DOI:
https://doi.org/10.14483/16579089.5577Publicado:
2013-04-28Número:
Vol. 12 Núm. 1 (2013): enero-junioSección:
Personaje invitadoMarcela Gómez Sollano: una niña admirada y admirable
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Resumen (es)
En el Teetetes o de la Ciencia, Sócrates le dice a su
amigo Teetetes que la turbación es un sentimiento propio
del filósofo, «y el primero que ha dicho que Iris era hija
de Taumas, no explicó mal la genealogía» (Platón, 1979,
305). Taumas viene del verbo griego que significa asombrarse. Recuérdese que Iris lo sabe todo, y representa
la ciencia y la filosofía. La capacidad de asombro está,
pues, en el origen de todo conocimiento científico y toda
indagación filosófica. Iris lleva siempre un ánfora llena
de agua de la laguna Estigia, y quien bebe de ella queda
sin memoria. Un poco después, en este mismo diálogo,
Sócrates establece varios niveles de conocedores: el que
sabe porque tiene recuerdos de ello en el alma (para
Sócrates y su discípulo Platón, conocer era recordar); el
que sabe y confunde lo que sabe con lo que no sabe y
con lo que no ha dejado en él huella alguna; el que sabe y
se mantiene en su tesis, y el que no sabe y cree que sabe
(Platón, 1977, p. 927).
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