DOI:
https://doi.org/10.14483/25009311.12534Publicado:
2017-01-24Número:
Vol. 3 Núm. 3 (2017): enero-diciembreSección:
Expresiones emergentesComprender mi condición colonial: prácticas decoloniales para interpelar la colonialidad de género
UnderstandingMy Colonial Condition:Decolonial Practices to Interpellate Gender Coloniality
Palabras clave:
Decolonial, body, art, individuality, gender (en).Palabras clave:
Decolonial, cuerpo, arte, individualidad, género (es).Descargas
Referencias
Castro Gómez, S., y Grosfoguel, R. (2007). El giro decolonial: Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.
Castro Gómez, S. (2005). La Poscolonialidad explicada a los niños. Popayán: Editorial Universidad del Cauca.
Curiel, O., y Falquet, J. (2005). El patriarcado al desnudo. Tres feministas materialistas. Colette Guillaumin - Paola Tabet - Nicole Claude Mathieu. Buenos Aires: Brecha Lésbica.
Galeano, E. (1971). Las venas abiertas de América Latina. Uruguay: Monthly Review.
Gómez Moreno, P. P. (2014). Estéticas de frontera en el contexto colombiano. Bogotá: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.
Lander, E. (2000). Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntrico. Buenos Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. pp. 246.
Lyotard, J- F. (2001). La condición postmoderna. Madrid: Cátedra. Mignolo,
W. D. (2007). La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial. Barcelona: Gedisa.
Lyotard, J- F.(2010). Desobediencia epistémica. Retórica de la modernidad, lógica de la colonialidad y gramática de la descolonialidad. Buenos Aires: Ediciones del Signo.
Lugones, María. (2005). “Colonialidad y Género: hacia un feminismo decolonial.” Revista Tabula Rasa. 2008 (julio-diciembre). (9).
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Comprender mi condición colonial: prácticas decoloniales para interpelar la colonialidad de género
Understanding my colonial condition: decolonial practices to interpellate gender coloniality
Comprendrema conditioncolonial: pratiques décoloniales pour interpellerla colonialité de genre
Compreender minha condição colonial: práticas de coloniais para interpelara colonialida de degênero
Estudios Artísticos
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Colombia
ISSN: 2500-6975
ISSN-e: 2500-9311
Periodicidad: Semestral
vol. 3, núm. 3, 2017
Recepción: 05 Febrero 2016
Aprobación: 12 Abril 2016
Resumen: En mi condición de estudiante de Artes Plásticas, me he visto influenciada a pensar y replantear acciones, ideas o leyes que me han sido impuestas como ciudadana, hija y mujer. Al conocer la Teoría Decolonial me propongo iniciar la revisión de una realidad mediante una serie de preguntas: ¿Qué estructuras ideológicas, políticas, administrativas y sociales me han impuesto y me han inculcado como propias? ¿Cuál es la construcción de una identidad? ¿Hasta qué punto me apropio de esto que se me ha enseñado a través de la tradición? ¿Dentro de mi producción artística, hay algo de carácter decolonial, directa o indirectamente? De esta manera inicio una reflexión que atraviesa varios de estos cuestionamientos, intentando además articularla con mis prácticas artísticas con el fin de ir elaborando una postura de análisis de las prácticas discursivas que nos construyen como personas.
Palabras clave: Decolonial, cuerpo, arte, individualidad, género.
Abstract: As a student of Visual Arts, I have been influenced to think and rethink actions, ideas or laws that have been imposed on me as a citizen, daughter and woman. After becoming familiar with the Decolonial Theory, I propose to begin the revision of a reality through a series of questions: What ideological, political, administrative and social structures have they imposed on and instilled in me as my own? What is the construction of an identity? To what extent do I appropriate this that has been taught to me through tradition? Within my artistic production, is there anything decolonial, directly or indirectly? In this way, I start a reflection that goes through several of these questions, trying to articulate it with my artistic practices in order to develop a posture of analysis of the discursive practices that build us as people.
Keywords: Decolonial, body, art, individuality, gender.
Résumé: En tant qu'étudiant en arts visuels, j'ai été influencé à penser et à repenser les actions, les idées ou les lois qui m'ont été imposées en tant que citoyenne, fille et femme. Quand je connais la théorie décoloniale, je propose de commencer la révision d'une réalité à travers une série de questions : quelles structures idéologiques, politiques, administratives et sociales m’ont été imposées et inculquées comme propre ? Quelle est la construction d'une identité ? Dans quelle mesure estce que je m’approprie cela qui m'a été enseigné par la tradition ? Dans ma production artistique, y a-t-il quelque chose de décolonial, directement ou indirectement ? De cette façon, je commence une réflexion qui passe par plusieurs de ces questions, en essayant de l'articuler avec mes pratiques artistiques afin de développer une posture d'analyse des pratiques discursives qui nous forment en tant que personnes.
Mots clés: Décolonial, corps, art, individualité, genre.
Resumo: Em minha condição de estudante de Artes Plásticas, tenho me visto influenciada a pensar e recolocar ações, ideias ou leis que me tem sido impostas como cidadã, filha e mulher. Ao conhecer a Teoria Decolonial me proponho iniciar a revisão de uma realidade mediante uma série de perguntas: Quais estruturas ideológicas, políticas, administrativas e sociais me tem sido impostas e inculcado como próprias? Qual é a construção de uma identidade? Até que ponto me aproprio disto que me tem sido ensinado através da tradição? Dentro de minha produção artística, há algo de caráter decolonial, direta ou indiretamente? Desta maneira inicio uma reflexão que atravessa vários destes questionamentos, tentando também articulá-la com minhas práticas artísticas com a finalidade de seguir elaborando uma postura de análise das práticas discursivas que nos constroem como pessoas.
Palavras-chave: Decolonial, corpo, arte, individualidade, gênero.
1. Breve autoanálisis de mi construcción familiar y social
En mi entorno familiar como primer ente educativo, me doy cuenta que existen relaciones de poder y costumbres heredadas culturalmente; es decir, hay varias formas de colonialidad. Siendo el segundo miembro femenino en mi casa, he vivido las prácticas utilizadas por mis padres para la crianza y desarrollo del hogar, determinadas por una creencia ideológica cultural hegemónica.
En consecuencia, la estructura de mi familia funciona de la siguiente manera: padres e hijos; donde el padre es el encargado de la situación económica para mantener el bienestar de los otros integrantes. Mi madre es la encargada de cuidar y criar a los hijos. Yo soy una hija subordinada. Y desde este punto he percibido hechos, ideas y costumbres con las cuales me siento ajena, entre ellas el machismo, las relaciones desiguales de poder, modelos sociales, religiosos que determinan lo que debe ser el modo “correcto” de vivir.
Que el machismo se da como una tradición cultural y religiosa, donde el hombre domina a la mujer y ésta, muchas veces, valida esa dominación, lo puedo ver con mi madre quien dejó de trabajar y desarrollarse como persona para mantener una idea de familia tradicional.
En lo referente a mi propia crianza, sin saberlo o no, mis padres se han dedicado a tratarme como parte de la dominación masculina según la cual la mujer debe dedicarse de lleno al hogar, a cumplir con los quehaceres de la casa y, en su momento, a la crianza de los niños. Así, el hogar pareciera ser el único ámbito para el desarrollo femenino, dependiente del hombre que debe mantenerla y costearle un estilo de vida y sus necesidades. Y claro, el hombre por tener control de la entrada de dinero, puede hacer lo que se le antoje. En cuanto a mi hermano, he observado preferencias y privilegios, únicamente por su condición de ser hombre; a él, se le permiten actos que están restringidos para mí; como llegar al otro día sin decir nada, llevar mujeres a la casa y no limpiar su habitación. Mientras al sexo masculino se le da una libertad y al sexo femenino se le somete a vigilancia.
En la relación de poderes que se da en mi familia, la figura paternal entra en contradicción entre lo que dice y lo que hace. En lugar de dar ejemplo a los hijos, lo que hace, muchas veces, es imponer un estilo de vida que no está dispuesto a llevar; como quien dice, “predica, pero no aplica”. Todo esto convierte mi hogar en un organismo de poder patriarcal, que desafortunadamente no es la excepción en la sociedad colombiana.
Pienso que los modelos sociales, surgen a partir de ideas tales como qué es ser un hombre o qué es ser una mujer. En mi caso, mi padre y mi madre me inculcan modelos estéticos del cuerpo femenino apropiados por ellos de una cultura visual, que imponen los medios masivos de comunicación. Es por ello que quieren que yo estudie alguna carrera de modelaje de pasarela, o que mi acciones en cuanto a mi cuerpo sean correspondientes a las de un modelo de belleza popular, caracterizado por el cabello largo, la decoración de las uñas, la manera de vestir, de maquillarse y de llevar determinados accesorios. En coherencia con estos ideales de mis padres, fui matriculada en un colegio femenino desde los cinco años hasta la finalización del bachillerato. Allí ofrecían estudios técnicos de contabilidad y recreación, acordes con la idea popular de profesionalización de la mujer como secretaria y como encargada de cuidar y divertir a los niños.
Dentro de una creencia religiosa judeo-cristiana, que prevalece en nuestro contexto colombiano, y que me genera varias incertidumbres en cuanto al papel educativo de la religión con respecto a la mujer. Como, por qué ella debe suplir únicamente la necesidad de protección de las crías, sin tener otra función más que servir y atender a sus hijos y a su marido. También surge la pregunta acerca de un Dios que es masculino, y me pregunto si no podría ser un Dios sin género. Y qué decir de la forma de domesticación del sexo femenino según la cual, por costumbre, la mujer debe llegar virgen al matrimonio. Y como si fuera poco debe cumplir la función de soportar toda clase de penas y pesos emocionales, lo que hace de ella un ser de carácter endeble, dispuesta para el llanto y el sufrimiento, incluso al parir. Como si la mujer hubiera sido creada para soportar la culpa de los pecados.
En lo que se refiere a la espiritualidad, durante el tiempo de mi niñez, mis padres tomaron decisiones importantes, como qué tipo de religión acoger en mi temprana edad, sin saber las consecuencias que tiene adoptar una creencia por y para otro. Fui bautizada a mis seis años e hice la primera comunión a los diez años, completamente ignorante del significado de todo esto y sin ser consciente de la carga histórica de estas prácticas en la sociedad. Imposición cultural permitida por mi familia con la cual hoy en día estoy en desacuerdo.
A su vez, en la cotidianidad una marcada insistencia sobre el modo de actuar de una mujer, que debe ser fino, recatado, delicado, no debe decir groserías, ni levantar la voz, debe mostrarse siempre atractiva y sumisa. Si está en desacuerdo debe callarse. He tenido que callarme palabras u opiniones en cuanto a la forma de actuar de las personas de mi familia, porque simplemente no tengo derecho a opinar sobre sus vidas, cosa que me llevan a ser reprimida en mi propio hogar en cuanto a las decisiones que se toman allí. Si no se cumple con determinados requisitos, se pasa a ser una gamina, machorra, altanera, entrometida, grosera, desobediente y rebelde. Por todo esto me doy cuenta que mi propia individualidad está enmarcada por una idea extraña de ser mujer y mis prácticas de autenticidad se dan a costa de muchos problemas y regaños familiares.
2. Primera aproximación a una perspectiva decolonial
En mi proceso de formación en Artes Plásticas he tenido la oportunidad de acercarme a la perspectiva decolonial. Desde allí, me doy cuenta que los organismos de poder que rigen mi núcleo familiar están ligados a su contexto, a los hechos de la historia colombiana, como un país que fue en su momento colonia de una potencia europea, cuando en América se instaló la colonialidad en todas sus dimensiones, con sus migraciones ideológicas posteriores al “descubrimiento de América” y que sometió a los pueblos aborígenes imponiendo las costumbres religiosas, modelos sociales y políticos del Imperio español y su régimen monárquico. Estructuras de poder colonial del represor, o mejor de la colonialidad del poder que rigen sobre el colonizado.
Hoy en día mi familia es aún testigo de esa tradición poscolonial en el discurso, pero colonial en las prácticas. La estructura de legalidad de unión y de veracidad ante el estado de una familia, están dados por una pareja de mujer-hombre, unión socialmente aceptada. Mi familia confirma unas prácticas coloniales que la defienden, la mantienen. Y soy producto de una poscolonialidad aún colonial. En este sentido, como lo expresa María Lugones (2005), la mujer es aceptada como un recurso, se mantiene así, debido a la imposición de la heterosexualidad dada en la Conquista, y su permanencia a través del tiempo, ya que no se ha querido reconocer la diferencia de género. Así noto que mi individualidad se ha visto sesgada por algún comentario de mi madre, quien manifiesta constantemente que debo conseguirme un marido, para que me mantenga y así tenerlo todo, cosa que contradigo, expresándole que soy capaz de mantenerme sola. Este pensamiento instaurado en la cabeza de mi madre se puede observar en lo dicho por Curiel y Falquet (2005) así:
En virtud no de un contrato directo de apropiación como es el caso de la esposa (cuya nuda apropiación se manifiesta en la obligación legal —además y primera— del servicio sexual), sino en función de la apropiación general de la clase de las mujeres que implica que su tiempo (su trabajo) está disponible sin contrapartida contractual; y disponible en general y sin distinción. Todo ocurre como si la esposa perteneciera en lazo propiedad al esposo y la clase de las mujeres en usufructo a cada hombre y particularmente a cada uno de aquellos que han adquirido el uso privado de una de ellas. (p. 28).
La construcción de una identidad se dio en mí a partir de una demostración de modelos sociales aceptados por los otros, “entiendo la indiferencia a la violencia contra la mujer en nuestras comunidades como una indiferencia hacia transformaciones sociales profundas en las estructuras comunales y por lo tanto totalmente relevantes al rechazo de la imposición colonial.” (Lugones, 2005: 2). Mis padres dentro en su afán de civilizarme en un orden social y familiar como mujer, como católica, como occidental, sin darse cuenta, me construyeron en un orden que se constituyó a través de la colonización y que introdujo “diferencias de género donde, anteriormente, no existía ninguna” (Lugones, 2005: 21). Con esto quiero decir, cómo a través de mi crianza se me vestía de rosado, debía jugar con muñecas y ser delicada, para contar con las características determinadas de una mujer, y así lograr la separación entre la identidad que construye a un hombre y una que construye a la mujer, donde se marca una diferencia de género que por su naturalización pareciera inmodificable.
En esto tiene mucho que ver la educación, en un país como Colombia, considerado como un país en vías de desarrollo, que en su tiempo fue llamado, subdesarrollado. Se trata del desprecio del mundo occidental frente a sus víctimas miserables. El sistema educativo adoptado por el gobierno poscolonial, no fue más que la adecuación de modelos educativos colonizadores, que daban una fidelidad, un balance positivo frente a las prácticas coloniales, y también, quizá, un acto de buena fe respecto de las prácticas de evangelización, los castigos y la opresión por parte del cristianismo que colonizó otras espiritualidades. Esto lo podemos observar en la siguiente cita, como descripción de un hecho:
“Al caracterizar a muchas de las tribus de Americanos Nativos como ginecráticas, Paula Gunn Allen enfatiza la importancia de lo espiritual en todos los aspectos de la vida indígena y, por lo tanto, una intersubjetividad muy diferente en la que se produce el conocimiento que en la de la colonialidad del saber en la modernidad. Muchas tribus indígenas Americanas “piensan que la fuerza primaria en el universo era femenina y ese entendimiento autoriza todas las actividades tribales. (Allen, 1986/1992: 26).
La Vieja, Mujer Araña, La Mujer Maíz, Mujer Serpiente, Mujer Pensamiento son algunos de los nombres de creadoras poderosas. Para las tribus ginecráticas, la mujer está en el centro y “nada es sagrado sin su bendición ni su pensamiento.” (Allen 1986/1992: 13).
Reemplazar esta pluralidad espiritual ginecrática con un ser supremo masculino, como lo hizo el Cristianismo, fue crucial para someter a las tribus.” (Lugones, 2005:27). Así, se enmascaró la esclavitud y violencia que se vivió en estas tierras proferida por parte de personas extranjeras. Para ser una buena alumna, debía seguir y aprender de memoria información que fomentaba mi criterio a favor de una idea civilizadora europea frente a un pueblo con saberes inferiores y para alimentar esto, se visualiza como los conocimientos para una mujer, se daban de manera limitada, donde, yo no podía saber o conocer de determinados temas, que mi hermano si, como ejemplo, el saber cambiar una llanta o aprender a conducir un auto.
Actualmente se sigue percibiendo esto, con la molestia de mi padre porque uso el cabello corto, decido salir a alguna fiesta o simplemente por la manera en la que él y otros hombres se expresan; a lo que me refiero con esto, quisiera explicarlo con la siguiente cita:
Las costumbres verbales nos lo expresan también. La apropiación de las mujeres está explícita en el hábito semántico bastante trivial de mencionar a los actores sociales mujeres prioritariamente por su sexo (“mujeres”, las mujeres), hábito que nos irrita mucho, hábito polisémico por supuesto, pero del cual justamente este significado específico ha pasado desapercibido. En cualquier contexto, ya sea profesional, político, etc., toda calificación social es omitida o rechazada cuando se trata de los actores de sexo femenino, mientras que por supuesto estas mismas calificaciones, por sí solas, designan a los otros actores. (Curiel y Falquet: 22).
Es decir, mi construcción como individuo en un modelo educativo primero parental y luego institucional daba por hecho un proceso de colonialidad que aún se mantiene vigente.
Dentro de la idea decolonial es importante realizar distinciones étnicas, para hacer una identificación del individuo dentro de un grupo determinado, como lo son, afrodescendientes, indígenas, mestizos, blancos. En mi identificación pienso que soy mestiza, ¿qué es una mestiza entonces? Al investigar el significado de la palabra mestizo me encuentro con una definición de origen español, con carácter racial denigrante, utilizado en el siglo XVI, el desconocimiento de este término, me causa una sensación desagradable al darme cuenta de que un término tan usado comúnmente tenga un carácter humillante.
Y es así como me encuentro con el problema de mi individualidad. Se supone que la individualidad es, desde el momento de nacimiento, un derecho fundamental de cada persona. Pero, la individualidad también es una construcción social, que constriñe a una persona a pertenecer a un sistema legal, llamándolo civil o ciudadano. La individualidad es, en términos modernos, la expresión libre de toda persona dentro del marco de la legalidad, y dentro de las convenciones sociales o de grupos étnicos determinados. Para ser alguien debo pertenecer a un sistema social por obligación, pero la definición de mi individualidad es dada por y dentro de ese grupo social. Y es allí donde operan las relaciones de poder, que como nos hemos dado cuenta, en el caso del género, son relaciones coloniales del poder que subordinan a la mujer, que la construyen como subordinada.
Aníbal Quijano (2014: 1) da una definición del poder que ayuda enormemente a comprender en qué consiste la colonialidad del poder, no para hacer una teoría de clases, sino para dar herramientas que ayudan a explicar la clasificación social realizada por la colonialidad del poder en la modernidad; esta noción me ayuda a tener conciencia de mi propia represión individual como mujer.
Colonialidad es un concepto diferente, aunque vinculado con el concepto de colonialismo. Este último se refiere estrictamente a una estructura de dominación y explotación, donde el control de la autoridad política, de los recursos de producción y del trabajo de una población determinada lo detenta otra de diferente identidad, y cuyas sedes centrales están además, en otra jurisdicción territorial. Pero no siempre, ni necesariamente, implica relaciones racistas de poder. (Quijano, 2014: 1)
Sin percatarme de la profundidad histórica, o de los hechos propios del uso de la palabra mestizo, hago uso de una categoría histórica practicada dentro del lenguaje del colonizador, la hago valedera y práctico su tradición lingüística, sin que mis padres o una institución educativa me advierta de las cargas raciales de esta. La cultura colonial se disfraza de caracteres desconocidos pero populares.
3. Reflexión desde mis prácticas artísticas
Hablar del cuerpo se convierte en una relatoría de una serie de sucesos, de hechos propios, cargados de experiencias y emociones, que se hacen conscientes y comunican, mostrando la igualdad entre todos los seres y a la vez las diferencias psicológicas, de crianza y de toma de decisiones en la vida de cada uno. (Cita texto cucucuerpo-wordpress. LauOrozco11.)
Al revisar mi historial de proyectos artísticos, puedo notar que hay una mirada occidental en mi reflexión estética. Es decir, la academia Facultad funciona para mantener un discurso con base en la occidentalización del arte; fomenta y educa para seguir haciendo arte moderno, dentro del canon occidental. Un claro ejemplo es el espacio académico: Taller de Bidimensional, que debería llamarse pintura al óleo, dada la exigencia de los profesores en el uso de todo tipo de pigmentos y técnicas que son reflejo de una tradición europea; se estudia los “movimientos” pictóricos modernos de la escuela occidental modernista. Un discurso cuya universalidad pongo en duda. La persistencia de la práctica académica de realizar copias de cuadros “clásicos” de la época moderna como modelo educativo es hacer también una validación del discurso modernista. Hacer pensar que la pintura europea es la única pintura artística, es también una aceptación de la estructura hegemónica global sobre los ideales y conocimiento estético de otras culturas. Estructura que expande el prejuicio que afirma que los pueblos colonizados tienen un gusto inferior o carecen totalmente de él; todo ello en referencia a una concepción eurocéntrica del gusto y el juicio estético que se remonta a Emmanuel Kant.
En mi decisión profesional como artista en formación, conservo una práctica ancestral: la cerámica. En ella, se guarda un culto al trabajo realizado por los aborígenes, grandes alfareros y hacedores de la arcilla de gran misterio y habilidad. Tal vez, dentro de mi decisión decolonial está la de conservación de una práctica histórica de un pueblo con su historia casi exterminada, pero que se ha negado a desaparecer completamente.
En mi papel como ceramista, he descubierto la riqueza del material, tanto como la libertad para encontrarlo fácilmente y manipularlo con mis propias ideas, sin tener que hacer alguna copia, de algún artista reconocido o famoso en la historia del arte.
A través del uso de un material como la arcilla, me aprovecho de sus características de delicadeza, fragilidad y conservación. Esto, además de enseñarme a ser paciente, ya que su manejo requiere de esta virtud, me hace explorar en mi interior, mis pensamientos, y querer muchas veces llevar una contradicción en las cualidades del material, a esto me refiero con su fácil ruptura y su carácter utilitario. Siempre he querido tener un diálogo con la masa, con la arcilla, para llevarla y manejarla usando sus propiedades o poniéndola en una posición de enfrentamiento opuesta a sus propias condiciones.
Uno de mis trabajos realizado y en proceso, llevado a cabo a través de la reproducción en moldes, consiste en una crítica fuerte al sistema económico impuesto y a su vez consumista, con una pieza de origen “orgánico” como son mis dientes. Estos moldes se reproducen de manera que se hace una copia; a esa copia se le hace otro molde y copia. Y a esa última copia se le hace otro molde y otra nueva copia. Se continúa sucesivamente hasta quedar sin nada en las manos, como si fuese arena entre dedos y se empieza a perder detalle, además de cambiar de tamaño, haciéndose cada vez más pequeño, señalando en parte la originalidad y la durabilidad de todo lo que constituye el mundo material.
Laura Orozco. Si no, te rompen los dientes. Técnica: Cerámica- moldes. Instalación. 2015
En la indagación de la productividad y materialidad de mis dientes producidos en arcilla de diferentes tamaños, me encamine a realizar una nueva propuesta plástica, a modo de instalación. Pensada en esas propiedades del material rompible y haciendo una invitación a la intervención del otro, confrontándolo con una realidad, y como sucede en lo cotidiano, pero haciéndolo metafóricamente. Esta parte delicada del cuerpo da cuenta de esa organicidad, que es abruptamente interrumpida, cuando a alguien no le es permitido hablar, y de una bofetada se le calla. Y esto no solo a mí en particular, sino a grupos sociales que en un entorno social, son silenciados cuando intentan expresar ideas diferentes, a lo que ya está establecido. Por eso aquí no solo hay una dentadura, sino varias, haciendo alusión a la cantidad, a lo colectivo.
“Si no, te rompen los dientes”, es una provocación de la fragilidad que está expuesta allí, donde se realiza un tipo de insinuación a romper ciertas barreras. Allí donde la delicadeza es transgredida, haciendo también relación al ser humano en general que de una u otra manera siempre espera ser perturbado por otro o por su entorno. De esta manera, hago un llamado a esto sutilmente, pues solo es una invitación, que después se convierte en una reflexión en torno al enfrentamiento de nuestros propios impulsos, donde lo que es más valioso para nosotros –nuestro propio cuerpo- puede ser afectado y hasta destruido.
Y después de reflexionar acerca de ello, me pregunto ¿Cuántas veces han roto nuestros dientes? ¿Cuántas veces nos han metido los dedos en la boca? ¿Cómo podremos nosotros mismos romper, eso que es valioso para sí mismos? Esta propuesta, en general, lleva a muchas ideas, desde su propio título, como diciendo “si haces esto o aquello”, seguro si eres una “contestona”, te romperán los dientes; si te enfrentas y expresas tus ideas o si opinas diferente. Seguro, tal vez eso que es valioso para nosotros, como la crianza, el desarrollo como persona, deba ser transformado, y debe romperse, para poderlo nutrir y empezar de nuevo, como lo intento hacer ahora. Todo eso que digo, aquello con lo que no estoy de acuerdo, me lleva a enfrentarme a mis propios miedos, a desligarme de muchas cosas, que seguramente ya no quiero ser y pretendo construir un nuevo “yo”, mucho más enriquecido.
Además de plantearme estas preguntas, busco la manera de resolverlas a través del hecho de hacer: usar las manos para poder confrontarme y confrontar esta realidad en la que vivo y que me ha sido forjada, así que poco a poco, realizó propuestas artísticas, que aún se siguen trabajando. Aunque muchas veces, no terminó del todo satisfecha, voy en esa búsqueda y entre más complejo es, más me atrae.
Otro de mis trabajos es “Autorretrato”, con un aspecto un poco fuerte, pero con un estilo orgánico y de feminidad, que me llevan a poner en escena todo eso que me hace sentir y ser mujer en este entorno social y cultural, donde me han obligado a ser fuerte, tanto las circunstancias, como mi propia sensibilidad.
El acto de hacer un estudio anatómico a través de mí, me llevan a redescubrir mi ser, como cuerpo que ocupa un espacio y es afectado por un diario vivir, donde la constancia y la búsqueda son fundamentales en mi crecimiento y desarrollo como persona. Todo esto, me lleva a ser consciente de lo primordial, de esas partes por las que puedo obtener sensaciones y aprendizajes, que puedo comunicar y expresar.
Mi cuerpo toma aspecto de dureza, de cemento, recubierto por un extraño color, pareciendo una intervención hecha por el tiempo, pero no, solo son los acabados que doy a mi propia representación. Con ello planteó un diálogo conmigo misma, en relación a cómo me siento, muchas veces fuerte por fuera y frágil por dentro, como el mismo material cerámico en su naturaleza plástica y expresiva. La decisión de retratarme en arcilla, entra en diálogo con la característica moldeable del material, haciendo referencia de esta manera, a los modos en lo que he sido construida como persona, y mostrando una dureza, que a la vez ha sido construida por mí misma, al observar, que no he estado de acuerdo con muchas de las formas a través de las cuales se constituye tanto mi historia como la de mi entorno.
Por lo tanto, el estudio del cuerpo como autorreferencia, despliega una serie de características físicas que determinan la obra como una visualización de lo que soy y de mis partes físicas, donde los pies y las manos son fuente de prioridad, pues el caminar y el hacer, son hechos esenciales en mi cotidianidad, estos pies me han llevado a conocer lugares, personas, momentos y estas manos, me han llevado a realizar una vida llena de propuestas artísticas. Me muestro en una posición tranquila, desnuda, y usando el cabello corto, como lo he usado ya hace algún tiempo. Y vale la pena mencionar, que la primera vez que lo corte, mi padre dejo de hablarme unos 3 días, serio, manifestando el disgusto, y a veces sugiriendo que soy rebelde.
A manera de cierre
En este trabajo me ha servido para darme cuenta que en el núcleo familiar pueden tener lugar varias formas de colonización, a través del cuales se educa y se hace práctica de un modelo colonial, que se sigue desarrollando a través de los años y es aprobado, culturalmente, de familia en familia.
Además, después de haber realizado un revisión dentro de mis proyectos como artista en formación, he podido encontrar rastros de eurocentrismo implantados no solo por el sistema de educación, sino por diferentes medios de comunicación visual, televisión, internet, imágenes, libros, enciclopedias) y todos los medios usados para aprender más sobre aquellos temas que me interesan y que han marcado mis formas de hacer y pensar. En este trayecto he visto que hay varios lugares donde habita la colonialidad: la familia y las prácticas de formación artística; lo que me plantea al mismo tiempo una reto acerca de mis propias prácticas, cómo descolonizarlas en el horizonte posible de un arte decolonial.
Así, queda claro que es coherente hablar de la posibilidad de artes decoloniales. Decolonial no es solo arte aborigen o creado por artistas indígenas, el arte decolonial se manifiesta, de manera amplia, como una respuesta a diferentes tipos de represión y opresión cultural, histórica, social, económica, de género o raza, que aun rigen en el mundo. Las prácticas estéticas decoloniales son una forma de darle un giro ético y político a toda creación artística, pues el artista es un agente político e histórico activo, que reflexiona acerca de las tradiciones estéticas y decide si continuar con ellas o crear nuevos diálogos a través de otras posturas y formas de manifestar sus pensamientos y sus particulares modos de hacer.
Referencias
Castro Gómez, Santiago y Grosfoguel, Ramón. (2007). El giro decolonial: Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.
Castro Gómez, Santiago. (2005). La Poscolonialidad explicada a los niños. Popayán: Editorial Universidad del Cauca.
Curiel, Ochy y Falquet, Jules. (2005). El patriarcado al desnudo. Tres feministas materialistas. Colette Guillaumin - Paola Tabet - Nicole Claude Mathieu. Buenos Aires:Brecha Lésbica.
Galeano, Eduardo. (1971). Las venas abiertas de América Latina. Uruguay: Monthly Review.
Gómez Moreno, Pedro Pablo. (2014). Estéticas de frontera en el contexto colombiano. Bogotá: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.
Lander, Edgardo. (2000). Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntrico. Buenos Aires: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. pp. 246.
Lyotard, Jean- François. (2001). La condición postmoderna. Madrid: Cátedra.
Mignolo, Walter D. (2007). La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial. Barcelona: Gedisa.
Mignolo, Walter D. (2010). Desobediencia epistémica. Retórica de la modernidad, lógica de la colonialidad y gramática de la descolonialidad. Buenos Aires: Ediciones del Signo.
Lugones, María. (2005). “Colonialidad y Género: hacia un feminismo decolonial.” Revista Tabula Rasa. 2008 (julio-diciembre). (9).
Recibido: 5 de febrero de 2016; Aceptado: 12 de abril de 2016
Resumen
En mi condición de estudiante de Artes Plásticas, me he visto influenciada a pensar y replantear acciones, ideas o leyes que me han sido impuestas como ciudadana, hija y mujer. Al conocer la Teoría Decolonial me propongo iniciar la revisión de una realidad mediante una serie de preguntas: ¿Qué estructuras ideológicas, políticas, administrativas y sociales me han impuesto y me han inculcado como propias? ¿Cuál es la construcción de una identidad? ¿Hasta qué punto me apropio de esto que se me ha enseñado a través de la tradición? ¿Dentro de mi producción artística, hay algo de carácter decolonial, directa o indirectamente? De esta manera inicio una reflexión que atraviesa varios de estos cuestionamientos, intentando además articularla con mis prácticas artísticas con el fin de ir elaborando una postura de análisis de las prácticas discursivas que nos construyen como personas.
Palabras clave
Decolonial, cuerpo, arte, individualidad, género.Abstract
As a student of Visual Arts, I have been influenced to think and rethink actions, ideas or laws that have been imposed on me as a citizen, daughter and woman. After becoming familiar with the Decolonial Theory, I propose to begin the revision of a reality through a series of questions: What ideological, political, administrative and social structures have they imposed on and instilled in me as my own? What is the construction of an identity? To what extent do I appropriate this that has been taught to me through tradition? Within my artistic production, is there anything decolonial, directly or indirectly? In this way, I start a reflection that goes through several of these questions, trying to articulate it with my artistic practices in order to develop a posture of analysis of the discursive practices that build us as people.
Keywords
Decolonial, body, art, individuality, gender.Résumé
En tant qu'étudiant en arts visuels, j'ai été influencé à penser et à repenser les actions, les idées ou les lois qui m'ont été imposées en tant que citoyenne, fille et femme. Quand je connais la théorie décoloniale, je propose de commencer la révision d'une réalité à travers une série de questions : quelles structures idéologiques, politiques, administratives et sociales m’ont été imposées et inculquées comme propre ? Quelle est la construction d'une identité ? Dans quelle mesure estce que je m’approprie cela qui m'a été enseigné par la tradition ? Dans ma production artistique, y a-t-il quelque chose de décolonial, directement ou indirectement ? De cette façon, je commence une réflexion qui passe par plusieurs de ces questions, en essayant de l'articuler avec mes pratiques artistiques afin de développer une posture d'analyse des pratiques discursives qui nous forment en tant que personnes.
Mots clés
Décolonial, corps, art, individualité, genre.Resumo
Em minha condição de estudante de Artes Plásticas, tenho me visto influenciada a pensar e recolocar ações, ideias ou leis que me tem sido impostas como cidadã, filha e mulher. Ao conhecer a Teoria Decolonial me proponho iniciar a revisão de uma realidade mediante uma série de perguntas: Quais estruturas ideológicas, políticas, administrativas e sociais me tem sido impostas e inculcado como próprias? Qual é a construção de uma identidade? Até que ponto me aproprio disto que me tem sido ensinado através da tradição? Dentro de minha produção artística, há algo de caráter decolonial, direta ou indiretamente? Desta maneira inicio uma reflexão que atravessa vários destes questionamentos, tentando também articulá-la com minhas práticas artísticas com a finalidade de seguir elaborando uma postura de análise das práticas discursivas que nos constroem como pessoas.
Palavras-chave
Decolonial, corpo, arte, individualidade, gênero.1. Breve autoanálisis de mi construcción familiar y social
En mi entorno familiar como primer ente educativo, me doy cuenta que existen relaciones de poder y costumbres heredadas culturalmente; es decir, hay varias formas de colonialidad. Siendo el segundo miembro femenino en mi casa, he vivido las prácticas utilizadas por mis padres para la crianza y desarrollo del hogar, determinadas por una creencia ideológica cultural hegemónica.
En consecuencia, la estructura de mi familia funciona de la siguiente manera: padres e hijos; donde el padre es el encargado de la situación económica para mantener el bienestar de los otros integrantes. Mi madre es la encargada de cuidar y criar a los hijos. Yo soy una hija subordinada. Y desde este punto he percibido hechos, ideas y costumbres con las cuales me siento ajena, entre ellas el machismo, las relaciones desiguales de poder, modelos sociales, religiosos que determinan lo que debe ser el modo “correcto” de vivir.
Que el machismo se da como una tradición cultural y religiosa, donde el hombre domina a la mujer y ésta, muchas veces, valida esa dominación, lo puedo ver con mi madre quien dejó de trabajar y desarrollarse como persona para mantener una idea de familia tradicional.
En lo referente a mi propia crianza, sin saberlo o no, mis padres se han dedicado a tratarme como parte de la dominación masculina según la cual la mujer debe dedicarse de lleno al hogar, a cumplir con los quehaceres de la casa y, en su momento, a la crianza de los niños. Así, el hogar pareciera ser el único ámbito para el desarrollo femenino, dependiente del hombre que debe mantenerla y costearle un estilo de vida y sus necesidades. Y claro, el hombre por tener control de la entrada de dinero, puede hacer lo que se le antoje. En cuanto a mi hermano, he observado preferencias y privilegios, únicamente por su condición de ser hombre; a él, se le permiten actos que están restringidos para mí; como llegar al otro día sin decir nada, llevar mujeres a la casa y no limpiar su habitación. Mientras al sexo masculino se le da una libertad y al sexo femenino se le somete a vigilancia.
En la relación de poderes que se da en mi familia, la figura paternal entra en contradicción entre lo que dice y lo que hace. En lugar de dar ejemplo a los hijos, lo que hace, muchas veces, es imponer un estilo de vida que no está dispuesto a llevar; como quien dice, “predica, pero no aplica”. Todo esto convierte mi hogar en un organismo de poder patriarcal, que desafortunadamente no es la excepción en la sociedad colombiana.
Pienso que los modelos sociales, surgen a partir de ideas tales como qué es ser un hombre o qué es ser una mujer. En mi caso, mi padre y mi madre me inculcan modelos estéticos del cuerpo femenino apropiados por ellos de una cultura visual, que imponen los medios masivos de comunicación. Es por ello que quieren que yo estudie alguna carrera de modelaje de pasarela, o que mi acciones en cuanto a mi cuerpo sean correspondientes a las de un modelo de belleza popular, caracterizado por el cabello largo, la decoración de las uñas, la manera de vestir, de maquillarse y de llevar determinados accesorios. En coherencia con estos ideales de mis padres, fui matriculada en un colegio femenino desde los cinco años hasta la finalización del bachillerato. Allí ofrecían estudios técnicos de contabilidad y recreación, acordes con la idea popular de profesionalización de la mujer como secretaria y como encargada de cuidar y divertir a los niños.
Dentro de una creencia religiosa judeo-cristiana, que prevalece en nuestro contexto colombiano, y que me genera varias incertidumbres en cuanto al papel educativo de la religión con respecto a la mujer. Como, por qué ella debe suplir únicamente la necesidad de protección de las crías, sin tener otra función más que servir y atender a sus hijos y a su marido. También surge la pregunta acerca de un Dios que es masculino, y me pregunto si no podría ser un Dios sin género. Y qué decir de la forma de domesticación del sexo femenino según la cual, por costumbre, la mujer debe llegar virgen al matrimonio. Y como si fuera poco debe cumplir la función de soportar toda clase de penas y pesos emocionales, lo que hace de ella un ser de carácter endeble, dispuesta para el llanto y el sufrimiento, incluso al parir. Como si la mujer hubiera sido creada para soportar la culpa de los pecados.
En lo que se refiere a la espiritualidad, durante el tiempo de mi niñez, mis padres tomaron decisiones importantes, como qué tipo de religión acoger en mi temprana edad, sin saber las consecuencias que tiene adoptar una creencia por y para otro. Fui bautizada a mis seis años e hice la primera comunión a los diez años, completamente ignorante del significado de todo esto y sin ser consciente de la carga histórica de estas prácticas en la sociedad. Imposición cultural permitida por mi familia con la cual hoy en día estoy en desacuerdo.
A su vez, en la cotidianidad una marcada insistencia sobre el modo de actuar de una mujer, que debe ser fino, recatado, delicado, no debe decir groserías, ni levantar la voz, debe mostrarse siempre atractiva y sumisa. Si está en desacuerdo debe callarse. He tenido que callarme palabras u opiniones en cuanto a la forma de actuar de las personas de mi familia, porque simplemente no tengo derecho a opinar sobre sus vidas, cosa que me llevan a ser reprimida en mi propio hogar en cuanto a las decisiones que se toman allí. Si no se cumple con determinados requisitos, se pasa a ser una gamina, machorra, altanera, entrometida, grosera, desobediente y rebelde. Por todo esto me doy cuenta que mi propia individualidad está enmarcada por una idea extraña de ser mujer y mis prácticas de autenticidad se dan a costa de muchos problemas y regaños familiares.
2. Primera aproximación a una perspectiva decolonial
En mi proceso de formación en Artes Plásticas he tenido la oportunidad de acercarme a la perspectiva decolonial. Desde allí, me doy cuenta que los organismos de poder que rigen mi núcleo familiar están ligados a su contexto, a los hechos de la historia colombiana, como un país que fue en su momento colonia de una potencia europea, cuando en América se instaló la colonialidad en todas sus dimensiones, con sus migraciones ideológicas posteriores al “descubrimiento de América” y que sometió a los pueblos aborígenes imponiendo las costumbres religiosas, modelos sociales y políticos del Imperio español y su régimen monárquico. Estructuras de poder colonial del represor, o mejor de la colonialidad del poder que rigen sobre el colonizado.
Hoy en día mi familia es aún testigo de esa tradición poscolonial en el discurso, pero colonial en las prácticas. La estructura de legalidad de unión y de veracidad ante el estado de una familia, están dados por una pareja de mujer-hombre, unión socialmente aceptada. Mi familia confirma unas prácticas coloniales que la defienden, la mantienen. Y soy producto de una poscolonialidad aún colonial. En este sentido, como lo expresa María Lugones (2005), la mujer es aceptada como un recurso, se mantiene así, debido a la imposición de la heterosexualidad dada en la Conquista, y su permanencia a través del tiempo, ya que no se ha querido reconocer la diferencia de género. Así noto que mi individualidad se ha visto sesgada por algún comentario de mi madre, quien manifiesta constantemente que debo conseguirme un marido, para que me mantenga y así tenerlo todo, cosa que contradigo, expresándole que soy capaz de mantenerme sola. Este pensamiento instaurado en la cabeza de mi madre se puede observar en lo dicho por Curiel y Falquet (2005) así:
En virtud no de un contrato directo de apropiación como es el caso de la esposa (cuya nuda apropiación se manifiesta en la obligación legal —además y primera— del servicio sexual), sino en función de la apropiación general de la clase de las mujeres que implica que su tiempo (su trabajo) está disponible sin contrapartida contractual; y disponible en general y sin distinción. Todo ocurre como si la esposa perteneciera en lazo propiedad al esposo y la clase de las mujeres en usufructo a cada hombre y particularmente a cada uno de aquellos que han adquirido el uso privado de una de ellas. (p. 28).
La construcción de una identidad se dio en mí a partir de una demostración de modelos sociales aceptados por los otros, “entiendo la indiferencia a la violencia contra la mujer en nuestras comunidades como una indiferencia hacia transformaciones sociales profundas en las estructuras comunales y por lo tanto totalmente relevantes al rechazo de la imposición colonial.” (Lugones, 2005: 2). Mis padres dentro en su afán de civilizarme en un orden social y familiar como mujer, como católica, como occidental, sin darse cuenta, me construyeron en un orden que se constituyó a través de la colonización y que introdujo “diferencias de género donde, anteriormente, no existía ninguna” (Lugones, 2005: 21). Con esto quiero decir, cómo a través de mi crianza se me vestía de rosado, debía jugar con muñecas y ser delicada, para contar con las características determinadas de una mujer, y así lograr la separación entre la identidad que construye a un hombre y una que construye a la mujer, donde se marca una diferencia de género que por su naturalización pareciera inmodificable.
En esto tiene mucho que ver la educación, en un país como Colombia, considerado como un país en vías de desarrollo, que en su tiempo fue llamado, subdesarrollado. Se trata del desprecio del mundo occidental frente a sus víctimas miserables. El sistema educativo adoptado por el gobierno poscolonial, no fue más que la adecuación de modelos educativos colonizadores, que daban una fidelidad, un balance positivo frente a las prácticas coloniales, y también, quizá, un acto de buena fe respecto de las prácticas de evangelización, los castigos y la opresión por parte del cristianismo que colonizó otras espiritualidades. Esto lo podemos observar en la siguiente cita, como descripción de un hecho:
“Al caracterizar a muchas de las tribus de Americanos Nativos como ginecráticas, Paula Gunn Allen enfatiza la importancia de lo espiritual en todos los aspectos de la vida indígena y, por lo tanto, una intersubjetividad muy diferente en la que se produce el conocimiento que en la de la colonialidad del saber en la modernidad. Muchas tribus indígenas Americanas “piensan que la fuerza primaria en el universo era femenina y ese entendimiento autoriza todas las actividades tribales. (Allen, 1986/1992: 26).
La Vieja, Mujer Araña, La Mujer Maíz, Mujer Serpiente, Mujer Pensamiento son algunos de los nombres de creadoras poderosas. Para las tribus ginecráticas, la mujer está en el centro y “nada es sagrado sin su bendición ni su pensamiento.” (Allen 1986/1992: 13).
Reemplazar esta pluralidad espiritual ginecrática con un ser supremo masculino, como lo hizo el Cristianismo, fue crucial para someter a las tribus.” (Lugones, 2005:27). Así, se enmascaró la esclavitud y violencia que se vivió en estas tierras proferida por parte de personas extranjeras. Para ser una buena alumna, debía seguir y aprender de memoria información que fomentaba mi criterio a favor de una idea civilizadora europea frente a un pueblo con saberes inferiores y para alimentar esto, se visualiza como los conocimientos para una mujer, se daban de manera limitada, donde, yo no podía saber o conocer de determinados temas, que mi hermano si, como ejemplo, el saber cambiar una llanta o aprender a conducir un auto.
Actualmente se sigue percibiendo esto, con la molestia de mi padre porque uso el cabello corto, decido salir a alguna fiesta o simplemente por la manera en la que él y otros hombres se expresan; a lo que me refiero con esto, quisiera explicarlo con la siguiente cita:
Las costumbres verbales nos lo expresan también. La apropiación de las mujeres está explícita en el hábito semántico bastante trivial de mencionar a los actores sociales mujeres prioritariamente por su sexo (“mujeres”, las mujeres), hábito que nos irrita mucho, hábito polisémico por supuesto, pero del cual justamente este significado específico ha pasado desapercibido. En cualquier contexto, ya sea profesional, político, etc., toda calificación social es omitida o rechazada cuando se trata de los actores de sexo femenino, mientras que por supuesto estas mismas calificaciones, por sí solas, designan a los otros actores. (Curiel y Falquet: 22).
Es decir, mi construcción como individuo en un modelo educativo primero parental y luego institucional daba por hecho un proceso de colonialidad que aún se mantiene vigente.
Dentro de la idea decolonial es importante realizar distinciones étnicas, para hacer una identificación del individuo dentro de un grupo determinado, como lo son, afrodescendientes, indígenas, mestizos, blancos. En mi identificación pienso que soy mestiza, ¿qué es una mestiza entonces? Al investigar el significado de la palabra mestizo me encuentro con una definición de origen español, con carácter racial denigrante, utilizado en el siglo XVI, el desconocimiento de este término, me causa una sensación desagradable al darme cuenta de que un término tan usado comúnmente tenga un carácter humillante.
Y es así como me encuentro con el problema de mi individualidad. Se supone que la individualidad es, desde el momento de nacimiento, un derecho fundamental de cada persona. Pero, la individualidad también es una construcción social, que constriñe a una persona a pertenecer a un sistema legal, llamándolo civil o ciudadano. La individualidad es, en términos modernos, la expresión libre de toda persona dentro del marco de la legalidad, y dentro de las convenciones sociales o de grupos étnicos determinados. Para ser alguien debo pertenecer a un sistema social por obligación, pero la definición de mi individualidad es dada por y dentro de ese grupo social. Y es allí donde operan las relaciones de poder, que como nos hemos dado cuenta, en el caso del género, son relaciones coloniales del poder que subordinan a la mujer, que la construyen como subordinada.
Aníbal Quijano (2014: 1) da una definición del poder que ayuda enormemente a comprender en qué consiste la colonialidad del poder, no para hacer una teoría de clases, sino para dar herramientas que ayudan a explicar la clasificación social realizada por la colonialidad del poder en la modernidad; esta noción me ayuda a tener conciencia de mi propia represión individual como mujer.
Colonialidad es un concepto diferente, aunque vinculado con el concepto de colonialismo. Este último se refiere estrictamente a una estructura de dominación y explotación, donde el control de la autoridad política, de los recursos de producción y del trabajo de una población determinada lo detenta otra de diferente identidad, y cuyas sedes centrales están además, en otra jurisdicción territorial. Pero no siempre, ni necesariamente, implica relaciones racistas de poder. (Quijano, 2014: 1)
Sin percatarme de la profundidad histórica, o de los hechos propios del uso de la palabra mestizo, hago uso de una categoría histórica practicada dentro del lenguaje del colonizador, la hago valedera y práctico su tradición lingüística, sin que mis padres o una institución educativa me advierta de las cargas raciales de esta. La cultura colonial se disfraza de caracteres desconocidos pero populares.
3. Reflexión desde mis prácticas artísticas
Hablar del cuerpo se convierte en una relatoría de una serie de sucesos, de hechos propios, cargados de experiencias y emociones, que se hacen conscientes y comunican, mostrando la igualdad entre todos los seres y a la vez las diferencias psicológicas, de crianza y de toma de decisiones en la vida de cada uno. (Cita texto cucucuerpo-wordpress. LauOrozco11.)
Al revisar mi historial de proyectos artísticos, puedo notar que hay una mirada occidental en mi reflexión estética. Es decir, la academia Facultad funciona para mantener un discurso con base en la occidentalización del arte; fomenta y educa para seguir haciendo arte moderno, dentro del canon occidental. Un claro ejemplo es el espacio académico: Taller de Bidimensional, que debería llamarse pintura al óleo, dada la exigencia de los profesores en el uso de todo tipo de pigmentos y técnicas que son reflejo de una tradición europea; se estudia los “movimientos” pictóricos modernos de la escuela occidental modernista. Un discurso cuya universalidad pongo en duda. La persistencia de la práctica académica de realizar copias de cuadros “clásicos” de la época moderna como modelo educativo es hacer también una validación del discurso modernista. Hacer pensar que la pintura europea es la única pintura artística, es también una aceptación de la estructura hegemónica global sobre los ideales y conocimiento estético de otras culturas. Estructura que expande el prejuicio que afirma que los pueblos colonizados tienen un gusto inferior o carecen totalmente de él; todo ello en referencia a una concepción eurocéntrica del gusto y el juicio estético que se remonta a Emmanuel Kant.
En mi decisión profesional como artista en formación, conservo una práctica ancestral: la cerámica. En ella, se guarda un culto al trabajo realizado por los aborígenes, grandes alfareros y hacedores de la arcilla de gran misterio y habilidad. Tal vez, dentro de mi decisión decolonial está la de conservación de una práctica histórica de un pueblo con su historia casi exterminada, pero que se ha negado a desaparecer completamente.
En mi papel como ceramista, he descubierto la riqueza del material, tanto como la libertad para encontrarlo fácilmente y manipularlo con mis propias ideas, sin tener que hacer alguna copia, de algún artista reconocido o famoso en la historia del arte.
A través del uso de un material como la arcilla, me aprovecho de sus características de delicadeza, fragilidad y conservación. Esto, además de enseñarme a ser paciente, ya que su manejo requiere de esta virtud, me hace explorar en mi interior, mis pensamientos, y querer muchas veces llevar una contradicción en las cualidades del material, a esto me refiero con su fácil ruptura y su carácter utilitario. Siempre he querido tener un diálogo con la masa, con la arcilla, para llevarla y manejarla usando sus propiedades o poniéndola en una posición de enfrentamiento opuesta a sus propias condiciones.
Uno de mis trabajos realizado y en proceso, llevado a cabo a través de la reproducción en moldes, consiste en una crítica fuerte al sistema económico impuesto y a su vez consumista, con una pieza de origen “orgánico” como son mis dientes. Estos moldes se reproducen de manera que se hace una copia; a esa copia se le hace otro molde y copia. Y a esa última copia se le hace otro molde y otra nueva copia. Se continúa sucesivamente hasta quedar sin nada en las manos, como si fuese arena entre dedos y se empieza a perder detalle, además de cambiar de tamaño, haciéndose cada vez más pequeño, señalando en parte la originalidad y la durabilidad de todo lo que constituye el mundo material.
Laura Orozco. Si no, te rompen los dientes. Técnica: Cerámica- moldes. Instalación. 2015
En la indagación de la productividad y materialidad de mis dientes producidos en arcilla de diferentes tamaños, me encamine a realizar una nueva propuesta plástica, a modo de instalación. Pensada en esas propiedades del material rompible y haciendo una invitación a la intervención del otro, confrontándolo con una realidad, y como sucede en lo cotidiano, pero haciéndolo metafóricamente. Esta parte delicada del cuerpo da cuenta de esa organicidad, que es abruptamente interrumpida, cuando a alguien no le es permitido hablar, y de una bofetada se le calla. Y esto no solo a mí en particular, sino a grupos sociales que en un entorno social, son silenciados cuando intentan expresar ideas diferentes, a lo que ya está establecido. Por eso aquí no solo hay una dentadura, sino varias, haciendo alusión a la cantidad, a lo colectivo.
“Si no, te rompen los dientes”, es una provocación de la fragilidad que está expuesta allí, donde se realiza un tipo de insinuación a romper ciertas barreras. Allí donde la delicadeza es transgredida, haciendo también relación al ser humano en general que de una u otra manera siempre espera ser perturbado por otro o por su entorno. De esta manera, hago un llamado a esto sutilmente, pues solo es una invitación, que después se convierte en una reflexión en torno al enfrentamiento de nuestros propios impulsos, donde lo que es más valioso para nosotros –nuestro propio cuerpo- puede ser afectado y hasta destruido.
Y después de reflexionar acerca de ello, me pregunto ¿Cuántas veces han roto nuestros dientes? ¿Cuántas veces nos han metido los dedos en la boca? ¿Cómo podremos nosotros mismos romper, eso que es valioso para sí mismos? Esta propuesta, en general, lleva a muchas ideas, desde su propio título, como diciendo “si haces esto o aquello”, seguro si eres una “contestona”, te romperán los dientes; si te enfrentas y expresas tus ideas o si opinas diferente. Seguro, tal vez eso que es valioso para nosotros, como la crianza, el desarrollo como persona, deba ser transformado, y debe romperse, para poderlo nutrir y empezar de nuevo, como lo intento hacer ahora. Todo eso que digo, aquello con lo que no estoy de acuerdo, me lleva a enfrentarme a mis propios miedos, a desligarme de muchas cosas, que seguramente ya no quiero ser y pretendo construir un nuevo “yo”, mucho más enriquecido.
Además de plantearme estas preguntas, busco la manera de resolverlas a través del hecho de hacer: usar las manos para poder confrontarme y confrontar esta realidad en la que vivo y que me ha sido forjada, así que poco a poco, realizó propuestas artísticas, que aún se siguen trabajando. Aunque muchas veces, no terminó del todo satisfecha, voy en esa búsqueda y entre más complejo es, más me atrae.
Otro de mis trabajos es “Autorretrato”, con un aspecto un poco fuerte, pero con un estilo orgánico y de feminidad, que me llevan a poner en escena todo eso que me hace sentir y ser mujer en este entorno social y cultural, donde me han obligado a ser fuerte, tanto las circunstancias, como mi propia sensibilidad.
El acto de hacer un estudio anatómico a través de mí, me llevan a redescubrir mi ser, como cuerpo que ocupa un espacio y es afectado por un diario vivir, donde la constancia y la búsqueda son fundamentales en mi crecimiento y desarrollo como persona. Todo esto, me lleva a ser consciente de lo primordial, de esas partes por las que puedo obtener sensaciones y aprendizajes, que puedo comunicar y expresar.
Mi cuerpo toma aspecto de dureza, de cemento, recubierto por un extraño color, pareciendo una intervención hecha por el tiempo, pero no, solo son los acabados que doy a mi propia representación. Con ello planteó un diálogo conmigo misma, en relación a cómo me siento, muchas veces fuerte por fuera y frágil por dentro, como el mismo material cerámico en su naturaleza plástica y expresiva. La decisión de retratarme en arcilla, entra en diálogo con la característica moldeable del material, haciendo referencia de esta manera, a los modos en lo que he sido construida como persona, y mostrando una dureza, que a la vez ha sido construida por mí misma, al observar, que no he estado de acuerdo con muchas de las formas a través de las cuales se constituye tanto mi historia como la de mi entorno.
Por lo tanto, el estudio del cuerpo como autorreferencia, despliega una serie de características físicas que determinan la obra como una visualización de lo que soy y de mis partes físicas, donde los pies y las manos son fuente de prioridad, pues el caminar y el hacer, son hechos esenciales en mi cotidianidad, estos pies me han llevado a conocer lugares, personas, momentos y estas manos, me han llevado a realizar una vida llena de propuestas artísticas. Me muestro en una posición tranquila, desnuda, y usando el cabello corto, como lo he usado ya hace algún tiempo. Y vale la pena mencionar, que la primera vez que lo corte, mi padre dejo de hablarme unos 3 días, serio, manifestando el disgusto, y a veces sugiriendo que soy rebelde.
A manera de cierre
En este trabajo me ha servido para darme cuenta que en el núcleo familiar pueden tener lugar varias formas de colonización, a través del cuales se educa y se hace práctica de un modelo colonial, que se sigue desarrollando a través de los años y es aprobado, culturalmente, de familia en familia.
Además, después de haber realizado un revisión dentro de mis proyectos como artista en formación, he podido encontrar rastros de eurocentrismo implantados no solo por el sistema de educación, sino por diferentes medios de comunicación visual, televisión, internet, imágenes, libros, enciclopedias) y todos los medios usados para aprender más sobre aquellos temas que me interesan y que han marcado mis formas de hacer y pensar. En este trayecto he visto que hay varios lugares donde habita la colonialidad: la familia y las prácticas de formación artística; lo que me plantea al mismo tiempo una reto acerca de mis propias prácticas, cómo descolonizarlas en el horizonte posible de un arte decolonial.
Así, queda claro que es coherente hablar de la posibilidad de artes decoloniales. Decolonial no es solo arte aborigen o creado por artistas indígenas, el arte decolonial se manifiesta, de manera amplia, como una respuesta a diferentes tipos de represión y opresión cultural, histórica, social, económica, de género o raza, que aun rigen en el mundo. Las prácticas estéticas decoloniales son una forma de darle un giro ético y político a toda creación artística, pues el artista es un agente político e histórico activo, que reflexiona acerca de las tradiciones estéticas y decide si continuar con ellas o crear nuevos diálogos a través de otras posturas y formas de manifestar sus pensamientos y sus particulares modos de hacer.
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