Qué cuerpo habito?

¿Qué cuerpo habitar antes, durante y después del encierro?

¿Cómo es mi cuerpo pandémico?

¿Qué ocurre entre los ojos, la piel, el espejo y la pantalla?

¿Qué pantalla es el espejo?

¿Cómo nos enfrentamos a un cuerpo que ha perdi- do parte de su naturalidad en el encuentro con las pantallas?

¿Qué tan divergente es la realidad de la carne pro- pia?

¿Cuál es el localismo del cuerpo?

¿Dónde está la presencia?

¿Quién habita el cuerpo confinado?

¿Están las emociones confinadas en los órganos, los órganos confinados en la carne, la carne confinada en la ropa, la ropa confinada en el closet, el closet confinado en la casa, la casa confinada en el mundo, el mundo confinado en sí mismo?

La presencia es bifurcada, reterritorializada y resistente a la ausencia y la melancolía de la imagen. La carne es desanclada de los huesos y trasladada a la pantalla, recortada a un plano común en la fotografía, dentro de un recuadro no narrativo.

Lo cotidiano fue fisurado por el estar confinados, el estar confinados se presentaba como un acto vio- lento, por obligatorio, de resistencia a la muerte y a la vida, haciendo de esta pugna natural un estado latente. En ese estado me encontré entonces con mi piel, con el espejo y, por añadidura, con la pantalla.

El cuerpo empezó desde ese momento a expandirse en más lenguajes, a recibir más símbolos de los que ya en sí residían y, como respuesta a una pregunta no nombrada interiormente, a encarnarse. Encarnarse como un regalo de valentía. Asirse a la piel, a la pregunta, al yo como primer territorio de resistencia.

La certeza de poseer mi carne se encontraba fuera de la carne misma pues se había depositado en la palabra, la imagen, el reflejo, el mundo; en suma, en una posibilidad de consciencia reversible de apariencia plana donde es verosímil retener al ser como ausencia y queda a la deriva de los gustos, pantallas y ojos, la superficie del cuerpo hecha imagen en una máquina. Máquina de carne y huesos, frente a una máquina de plástico y metal. Justo es volver a encarnarse, encarnarse cada día.

Abismo (Jenifer)

Pareciera que todos los discursos sobre mundos utópicos ya se han construido, leer a José Saramago y traerlo para entrelazar su lenguaje y la preocupación por mi realidad no apacigua la incertidumbre que genera el presente.

El afuera y esa muerte simbólica, se puede ordenar mejor cuando no se comprende distante, ni mucho menos lejana, más que un rol de palabras, ubicarse en una visión metafórica para digerirse, facilita romper y que se desvanezcan las fronteras establecidas. El sol muere al caer la tarde, desaparece para sí misma, dando paso a que la noche se pliegue en ese yo del día, y viceversa, al subir el alba la noche se pinta y muere en la madrugada, para replegarse una tras otra vez, en el transcurrir de los días.

Es un afuera del tiempo, quien se aleja de este, sin poder contenerse durante ese paso entre la noche y el día. Entonces dentro de esta forma emergen multiplicidad de opciones para habitar, distintos acontecimientos se presentan al paso de aquella línea que pliega el afuera, muy cercana al instante pero que reposa para arrancarse de la muerte o se abandona para cobrar lo irrespirable.

¿De cuántas formas se puede pensar al hombre?

De las múltiples formas que ha logrado des-habitar- se; Édgar Garavito cuenta como el encierro es un efecto de la función de exterioridad, hallando una dimensión distinta entre el poder y el saber, siendo el espacio donde se da o desaparece los objetos y sus relaciones, ahí “se habla” dejando el vacío como una renuncia al yo.

De repente crece en uno mismo un desierto” escribe Žižek citando a Blanchot en el Acontecimiento.

Sin embargo, el devenir existiendo como presente, envuelve el atarugamiento, la cuerda floja, donde la enfermedad y el homicidio constantemente se disputan un primer lugar. Mentiría si al salir de casa la mecánica de flores marchitas y el miedo como compañero, fueran parte de distintas distopías, metáforas o cuentos, somos absorbidas, mientras vamos deviniendo, en ese entre, de pliegues y bombas de gases.

Surgir como la flor de fango de sueños y delirios colectivos genera un enraizamiento, trasladándose a rincones donde el junte se teje por esas diferencias que se crean constantemente con el otro, nombran-do como diría Fernan González “Espacios vacíos”. El vacío se puede instaurar en hacerse una causa, un cuerpo, un flujo común, atravesar el espacio con sus relieves, devenir cóncavo como una flor para plegarse, acoger el otro, posibilitar la resonancia, para construir un hogar no cerrado, sino abierto.

Cómo se siente mi cuerpo confinado (Marcela)

Angustia, ansiedad, ahogo, dolor, lágrimas, tranquilidad… respirar.

Mi cuerpo confinado no sabe cómo sentirse, se siente solo aunque esté acostumbrado a estarlo… no sabe cómo expresarse y no ha sido capaz de comunicarse con otros cuerpos que quiere, le cuestiona qué tipo de relación hay allí: ¿Cómo cuidar al otro cuando no sabemos cómo cuidarnos a nosotros mismos? ¿Cómo cuidarnos cuando se nos exige volver a una normalidad de producción y nada más? ¿Cómo volver a habitar espacios y lugares sin tener miedo del otro?

Mi cuerpo confinado se ahoga, cuando de repente siente oprimido el pecho, son como oleadas que empiezan a fugarse por sus ojos... está aprendiendo a respirar, sabe que después y antes de que vuelva la oleada debe respirar profundo y lento para no dejarse derribar… y cuando es derribado, se da su tiempo para quedarse ahí, sentir el fondo, abrazar- lo, llenarse de él, para luego despedirse y volver a estar en pie… y a veces, solo a veces, logra flotar sobre las oleadas intensas, como si no existiera nada más sobre la faz de la tierra…

Mi cuerpo confinado es inestable, es frágil, pero

está aprendiendo a tratarse mejor…

Mi cuerpo confinado es una constante paradoja, entre el revolcarse, el envolverse, el soltarse, el aquietarse… entre el estar acelerado y el descansar…

Referencias

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