DOI:

https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.colomb.for.2003.1.a09

Publicado:

01-01-2003

Número:

Vol. 8 Núm. 16 (2003)

Sección:

Artículos de reflexión

Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo

Territory, colonization and cultural diversity in the Upper Putumayo

Autores/as

  • Jaír Preciado Beltrán Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Palabras clave:

Colonización, indígenas, campesinos, reserva forestal, cultivos ilícitos, Putumayo, Colombia (es).

Referencias

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Preciado Beltrán, J. (2003). Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo. Colombia forestal, 8(16), 110–120. https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.colomb.for.2003.1.a09

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[1]
Preciado Beltrán, J. 2003. Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo. Colombia forestal. 8, 16 (ene. 2003), 110–120. DOI:https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.colomb.for.2003.1.a09.

ACS

(1)
Preciado Beltrán, J. Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo. Colomb. for. 2003, 8, 110-120.

ABNT

PRECIADO BELTRÁN, Jaír. Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo. Colombia forestal, [S. l.], v. 8, n. 16, p. 110–120, 2003. DOI: 10.14483/udistrital.jour.colomb.for.2003.1.a09. Disponível em: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/colfor/article/view/3382. Acesso em: 4 dic. 2024.

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Preciado Beltrán, Jaír. 2003. «Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo». Colombia forestal 8 (16):110-20. https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.colomb.for.2003.1.a09.

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Preciado Beltrán, J. (2003) «Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo», Colombia forestal, 8(16), pp. 110–120. doi: 10.14483/udistrital.jour.colomb.for.2003.1.a09.

IEEE

[1]
J. Preciado Beltrán, «Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo», Colomb. for., vol. 8, n.º 16, pp. 110–120, ene. 2003.

MLA

Preciado Beltrán, Jaír. «Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo». Colombia forestal, vol. 8, n.º 16, enero de 2003, pp. 110-2, doi:10.14483/udistrital.jour.colomb.for.2003.1.a09.

Turabian

Preciado Beltrán, Jaír. «Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo». Colombia forestal 8, no. 16 (enero 1, 2003): 110–120. Accedido diciembre 4, 2024. https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/colfor/article/view/3382.

Vancouver

1.
Preciado Beltrán J. Territorio, colonización y diversidad cultural en el Alto Putumayo. Colomb. for. [Internet]. 1 de enero de 2003 [citado 4 de diciembre de 2024];8(16):110-2. Disponible en: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/colfor/article/view/3382

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Artículos de reflexión

Colombia Forestal, 2003-09-00 vol:8 nro:16 pág:110-120

Territorio, colonización y diversidad cultural en el alto Putumayo

Jaír Preciado Beltrán

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Resumen

Los procesos de ocupación territorial en regiones donde el bosque es todavía una fuente de riqueza han sido históricamente el origen de conflictos en Colombia. La región del Putumayo, rica en ecosistemas naturales, es actualmente un territorio donde el conflicto armado y los intereses de los actores sociales difieren en detrimento de los recursos valiosos para generar alternativas de desarrollo en un marco de sosteniblidad. Los colonos han ocupado vastos territorios donde, bajo una concepción de apertura de la frontera agrícola, han excluido a los actores que ,ancestralmente han estado conviviendo con el entorno en un modelo de subsistencia con un marco de valores y cosmogonía diametralmente opuestos a la economía de mercado. Lo paradójico es que este colono, en su gran mayoría, es el resultado de procesos de exclusión social, en un país que aún no ha realizado una verdadera reforma agraria pluralista y participativa, aferrado a modelos precapitalistas y con muy bajos niveles productivos en el sector primario. Desde una perspectiva forestal, el conflicto ambiental es bastante dramático, puesto que estos actores integran el escenario de la Reserva Forestal del Río Mocoa, en la cual la ilegalidad en la extracción de los recursos es algo tradicional, antes que un modelo de ordenamiento ambiental del territorio. A su vez, los resguardos indígenas que el Estado colombiano ha otorgado a las comunidades indígenas están cada vez más amenazados por una colonización forzada, en un marco de conflicto donde el narcotráfico y la violencia política han sido los factores que han determinado el aislamiento y atraso regionales.

Palabras claves:
Colonización, indígenas, campesinos, reserva forestal, cultivos ilícitos, Putumayo, Colombia.

Abstract

The processes of territorial occupation in regions where the forest is still a wealth source, have been historically the origin of conflicts in Colombia. The region named Putumayo is rich on natural ecosystems, is at the moment a territory where the conflict armed and the interests of the social actors differ in damage of the loss of resources valuable to generate development alternatives in a sustainable frame. The colonists have occupied vast territories where under a conception of opening of the agricultural border, they have excluded other actors who ancestrally have been coexisting with the surroundings in a model of subsistence with a frame of values and cosmogony diametrically opposed the market economy. The paradoxical thing is that this colono in its great majority is the result of processes of social exclusion, in a country that has still at the moment, not made a true pluralist and participative agrarian reform, obstinate on precapitalist models and with very low productive levels in the primary sector. Under a forest perspective, the environmental conflict is quite dramatic, since these actors integrate the scene of the Forest Reserve of the Mocoa River, in which the illegality in the extraction of the resources is something traditional, more than a model of environmental ordering of the territory. As well, the indigenous territories that the ColombianState has granted are more and more threatened by a forced colonization, in a conflict frame where the drug trafficking and the political violence have been the factors that have determined the regional isorátion and delay.

Key words:
Colonization, indigenous, forest reserve, Putumayo, Colombia


INTRODUCCIÓN

El departamento del Putumayo es un inmenso territorio que posee una enorme diversidad cultural y biótica. Los grupos humanos que han habitado este territorio son tan heterogéneos como su composición natural. Indígenas, colonos y campesinos han estado inmersos en una relación cercana con el entorno. La gran riqueza de bosques, fauna y en general de ecosistemas naturales, configura un escenario de conflictos en los cuales problemática ambiental ha sido la más golpeada, especialmente en la última década. La ocupación histórica del territorio ha obedecido a complejas dinámicas socioeconómicas, que han configurado esa cartografía de conflictos entre el hombre y su entorno, tan agudas y dramáticas actualmente.

La colonización ha sido uno de estos elementos que han generado conflicto regional. La percepción del colono, su historia y sus intereses, tan diametralmente opuestos a los de los indígenas, pero tan cercanos en sus luchas por una mayor presencia del Estado, han moldeado un escenario cuya productividad y potencialidad, en términos ambientales, están siendo deteriorada. En Colombia, desde hace varias décadas, ha existido una lucha desde la perspectiva de las ciencias humanas por dar a conocer a la sociedad nacional que los sistemas productivos entre campesinos e indígenas difieren radicalmente. De igual forma ha existido un esfuerzo inmenso de una gran cantidad de investigadores, tanto humanistas como de las ciencias naturales, para dibujar un mejor contexto de los modelos de apropiación de los indígenas particularmente, puesto que sus «atrasados» modos de producción no riñen con el progreso y la civilización. Ellos son parte integral del concepto de sociedad nacional y, más aún, constituyen hoy día una estrategia muy valiosa para actividades como la conservación de los recursos naturales.

Este ensayo pretende analizar la validez de la presencia de comunidades étnicas en un territorio disputado por otros actores. De igual forma veremos que los colonos y campesinos, marginados históricamente, son actualmente una población. cada vez más pobre, en la medida que la presencia de cultivos ilícitos ha impactado negativamente sobre su productividad, y más actualmente con. la fumigación misma de cultivos agrícolas familiares.

En ese escenario, trataremos el caso de la Reserva Forestal del Río Mocoa, una inmensa extensión de 34.000 hectáreas, donde prácticamente no hay nadie que pueda responder al desafío conservacionista o productivo, si este fuese el caso futuro de la reserva.

LOS ACTORES SOCIALES EN LA REGIÓN DEL ALTO PUTUMAY0

La heterogeneidad sociocultural del alto Putumayo es bastante diversa, donde prevalecen los grupos indígenas como actores sociales de gran relevancia por la ocupación histórica del territorio desde épocas prehispánicas. De otro lado, colonos y campesinos tienen una presencia significativa, especialmente desde fines del siglo XIX, con unas relaciones frente al territorio marcadamente diferentes a los indígenas.

La población indígena del departamento del Putumayo es sumamente compleja y heterogénea. Desde el punto de vista histórico, el territorio del actual departamento del Putumayo fue ocupado tradicionalmente por comunidades indígenas, de las que actualmente ,subsisten las siguientes: ingas, kamsá, kofán, paez, siona, muruy y coreguaje. Gran parte de estos grupos fueron sistemáticamente desalojados de sus tierras, especialmente como resultado de la colonización desde fines del siglo XIX. De otro lado, la influencia de la iglesia católica, y más reciéntemente de otros grupos religiosos, ha sido decisivá en la aculturación de comunidades, como es el caso de los kamsá. En contraste, los indígenas de la étnia inga han mostrado una resistencia cultu ral, particularmente como resultado de su dinámica territorial y de su movilidad permanente, no solo dentro del territorio del piedemonte amazónico, sino trascendiendo incluso las fronteras del país. En este ensayo se hará referencia básicamente a las comunidades indígenas inga y kamsá, puesto que son los principales grupos que habitan el sector del alto Putumayo.

La problemática regional indica una resistencia cultural y una cada vez mayor conciencia colectiva en la lucha por la conservación de los ecosistemas dentro de los resguardos indígenas, especialmente entre la comunidad inga. Esta comunidad ha planteado en sus planes integrales de vida una orientación hacia el futuro de sus habitantes en el marco de la defensa de sus territorios y la conservación de los ecosistemas reginales, en los cuales tienen influencia.

En la actualidad, la comunidad inga, viene consolidando un proyecto para la creación de otros resguardos y la ampliación de los que ya poseen. Desde el punto de vista político- administrativo existen los siguientes cabildos en el departamento del Putumayo: Yunguillo, Osococha, 5an Carlos, Tandarido, San Joaquín, Condagua, Inga-Mocoa, Inga-Kamentsá y puerto Limón (Agreda, 2001).

Los resguardos más importantes para la comunidad indígena inga, son: Yunguillo y Condagua. El. primero por su extensión, 4.230 hectáreas, alberga una población de aproximadamente 850 habitantes, mientras que el resguardo Condagua cuenta con 227 hectáreas y 219 habitantes.

De la información secundaria se puede analizar que existen en la jurisdicción del municipio de Mocoa nueve cabildos, que se observan en la Tabla 1.

Los procesos de colonización que se originaron en el siglo XIX, configuran un modelo de apropiación de la tierra caracterizado por el minifundio en la zona plana, que es la de suelos más fértiles del Valle del Sibundoy. Esta población también se encuentra en la zona de ladera montañosa realizando actividades como la ganadería y la agricultura básicamente. (Alcaldía de San Francisco, 2001).

Hacia el sector del municipio de Mocoa, ciudad capital del Departamento del Putumayo, que es la zona más baja conocida como piedemonte amazónico, los asentamientos tanto de indígenas como de colonos son diferentes. En este sector existe una vocación por la ganadería y algunos cultivos de importancia económica para la región, pero el paisaje es característico de las sabanas tropicales. Esta zona muestra un contraste con el alto Putumayo en cuanto que la exuberancia de la vegetación y el clima propio de la formación de bosque húmedo tropical han albergado asentamientos cuya productividad se ha enfocado al sector pecuario. Los resguardos indígenas en la zona son pocos y de pequeña extensión, comparados con los que se encuentran ubicados en la zona alta. Este patrón actual de presencia indígena se ha debido a un proceso histórico de desplazamiento de las comunidades cada vez más hacia las montañas, donde han logrado conservar la cultura ancestral, y de otro lado, conservan los ecosistemas forestales tan valiosos para el país.

Un hecho significativo es que los resguardos indígenas más grandes se encuentran ubicados muy cerca de la zona de la Reserva Forestal del río Mocoa. Este paisaje corresponde a una zona montañosa con alturas de hasta 3.000 msnm y con un régimen climático propio del bosque alto andino. Las fuertes pendientes y la baja productividad del suelo han hecho de la zona un sector ideal para la extracción del recurso forestal desde tiempos de la Colonia en el siglo XVIII (Casas, 1999).

Los campesinos de la zona, en general, se dedican a la agricultura y a la ganadería en sus esfuerzos productivos. El comercio se hace a través de una carretera que comunica el municipio de Mocoa, con el de San Francisco y de allí se tiene comunicación con el departamento de Nariño.

Al norte de Mocoa existe una vía que lo comunica con el departamento del Huila, y al sur, cómunicación hacia la frontera con Ecuador. La región cuenta con potencialidades para que la producción propia de los campesinos, y aun de los colonos que extraen madera, tenga un cóntinuo mercadeo. Los colonos han llegado a la zona en oleadas migratorias marcadas por tres fenómenos históricos: el impulso de la colonización de fines del siglo XIX que integró vastas regiones del país; la economía extractiva, especialmente de la quina y el caucho, a comienzos del siglo XX, y finalmente la etapa más dura del período conocido en Colombia como La Violencia en la década de 1950.

La mayoría de campesinos que actualmente llevan más de 20 arios en la zona provienen de la región del departamento de Nariño, algunos colonizaron estas tierras hace más de 40 años.

LOS PROCESOS HISTÓRICOS EN LA FORMACION DEL TERRITORIO

El territorio entre los municipios de Mocoa y San Francisco, tiene varias particularidades físicas que hacen de él un corredor entre la Amazonía y la zona andina. En efecto la variabilidad de bosques que se pueden encontrar son los siguientes según el sistema de Holdridge: Bosque muy húmedo tropical (bmh-T), Bosque muy húmedo montano bajo (bmh-MB), Bosque pluvial montano bajo (bp-MB) y Bosque muy húmedo subtropical (bmh-ST). (IGAC, 1963). Desde el punto de vis'ta geomorfológico, la región se caracteriza por un relieve montañoso fluvio erosional hasta el relieve característico del piedemonte, con un relieve colinado estructural hasta un valle aluvial del río Mocoa. Para realizar una síntesis de la historia del territorio étnico es necesario describir cuatro procesos fundamentales, que se relacionan a continuación:

A. OCUPACIÓN ANCESTRAL DEL TERRITORIO COMPLEJO AMAZONÍA - ZONA ANDINA

El proceso de ocupación del territorio del piedemonte amazónico en el Departamento del Putumayo tiene dos orígenes, según lo conciben los mismos indígenas: el primero, por la desembocadura del río Amazonas hasta ocupar territorios que hoy corresponden a los departamentos del Putumayo, Caquetá y Amazonas, y la segunda corriente, que desciende desde los Andes, particularmente impulsada por la influencia inca antes de la conquista y posteriormente con la colonización europea. (Garreta et al, 2001). Los indígenas inga, que han venido trabajando en la reconstrucción de procesos históricos, afirman que:

Según historiadores y relatos de los mismos ingas, este grupo étnico procede de las comunidades inte grantes del gran Imperio Inca del Tawaintínsuyo (cultura de los cuatro lugares del sol) del antiguo Perú. Quienes con el deseo de ampliar su territorio llegaron al Valle de Sibundoy y Mocoa alrededor de los años 1492 , de acuerdo con el relato que hizo la indígena Wachay al cronista Toribio de Ortiguera en 1552 (Carreta 2001: 89)

Los indígenas Inga ocupaban grandes extensiones de territorio, dada su particular movilidad social (Serna A. 1998). Esta es una característica que es necesario analizar posteriormente, pues los resguardos que se referencian al comienzo de este texto son resultado -en algunos casos- de procesos de recuperación de tierras. Las comunidades indígenas se han adaptado a la ocupación del entorno, como los han demostrado investigaciones arqueológicas en la zona (Llanos, & Alarcón, 1998). De esta forma, es claro que la movilidad asociada particularmente a los inga, corresponde en gran parte a un conocimiento ancesh -al de los ecosistemas y de las relaciones con el territorio natural, así como a una concepción cosmológica de la relación hombre y medio ambiente.

En cuanto a los indígenas kamsá, algunos autores mencionan como característica un patrón de asentamiento más estable, menos itiherante; y su localización ha sido siempre la zona idel. Alto Putumayo (Córdoba, 1982). El valle de Sibundoy ha sido el espacio donde se han asentado los kamsá principalmente. Se puede afirmar, a la luz de la dinámica sociocultural, que los indígenas de esta etnia han desarrollado procesos, de adapta ción medio ambiental a un territorio cáracterizado por zonas de montaña en el contexto del bosque alto andino. Los kamsá son cohocedores de prácticas y usos, de otros grupos indígenas del piedemonte amazónico y de la amazonía en general. En efecto, históricamente ha existido una rica y dinámica relación entre los indígenas de la zona andina y los de la zona baja del piedemonte, que perdura y se ha fortalecido en las. últimas décadas. La actual disposición del ordenamiento espacial indica una concentración de los karnsá en los actuales municipios de Sibundoy y San. Francisco. Es interesante ver un aspecto del territorio ancestral que muestran Guerrero y Ussa:

(los Camentsá vivían en la parte central donde tenían organizado su pueblo, sus viviendas donde hoy es la ciudad de Sibundoy, la llamaban Tabanoc, que significa lugar de origen. Ahí se asentaban. las familias después de las jornadas de trabajo que lizaban en las chagras.» (Guerrero y Ussa, 1997).

Las fronteras entre ingas y kamsá han existido desde tiempos prehispánicos, pero las dos comunidades han establecido relaciones interétnicas que han posibilitado su coexistencia hasta la actualidad. Existe una estrecha relación entre territorio, cultura, biodiversidad y sistemas productivos, tal como lo afirma un trabajo reciente (Unión temporal Inpro, 1999).

B. EL PUTUMAYO COMO ESCENARIO DE ECONOMÍAS EXTRACTIVAS

Desde fines del siglo XIX, el Departamento del Putumayo, conjuntamente con otras regiones amazónicas, se convierten en zona de extracción de materias primas valiosas para algunos países europeos, así como para Estados Unidos. Desde la segunda mitad del siglo XIX, se inicia el proceso de extracción de quina, y a comienzos del siglo pasado, la explotación y extracción del caucho por parte de empresarios que, a costa del enriquecimiento personal, subyugaron y sometieron especialmente a las comunidades indígenas del piedemonte y de la amazonía colomboperuana. Los efectos de estos procesos extractivos fueron la destrucción no solo de la ya frágil estructura social de los indígenas, sino la del mismo ecosistema, como quiera que nunca se contempló un manejo temporal de la producción. Quizá uno de los impactos que históricamente ha tenido relevancia fue la incorporación de cambios culturales como resultado de una economía extractivista. Pues tal como lo afirma Justo Casas Aguilar, se introdujeron elementos tecnológi cos ajenos a las culturas, cambios culturales que transformarían la sociedad indígena en su contexto hasta el día de hoy (Casas, 1999).

Fuertemente ligado a la explotación del caucho, en la cual se destacó la Casa Arana como una de las empresas cuyas formas de apropiación y explotación de los recursos brilló por su crueldad, se presentó el conflicto colombo-peruano. Este conflicto militar implicó enormes problemas para los indígenas del Putumayo, por cuanto las formas de apropiación territorial de peruanos, en busca de recursos, y por otro lado el desarrollo del conflicto mismo, determinaran procesos de movilidad social y desplazamiento de los grupos indígenas, con las consecuentes pérdidas territoriales y conflictos por la tierra.

C. CONSTITUCIÓN DE RESGUARDOS, INFLUENCIA DE LA IGLESIA Y COLONIZACIÓN

A fines del siglo _ XIX y comienzos del XX, se establecieron nuevas misiones en el antiguo territorio del Caquetá, y en consecuencia se intensificó la acción directa de algunas comunidades religiosas. Fueron los capuchinos quienes retomaron el camino dejado por los franciscanos casi un siglo atrás y se establecieron en el actual Valle de Sibundoy y la zona del piedemonte. Para lograr que la evangelización se insertara de manera efectiva en las comunidades indígenas, los misioneros impulsaron procesos de colonización y expansión territorial, precisamente en los territorios indígenas, que, como se ha mencionado anteriormente, son conceptualizados por los indígenas como una unidad amplia donde las fronteras demarcadas por colonos y religiosos no tienen ningún sentido. En la segunda década del siglo XX, la Prefectura Apostólica inicia el proceso de declaración de terrenos baldíos al Valle de Sibundoy, desconociendo la presencia de muchos siglos atrás de las comunidades indígenas inga y kamsá. Para tal efecto, recuerda Casas:

Dice el artículo quinto que después de legitimado mediante un juicio, el despojo a los centenarios y verdaderos dueños del valle, los indígenas, a cada uno de los actuales pueblos de Santiago, San Andrés, Sibundoy y San Francisco, y al de Sucre se le adjudicarían 300 hectáreas; a la beneficencia de cada uno de los mismos, 100 hectáreas; a la instrucción pública de cada uno de los mismos, 100 hectáreas; a la iglesia de cada uno 100 hectáreas a los pueblos; de Santiago, San Andrés y Sibundoy, para huertas modelos dirigidas por los Hermanos Maristas, 50 hectáreas; al pueblo de Sibundoy para apoyar la fundación y sostenimiento de un seminario para formar misioneros, 1.000 hectáreas y para los colonos que llegaran a las hectáreas a que tuvieran derecho según la ley. (Casas 1999).

Como se puede ver, la territorialidad de los indígenas del Putumayo tiene unas fuertes y complejas implicaciones. En contraste, la problemática territorial de los colonos y campesinos sigue siendo marginal, especialmente por la histórica ausencia de titulación de predios. La categoría de campesino y colono en la región del alto Putumayo tiene unos orígenes históricos particulares. Quienes hoy son campesinos fueron hace 40 arios colonos que vinieron del departamento de Nariño en busca de nuevas tierras y con el ánimo de estructurar una unidad territorial autónoma.

Los colonos actuales son actores de esa interminable procesión de desplazados que buscan n luevas tierras porque; bien nunca las han poseído o el conflicto armado los ha llevado a plantear otra alternativa de vida en otro territorio. Para el caso del Valle del Sibundoy, la influencia en la propiedad de la, tierra que ha tenido la iglesia católica ha sido decisiva para conformar un patrón actual de minifundio que ha originado de manera indirecta una presión sobre los resguardos indígenas.

D. CULTIVOS ILÍCITOS, CONFLICTO ARMADO Y MOVILIDAD SOCIAL

La historia reciente del territorio del alto Putumayo se caracteriza por fuertes y complejos procesos que han determinado fenómenos muy particulares en la zona. La aparición de cultivos ilícitos, especialmente en la zona del bajo Putumayo, ha generado los efectos característicos de una economía extractiva. Parece como si se repitiera el mismo fenómeno de la década de 1930 con la quina y el caucho, solo que esta vez todo tiene un carácter de ilegalidad. Fuertemente articulados a la aparición de cultivos ilícitos, los grupos armados hacen presencia en la zona, lo que ha llevado a un clima de inestabilidad y de un lento, pero marcado, proceso migratorio, especialmente de la población joven de la región.

La mayor rentabilidad de los cultivos ilícitos, en contraste con la agricultura tradicional, ha conllevado una fuerza migratoria de campesinos arruinados y colonos desarticulados de procesos productivos a conformar una base sobre la cual se construye la industria de los cultivos ilícitos. Este fenómeno es particularmente fuerte en el sur del departamento del Putumayo. Los altos jornales que se pueden percibir y los incentivos de una rentabilidad a corto plazo han impulsado incluso a muchos indígenas a hacer parte de los llamados raspachines', quienes se encargan de colectar la hoja de coca para su posterior inserción en el proceso de producción de pasta de coca. En contras 7:' te, los indígenas de los resguardos de la zona d¿1 alto Putumayo se han visto relativamente aislados del problema por varios factores. En primer lugar, las características biofísicas de los territorios en el bosque andino y alto andino hacia el valle de Sibundoy hacen impracticable la producción de cultivos como la coca. De otro lado, no se ha reportado el cultivo de amapola, a pesar de ser una especie propia del bosque andino. En segundo lugar, los indígenas han expresado su intención de conservar su modelo productivo y recientemente han manifestado el interés por generar estrategias de conservación del entorno, como se desprende de los planes de vida (Agreda, 2001)

La movilidad social que ha implicado la presencia de cultivos ilícitos es sumamente grande. Tanto indígenas como campesinos se han visto en muchos casos forzados a participar de la cadena de producción de la coca. La población que migra para articularse en este proceso abandona simplemente sus cultivos tradicionales y se plantea la posibilidad de tener ingreso en corto tiempo. Mientras tanto, los productores tradicionales se ven abocados a un modelo en el cual no existe el estímulo para la producción, comercialización y gestión del sector primario. Se estima que hasta abril del presente ario, 11858 familias han sido expulsadas, de sus territorios originarios, en razón de la violencia en la región, para un total de 50.808 personas, una cifra sumamente preocupante.

LA VISIÓN TERRITORIAL DESDE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS

Los indígenas manifiestan la pertenencia a sus territorios ancestrales, desde el punto de vista histórico y en la dinámica actual de ordenamiento espacial, es decir, en el concepto de resguardo. En ese orden de ideas, la conquista española y la actual presencia de colonos, son vistas por ellos como estrategias para reducir su espacio y participación en el contexto de la autodeterminación y construcción del futuro de su sociedad. (Garreta, 2001) La relación . con territorio tiene entonces un componente mítico que va más allá de la simple ocupación y utilización de los recursos que la tierra les ofrece. La tierra representa también el conocimiento, por medio de la planta sagrada del yagé (Banesteriopsis sp), en lugares sagrados denominados: Nucanchipa Alpa Amukunapa wasi, que quiere decir territorio indígena y lugar de los dioses. Es por ello que los indígenas muestran su reticencia a la negociación de la tierra con los blancos, la sociedad occidental, pues no solamente consideran que se pueden perder espacios vitales, sino que se podrían generar cambios culturales nocivos para su cultura y tradiciones (Pinzón y Garay, 1998).

Una preocupación actual de la comunidad indígena inga es la ampliación de los resguardos existentes y la creación de nuevos. Los mismos indígenas han identificado como problemas asociados al territorio: la explotación de recursos naturales renovables y no renovables, por parte del Estado y personas ajenas; la ejecución de obras de infraestructura por parte del gobierno; la falta de voluntad política por parte del Estado para la legalización, constitución, ampliación y saneamiento de territorios indígenas, la contaminación de los recursos hídricos; la invasión por párte,de colonos y la introducción de cambios culturafes las comunidades indígenas (Agreda, 2001).

El manejo del espacio se puede definir en términos de los sistemas de.producción sobre el territorio. En general, en la población indígena prevalece el minifundio, como modo de tenencia de la tierra y de producción asociada. La chagra tradicional es una forma de producción agrícola, pero también es un espacio de integración familiar, donde el conocimiento ancestral se socializa y reproduce continuamente (Holmes, 1989; Mosquera, 1990). La chagra es también el lugar donde se desarrollan las diversas etapas de crecimiento del hombre, desde la niñez hasta la vejez:. Constituye el elemento esencial para la producción, el autoconsumo y la venta de . algunos productos, como yuca, plátano, maíz y chontaduro. Es significativo el hecho de que no existe propiamente una economía de mercado en el contexto del territorio indígena, a pesar de la fuerte presión de otros sectores de la sociedad occidental que vive en territorios aledaños a los resguardos indígenas. Las comunidades inga de los resguardos de Yunguillo y Condagua, por ejemplo, han identificado como elementos nocivos para el manejo ambiental de sus territorios, entre otros, los siguientes aspectos:

  • Pérdida de la calidad y cuerpos de agua
  • Deforestación
  • Disminución de fauna para caza
  • Escasez de peces
  • Contaminación del agua

Estos impactos ambientales se deben, en general, a la influencia de colonos y del Estado colombiano en sus territorios, según afirman ellos mismos (Garreta, 2001). En cuanto a los indígenas kamsá, la ocupación de su territorio ancestral ha sido caracterizada por una cierta estabilidad a lo largo del tiempo. En efecto, el resguardo Sibundoy es el resultado de procesos de titulación que se generan desde la Colonia. Los kamsá han establecido unas relaciones con la iglesia católica relativamente flexibles, que les han permitido articular su cultura con la occidental sin perder elementos esenciales.

En el territorio kamsá se presentan formas asociativas de trabajo, que al igual que en los inga, constituyen elementos de cohesión social, que permiten a la comunidad, reproducir patrones culturales y proyectar elementos de apropiación de los recursos en el tiempo. Existen actualmente la cuadrilla y la minga. La primera consiste en el préstamo de trabajo entre individuos con reciprocidad obligatoria. A su vez, la segunda forma es convocada para el arreglo de caminos, casas comunales, limpieza de rastrojos, etc. Los participantes son retribuidos con alimentación, sin remuneración económica (Jacanamejoy, 1995).

El territorio actual de los kamsá se encuentra concentrado esencialmente en el resguardo kamsá de Sibundoy, cerca del municipio del mismo nombre. Tradicionalmente se conoce esta región como el Valle de Sibundoy. La población kamsá se concentra esencialmente en dos resguardos. El primero, ubicado en la parte montañosa del Valle de Sibundoy, con 3.252 hectáreas, creado en 1979. El segundo se ubica en la zona plana del valle y hace parte de varios municipios, con 1.936 hectáreas (Jacanamejoy, 1995).

Una característica del territorio kamsá es la alta fertilidad de los suelos, lo que implicó en el pasado la expulsión de los indígenas de sus territorios tradicionales. La localización actual obedece a varios factores. En primer lugar, el testamento del taita Carlos Tamabioy en 1700, quien negoció con la corona española los territorios indígenas tanto kamsá como inga. En segundo lugar, la influencia de los religiosos capuchinos desde finales del siglo XIX y parte del XX. Finalmente el INCORA, a mediados de los años 50 inicia procesos técnicos de secado de humedales del Valle de Sibundoy para el establecimiento de parcelacibries y procesos productivos (Universidad Gran Colombia, 1972).

LA RESERVA FORESTAL DEI RÍO MOCOA: RECURSOS NATURALES, COMUNIDADES CONFLICTO

Una característica de los indígenas kamsá e inga, es su conocimiento de plantas medicinales; en ese orden de ideas, existe una relación sagrada-con el territorio, particularmente con los bosques de donde se extraen las plantas para diversos usos. Además del conocimiento de los recursos para uso medicinal, existe una permanente comunicación entre ingas y kamsás en lo referente al intercambio de especies de diversos pisos altitudinales. Un ejemplo de ello es la planta sagrada del Yagé (Banesteriopsis sp.), de clima cálido, que es llevada por los indígenas inga de la zona baja a los kamsá, quienes, además, utilizan especies como el borrachero (Datura sanguinea) en sus diversas medicinas y rituales.

El territorio, para ambos grupos, es sumamente importante, porque constituye la base de la producción económica, especialmente la agrícola, y porque el espacio territorial representa simbólica y cosmológicamente el centro de la'ida cotidiana. No es un elemento ortogonal o racional de la tierra, como lo podría ver la - sociedad occidental, sino que representa la vida misma para las comunidades; de ahí la constante lucha por la ampliación de resguardos y la recuperación de tierras.

La problemática ambiental del territorio es sumamente compleja, especialmente por la presión hacia la Reserva Forestal del Río Mocoa. Esta fue constituida como tal en el ario de 1984, posee aproximadamente 36.000 hectáreas y fue concebida con el objetivo de protección de los recursos naturales que posee. A diferencia de una reserva protectora-productora, esta fue creada para la conservación. La oferta ambiental es sumamente importante, especialmente si analizamos los recursos hídricos que ofrecen agua potable a varios municipios y cuyo potencial no se ha tenido en cuenta para ofrecer bienes y servicios del bosque a otros municipios del departamento.

La intervención antrópica de la reserva forestal es un hecho evidente, pues la extensión de la reserva involucra la jurisdicción de dos municipios: Mocoa y San Francisco. Si tenemos en cuenta que la declaración de reserva se hizo apenas en 1984, la ocupación territorial de las comunidades campesinas venía de mucho atrás. Este conflicto de uso del territorio es el principal escollo para conciliar conservación y desarrollo. Existen algunas veredas que se encuentran dentro del área de la zona de la reserva forestal; entonces, ¿cómo hacer para que sus habitantes no extraigan desmesuradamente los recursos del bosque?

Tal como lo menciona el Plan de Ordenamiento Territorial del municipio de Mocoa se tiene que:

En jurisdicción del municipio de San Francisco tie nen asiento cinco veredas dentro del área de la Re serva: Minchdy, Patoyaco, Agua Bonita, Titango y La Esperanza. Todas estas veredas afectan la cuen ca ya que se han establecido algunas ganaderías extensivas y por la extracción de leña y maderas. También se realizan cultivos tradicionales y se ha tratado de establecer cultivo de frutales como el lulo, tomate de árbol y mora, pero las enfermedades, fal ta de asistencia técnica y costos del transporte han desestimulado estas actividades (Alcaldía de Mocoa, 2001).

La población que habita en estos sectores ha venido aprovechando el bosque como una fuente de recursos, en contraste con la baja productividad agrícola que impide el relieve montañoso de la zona. La abundancia del recurso forestal ha hecho que algunas especies prácticamente hayan desaparecido del bosque, dada su riqueza y demanda del mercado. Según datos del Plan de Ordenamiento Territorial de Mocoa, las maderas que se extraen de la zona aledaña al municipio se utilizan para la construcción y comercialización en otros centros de consumo tanto regional como nacional. Las principales especies maderables son: sangretoro (Virola carinataw), caracolí (Anacardium exceisum), guarango (Mimosa quitensis); otras especies como achapo (Cedrelinga catenaeformis), cedrillo (Guarea chichon), cedro (Cedrela odorata), granadillo (Platymiscium pinnatum), son empleadas en la fabricación de muebles para el consumo local (Alcaldía de Mocoa, 2001).

Ahora bien, la extracción y posterior transformación de las maderas genera una actividad económica importante en la región. La demanda del producto en mercados como Pasto, Cali, Medellín y Barranquilla (Roger, 1998), indica una buéha calidad del producto que se obtiene, a pesar de los problemas inherentes a una baja capacidad tecnológica en la extracción. Dado el alto nivel de oferta del recurso forestal y el conflicto de uso del territorio, se debería pensar en un plan de ordenación del bosque para la Reserva Forestal del río Mocoa. De esta forma es posible añalizar si sería viable levantar el carácter de conservación que tiene la reserva para algunas áreas con clara influencia antrópica, o si es necesario replantear el modelo de asentamiento de la población ubicada en las veredas dentro de la reserva, y finalmente analizar la función de la reserva forestal en términos de conservación de la biodiversidad. Estos tres elementos son válidos plenamente, lo que está de por medio es la presión de las 'comunidades rurales, llámense campesinos, colonos o indígenas, para hacer uso del recurso y poder acceder a unos niveles que les permitan a unos un acceso a una mejor calidad de vida y a otros una conservación de sus territorios ancestrales.

Sorprende, a los ojos de una persona que no conozca la región, observar que dos municipios tienen sus áreas de influencia directa sobre una reserva forestal protectora. Es decir, la vida productiva de las veredas y corregimientos localizados en esta zona teóricamente no pueden acceder a los recursos del bosque, dado el carácter de protector que la reserva forestal posee; más aún, ¿cómo se puede explicar que existan cultivos y ganadería en una reserva, siendo esta estrictu sensu para conservar el bosque y sus beneficios?

CONCLUSIONES

La colonización es un fenómeno social con complejas implicaciones ambientales, económicas, políticas y sociales. El colono que ha llegado a la región del alto Putumayo, en diversas oleadas migratorias, lo ha hecho impulsado por razones que varían desde la falta de tierra para su subsistencia hasta la atracción que ejercen los cultivos ilícitos. Pero el colono dista de ser un personaje homogéneo, pero cuyo interés es descuajar la montaña para iniciar un asentamiento; los procesos de colonización en esta zona del país han sido dolorosos y muy difíciles, especialmente por las limitantes ambientales del entorno.

Los campesinos, que luego de varias décadas lograron establecer asentamientos en algunas veredas desparramadas entre Mocoa y el Valle del Sibundoy, carecen hoy día de la infra'estructura necesaria para articular su producción con mercados locales y regionales. Siguen siendo comunidades aisladas, pero con una gran capacidad de trabajo comunitario, mostrando a su vez unas enormes ganas de progresar y proyectar su futuro en las generaciones que los suceden.

El punto común entre colonos, campes, inos e indígenas sigue siendo el territorio, en ,sus diversas intenciones de obtenerlo. Ampliando o creando nuevos resguardos, los indígenas buscan legitimar su presencia histórica en la región; a su vez los campesinos y colonos, a través del aprovechamiento de los recursos naturales, avanzan cada vez. más hacia zonas que podrían eventualmente constituir la tierra que nunca han tenido. En., ese escenario se encuentra la Reserva Forestal del Río Mocoa, con sus 36.000 hectáreas cada vez más menguadas.

El gran potencial de recursos forestales que alberga no solo la zona de la reserva forestal, sino en general los ecosistemas del 15i.edemonte amazónico, constituyeron efectivamente una de las razones para proteger los recursos con un sentido que replantee el bosque como oferente de bienes y servicios ambientales. Pero la presión antrópica es cada vez mayor, la movilidad social sobre el territorio es evidente, en la medida que los núcleos productivos legales o ilegales jalonan esos sucesos migratorios o el conflicto armado y el narcotráfico utilizan como escenario el territorio del bosque andino. Es importante analizar el papel real de las zonas de reserva forestal en Colombia y particularmente la del río Mocoa, por varias razones: en primer lugar, la necesidad de reafirmar estrictu sensu zonas de reserva forestal, que a diferencia de la Ley 2 de 1959, tengan unos límites controlables y cuyo carácter de conservación sea evidente en un país que pierde su riqueza biótica sin siquiera saber qué y cuánto posee. En segundo lugar, es importante articular el papel de las comunidades con los recursos forestales, de tal forma que las actividades productivas no vayan en contravía del objetivo conservacionista de una reserva como la mencionada.

Resulta sumamente difícil establecer una estricta prohibición de acceso a los recursos del bos que, en un contexto de pobreza rural, desplazamiento y conflicto armado. Finalmente, el problema de la tierra, tan complejo de resolver como de entender en Colombia, marca claramente una dirección: el aprovechamiento de los recursos aledaños a la reserva en un marco productivo, con. asistencia técnico-financiera y asegurando el mercadeo de los productos. Sería el objetivo ideal para jalonar procesos de participación con las comunidades de colonos,. campesinos e indígenas que cada vez ven cómo desaparece la tierra en manos de actores tan ajenos a ellas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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