DOI:

https://doi.org/10.14483/25009311.15691

Publicado:

2020-01-02

Número:

Vol. 6 Núm. 8 (2020): enero-junio de 2020

Sección:

Sección Central

Lo primordial es la cultura, la economía está mediada

The Main Thing is Culture, the Economy is Mediated

O primordial é a cultura, a economia está mediada

Autores/as

  • Víctor Rolando Bellido Aguilera Universidad José Martí de Latinoamerica
  • Adris Díaz Fernández Universidad de Monterrey, México

Palabras clave:

Cultural creation, subjectivity, economystique, technocracy (en).

Palabras clave:

Creación cultural, subjetividad, economística, tecnocracia (es).

Palabras clave:

Création culturelle, subjectivité, économystique, technocratie (pt).

Referencias

Bourdieu, P. (1997). Contra el fatalismo económico. Discurso pronunciado el 22 de noviembre de 1997 en la recepción del Premio Ernst Blocho. Alemania: Ludwigshafen.

Dussel, E. (1991). La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse. México: Siglo XXI Editores.

Lezama, J, L. (1988). “Confluencias,” en Confluencias. Selección de ensayos. La Habana: Editorial Letras Cubanas.

Marx, C. (1857-58 [1971]). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. (Borrador). Pedro Scaron (Trad.). Tomo 1. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

Morin, E y Brigitte, A. (1993). “La reforma del pensamiento”, en Tierra Patria (pp. 189-203). Barcelona: Cairos.

Cómo citar

APA

Bellido Aguilera, V. R. ., y Díaz Fernández, A. . (2020). Lo primordial es la cultura, la economía está mediada. Estudios Artísticos, 6(8), 84–95. https://doi.org/10.14483/25009311.15691

ACM

[1]
Bellido Aguilera, V.R. y Díaz Fernández, A. 2020. Lo primordial es la cultura, la economía está mediada. Estudios Artísticos. 6, 8 (ene. 2020), 84–95. DOI:https://doi.org/10.14483/25009311.15691.

ACS

(1)
Bellido Aguilera, V. R. .; Díaz Fernández, A. . Lo primordial es la cultura, la economía está mediada. estud. artist. 2020, 6, 84-95.

ABNT

BELLIDO AGUILERA, Víctor Rolando; DÍAZ FERNÁNDEZ, Adris. Lo primordial es la cultura, la economía está mediada. Estudios Artísticos, [S. l.], v. 6, n. 8, p. 84–95, 2020. DOI: 10.14483/25009311.15691. Disponível em: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/estart/article/view/15691. Acesso em: 13 nov. 2024.

Chicago

Bellido Aguilera, Víctor Rolando, y Adris Díaz Fernández. 2020. «Lo primordial es la cultura, la economía está mediada». Estudios Artísticos 6 (8):84-95. https://doi.org/10.14483/25009311.15691.

Harvard

Bellido Aguilera, V. R. . y Díaz Fernández, A. . (2020) «Lo primordial es la cultura, la economía está mediada», Estudios Artísticos, 6(8), pp. 84–95. doi: 10.14483/25009311.15691.

IEEE

[1]
V. R. . Bellido Aguilera y A. . Díaz Fernández, «Lo primordial es la cultura, la economía está mediada», estud. artist., vol. 6, n.º 8, pp. 84–95, ene. 2020.

MLA

Bellido Aguilera, Víctor Rolando, y Adris Díaz Fernández. «Lo primordial es la cultura, la economía está mediada». Estudios Artísticos, vol. 6, n.º 8, enero de 2020, pp. 84-95, doi:10.14483/25009311.15691.

Turabian

Bellido Aguilera, Víctor Rolando, y Adris Díaz Fernández. «Lo primordial es la cultura, la economía está mediada». Estudios Artísticos 6, no. 8 (enero 2, 2020): 84–95. Accedido noviembre 13, 2024. https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/estart/article/view/15691.

Vancouver

1.
Bellido Aguilera VR, Díaz Fernández A. Lo primordial es la cultura, la economía está mediada. estud. artist. [Internet]. 2 de enero de 2020 [citado 13 de noviembre de 2024];6(8):84-95. Disponible en: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/estart/article/view/15691

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Lo primordial es la cultura, la economía está mediada

Lo primordial es la cultura, la economía está mediada

The Main Thing is Culture, the Economy is Mediated

La culture est le fondamental, l’économie est médiatisée

O primordial é a cultura, a economia está mediada

Víctor Rolando Bellido Aguilera
Universidad José Martí de Latinoamerica, México
Adris Díaz Fernández
Universidad de Monterrey, México

Estudios Artísticos

Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Colombia

ISSN: 2500-6975

ISSN-e: 2500-9311

Periodicidad: Semestral

vol. 6, núm. 8, 2020

revestudiosartisticos.ud@correo.udistrital.edu.co

Recepción: 09 Septiembre 2019

Aprobación: 20 Octubre 2019



Resumen: Desde la perspectiva del humanismo cultural se hace la crítica al economicismo y la tecnocracia. En tal sentido, se califican el culto a la producción, la eficiencia económica y el poder material como factores que han ayudado a la imposición extrema del materialismo sórdido, el consumismo y el deterioro social y medio ambiental que padece la sociedad contemporánea. Se reflexiona sobre la base de la obra original y dialécticamente contradictoria de Carlos Marx, José Martí y Enrique Dussel, entre otros, y se argumenta la esencia creadora y socio-cultural del ser humano, con énfasis en su íntegra subjetividad, a la cual se asigna el rol primordial. Los autores califican como “economística” a las concepciones y prácticas que convierten lo económico en el fin y se extravían al no comprender que tanto la producción, como toda actividad científica, técnica y social en general han de ser concebidos y realizados como medios para el mejoramiento humano.

Palabras clave: Creación cultural, subjetividad, economística, tecnocracia.

Abstract: We carry out a criticism of economism and technocracy from the perspective of cultural humanism. To this purpose, the cult of production, economic efficiency and material power are described as factors that have helped the full imposition of a sordid materialism, of consumerism and have propelled the social and environmental deterioration suffered by today’s society. We reflect on the original and dialectically contradictory work of Karl Marx, José Martí and Enrique Dussel, among others, while arguing in favor of the creative and sociocultural essence of the human being, and of its complete subjectivity, to which we assign a primary role. The authors describe the conceptions and practices that make the market economy into an end by itself as "economystique", showing they lose their way because they do not understand that both production and all scientific, technical and social activities must be conceived and carried out as means for human improvement.

Keywords: Cultural creation, subjectivity, economystique, technocracy.

Résumé: Nous effectuons une critique de l'économisme et de la technocratie du point de vue de l'humanisme culturel. À cette fin, le culte de la production, l’efficacité économique et le pouvoir matériel sont décrits comme des facteurs qui ont contribué à l’imposition totale d’un matérialisme sordide, du consumérisme et ont propulsé la détérioration sociale et environnementale subie par la société actuelle. Nous réfléchissons au travail original et dialectiquement contradictoire de Karl Marx, José Martí et Enrique Dussel, entre autres, tout en plaidant en faveur de l’essence créative et socioculturelle de l’être humain et de sa subjectivité totale, à laquelle nous attribuons le rôle principal. Les auteurs décrivent les conceptions et les prati- ques qui font de l’économie de marché une fin en soi comme "économystique" et montrent qu’elles perdent leur chemin quand elles ne comprennent pas que la production et toutes les activités scientifiques, techniques et sociales doivent être conçues et réalisées comme des moyens pour l'amélioration humaine.

Resumo: Desde a perspectiva do humanismo cultural se faz a crítica ao economicismo e à tecnocracia. Nesse sentido, se qualificam o culto à produção, a eficiência econômica e o poder material como fatores que têm auxiliado a imposição extrema do materialismo sórdido, o consumismo e a deterioração social e do meio ambiente dos quais padecem a sociedade contemporânea. Refletese aqui sobre a base da obra original e dialeticamente contraditória de Carlos Marx, José Martí e Enrique Dussel, entre outros, e se argumenta com a essência criadora e sociocultural do ser humano, com ênfase em sua subjetividade íntegra, que desempenha o papel principal. Os autores qualificam como “economística” as concepções e práticas que convertem o econômico em fim e, às vezes, se perdem ao não compreender que tanto a produção como toda atividade científica, técnica e social, em geral, devem ser concebidos e realizados como meios para o aperfeiçoamento humano.

Palavras-chave: Criação cultural, subjetividade, economística, tecnocracia.

La economía está mediada

Pensar es servir. Crear es pelear; crear es vencer.

José Martí

En épocas de crisis económico-social, el sector tecnocrático intenta imponer de manera categó- rica el dogma (no marxista) de que la producción económico-material es primordial para poder resolver todos los problemas socioculturales. El principal argumento que usa el poder administra- tivo es muy parecido al del bodeguero privado: “hoy no fío, mañana sí”. Los tecnócratas se encar- gan de propagar la fábula: “hoy lo fundamental es resolver los problemas materiales y, cuando estén resueltos, habrá tiempo para pensar”. Esto es algo así cómo hoy no es conveniente reflexionar, pues esto sería un entorpecimiento, una desviación, una pérdida de energías en momentos en que “todo” es necesario consagrarlo a la acción productivo-material mejoradora. Por supuesto, pretenden hacernos olvidar que todas las crisis acaecidas a lo largo de la historia humana, solo pudieron ser avizoradas, analizadas y superadas por el pensamiento (imaginación, invención, creatividad, esperanza, literatura…) en su acepción más amplia: científico, académico, artístico y popular.

La tecnocracia, los grandes administradores económicos y políticos que entendieron mal o muy poco la enjundia dialéctica del marxismo, separan cuerpo y alma, objeto y sujeto e intentan romper la compleja y básica unidad social y humana. Para ir centrando la reflexión sobre la base del pensa- miento vivo de Carlos Marx, es muy interesante partir de su siguiente afirmación: “a fin de que no se olvide la diferencia esencial por atender solo a la unidad, la cual se desprende ya del hecho de que el sujeto, la humanidad, y el objetivo, la naturaleza, son los mismos” (citado por Dussel, 1991). De donde es fácil darse cuenta que la producción no es el todo, sino parte de la sociedad; así también la economía. Ambas, producción y economía están fundadas, es decir, son porque hay una sociedad que les permite existir, y no, ingenuamente, a la inversa. Se produce, y hay economía para la socie- dad. Es un dislate presentar a la economía como un Moloc al que tienen que inmolarse los seres humanos. Ni la economía ni la producción producen, quienes producimos somos los seres humanos, la sociedad, el trabajo vivo. Cuando la economía pasa a mandar, como sucede en el capitalismo, dentro del cual se fetichiza la mercancía y en lugar de reparar necesidades humanas verdaderas pasa a satisfacer las insaciables ansias de ganancia del capital y necesidades artificiales alimentadas por el mismo, entonces el trabajo vivo, el trabajador y, a la larga la sociedad humana y la naturaleza planetaria terminan gravemente dañados.

Los capitalistas pragmáticos, grandes creyentes religiosos en lo formal, son más materialistas que los materialistas ingenuos que prohijó toda la seudoteoría del conocimiento estalinista, empeñada en demostrar que la naturaleza es anterior a la conciencia. El materialismo cosmológico e ingenuo prohijado bajo Stalin, no solo se mantiene vivo en algunas cabezas insulares, sino lo que es mucho peor, todavía esta íntegro en algunos manuales que se siguen orientando por algunos profesores de marxismo leninismo. Aclaramos, de paso, que el leninismo gnoseológico de “Cuadernos filosóficos” y “Materialismo y Empiriocriticismo”, es enjundioso y dialéctico, y tiene muy poco que ver con la papilla preparada por los académicos estalinistas, sin que esto quiera decir que en estos textos de Lenin están contenidas todas las claves para la superación del positivismo y de la simplificación economicista del pensamiento de Carlos Marx.

Lo que se olvida es que Marx buscaba la esencia económica del capitalismo, desentrañar el porqué de su surgimiento y desarrollo y el cómo superarlo. En esas indagaciones no se adentró por los altisonantes senderos gnoseológicos, sino que fue directo a la producción y aquí vio lo que en verdad interesa: la naturaleza trabajada. ¿Trabajada por quién? Pues trabajada por el trabajo vivo, por el “sujeto que trabaja”. Entonces, para ser marxistas en esto, hay que reconocer la primacía del sujeto como subjetividad que transforma a la naturaleza. Enrique Dussel (1991) lo resume así: “Para Marx lo primero, en cuanto a constitución del valor pero igualmente en la “asociación de hombres libres de la producción comunitaria es el sujeto que trabaja: la subjetividad productora.” La posición contraria a Marx es materialismo ingenuo y cosmológico, que puede llegar a alcanzar altísimos vuelos quiméricos (es decir, cada vez más separados de la práctica productiva, poiética, creadora) para justificar e imponer su dogma.1 El materialismo ingenuo, cosmológico y dogmático de los manuales no pudo, no puede y jamás podrá entender a José Martí ni al ejército de voluntariosos epígonos de la utopía razonada

Imagen 1. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.
Imagen 1. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Enrique Dussel, hace una apabullante crítica al manual “Fundamentos de la filosofía marxista”, primera parte, titulada “Materialismo dialéctico”, de F.V. Kontantinov, y lo califica de materialismo ontológico, cosmológico, intuitivo e ingenuo (ese es el manual que se usó en Cuba abundantemente hasta casi el año 2000, a pesar de que estaba escrito desde 1951, en plena parálisis estalinista). La pregunta que Marx se haría es: “¿Qué es lo primero, el sujeto de trabajo, el obrero, el productor, o la materia del trabajo o la naturaleza como tierra laborada?”. A esta pregunta Marx respondería, según Dussel, así: “El primero es el sujeto que trabaja.

Y esto sería el materialismo histórico” (p. 36). La naturaleza que interesa a Marx, a José Martí y a los esperanzados del mundo, la que interesa a los que piensan, sienten y crean con una concepción cultural, no es la naturaleza anterior a los seres humanos, sino la trabajada, la que es objeto de la actividad creadora-productiva. De esta concepción es que arranca que el ser humano-social es lo primordial y todo lo demás: naturaleza trabajada, economía, producción… es lo secundario: ¿Qué tiene que existir antes, que tiene que estar constituido como subjetividad para que pueda haber “naturaleza trabajada”, “economía” y “producción material”? No es que la economía no nos interese. Sí nos interesa y mucho, pero en el sentido de hacerla economía para el mejoramiento humano. No es que la naturaleza no nos interese; sí nos interesa, en el rumbo de protegerla, mejorarla y mejorarnos con ella. Como resume Dussel, “en Marx la materia es lo constituido a posteriori por la subjetividad humana (física y espiritual), como trabajo, producción” (p. 36). Como campo de realización de la poiesis.

Poiesis proviene del griego, donde significaba o significa: Trabajo, fabricación, producción, operación. A partir de ahí, se usa el concepto en un sentido mucho más cultural y amplio como creación. Esta creación emana del trabajo, de la fabricación, pero no solo en sentido material, de fabricar o producir objetos, sino en sentido histórico, de que el ser humano se va creando a sí mismo en sociedad y cultura de modo material y, al mismo tiempo, espiritual. Es decir, poiesis es también fabricación de ideas, de sentimientos, de valores éticos y esté- ticos, relacionados con una práctica coherente y arriesgadamente justiciera. Usado como un término genésico, que es fruto y semilla, consecuencia y causa, a la vez, de la sociedad humana y del mismo ser humano social.

Por poiesis entendemos al sujeto social y humano, históricamente constituido, su capacidad de creación. Es este sujeto creador (productor, diría Marx), lo primordial. El materialismo histórico de Marx parte de este reconocimiento de que lo primario es el sujeto productor, de donde se deriva nuestra comprensión de que producción y economía están fundadas, es decir, son porque hay una sociedad que les permite existir, y no, ingenuamente, a la inversa. Se produce, y hay economía para la sociedad. Es un dislate presentar a la economía como un Moloc al que tienen que inmolarse los seres humanos

Del economicismo a la utopía razonada

Actualmente tratan de inventar que el mundo social está escrito en lenguaje económico. (Bourdieu, 1997, p.1)

Para Bourdieu (1997), en el discurso de la ofensiva neocapitalista, el neoliberalismo es una nueva ideología de la eficiencia, que realza el valor de lo económico y se sustenta en una teología matemática: “esta filosofía tiene y reconoce como su único objetivo la permanente creación de riqueza y, más secretamente, su concentración en manos de una minoría privilegiada” (p. 2). Con el objetivo funda- mental de maximizar las ganancias.

El destacado sociólogo francés, afirmó que Reagan, Thatcher y sus demiurgos, pusieron todo el énfasis en dar la máxima libertad a los mercados financieros “para llevar adelante una guerra total contra los sindicatos, contra las adquisiciones sociales de los últimos siglos, en una palabra, contra todas las formas de civilización asociadas con el estado social” (Bourdieu, 1997, p. 2). Y continuó señalando las graves consecuencias sociales que ha provocado el neoliberalismo y añade: “La autonomía de la cual gozaban los universos de la producción cultural en relación al mercado, que había crecido continuamente por medio de las luchas de los escritores, artistas y científicos, está cada vez más amenazada” (p. 3). El neoliberalismo pretende arrasar con todo tipo de conquista socio cultural.

Bourdieu, todavía actual en tantos aspectos, explicó cómo el mercado y lo comercial amenazan con arrasar toda la literatura y el cine, y otras artes, de valor. Y esto solo podrá evitarse si se les entrega a los artistas el control de la producción y, también, de la distribución. Se lamentó de cómo muchos intelectuales colaboraron activamente a favor de la imposición de la ideología neoliberal en especial denunció el daño ocasionado por los filósofos postmodernos al desmontar las narrativas utópico-participativas. Propuso el utopismo-razonado (que es un concepto que ya había sido utilizado por Ernst Bloch en su crítica a Bacon).. Ni la economía ni la producción producen, quienes producimos somos los seres humanos, la sociedad constituida de modo humano sobre la base de la cultura.2

Bourdieu no se olvidó de precisar que, para Marx, el sociologismo es la pura sumisión a las leyes económico-sociales; en tanto, la utopía consiste en el desafío audaz de estas leyes. En la actualidad, necesitamos utopismo y lucha a brazo partido contra la economística y, en especial, contra una de sus manifestaciones más palmarias, que es la del belicismo atrincherado tras la industria armamentista y el fomento de guerras que traen suculentos “dividendos” a los que las provocan y fomentan, pero no las padecen.

Frente a esos desenfrenos del ansia desmedida de la ganancia, el utopismo racional es un equilibrio, basado en el balance entre el profundo cono- cimiento de las leyes y la práctica esperanzada para alcanzar una realidad mejor, posible solo si se actúa con ilusión, organización y voluntad. Exige ir mucho más allá del romanticismo, del humanismo superficial y del escepticismo desesperanzado. Por tanto, ni ilusión quimérica ni derrotismo.

Decir que la economía es lo fundamental es lo mismo que decir que el dinero es la medida de todas las cosas. Este es el pensamiento que intentan imponer los banqueros y los dueños del capital financiero, y los que quieren libertad para hacerse más ricos: “al establecer la ganancia como criterio único para evaluar la educación, la cultura, el arte, la literatura, nos condena a una prosaica civilización desabrida de "fast food", novelas de aeropuertos y guisos televisivos” (Bourdieu, 1997, p. 4).

Son muchos y muy peligrosos los deslumbramientos economicistas, tanto los que emanan del neocapitalismo como los que propaga la mediocridad del burocratismo autoritario. En ambos extremos la reflexión económica necesaria y útil se abandona en nombre de la crematística que, en el rumbo que denuncio se parece demasiado a la eficiencia a todo costo, hija dilecta del racionalismo quimérico. Sigue siendo válida la alerta que en 1993 hicieron Edgar Morin y Anne Brigitte, en torno a la carencia y hasta falta de alma que una ciencia puede llegar a padecer: “La economía, que es la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la ciencia social y humanamente más retrasada, pues se ha abstraído de las condiciones sociales, históricas, políticas, psicológicas, ecológicas inseparables de las actividades económicas” (1993, p. 189).

La verdadera sabiduría

El saber que no nos pertenece y el desconocimiento que nos pertenece forman para mí la verdadera sabiduría. (Lezama, 1988, 417)

En el caso insular cubano, José Martí y José Lezama Lima nos dan la naturaleza y la sobrenaturaleza, entendiendo esta última, dentro de la concepción lezamiana que es consecuente con la del arpista universal, como la efímera capacidad humana para liberarse del tiempo a través de la reconstrucción de la imagen; sobre este punto, el Argonauta de Trocadero en el ensayo “Confluencias”, hace una inscripción imperecedera: “Frente al determinismo de la naturaleza, el hombre responde con el total arbitrio de la imagen” (Lezama, p. 418). Y por su parte Martí, en tanto, no nos deja escapar de los asombros y va en sus reflexiones de lo natural a lo social, de lo colectivo a lo personal, de lo artístico a lo científico, de lo moral a lo político y así sucesivamente con tono equilibrado y armónico. El cree y se guía por la ley del equilibrio y donde quiera que coloque su mirada hechiza con la gracia de la moderada pasión, de la razonada virtud, del medido ardor. Igual que en Lezama, en él no se da el más mínimo desprecio ni subestimación de lo científico:

No es que desdeñemos la ciencia; nos abrazamos con fervor a ella; con activa admiración la perseguimos; aprendemos lo que nos dice, veneración nos inspiran sus esfuerzos, pero cuando la ciencia se pone engreída y prepotente, especialmente contra aquellos que piensan y preguntan, la rechazamos con blandura, pero con energía. (Martí, 1987, p. 413)

Empero, no ha sido un camino fácil acceder a la verdadera sabiduría que es capaz de incorporar certezas en medio de la incertidumbre, y viceversa. La propia historia de la ciencia occidental aporta muchos ejemplos de incomprensiones e intolerancias contra los paradigmas y los modos diferentes de pensar. Lezama (1988) merodea y lo sugiere en su “Preludio a las eras imaginarias”, ya en 1958:

Con ojos irritados se contemplan la causalidad y lo incondicionado. Se contemplan irreconciliables y cierran filas en las dos riberas enemigas. Gustaba la causalidad, pacificada, de los enlaces más visibles. Enlaces que se sumergían o adquirían su halo de visibilidad en los placenteros criterios de la finalidad. (p. 370)

Martí (1975), que ha conocido en profundidad a Comte y no está contra el positivismo ni contra el realismo, sino contra sus exageraciones, señaló las cualidades del primero e, incluso, lo clasificó según su rango de la siguiente manera: “El positivismo tiene dos valores: el absoluto y el relativo. El absoluto es el de su método. El relativo es el extremo opuesto al ideologismo exagerado” (p. 410). En consecuencia, para el veedor más profundo que en dicha hemos tenido, hay un “positivismo que se detiene en el fenómeno. (Otro que) reconoce algo más que el fenómeno (y, finalmente, un tercero, muy superior a los anteriores, que ve) la relación que los mueve” (p. 411, los paréntesis son propio) Si el primero es el positivismo dogmático, el tercero es el positivismo crítico. Martí está, no caben dudas, con este positivismo crítico que opta por la esencia sin desdeñar los detalles. No por una esencia en abstracto, de rancia metafísica, sino concreta, incluyente, hecha de participación, de partes y, por ello mismo, dinámica, histórica, que cambia, que se transforma. Así, “el positivismo esgrimido con tino es útil” (p. 409)

Imagen 2. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.
Imagen 2. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Es el sendero más exigente, el de la comprensión de los asombros, donde la duda y la certeza se toman de las manos y son capaces de construir el mismo rumbo. De aquí el exergo arriba iluminante: “El saber que no nos pertenece y el desconocimiento que nos pertenece forman para mí la verdadera sabiduría”. Es un asunto fundamental, al que José Lezama Lima dedica extensas e intensísimas meditaciones, como si le persiguiera la saeta preguntona: ¿Dónde pueden concurrir la causalidad y lo incondicionado? Esta cuestión parece ser una de las preguntas primordiales de su “Preludio a las eras imaginarias”.

Hay que seguirle, aunque sea brevemente en lo que dice sobre el azar, la causalidad y la doble concurrencia. Veamos: “El azar es una selección que brota de una lectura descifrable; las cadenas causales, adelantándose, son los torreones donde el azar sucumbe” (Lezama, 1988). En tanto,

la lucha de la causalidad y su incondicionado era de raíz mucho más trágica que la que ofrecían la causalidad y las metamorfosis. Trasladada la antítesis causalidad y metamorfosis al mundo griego de la poiesis, la causalidad parecía convertida en sustitución y la metamorfosis en imagen. (p. 375)

Y, entonces, cuál es esa doble concurrencia: “Residuo de la causalidad sobre lo incondicionado, es un doble. Eco de lo incondicionado anegando e iluminando la causalidad, es un doble” (p. 378). El Argonauta de Trocadero ha hecho las lecturas más proficuas del homúnculo mejor de la nación, José Martí (1975), que en su ensayo “Darwin ha muerto”, al hacerse nos hizo las preguntas primordiales:

¿Es que es loca la ciencia del alma, que cierra los ojos a la ciencia del cuerpo que la mueve, la aposenta y la esclaviza, y es loca la ciencia de los cuerpos que niega las leyes del alma radiante, que llena de celajes, dosela y arrebola y empabellona la mente de los hombres? (Y, ya en medio de los túneles, exclama:) La vida es doble. Yerra quien estudia la vida simple. (p. 373, el paréntesis es propio)

Hemos entrevisto que para Lezama “el intercambio entre la vivencia oblicua (de la causalidad) y el súbito (de lo incondicionado) crea (…) el incondicionado condicionante, es decir, el potens, la posibilidad infinita” (Lezama, 1988, p. 383). Entiéndase por potens, el posible en la infinitud. Pero: ¿dónde pueden concurrir?, pues en la poesía, donde Saturno deja de devorar a sus hijos y lo incondicionado se hace visible a través de un árbol: “Esa concurrencia (…) que ofrece la poesía, es hasta ahora el mayor homúnculo, el doble más misterioso creado por el hombre” (Martí, 1975, p. 378).

A su vez, el Justiciero de la calle Paula, que ensayó sus armas contra el positivismo dogmático y ha llegado a exclamar que “en arte, no hay verdades reales ni accidentales (…), (sino que) lo que es, es eterno” (Martí, 1975, p. 428), y que ha mirado en profundidad los peligros que emanan de toda exageración, de todo extremismo que ¡Mata o tiraniza!, y al cual, oportunamente entonces le dice:

En nombre de la libertad de pensamiento (…) condena a los que tienen la osadía de pensar de un modo distinto al del fundador de la filosofía positivista! ¡Vaya con los fundadores, cualesquiera que éstos sean!, (nunca olviden que) el amor es lo único fructífero. (p. 426, el paréntesis es propio)

Donde el amor aparece como antecedente y metáfora de la concurrencia lezamiana, en el abrazo de la causalidad con lo incondicionado.

La subjetivización de la economística como el camino que más necesitamos

El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos.

José Martí

El trabajo vivo. (…) El trabajo como subjetividad.

Carlos Marx

La producción no es la economía, y esta no es lo opuesto a la espiritualidad, sino lo que constituye a la naturaleza como objeto de trabajo. Carlos Marx habla de producción, distribución y consumo, sobre cómo la primera determina a las otras, pero también a la inversa, porque se dan en la realidad de manera muy rica y compleja, no lineal. Tampoco habla Marx de estructura y superestructura, pues esta última metáfora es muy simple y no cabe en su rico pensamiento.

Es interesante, también, que Marx llama trabajo objetivado y, por tanto, trabajo muerto, al ya convertido en medios materiales. Antes de Marx se pensaba que eran esos medios de producción, propiedad privada del capitalista, los que producían mágicamente la ganancia. El gran descubrimiento del Prometeo de Tréveris es el hallazgo de que la plusvalía no sale del trabajo muerto, sino del trabajo vivo: “Lo único diferente al “trabajo objetivado” es el trabajo “no-objetivado”, que aún no está objetivado, el trabajo como “subjetividad.” (Marx, traducido por Scaron, 1971).3 Ese trabajo como subjetividad solo puede existir como sujeto vivo, es decir, como trabajador. El trabajador es un sujeto individual pero social y la sociedad que produce es un sujeto colectivo. Es la subjetividad (el trabajo vivo social) el que produce a la economía. Esto es lo que olvidan o simulan olvidar los defensores de la economística cada vez que intentan convencernos de que la cultura no es necesaria o, al menos, se puede poner en un segundo plano.

Imagen 3. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.
Imagen 3. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Recordar que para Dussel lo distinto no es lo mismo que lo diferente. “Distinto” indica a alguien (el otro) que está fuera de la totalidad. Mientras que lo diferente es lo subsumido en la totalidad.

Enrique Dussel desarrolla estas ideas de Carlos Marx, y considera al sujeto vivo, al trabajador, como la exterioridad (lo exterior al capital), es decir, lo distinto.4 El trabajo vivo es no-capital pero es quien crea el plus-valor. El dueño del capital no le comprende, porque es distinto, pero el verdadero creador es el que trabaja. En nuestra discusión con el tecnocratismo de vocación economicista, se da esta misma contradicción antagónica entre el incluido (que posee las palancas de decisión y mando) y el otro excluido (que a veces es tratado como objeto y sufre las consecuencias de ello).

La tecnocracia económica, que tiene muy corta visión, que no ve lo mediato, va a reducir cuanto pueda y cuanto se lo permitamos, al distinto-creador. La economística, acosada por las necesidades de la inmediatez considera un lujo lo cultural porque para ella solo existe el problema presente; no alcanza a ver el proceso y mucho menos puede avizorar que el movimiento socio-económico no va a detenerse para esperar a que sean resueltos los “cruciales” problemas económicos. Mientras la economística (el burocratismo) y su séquito de servidores (los tecnócratas) resuelven los acuciantes problemas económicos inmediatos, se acumulan, se agudizan y estallarán los socioculturales y, encima, cuando vengan a darse cuenta, tampoco han resuelto los económicos porque la sociedad es un todo que no puede ser seccionado en partes. Sin proponérselo, cinco años después no habrán resuelto el problema eco- nómico y habrán contribuido a deteriorar la validez y legitimidad de los símbolos que defendemos.

Nos desesperamos, porque es cultural, porque es humano y porque desde esta perspectiva nos resulta claro (desde Marx), que desarraigar, reducir, subordinar a la cultura es privar a la propia economía de su motor principal, porque solo puede producir el trabajo vivo (y libre, además, en el socialismo entendido como una ampliación de la libertad y de la subjetividad, es decir, como todo lo contrario del autoritarismo y la represión; incluso en el capitalismo el “trabajo libre” también es lo primordial, puesto que el obrero tiene que ser “libre” para poder vender su fuerza de trabajo) y, al mismo tiempo, es cavar una contradicción antagónica entre producción (que debe ser para la vida) y reproducción (por supuesto de la vida humana, que lo es porque es cultural). La cultura representa para mí la representación máxima del trabajo vivo, capaz de crear la “infinita posibilidad universal de la riqueza” (esta última frase es de Marx).

Hay que prestar atención a la economía, hay que organizar la producción, hay que ahorrar todo lo que se pueda ahorrar, entre otras cosas, pero lo que no se debe decir, y no debemos aceptar, es que la cultura es secundaria, mediata, que debe y puede esperar. Mejorar la economía, hacer más eficiente la producción y ahorrar recursos, y todo lo que se quiere por ese camino es, sencillamente, imposible si no se inspira y se hace por y para la cultura. Si el trabajo vivo, en el socialismo, solo trabaja para mejorar-enriquecer la economía (sin una visión y un fin cultural, sin símbolos compartidos de fraternidad, justicia e igualdad) dejaría de ser “libre” y se convertiría, como en el capitalismo, en trabajo enajenado, trabajo para otro, que no da alegría ni desarrolla: “Bajo las condiciones de la propiedad privada, la enajenación de mi individualidad es tal, que esta “actividad” me resulta detestable, es un tormento” (Marx citado por Dussel, 1991, p.143).

Por el camino de la economística terminaríamos aceptando que la riqueza material (la economía) es la que produce al ser humano. No hay que ser marxista para saber que son las mujeres y los hombres los que producen la riqueza. Y no la hemos de producir, al menos en un proyecto social que se auto- denomine “emancipador”, ni para los capitalistas ni para los burócratas (que no son los que trabajan en oficinas, sino los que presentan su interés particular como el interés y el beneficio de todos y luchan con las armas del secreto para acrecentar sus privilegios), ni la producimos para el futuro, sino para nosotros mismos y para hoy.

Se comprenderá mejor lo que exponemos sobre la defensa que debemos hacer de la cultura, cuando se entienda que por ella no hay que entender solo a las bellas artes, ni tampoco reducirla al mundo intelectual (ciencia, educación, arte y literatura…) ni, mucho menos, limitarla ontológicamente a lo tradicional o ya creado que, como una identidad congelada haya que defender. Cuando decimos cultura estamos pensando en dos pilares: uno, como capacidad de creación humana, es decir, como trabajo vivo y, dos, como conjunto o sistema de valores, sentidos y significados más o menos compartidos que anteceden-coexisten-suceden a toda la práctica social. Aclaramos, también, que no aceptamos el populismo de decir que el arte y la literatura no son importantes, pues más que importantes son imprescindibles y deben ser concebidos como los mejores recursos, muchas veces utópicos, con que nos es dado contar para desentrañar de dónde venimos y hacia dónde vamos y que son más necesarios y útiles, precisamente, mientras más se oscurece un contexto social dado, porque ellos son como la luz.

No hay que temer al hecho posible de ser calificados de idealistas, utópicos, románticos… Hasta los que así nos califiquen, estarán conscientes de que el mundo actual anda bastante necesitado de idealismo romántico, de ternura y sueños, de preocupación por el “otro” ser humano y de símbolos que nos ayuden a vivir y a compartir. Aclaramos, también, que no somos dogmáticamente marxistas y, al mismo tiempo, no renunciamos a sus esenciales aportes para la comprensión “materialista” de la historia y de los procesos sociales, que también “idealistas” y dialécticamente subjetivos, lo que se desprende de toda atenta lectura de los textos originales de Carlos Marx, donde los términos de sujeto, subjetividad, trabajo vivo y emancipación a través de la voluntad y la lucha germinan por todas partes.

No creemos en el “marxismo manualesco” que nos habla de leyes objetivas y determinantes del desarrollo. Aceptar la existencia y vigor de estas leyes es renunciar a la voluntad humana y a la capacidad infinita de creación cultural y, más que nada, es también renunciar a la creciente necesidad de una utopía razonada.

En este tema de la relación entre cultura y economística no debemos cejar ni un ápice. La economística es demagógica hasta en aquellos momentos en que cree estar actuando por amor, es parte de la misma lógica del capital, que simulaba no darse cuenta de dónde sale la plusvalía que luego se materializa en ganancia. Desde Marx sabemos que en la producción el capital obtiene plus-trabajo, que no paga y, luego, en la circulación, realiza más de lo que realmente puso. El capital, además, tiene una sed infinita de ganancia. Si hiciéramos caso de los economísticos, incluso en el socialismo, estaríamos alimentando, también, “su sed infinita de producir para la propia producción” y ese círculo vicioso lleva a la producción para el sumo provecho de los economísticos. Tanto los dueños del capital como los economísticos (dueños de la universalización del discurso) obligan a producir para sí mismos.

Justamente, lo que requerimos como no es la ampliación infinita de las necesidades sobre la base de la expansión inacabable de la economía (lo que demanda producir más para satisfacer todo tipo de apetitos, sostenibles o no): lo que demandamos es el crecimiento constante de la cultura para vivir con más calidad de vida y mayores cuotas de felicidad, lo cual tiene que ver directamente con la creación de diferentes estilos de vida y la satisfacción de las necesidades verdaderas. Para los que piensen que estamos proponiendo un idea- lismo arcádico, una vuelta al pasado, aclaramos que no, porque en el pasado esta utopía nunca se dio, al menos a escala de una civilización, imperio o nación. Tampoco estamos despreciando lo civilizatorio (entendido como fuerzas productivas), sino intentando su sometimiento “racional”, “sentimental” y “utópico” a los dictados de la ética y la cultura.

Bourdieu, P. (1997). Contra el fatalismo económico. Discurso pronunciado el 22 de noviembre de 1997 en la recepción del Premio Ernst Blocho. Alemania: Ludwigshafen.

Bourdieu, P. (1997). Contra el fatalismo económico. Discurso pronunciado el 22 de noviembre de 1997 en la recepción del Premio Ernst Blocho. Alemania: Ludwigshafen.

Dussel, E. (1991). La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse. México: Siglo XXI Editores

Lezama, J, L. (1988). “Confluencias,” en Confluencias. Selección de ensayos. La Habana: Editorial Letras Cubanas.

Marx, C. (1857-58 [1971]). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. (Borrador). Pedro Scaron (Trad.). Tomo 1. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

Morin, E y Brigitte, A. (1993). “La reforma del pensamiento”, en Tierra Patria (pp. 189-203). Barcelona: Cairos.

Notas

1 Ver especialmente las páginas 177 y 178, con sus notas incluidas, de La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse, Siglo XXI, México, 1991; en la cual Dussel muestra que, si bien Marx tuvo poco que ver con “Anti-Dürhing” y “Dialéctica de la naturaleza”, de Engels, todavía en estas dos obras está viva la dialéctica y no se cae burdamente en el materialismo ingenuo y cosmológico, aunque sí dio razones para el surgimiento de esta “ideología” que va a irse imponiendo sobre todo a partir de 1929. Dussel identifica como la misma “ideología” al materialismo cosmológico y el estalinismo, donde se sepulta la teoría de la producción de Marx. Para Dussel, Marx es más un realista crítico que un materialista, y mucho menos de esa camada de materialistas positivos o científico-naturalistas. Esto tiene que ver con la grandeza filosófica de Marx, que se aprecia incluso en El capital, a pesar de que este es una obra de economía política.
2 Saint John Perse, en su Discurso de aceptación del Premio Nobel, en diciembre de 1960, expresó: “Sólo la inercia es amenaza. Poeta es aquel que rompe, para nosotros, la costumbre”. Así, no solo hay poetas en verso, también los hay en narrativa y ensayística, en organización del trabajo y, por supuesto, en los obreros, los campesinos, los artesanos, los trabajadores por cuenta propia, los científicos, los médicos… El que “rompe la costumbre”, el que se rebela contra la opresión, el que comprende y mira desde lo “otro” … es poeta. Lamming, llega a decir: “La poesía es una forma de escuchar”. (2010, p. 29.)
3 Ver C. Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador), traducido por Pedro Scaron, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 1971. Tomo 1, p. 213. Según Dussel, La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse, Siglo XXI, México, 1991, p. 137.
4 Recordar que para Dussel lo distinto no es lo mismo que lo diferente. “Distinto” indica a alguien (el otro) que está fuera de la totalidad. Mientras que lo diferente es lo subsumido en la totalidad.

Recibido: 9 de septiembre de 2019; Aceptado: 20 de octubre de 2019

Resumen

Desde la perspectiva del humanismo cultural se hace la crítica al economicismo y la tecnocracia. En tal sentido, se califican el culto a la producción, la eficiencia económica y el poder material como factores que han ayudado a la imposición extrema del materialismo sórdido, el consumismo y el deterioro social y medio ambiental que padece la sociedad contemporánea. Se reflexiona sobre la base de la obra original y dialécticamente contradictoria de Carlos Marx, José Martí y Enrique Dussel, entre otros, y se argumenta la esencia creadora y socio-cultural del ser humano, con énfasis en su íntegra subjetividad, a la cual se asigna el rol primordial. Los autores califican como “economística” a las concepciones y prácticas que convierten lo económico en el fin y se extravían al no comprender que tanto la producción, como toda actividad científica, técnica y social en general han de ser concebidos y realizados como medios para el mejoramiento humano.

Palabras clave

Creación cultural, subjetividad, economística, tecnocracia.

Abstract

We carry out a criticism of economism and technocracy from the perspective of cultural humanism. To this purpose, the cult of production, economic efficiency and material power are described as factors that have helped the full imposition of a sordid materialism, of consumerism and have propelled the social and environmental deterioration suffered by today’s society. We reflect on the original and dialectically contradictory work of Karl Marx, José Martí and Enrique Dussel, among others, while arguing in favor of the creative and sociocultural essence of the human being, and of its complete subjectivity, to which we assign a primary role. The authors describe the conceptions and practices that make the market economy into an end by itself as "economystique", showing they lose their way because they do not understand that both production and all scientific, technical and social activities must be conceived and carried out as means for human improvement.

Keywords

Cultural creation, subjectivity, economystique, technocracy.

Résumé

Nous effectuons une critique de l'économisme et de la technocratie du point de vue de l'humanisme culturel. À cette fin, le culte de la production, l’efficacité économique et le pouvoir matériel sont décrits comme des facteurs qui ont contribué à l’imposition totale d’un matérialisme sordide, du consumérisme et ont propulsé la détérioration sociale et environnementale subie par la société actuelle. Nous réfléchissons au travail original et dialectiquement contradictoire de Karl Marx, José Martí et Enrique Dussel, entre autres, tout en plaidant en faveur de l’essence créative et socioculturelle de l’être humain et de sa subjectivité totale, à laquelle nous attribuons le rôle principal. Les auteurs décrivent les conceptions et les prati- ques qui font de l’économie de marché une fin en soi comme "économystique" et montrent qu’elles perdent leur chemin quand elles ne comprennent pas que la production et toutes les activités scientifiques, techniques et sociales doivent être conçues et réalisées comme des moyens pour l'amélioration humaine.

Resumo

Desde a perspectiva do humanismo cultural se faz a crítica ao economicismo e à tecnocracia. Nesse sentido, se qualificam o culto à produção, a eficiência econômica e o poder material como fatores que têm auxiliado a imposição extrema do materialismo sórdido, o consumismo e a deterioração social e do meio ambiente dos quais padecem a sociedade contemporânea. Refletese aqui sobre a base da obra original e dialeticamente contraditória de Carlos Marx, José Martí e Enrique Dussel, entre outros, e se argumenta com a essência criadora e sociocultural do ser humano, com ênfase em sua subjetividade íntegra, que desempenha o papel principal. Os autores qualificam como “economística” as concepções e práticas que convertem o econômico em fim e, às vezes, se perdem ao não compreender que tanto a produção como toda atividade científica, técnica e social, em geral, devem ser concebidos e realizados como meios para o aperfeiçoamento humano.

Palavras-chave

Criação cultural, subjetividade, economística, tecnocracia.

La economía está mediada

Pensar es servir. Crear es pelear; crear es vencer.

José Martí

En épocas de crisis económico-social, el sector tecnocrático intenta imponer de manera categó- rica el dogma (no marxista) de que la producción económico-material es primordial para poder resolver todos los problemas socioculturales. El principal argumento que usa el poder administra- tivo es muy parecido al del bodeguero privado: “hoy no fío, mañana sí”. Los tecnócratas se encar- gan de propagar la fábula: “hoy lo fundamental es resolver los problemas materiales y, cuando estén resueltos, habrá tiempo para pensar”. Esto es algo así cómo hoy no es conveniente reflexionar, pues esto sería un entorpecimiento, una desviación, una pérdida de energías en momentos en que “todo” es necesario consagrarlo a la acción productivo-material mejoradora. Por supuesto, pretenden hacernos olvidar que todas las crisis acaecidas a lo largo de la historia humana, solo pudieron ser avizoradas, analizadas y superadas por el pensamiento (imaginación, invención, creatividad, esperanza, literatura…) en su acepción más amplia: científico, académico, artístico y popular.

La tecnocracia, los grandes administradores económicos y políticos que entendieron mal o muy poco la enjundia dialéctica del marxismo, separan cuerpo y alma, objeto y sujeto e intentan romper la compleja y básica unidad social y humana. Para ir centrando la reflexión sobre la base del pensa- miento vivo de Carlos Marx, es muy interesante partir de su siguiente afirmación: “a fin de que no se olvide la diferencia esencial por atender solo a la unidad, la cual se desprende ya del hecho de que el sujeto, la humanidad, y el objetivo, la naturaleza, son los mismos” (citado por Dussel, 1991). De donde es fácil darse cuenta que la producción no es el todo, sino parte de la sociedad; así también la economía. Ambas, producción y economía están fundadas, es decir, son porque hay una sociedad que les permite existir, y no, ingenuamente, a la inversa. Se produce, y hay economía para la socie- dad. Es un dislate presentar a la economía como un Moloc al que tienen que inmolarse los seres humanos. Ni la economía ni la producción producen, quienes producimos somos los seres humanos, la sociedad, el trabajo vivo. Cuando la economía pasa a mandar, como sucede en el capitalismo, dentro del cual se fetichiza la mercancía y en lugar de reparar necesidades humanas verdaderas pasa a satisfacer las insaciables ansias de ganancia del capital y necesidades artificiales alimentadas por el mismo, entonces el trabajo vivo, el trabajador y, a la larga la sociedad humana y la naturaleza planetaria terminan gravemente dañados.

Los capitalistas pragmáticos, grandes creyentes religiosos en lo formal, son más materialistas que los materialistas ingenuos que prohijó toda la seudoteoría del conocimiento estalinista, empeñada en demostrar que la naturaleza es anterior a la conciencia. El materialismo cosmológico e ingenuo prohijado bajo Stalin, no solo se mantiene vivo en algunas cabezas insulares, sino lo que es mucho peor, todavía esta íntegro en algunos manuales que se siguen orientando por algunos profesores de marxismo leninismo. Aclaramos, de paso, que el leninismo gnoseológico de “Cuadernos filosóficos” y “Materialismo y Empiriocriticismo”, es enjundioso y dialéctico, y tiene muy poco que ver con la papilla preparada por los académicos estalinistas, sin que esto quiera decir que en estos textos de Lenin están contenidas todas las claves para la superación del positivismo y de la simplificación economicista del pensamiento de Carlos Marx.

Lo que se olvida es que Marx buscaba la esencia económica del capitalismo, desentrañar el porqué de su surgimiento y desarrollo y el cómo superarlo. En esas indagaciones no se adentró por los altisonantes senderos gnoseológicos, sino que fue directo a la producción y aquí vio lo que en verdad interesa: la naturaleza trabajada. ¿Trabajada por quién? Pues trabajada por el trabajo vivo, por el “sujeto que trabaja”. Entonces, para ser marxistas en esto, hay que reconocer la primacía del sujeto como subjetividad que transforma a la naturaleza. Enrique Dussel (1991) lo resume así: “Para Marx lo primero, en cuanto a constitución del valor pero igualmente en la “asociación de hombres libres de la producción comunitaria es el sujeto que trabaja: la subjetividad productora.” La posición contraria a Marx es materialismo ingenuo y cosmológico, que puede llegar a alcanzar altísimos vuelos quiméricos (es decir, cada vez más separados de la práctica productiva, poiética, creadora) para justificar e imponer su dogma. 1 El materialismo ingenuo, cosmológico y dogmático de los manuales no pudo, no puede y jamás podrá entender a José Martí ni al ejército de voluntariosos epígonos de la utopía razonada

Imagen 1. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Imagen 1. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Enrique Dussel, hace una apabullante crítica al manual “Fundamentos de la filosofía marxista”, primera parte, titulada “Materialismo dialéctico”, de F.V. Kontantinov, y lo califica de materialismo ontológico, cosmológico, intuitivo e ingenuo (ese es el manual que se usó en Cuba abundantemente hasta casi el año 2000, a pesar de que estaba escrito desde 1951, en plena parálisis estalinista). La pregunta que Marx se haría es: “¿Qué es lo primero, el sujeto de trabajo, el obrero, el productor, o la materia del trabajo o la naturaleza como tierra laborada?”. A esta pregunta Marx respondería, según Dussel, así: “El primero es el sujeto que trabaja.

Y esto sería el materialismo histórico” (p. 36). La naturaleza que interesa a Marx, a José Martí y a los esperanzados del mundo, la que interesa a los que piensan, sienten y crean con una concepción cultural, no es la naturaleza anterior a los seres humanos, sino la trabajada, la que es objeto de la actividad creadora-productiva. De esta concepción es que arranca que el ser humano-social es lo primordial y todo lo demás: naturaleza trabajada, economía, producción… es lo secundario: ¿Qué tiene que existir antes, que tiene que estar constituido como subjetividad para que pueda haber “naturaleza trabajada”, “economía” y “producción material”? No es que la economía no nos interese. Sí nos interesa y mucho, pero en el sentido de hacerla economía para el mejoramiento humano. No es que la naturaleza no nos interese; sí nos interesa, en el rumbo de protegerla, mejorarla y mejorarnos con ella. Como resume Dussel, “en Marx la materia es lo constituido a posteriori por la subjetividad humana (física y espiritual), como trabajo, producción” (p. 36). Como campo de realización de la poiesis.

Poiesis proviene del griego, donde significaba o significa: Trabajo, fabricación, producción, operación. A partir de ahí, se usa el concepto en un sentido mucho más cultural y amplio como creación. Esta creación emana del trabajo, de la fabricación, pero no solo en sentido material, de fabricar o producir objetos, sino en sentido histórico, de que el ser humano se va creando a sí mismo en sociedad y cultura de modo material y, al mismo tiempo, espiritual. Es decir, poiesis es también fabricación de ideas, de sentimientos, de valores éticos y esté- ticos, relacionados con una práctica coherente y arriesgadamente justiciera. Usado como un término genésico, que es fruto y semilla, consecuencia y causa, a la vez, de la sociedad humana y del mismo ser humano social.

Por poiesis entendemos al sujeto social y humano, históricamente constituido, su capacidad de creación. Es este sujeto creador (productor, diría Marx), lo primordial. El materialismo histórico de Marx parte de este reconocimiento de que lo primario es el sujeto productor, de donde se deriva nuestra comprensión de que producción y economía están fundadas, es decir, son porque hay una sociedad que les permite existir, y no, ingenuamente, a la inversa. Se produce, y hay economía para la sociedad. Es un dislate presentar a la economía como un Moloc al que tienen que inmolarse los seres humanos

Del economicismo a la utopía razonada

Actualmente tratan de inventar que el mundo social está escrito en lenguaje económico. (Bourdieu, 1997, p.1)

Para Bourdieu (1997), en el discurso de la ofensiva neocapitalista, el neoliberalismo es una nueva ideología de la eficiencia, que realza el valor de lo económico y se sustenta en una teología matemática: “esta filosofía tiene y reconoce como su único objetivo la permanente creación de riqueza y, más secretamente, su concentración en manos de una minoría privilegiada” (p. 2). Con el objetivo funda- mental de maximizar las ganancias.

El destacado sociólogo francés, afirmó que Reagan, Thatcher y sus demiurgos, pusieron todo el énfasis en dar la máxima libertad a los mercados financieros “para llevar adelante una guerra total contra los sindicatos, contra las adquisiciones sociales de los últimos siglos, en una palabra, contra todas las formas de civilización asociadas con el estado social” (Bourdieu, 1997, p. 2). Y continuó señalando las graves consecuencias sociales que ha provocado el neoliberalismo y añade: “La autonomía de la cual gozaban los universos de la producción cultural en relación al mercado, que había crecido continuamente por medio de las luchas de los escritores, artistas y científicos, está cada vez más amenazada” (p. 3). El neoliberalismo pretende arrasar con todo tipo de conquista socio cultural.

Bourdieu, todavía actual en tantos aspectos, explicó cómo el mercado y lo comercial amenazan con arrasar toda la literatura y el cine, y otras artes, de valor. Y esto solo podrá evitarse si se les entrega a los artistas el control de la producción y, también, de la distribución. Se lamentó de cómo muchos intelectuales colaboraron activamente a favor de la imposición de la ideología neoliberal en especial denunció el daño ocasionado por los filósofos postmodernos al desmontar las narrativas utópico-participativas. Propuso el utopismo-razonado (que es un concepto que ya había sido utilizado por Ernst Bloch en su crítica a Bacon).. Ni la economía ni la producción producen, quienes producimos somos los seres humanos, la sociedad constituida de modo humano sobre la base de la cultura. 2

Bourdieu no se olvidó de precisar que, para Marx, el sociologismo es la pura sumisión a las leyes económico-sociales; en tanto, la utopía consiste en el desafío audaz de estas leyes. En la actualidad, necesitamos utopismo y lucha a brazo partido contra la economística y, en especial, contra una de sus manifestaciones más palmarias, que es la del belicismo atrincherado tras la industria armamentista y el fomento de guerras que traen suculentos “dividendos” a los que las provocan y fomentan, pero no las padecen.

Frente a esos desenfrenos del ansia desmedida de la ganancia, el utopismo racional es un equilibrio, basado en el balance entre el profundo cono- cimiento de las leyes y la práctica esperanzada para alcanzar una realidad mejor, posible solo si se actúa con ilusión, organización y voluntad. Exige ir mucho más allá del romanticismo, del humanismo superficial y del escepticismo desesperanzado. Por tanto, ni ilusión quimérica ni derrotismo.

Decir que la economía es lo fundamental es lo mismo que decir que el dinero es la medida de todas las cosas. Este es el pensamiento que intentan imponer los banqueros y los dueños del capital financiero, y los que quieren libertad para hacerse más ricos: “al establecer la ganancia como criterio único para evaluar la educación, la cultura, el arte, la literatura, nos condena a una prosaica civilización desabrida de "fast food", novelas de aeropuertos y guisos televisivos” (Bourdieu, 1997, p. 4).

Son muchos y muy peligrosos los deslumbramientos economicistas, tanto los que emanan del neocapitalismo como los que propaga la mediocridad del burocratismo autoritario. En ambos extremos la reflexión económica necesaria y útil se abandona en nombre de la crematística que, en el rumbo que denuncio se parece demasiado a la eficiencia a todo costo, hija dilecta del racionalismo quimérico. Sigue siendo válida la alerta que en 1993 hicieron Edgar Morin y Anne Brigitte, en torno a la carencia y hasta falta de alma que una ciencia puede llegar a padecer: “La economía, que es la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la ciencia social y humanamente más retrasada, pues se ha abstraído de las condiciones sociales, históricas, políticas, psicológicas, ecológicas inseparables de las actividades económicas” (1993, p. 189).

La verdadera sabiduría

El saber que no nos pertenece y el desconocimiento que nos pertenece forman para mí la verdadera sabiduría. (Lezama, 1988, 417)

En el caso insular cubano, José Martí y José Lezama Lima nos dan la naturaleza y la sobrenaturaleza, entendiendo esta última, dentro de la concepción lezamiana que es consecuente con la del arpista universal, como la efímera capacidad humana para liberarse del tiempo a través de la reconstrucción de la imagen; sobre este punto, el Argonauta de Trocadero en el ensayo “Confluencias”, hace una inscripción imperecedera: “Frente al determinismo de la naturaleza, el hombre responde con el total arbitrio de la imagen” (Lezama, p. 418). Y por su parte Martí, en tanto, no nos deja escapar de los asombros y va en sus reflexiones de lo natural a lo social, de lo colectivo a lo personal, de lo artístico a lo científico, de lo moral a lo político y así sucesivamente con tono equilibrado y armónico. El cree y se guía por la ley del equilibrio y donde quiera que coloque su mirada hechiza con la gracia de la moderada pasión, de la razonada virtud, del medido ardor. Igual que en Lezama, en él no se da el más mínimo desprecio ni subestimación de lo científico:

No es que desdeñemos la ciencia; nos abrazamos con fervor a ella; con activa admiración la perseguimos; aprendemos lo que nos dice, veneración nos inspiran sus esfuerzos, pero cuando la ciencia se pone engreída y prepotente, especialmente contra aquellos que piensan y preguntan, la rechazamos con blandura, pero con energía. (Martí, 1987, p. 413)

Empero, no ha sido un camino fácil acceder a la verdadera sabiduría que es capaz de incorporar certezas en medio de la incertidumbre, y viceversa. La propia historia de la ciencia occidental aporta muchos ejemplos de incomprensiones e intolerancias contra los paradigmas y los modos diferentes de pensar. Lezama (1988) merodea y lo sugiere en su “Preludio a las eras imaginarias”, ya en 1958:

Con ojos irritados se contemplan la causalidad y lo incondicionado. Se contemplan irreconciliables y cierran filas en las dos riberas enemigas. Gustaba la causalidad, pacificada, de los enlaces más visibles. Enlaces que se sumergían o adquirían su halo de visibilidad en los placenteros criterios de la finalidad. (p. 370)

Martí (1975), que ha conocido en profundidad a Comte y no está contra el positivismo ni contra el realismo, sino contra sus exageraciones, señaló las cualidades del primero e, incluso, lo clasificó según su rango de la siguiente manera: “El positivismo tiene dos valores: el absoluto y el relativo. El absoluto es el de su método. El relativo es el extremo opuesto al ideologismo exagerado” (p. 410). En consecuencia, para el veedor más profundo que en dicha hemos tenido, hay un “positivismo que se detiene en el fenómeno. (Otro que) reconoce algo más que el fenómeno (y, finalmente, un tercero, muy superior a los anteriores, que ve) la relación que los mueve” (p. 411, los paréntesis son propio) Si el primero es el positivismo dogmático, el tercero es el positivismo crítico. Martí está, no caben dudas, con este positivismo crítico que opta por la esencia sin desdeñar los detalles. No por una esencia en abstracto, de rancia metafísica, sino concreta, incluyente, hecha de participación, de partes y, por ello mismo, dinámica, histórica, que cambia, que se transforma. Así, “el positivismo esgrimido con tino es útil” (p. 409)

Imagen 2. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Imagen 2. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Es el sendero más exigente, el de la comprensión de los asombros, donde la duda y la certeza se toman de las manos y son capaces de construir el mismo rumbo. De aquí el exergo arriba iluminante: “El saber que no nos pertenece y el desconocimiento que nos pertenece forman para mí la verdadera sabiduría”. Es un asunto fundamental, al que José Lezama Lima dedica extensas e intensísimas meditaciones, como si le persiguiera la saeta preguntona: ¿Dónde pueden concurrir la causalidad y lo incondicionado? Esta cuestión parece ser una de las preguntas primordiales de su “Preludio a las eras imaginarias”.

Hay que seguirle, aunque sea brevemente en lo que dice sobre el azar, la causalidad y la doble concurrencia. Veamos: “El azar es una selección que brota de una lectura descifrable; las cadenas causales, adelantándose, son los torreones donde el azar sucumbe” (Lezama, 1988). En tanto,

la lucha de la causalidad y su incondicionado era de raíz mucho más trágica que la que ofrecían la causalidad y las metamorfosis. Trasladada la antítesis causalidad y metamorfosis al mundo griego de la poiesis, la causalidad parecía convertida en sustitución y la metamorfosis en imagen. (p. 375)

Y, entonces, cuál es esa doble concurrencia: “Residuo de la causalidad sobre lo incondicionado, es un doble. Eco de lo incondicionado anegando e iluminando la causalidad, es un doble” (p. 378). El Argonauta de Trocadero ha hecho las lecturas más proficuas del homúnculo mejor de la nación, José Martí (1975), que en su ensayo “Darwin ha muerto”, al hacerse nos hizo las preguntas primordiales:

¿Es que es loca la ciencia del alma, que cierra los ojos a la ciencia del cuerpo que la mueve, la aposenta y la esclaviza, y es loca la ciencia de los cuerpos que niega las leyes del alma radiante, que llena de celajes, dosela y arrebola y empabellona la mente de los hombres? (Y, ya en medio de los túneles, exclama:) La vida es doble. Yerra quien estudia la vida simple. (p. 373, el paréntesis es propio)

Hemos entrevisto que para Lezama “el intercambio entre la vivencia oblicua (de la causalidad) y el súbito (de lo incondicionado) crea (…) el incondicionado condicionante, es decir, el potens, la posibilidad infinita” (Lezama, 1988, p. 383). Entiéndase por potens, el posible en la infinitud. Pero: ¿dónde pueden concurrir?, pues en la poesía, donde Saturno deja de devorar a sus hijos y lo incondicionado se hace visible a través de un árbol: “Esa concurrencia (…) que ofrece la poesía, es hasta ahora el mayor homúnculo, el doble más misterioso creado por el hombre” (Martí, 1975, p. 378).

A su vez, el Justiciero de la calle Paula, que ensayó sus armas contra el positivismo dogmático y ha llegado a exclamar que “en arte, no hay verdades reales ni accidentales (…), (sino que) lo que es, es eterno” (Martí, 1975, p. 428), y que ha mirado en profundidad los peligros que emanan de toda exageración, de todo extremismo que ¡Mata o tiraniza!, y al cual, oportunamente entonces le dice:

En nombre de la libertad de pensamiento (…) condena a los que tienen la osadía de pensar de un modo distinto al del fundador de la filosofía positivista! ¡Vaya con los fundadores, cualesquiera que éstos sean!, (nunca olviden que) el amor es lo único fructífero. (p. 426, el paréntesis es propio)

Donde el amor aparece como antecedente y metáfora de la concurrencia lezamiana, en el abrazo de la causalidad con lo incondicionado.

La subjetivización de la economística como el camino que más necesitamos

El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos.

José Martí

El trabajo vivo. (…) El trabajo como subjetividad.

Carlos Marx

La producción no es la economía, y esta no es lo opuesto a la espiritualidad, sino lo que constituye a la naturaleza como objeto de trabajo. Carlos Marx habla de producción, distribución y consumo, sobre cómo la primera determina a las otras, pero también a la inversa, porque se dan en la realidad de manera muy rica y compleja, no lineal. Tampoco habla Marx de estructura y superestructura, pues esta última metáfora es muy simple y no cabe en su rico pensamiento.

Es interesante, también, que Marx llama trabajo objetivado y, por tanto, trabajo muerto, al ya convertido en medios materiales. Antes de Marx se pensaba que eran esos medios de producción, propiedad privada del capitalista, los que producían mágicamente la ganancia. El gran descubrimiento del Prometeo de Tréveris es el hallazgo de que la plusvalía no sale del trabajo muerto, sino del trabajo vivo: “Lo único diferente al “trabajo objetivado” es el trabajo “no-objetivado”, que aún no está objetivado, el trabajo como “subjetividad.” (Marx, traducido por Scaron, 1971). 3 Ese trabajo como subjetividad solo puede existir como sujeto vivo, es decir, como trabajador. El trabajador es un sujeto individual pero social y la sociedad que produce es un sujeto colectivo. Es la subjetividad (el trabajo vivo social) el que produce a la economía. Esto es lo que olvidan o simulan olvidar los defensores de la economística cada vez que intentan convencernos de que la cultura no es necesaria o, al menos, se puede poner en un segundo plano.

Imagen 3. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Imagen 3. Muestra de danza, IV año (2012). Arte Danzario, ASAB. Énfasis Interpretación. Fotografía: Carlos Mario Lema.

Recordar que para Dussel lo distinto no es lo mismo que lo diferente. “Distinto” indica a alguien (el otro) que está fuera de la totalidad. Mientras que lo diferente es lo subsumido en la totalidad.

Enrique Dussel desarrolla estas ideas de Carlos Marx, y considera al sujeto vivo, al trabajador, como la exterioridad (lo exterior al capital), es decir, lo distinto. 4 El trabajo vivo es no-capital pero es quien crea el plus-valor. El dueño del capital no le comprende, porque es distinto, pero el verdadero creador es el que trabaja. En nuestra discusión con el tecnocratismo de vocación economicista, se da esta misma contradicción antagónica entre el incluido (que posee las palancas de decisión y mando) y el otro excluido (que a veces es tratado como objeto y sufre las consecuencias de ello).

La tecnocracia económica, que tiene muy corta visión, que no ve lo mediato, va a reducir cuanto pueda y cuanto se lo permitamos, al distinto-creador. La economística, acosada por las necesidades de la inmediatez considera un lujo lo cultural porque para ella solo existe el problema presente; no alcanza a ver el proceso y mucho menos puede avizorar que el movimiento socio-económico no va a detenerse para esperar a que sean resueltos los “cruciales” problemas económicos. Mientras la economística (el burocratismo) y su séquito de servidores (los tecnócratas) resuelven los acuciantes problemas económicos inmediatos, se acumulan, se agudizan y estallarán los socioculturales y, encima, cuando vengan a darse cuenta, tampoco han resuelto los económicos porque la sociedad es un todo que no puede ser seccionado en partes. Sin proponérselo, cinco años después no habrán resuelto el problema eco- nómico y habrán contribuido a deteriorar la validez y legitimidad de los símbolos que defendemos.

Nos desesperamos, porque es cultural, porque es humano y porque desde esta perspectiva nos resulta claro (desde Marx), que desarraigar, reducir, subordinar a la cultura es privar a la propia economía de su motor principal, porque solo puede producir el trabajo vivo (y libre, además, en el socialismo entendido como una ampliación de la libertad y de la subjetividad, es decir, como todo lo contrario del autoritarismo y la represión; incluso en el capitalismo el “trabajo libre” también es lo primordial, puesto que el obrero tiene que ser “libre” para poder vender su fuerza de trabajo) y, al mismo tiempo, es cavar una contradicción antagónica entre producción (que debe ser para la vida) y reproducción (por supuesto de la vida humana, que lo es porque es cultural). La cultura representa para mí la representación máxima del trabajo vivo, capaz de crear la “infinita posibilidad universal de la riqueza” (esta última frase es de Marx).

Hay que prestar atención a la economía, hay que organizar la producción, hay que ahorrar todo lo que se pueda ahorrar, entre otras cosas, pero lo que no se debe decir, y no debemos aceptar, es que la cultura es secundaria, mediata, que debe y puede esperar. Mejorar la economía, hacer más eficiente la producción y ahorrar recursos, y todo lo que se quiere por ese camino es, sencillamente, imposible si no se inspira y se hace por y para la cultura. Si el trabajo vivo, en el socialismo, solo trabaja para mejorar-enriquecer la economía (sin una visión y un fin cultural, sin símbolos compartidos de fraternidad, justicia e igualdad) dejaría de ser “libre” y se convertiría, como en el capitalismo, en trabajo enajenado, trabajo para otro, que no da alegría ni desarrolla: “Bajo las condiciones de la propiedad privada, la enajenación de mi individualidad es tal, que esta “actividad” me resulta detestable, es un tormento” (Marx citado por Dussel, 1991, p.143).

Por el camino de la economística terminaríamos aceptando que la riqueza material (la economía) es la que produce al ser humano. No hay que ser marxista para saber que son las mujeres y los hombres los que producen la riqueza. Y no la hemos de producir, al menos en un proyecto social que se auto- denomine “emancipador”, ni para los capitalistas ni para los burócratas (que no son los que trabajan en oficinas, sino los que presentan su interés particular como el interés y el beneficio de todos y luchan con las armas del secreto para acrecentar sus privilegios), ni la producimos para el futuro, sino para nosotros mismos y para hoy.

Se comprenderá mejor lo que exponemos sobre la defensa que debemos hacer de la cultura, cuando se entienda que por ella no hay que entender solo a las bellas artes, ni tampoco reducirla al mundo intelectual (ciencia, educación, arte y literatura…) ni, mucho menos, limitarla ontológicamente a lo tradicional o ya creado que, como una identidad congelada haya que defender. Cuando decimos cultura estamos pensando en dos pilares: uno, como capacidad de creación humana, es decir, como trabajo vivo y, dos, como conjunto o sistema de valores, sentidos y significados más o menos compartidos que anteceden-coexisten-suceden a toda la práctica social. Aclaramos, también, que no aceptamos el populismo de decir que el arte y la literatura no son importantes, pues más que importantes son imprescindibles y deben ser concebidos como los mejores recursos, muchas veces utópicos, con que nos es dado contar para desentrañar de dónde venimos y hacia dónde vamos y que son más necesarios y útiles, precisamente, mientras más se oscurece un contexto social dado, porque ellos son como la luz.

No hay que temer al hecho posible de ser calificados de idealistas, utópicos, románticos… Hasta los que así nos califiquen, estarán conscientes de que el mundo actual anda bastante necesitado de idealismo romántico, de ternura y sueños, de preocupación por el “otro” ser humano y de símbolos que nos ayuden a vivir y a compartir. Aclaramos, también, que no somos dogmáticamente marxistas y, al mismo tiempo, no renunciamos a sus esenciales aportes para la comprensión “materialista” de la historia y de los procesos sociales, que también “idealistas” y dialécticamente subjetivos, lo que se desprende de toda atenta lectura de los textos originales de Carlos Marx, donde los términos de sujeto, subjetividad, trabajo vivo y emancipación a través de la voluntad y la lucha germinan por todas partes.

No creemos en el “marxismo manualesco” que nos habla de leyes objetivas y determinantes del desarrollo. Aceptar la existencia y vigor de estas leyes es renunciar a la voluntad humana y a la capacidad infinita de creación cultural y, más que nada, es también renunciar a la creciente necesidad de una utopía razonada.

En este tema de la relación entre cultura y economística no debemos cejar ni un ápice. La economística es demagógica hasta en aquellos momentos en que cree estar actuando por amor, es parte de la misma lógica del capital, que simulaba no darse cuenta de dónde sale la plusvalía que luego se materializa en ganancia. Desde Marx sabemos que en la producción el capital obtiene plus-trabajo, que no paga y, luego, en la circulación, realiza más de lo que realmente puso. El capital, además, tiene una sed infinita de ganancia. Si hiciéramos caso de los economísticos, incluso en el socialismo, estaríamos alimentando, también, “su sed infinita de producir para la propia producción” y ese círculo vicioso lleva a la producción para el sumo provecho de los economísticos. Tanto los dueños del capital como los economísticos (dueños de la universalización del discurso) obligan a producir para sí mismos.

Justamente, lo que requerimos como no es la ampliación infinita de las necesidades sobre la base de la expansión inacabable de la economía (lo que demanda producir más para satisfacer todo tipo de apetitos, sostenibles o no): lo que demandamos es el crecimiento constante de la cultura para vivir con más calidad de vida y mayores cuotas de felicidad, lo cual tiene que ver directamente con la creación de diferentes estilos de vida y la satisfacción de las necesidades verdaderas. Para los que piensen que estamos proponiendo un idea- lismo arcádico, una vuelta al pasado, aclaramos que no, porque en el pasado esta utopía nunca se dio, al menos a escala de una civilización, imperio o nación. Tampoco estamos despreciando lo civilizatorio (entendido como fuerzas productivas), sino intentando su sometimiento “racional”, “sentimental” y “utópico” a los dictados de la ética y la cultura.

Bourdieu, P. (1997). Contra el fatalismo económico. Discurso pronunciado el 22 de noviembre de 1997 en la recepción del Premio Ernst Blocho. Alemania: Ludwigshafen.

Bourdieu, P. (1997). Contra el fatalismo económico. Discurso pronunciado el 22 de noviembre de 1997 en la recepción del Premio Ernst Blocho. Alemania: Ludwigshafen.

Dussel, E. (1991). La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse. México: Siglo XXI Editores

Lezama, J, L. (1988). “Confluencias,” en Confluencias. Selección de ensayos. La Habana: Editorial Letras Cubanas.

Marx, C. (1857-58 [1971]). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. (Borrador). Pedro Scaron (Trad.). Tomo 1. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

Morin, E y Brigitte, A. (1993). “La reforma del pensamiento”, en Tierra Patria (pp. 189-203). Barcelona: Cairos.

Notas

Ver especialmente las páginas 177 y 178, con sus notas incluidas, de La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse, Siglo XXI, México, 1991; en la cual Dussel muestra que, si bien Marx tuvo poco que ver con “Anti-Dürhing” y “Dialéctica de la naturaleza”, de Engels, todavía en estas dos obras está viva la dialéctica y no se cae burdamente en el materialismo ingenuo y cosmológico, aunque sí dio razones para el surgimiento de esta “ideología” que va a irse imponiendo sobre todo a partir de 1929. Dussel identifica como la misma “ideología” al materialismo cosmológico y el estalinismo, donde se sepulta la teoría de la producción de Marx. Para Dussel, Marx es más un realista crítico que un materialista, y mucho menos de esa camada de materialistas positivos o científico-naturalistas. Esto tiene que ver con la grandeza filosófica de Marx, que se aprecia incluso en El capital, a pesar de que este es una obra de economía política.
Saint John Perse, en su Discurso de aceptación del Premio Nobel, en diciembre de 1960, expresó: “Sólo la inercia es amenaza. Poeta es aquel que rompe, para nosotros, la costumbre”. Así, no solo hay poetas en verso, también los hay en narrativa y ensayística, en organización del trabajo y, por supuesto, en los obreros, los campesinos, los artesanos, los trabajadores por cuenta propia, los científicos, los médicos… El que “rompe la costumbre”, el que se rebela contra la opresión, el que comprende y mira desde lo “otro” … es poeta. Lamming, llega a decir: “La poesía es una forma de escuchar”. (2010, p. 29.)
Ver C. Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador), traducido por Pedro Scaron, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 1971. Tomo 1, p. 213. Según Dussel, La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse, Siglo XXI, México, 1991, p. 137.
Recordar que para Dussel lo distinto no es lo mismo que lo diferente. “Distinto” indica a alguien (el otro) que está fuera de la totalidad. Mientras que lo diferente es lo subsumido en la totalidad.
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