Editorial General

Vivir es sentir. La materialidad básica de las experiencias vividas que conforman nuestras historias de vida, está hecha de redes más o menos palpitantes de intercambios del sentir, desde donde creamos colectivamente intensidades y sentidos de nuestras existencias. El sustrato viviente y común de las prácticas a través de las cuales hacemos la vida tanto humanos como no humanos, es en todo caso corporal y por lo tanto inter sensible, en doble vía: a través de las capacidades sensibles y mediante las condiciones sintientes. Aun cuando estas capacidades y condiciones, ambas están circunscritas a la violenta valoración del ordenamiento bio y geo político de los cuerpos, las primeras son de contingencia biológica más particular (según las potencias del sentir del “mí mismo-piel” o del “mí misma-piel”), desde donde son posibles las infinitas maneras de modos de relación basados en el intercambio colectivo de las sensibilidades visuales, táctiles, olfativas, gustativas, cenestésicas, entre otras, mediante las cuales lo vivo va sucediendo y lo social va acaeciendo. Mientras, las segundas, más psico-socialmente corporalizadas, situadas, contextualizadas, generizadas y energéticamente significadas, dan significación a lo vivido en tanto sentido, “lo vivido como lo sentido”, al develar las gradaciones de intensidades, afectaciones y afectividades que estos intercambios llegan a tener, socio personalmente y socio ambientalmente hablando.

Si bien, las teorías de la práctica, así como los estudios de la experiencia y los estudios emergentes del cuerpo, así como los llamados estudios latinoamericanos, donde se conjugan, además, aportaciones provenientes de campos como la sociología, la antropologia, la psicología, la literatura y la filosofia, han contribuido a la comprensión del alcance de las “practicas sociales” en relación con aspectos como las trayectorias de las mismas, sus recorridos, agentes y agencias, desviaciones, significaciones, materialidades, afectividades, espacialidades y temporalidades; en todo caso, la investigación en particular sobre las prácticas del sentir, es decir, sobre las maneras como ejercemos las prácticas sociales del intercambio de las sensibilidades, es hoy un campo que reclama atención. Esto último teniendo en cuenta que dichas prácticas son transversales tanto a las maneras como llevamos a cabo la creación colectiva y situada de las realidades que habitamos, así como a las maneras como nos relacionamos con los seres vivientes no humanos, además de constituir la sustancia por excelencia de la creación artística y sociocultural.

Con la intención de continuar facilitando diálogos entre estudios críticos de y desde los cuerpos provenientes de distintas comunidades colaborativas a lo largo de Latinoamérica y del mundo, la Revista Corpo- grafía presenta en este número avances sobre el tema que pueden resultar especialmente útiles para abonar los actuales interrogantes de los Estudios Artísticos, acerca de la investigación-creación como una ruta alternativa que puede ofrecer dinámicas de co-responsabilidad en la indagación del ejercicio antropocentrista de las inter sensibilidades.

En este número, la editora invitada, la profesora Lynette Hunter, distinguida profesora de historia de la retórica y de performance de la Universidad de California Davis, presidenta fundadora del programa de Doctorado del Grupo de Graduados en Estudios de la Performance de la misma Universidad, junto con los editores acompañantes profesor Juan Camilo Cajigas-Rotundo graduado del Doctorado en el programa de Estudios Culturales de la Universidad de California Davis y el profesor Álvaro Hernández, investigador, actual doctorando de la misma Universidad y profesor de la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas; proponen un grupo de ensayos que interrogan sobre el tema, a partir de perspectivas que son nombradas como “políticas del practicar”, las cuales según la editora, tienen lugar en las formas del “entrenamiento, el ensayo, y el performance público”. Al respecto, los ensayos abordan las prácticas del sentir, preguntándose “con qué modos, y cómo nos abrimos a un encuentro con lo no-conocido” partiendo de asumir que la capacidad de la afectación mutua “(…) se irradia en un sentir poroso, abierto, fluido, múltiple de los cuerpos y materiales (…)”. Ante esto, se plantea que:

“el presenciamiento es también parte de lo que llamamos ecología afectiva, lo cual se refiere tanto a las relacionalidades que constituyen las corporalidades y materialidades en juego, como a sus no-relacionalidades y los procesos desplegándose de las cosas sucediendo.”

Los ensayos dejan abierta la reflexión acerca de los otros modos de atención que desarrollan los performers que se involucran en el presenciamiento, enfatizando mucho más en el cómo se dan estos relacionamientos del sentir sentido de la experiencia, basado en la potencialidad emergente de la posibilidad del acontecer.

Sonia Castillo Ballén

Dra. En Ciencias sobre el arte

Directora Revista Corpo-grafías

Universidad Distrital Francisco José de Caldas