DOI:
https://doi.org/10.14483/25009311.19419Publicado:
2022-06-08Número:
Vol. 8 Núm. 13 (2022): Julio-Diciembre de 2022Sección:
Sección CentralDel autor del texto al sujeto de las prácticas: pensando antropologías y literatura desde la re-existencia
From the author of the text to the subject of practices: thinking anthropologies and literature from re-existence
Do autor do texto ao sujeito das práticas: pensando antropologias e literatura desde a re-existência
Palabras clave:
Literature; anthropology; science; humanities; re-existence (en).Descargas
Referencias
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Del autor del texto al sujeto de las prácticas: pensando antropologías y literatura desde la re-existencia
From the author of the text to the subject of practices: thinkinganthropologies and literature from re-existence
De l'auteur du texte au sujet des pratiques : anthropologies de la pensée et littérature de la réexistence
Do autor do texto ao sujeito das práticas: pensando antropologias e literatura desde a re-existência
Estudios Artísticos
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Colombia
ISSN: 2500-6975
ISSN-e: 2500-9311
Periodicidad: Semestral
vol. 8, núm. 13, 2022
Recepción: 15 Febrero 2022
Aprobación: 05 Abril 2022
Resumen: Tomando en cuenta que los temas antropológicos, como fuente de información para los antropólogos, han estado contenidos en los grandes relatos históricos, los informes de viajeros y las crónicas, recogidas antes del siglo XIX y conociendo que a partir del surgimiento de la antropología, denominada “científica” se han dado un momento y unas circunstancias en las que se ha pensado que la literatura y la antropología tienen mucho en común; entonces, el ensayo pretende distinguir a la antropología de la literatura desde aquellos énfasis que las diferencian. En el primer caso por su compromiso con la labor investigativa y en el segundo por su labor creativa. Sin negar que la literatura y la antropología puedan tener ciertas conexiones y estar bastante relacionadas en algunas dimensiones, desde nuestra búsqueda de una antropología para la re-existencia, se exploran estas posibles relaciones y se muestra cómo han sido constituidas ambas, la literatura y la antropología.
Palabras clave: Literatura, antropología, ciencia, humanidades, re-existencia.
Abstract:
This essay intends to distinguish anthropology from literature with respect to differences between them, in the former in terms of its commitmentto investigative work and in the latter for its creative work. It considers that in the construction of anthropological topics anthropologists have drawn their source material from the great historical accounts, travelers’ reports, and chronicles, collec- ted before the 19th century. As such, it recognizes that the emergence of anthropology and whathas been labeled "scientific" is dependent on temporal contexts such that under different historical circumstances it was thought that literature and anthropology were more closely aligned. Without denying that literature and anthropology can have certain connections and are quite related in some dimensions, within our search for an anthropology of re-existence, these possible relationships are explored, and it is shown how both literature and anthropology have been constituted.
Keywords: Literature, anthropology, science, humanities, re-existence.
Résumé: Tenant compte du fait que les sujets anthropologiques, en tant que source d'information pour les anthropologues, ont été contenus dans les grands récits historiques, récits de voyageurs et chroniques, recueillis avant le XIXe siècle et sachant que depuis l'émergence de l'anthropologie, dite "scientifique", il y a eu une époque et des circonstances dans lesquelles on a pensé que la littérature et l'anthropologie avaient beaucoup en commun; ensuite, l'essai entend distinguer l'anthropologie de la littérature de ces accents qui les différencient. Dans le premier cas pour son engagement dans le travail d'investigation et dans le second pour son travail de création. Sans nier que la littérature et l'anthropologie peuvent avoir certains liens et être assez liées dans certaines dimensions, à partir de notre recherche d'une anthropologie de la réexistence, ces relations possibles sont explorées et il est montré comment se sont constituées à la fois la littérature et l'anthropologie.
Mots clés: Littérature, anthropologie, science, sciences humaines, ré-existence.
Resumo: Tomando em conta que os temas antropológicos, como fonte de informação para os antropólogos, tem estado contidos nos grandes relatos históricos, nos relatórios de viajantes e crônicas, recorridas antes do século XIX e conhecendo que a partir do surgimento da antropologia, denominada “científica”, em um dado momento e circunstância, se tem pensado que a literatura e a antropologia tem muito em comum; então, esse ensaio pretende distinguir a antrapologia e a literatura desde as ênfases que as diferenciam. No primeiro caso, por seu compromisso com o trabalho investigativo,e no segundo, pelo seu trabalho criativo. Sem negar que a literatura e a antropologia possam ter conexões e estar bastante relacionadas em algumas dimensões, desde nossa busca de uma antropologia para a re-existência, se exploram estas possíveis relações e se mostram como ambas tem sido constituídas, a literatura e a antropologia.
Palavras-chave: Literatura, antropologia, ciência, humanidades, re-existência.
El presente ensayo1 ha sido desarrollado desde nuestra preocupación por una antropología que responda y sea útil a nuestro tiempo, no estamos tomando en cuenta otro tipo de preocupaciones, también legítimas que son parte de la literatura.
Seguramente, esto quedará en evidencia a lo largo del ensayo. Además, aunque mi trabajo no se ha enfocado en ello, estoy consciente de la difusa línea que separa estas prácticas y, en estos tiempos, también de la porosidad existente entre estas y otras como el consumismo, la mercantilización de la cultura, la banalización de las prácticas culturales que, entre otras, van de la mano del libre mercado, el neoliberalismo y sobre todo la Modernidad.
Desde nuestra perspectiva, la literatura en su comprensión más amplia, como hecho creativo, tiene la particularidad de estar contenida en el lenguaje escrito y por esta característica circula en soporte de libro impreso, aunque esto no siempre fue así. Además, en los últimos tiempos, circula también en formato digital guardando la forma editorial del libro impreso.
Por su parte la información antropológica, como hecho etnográfico, como crónica, o informe de viajes, también está contenido en el lenguaje escrito y, aunque su itinerario es distinto al de la literatura, su soporte es el mismo. Entonces, literatura y antropología, como relatos de ficción, exóticos e incluso históricos, comparten el mismo tipo de soporte, que de manera genérica se denomina literatura. Esta sería una primera relación en la que la antropología aparece subsumida a una nomenclatura que se refiere a los libros, como literatura.
Sin embargo, más allá de aquella relación, vamos a distinguir a la antropología de la literatura desde aquellos énfasis que las diferencian. La primera compromete una labor investigativa y la segunda requiere una labor creativa. Sin embargo, también es importante tomar en cuenta que gran parte de los temas antropológicos, como fuente de información para los antropólogos, han estado contenidos en los grandes relatos históricos, los informes de viajeros y las crónicas, recogidas antes del siglo XIX, cuando surgió la antropología como especialidad de investigación en ciencias sociales. Por otra parte, a partir del surgimiento de la antropología, denominada “científica”, existe un momento y unas circunstancias desde las que se llega a pensar que la literatura y la antropología tienen mucho en común, es decir, se piensa como dos prácticas bastante similares.
Sin negar que la literatura y la antropología puedan tener ciertas conexiones y estar bastante relacionadas en algunas dimensiones, nosotros, pensando desde nuestra búsqueda de una antropología para la re-existencia, quisiéramos explorar estas posibles relaciones y establecer cómo han sido constituidas ambas, la literatura y la antropología, además de mostrar cuál es nuestra propia relación con ellas.
Aquí es importante aclarar que la re-existencia, es una noción en construcción, se refiere a un proceso que se descentra de la modernidad, cambia de dirección, se orienta desde la transmodernidad y construye un nuevo modo de existencia. Esta involucra otros procesos previos. Uno de ellos es el des-encubrimiento de los dispositivos instalados por la Modernidad en nuestra subjetividad y sus consecuencias y el otro es la descolonización, entendida como la migración de una subjetividad enajenada hacia otra empoderada y con dignidad.
Para ello, iniciamos en el primer subtítulo mostrando el uso de la memoria y la tradición oral como mecanismos de reproducción de los grandes relatos de la humanidad. Posteriormente, hacemos notar el tránsito hacia el documento escrito, como contenedor de aquellos relatos.
Hacemos esto para mostrar que en ambos casos, el de la literatura y el de los contenidos antropológicos, aparecen sin ser plenamente delimitados, formando parte de las humanidades hasta el siglo XVII, momento de inicio del “Racionalismo Cartesiano” y la instalación de la idea de ciencia, distanciada de las humanidades y la literatura. En este largo tiempo, antes del surgimiento de la ciencia, el sentido del conocimiento estaba contenido en la sabiduría.
“Racionalismo Cartesiano” y la instalación de la idea de ciencia, distanciada de las humanidades y la literatura.
En este largo tiempo, antesdel surgimiento de la ciencia, el sentido del conocimiento estaba contenido en la sabiduría.
En el segundo subtítulo, a partir de una breve referencia al contexto en el que surge la antropología en el siglo XIX y el período de consolidación del Realismo Etnográfico, hasta su crisis en la década de los sesenta del siguiente siglo, hacemos referencia a un cuento de Jorge Luis Borges, para mostrar las particularidades de la idea de antropología durante gran parte del siglo XX. Y, a partir de una novela de José María Arguedas, mostramos un segundo momento que rompe con la concepción clásica de antropología todavía no visibilizada en aquel tiempo.
Se trata de un intento de comprensión de la antropología, a partir de sus referencias ontológicas y sus posibilidades epistemológicas y políticas, en un caso, poniendo en evidencia el énfasis de la antropología en la lógica entre sujeto investigador y objeto investigado y en otro mostrando las posibilidades de ruptura con aquella lógica y su apertura hacia formas distintas de hacer antropología.
En el tercer subtítulo, realizamos una aproximación a dos momentos relacionados con ambas prácticas, literatura y antropología. Estos dos momentos son: el momento productivo, y el momento de circulación. En esta parte nos interesa mostrar, desde nuestra propia perspectiva, cuáles son los componentes que intervienen y cuál es la dinámica entre estos dos momentos, cuando se produce una obra, por una parte y, por otra, cuando se desarrolla la circulación de la misma.
Sabiduría sin ciencia: La literatura en la política
Los grandes acontecimientos de la humanidad fueron conservados en una serie de relatos que, gracias a la tradición oral de los pueblos antiguos y al uso de la memoria, se transmitieron degeneración en generación. Con el tiempo, aquellos relatos fueron registrados en soportes escritos.
Esto dio lugar a que las culturas de la humanidad transiten dos momentos en el modo de registro dela información. Un primer momento, cuando el uso de la memoria se adecuaba a la reproducción de acontecimientos desde la práctica de la tradición oral y, un segundo momento, con el surgimiento de la escritura. En este, el documento escrito pasó a convertirse en el contenedor de aquellos acontecimientos y se transformó completamente con la invención de la imprenta.
Durante aquel tiempo, antes del surgimiento de la imprenta, existió un vínculo muy fuerte entre los saberes y la literatura. Casi siempre, los acontecimientos históricos relacionados con las grandes gestas heroicas fueron narrados en forma de canciones, poemas y en otros géneros literarios de manera oral. Más tarde, la práctica de la escritura, ligada a los espacios de poder, fue transformando la dinámica de los saberes. En este contexto, la importancia del poder religioso y su relación con las élites gobernantes, dio lugar a que el primero, es decir el poder religioso, ejerza cierto monopolio en la producción y circulación de documentos escritos.
Sin embargo, en todo ese tiempo, antes del surgimiento de la ilustración, aquellos poderes tenían a las prácticas espirituales y su creencia en ellas, como su principal referente. Desde este “paraguas” era concebida la política, los saberes históricos y también literarios. Fue un tiempo en el que existía un fuerte vínculo entre filosofía, política y literatura, estas no se podían pensar separadas. Además, la sabiduría, en relación directa con la experiencia de los mayores, los ancianos, gozaba de jerarquía y prestigio. Sabiduría, experiencia y conocimiento del mundo espiritual, entonces, sirvieron para la producción de conocimiento técnico, histórico y literario, entre otros, en un tiempo en el que las decisiones políticas respondían a reflexiones holísticas.
Posteriormente, en el tiempo de inicio de la expansión europea, la superación de los curantismo, junto con el surgimiento de la Ilustración, dio lugar, en el siglo XVII, al nacimiento de la ciencia. La Ilustración produjo una serie de transformaciones que, de distintos modos, ya se habían venido manifestando en el tiempo anterior. Rubén Cañedo, menciona que: “La existencia histórica de la ciencia moderna es relativamente reciente y, en términos generales, no se produjo más allá de los albores del capitalismo europeo de los siglos XVII y XVIII” (1996, p. 38). Este hecho, consolidó una nueva época en la que una forma de saberes, en concordancia con la creencia religiosa, sería cuestionada por otra centrada en el uso de la razón y orientada a la generación de conocimiento. En este nuevo contexto, saberes y sabiduría serían reemplazados por conocimiento y ciencia. Con esto, de la mano de Descartes, la filosofía de la conciencia se había iniciado.
… advertí luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: “yo pienso, luego soy”, era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando. (Descartes 2012 [1637], pp. 123-124).
Con esto, en el siglo XVII, el ego cogito ergo sum (yo pienso luego soy) de Descartes, transformó la forma de pensar el modo de relacionamiento con la realidad. Esto significó el inicio de un tipo de racionalismo, conocido como “racionalismo cartesiano”, que coincidió con la instalación de la idea de ciencia, enfrentada al modo de producción de los saberes desde lo holístico, como las filosofías anteriores. Así, se inició el surgimiento de las “disciplinas científicas” y aquellas prácticas entendidas como parte de las humanidades, las artes, la historia y la filosofía perdieron jerarquía y fueron relegadas al ámbito de la especulación. Con todo esto, la sabiduría dejó de tener importancia y este lugar fue ocupado por el conocimiento científico.
Entonces, de un tiempo en el que las humanidades, y con ellas la literatura, habían sido consideradas fundamentales para la construcción de saberes y parte importante en los procesos políticos; a partir del siglo XVI, con el surgimiento de la Modernidad y del siglo XVII con el de la ciencia, como dispositivo de producción de verdad y orientado a la legitimación de su propio proyecto político, la literatura fue relegada a una práctica distractiva para las élites letradas de los países dominantes de aquel tiempo.
Ciencia sin humanidades: Del “etnógrafo” de Borges a los “zorros” de Arguedas
En este subtítulo, inicialmente, hacemos referencia al contexto de la literatura y la antropología y, posteriormente, entramos a tocar algunos puntos clave del cuento: “El Etnógrafo” de Borges (1969) y la novela: “El zorro de arriba y el zorro de abajo” de Arguedas (2006). Hacemos esta introducción al contexto, porque nos parece importante hacer notar la influencia de las ciencias naturales en las ciencias sociales y las humanidades, para comprender el momento en el que estas últimas pierden jerarquía en el ámbito académico.
El proceso que mencionamos tiene un acontecimiento importante como referencia, la propuesta de la teoría de la evolución de las especies, publicada por Charles Darwin (1921 [1859]), fue la que influyó en gran parte del protagonismo de la ciencia por encima de la filosofía, pero no sólo eso, el “bum” del evolucionismo produjo, entre otras cosas, el surgimiento de la antropología. Esta, problematizada por la evolución humana y convencida en la necesidad de demostración para sustentar criterios de “verdad”, se consolidó como la nueva “ciencia para el estudio del hombre”.
Posteriormente, al finalizar el siglo XX las ciencias sociales y en particular la antropología entró en crisis. Una perspectiva de aquella crisis la expresa Clifford Geert (1996), que menciona algunas verdades al respecto: primera verdad: La mezcla de géneros, que se refiere, justamente, al modo en el que resultados de investigación sean asumidos como referencias de novela, o que el uso referencial de novelas sea utilizado para argumentos filosóficos. Segunda verdad: El tránsito de la explicación a través de leyes y ejemplos hacia otra basada en estudios de casos e interpretaciones. Tercera verdad: Las analogías orientadas desde las humanidades, actualmente, juegan el mismo rol que las analogías surgidas desde la tecnología. Esto ha ocasionado, en muchos casos, una incertidumbre en relación a la disputa entre la idea de ciencia, en este caso social, y las humanidades, restando el privilegio asignado a la primera.
Entonces, en esta circunstancia, de un momento en el que los antropólogos estaban preocupados por mostrar cierto rigor en la investigación, para que su trabajo sea considerado parte de las ciencias sociales, se transita a otro momento en el que esto ya no es necesario, porque muchos de aquellos investigadores perciben que su trabajo está más cerca de las humanidades. Estas tensiones, puestas en evidencia sobre todo en la década de los setenta del siglo XX, queremos mostrarlas a partir de las dos obras literarias expuestas.
Sin embargo, antes de exponer de manera breve estas obras, es importante aclarar que el cuento y la novela que hemos seleccionado han sido producidas antes de que se decante y se difunda la crisis mencionada, en un tiempo en el que las ciencias sociales, y dentro de estas la antropología, respondían en gran medida al modelo de las ciencias naturales, con una fuerte influencia del positivismo lógico. Por una parte, fue un momento en el que las humanidades no tenían la actual incidencia en la antropología y, por otro, se trataba de un contexto en el que los conceptos de etnografía, etnología y antropología no tenían el mismo significado.
Por su importancia aclaramos esto último, aquellas diferencias de significado, además de delimitar ciertos sub-campos al interior de la antropología, respondían a disputas geopolíticas por el conocimiento, entre Estados Unidos, Inglaterra y Francia. En este contexto de disputa política, la etnografía remitía a la idea de descripción, con una fuerte influencia del positivismo, pensando que la realidad es única y no cambia. Mientras que la etnología, producida por los países europeos, hacía referencia al proceso de comparación de etnografías para aproximarse y comprender las diferencias y similitudes entre culturas. Como resultado de estos dos procesos anteriores, trabajo etnográfico y reflexión etnológica, era posible trabajar en la producción de teoría, en este caso, antropológica y este tipo de producto intelectual recién era asumido desde la denominación de antropología.2
Una vez aclarado esto, entramos en tema. Para ello utilizamos el cuento titulado el “El etnógrafo”,escrito por Jorge Luis Borges en el año 1969 y continuaremos con la novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, que José María Arguedas escribió entre los años finales de la década de los sesenta del siglo XX. Ambas son obras de literatura que imaginan y reproducen escenas de la vida, en las que la antropología ocupa un lugar.
Borges: Racionalidad moderna y ruptura
“El etnógrafo”, es un cuento que fue incluido en: “Elogio de la sombra” (1969). Un libro de poesía donde la historia corta de un etnógrafo tensiona su narrativa poética desde la concepción que el autor tiene de ciencia y conocimiento. Esta idea es calificada, desde la crítica, como ficción para el autor. Es decir, ciencia y conocimiento, en el contexto de la poética de Borges aparecerían como ficción.
“El Etnógrafo”, incluido en Elogio de la sombra, desempeña un papel importante en la arquitectura del libro en la medida en que pone de relieve ciertos rasgos de la poética –y de la poesía– del autor justamente en un texto que, por su forma, parece apartarse de la poesía y que aborda, por otro lado, un tema clásico de la ficción del autor: la reflexión sobre la ciencia y el conocimiento, sus impases y límites” (Miceli, 2017, p. 105).
Entonces estamos ante una figura, la del etnógrafo, que es utilizada por Borges para comunicar sus dudas, a cerca de la ciencia y su pertinencia en relación al conocimiento. Nos encontramos con dos temas en el cuento: la ciencia, o el conocimiento científico y el etnógrafo. El primero, delimitado por un ámbito privilegiado del que no cualquier persona puede ser parte y, el segundo, el actor principal en la construcción del conocimiento, que puede ser parte de aquel ámbito privilegiado.
Pensamos que lo que hace Borges en aquel cuento es tomar como inspiración las dinámicas internas que se daban en la antropología temprana de la primera mitad del siglo XX. A partir de ello, plantea un corto relato para mostrar, con mucha claridad, varias de las facetas de lo que se pensaba era el “deber ser” del antropólogo, en este caso en su momento etnográfico. La narrativa del cuento hace énfasis en la idea de “verdad” y en la posibilidad de conseguirla, “intacta” y “pura”, a través del trabajo del etnógrafo. Esta posibilidad, si bien es exitosa en un primer momento, cuando la información es recogida en el terreno de investigación; posteriormente se convierte en un fracaso, como posibilidad de conocimiento universal, porque nunca será revelada por aquel aprendiz. Este preferirá no graduarse, guardar aquella información y pasar el resto de su vida laboral en una biblioteca.
Aquí es importante aclarar que, el sistema de representaciones dominante en aquella época y las ideas de referencia de aquel sistema, sobre la ciencia y el conocimiento, del que era parte el escritor argentino, respondían a criterios de “universalidad”. Estos, entendidos desde la referencia de la cosmovisión y cultura del sistema civilizatorio desarrollado por la cultura occidental. Por esta razón, aquellas ideas no son las mismas medio siglo después, sobre todo, luego de las críticas y las transformaciones3 que se han dado en los procesos de construcción de conocimiento en el mundo.
Pero, no sólo se han transformado aquellos criterios de “universalidad” de la ciencia y el conocimiento, desde aquella época, tiempo en el que las comunidades de nuestro continente tuvieron que sufrir la presencia de antropólogos y de una antropología diseñada para la dominación colonial.4
Además, los significados de antropología, etnografía y etnógrafo, también se han estado transformando. Por lo anterior, es importante aclarar que nuestro interés va más allá de los criterios universalistas modernizantes de comprensión del trabajo de Borges. Más bien, trascendiendo aquella idea de “universalidad”, orientamos nuestra reflexión a la ruptura entre racionalidades distintas producida por aquella antropología, contenida en la idea de etnógrafo del escritor argentino.
Inicialmente, veamos algunos elementos de referencia. En el texto se describe con claridad un tipo de sujeto y sus rasgos físicos: “alto, a la manera americana, ni rubio ni moreno, de perfil de hacha, de muy pocas palabras”. Hasta la década de los ochenta del siglo XX, inclusive, en Bolivia, exceptuando por el “perfil de hacha” y por una pequeña variación que podría nombrarse adicionalmente: “y también a la manera europea”, era imposible, creo, encontrar un antropólogo que no responda a aquellos rasgos. Es decir, la representación de los rasgos físicos de este tipo de profesionales respondía en aquel tiempo a un sistema clasificatorio que se había ocupado de ordenar el mundo entre los que piensan (algunos del norte global) y los que son pensados (el resto de los y las del sur global). Esto equivale a una división, sobre todo en ciencias sociales y antropología, entre los que investigan (algunos del norte global) y los que son investigados (as poblaciones del sur global). Para corroborar esto, se puede buscar en Wikipedia nombres e imágenes de los antropólogos que han investigado nuestros países en aquel tiempo.
Por otra parte, cuando Borges hace alusión al rango de edad en el que aquel sujeto se encontraba, menciona que: “era suya esa edad en que el hombre no sabe aún quien es y está listo a entregarse a lo que le propone el azar”. Nosotros pensamos que no saber quién uno es, refiere a cierta falta de madurez, la misma que se va logrando cuando se va encontrando el sentido de la vida. Esto se logra buscando, enfrentando situaciones desconocidas y conocidas. Para ello es necesario equivocarse, “tropezar”, “caer” y luego “levantarse” y seguir, hasta lograr ciertos niveles de madurez como persona. A este momento de transición se refiere el autor cuando dice: “listo a entregarse a lo que le propone el azar”.
No se equivoca Borges, nosotros hemos conocido varias historias de “mochileros”, extranjeros delos países del norte que viajan por los países que son denominados “pobres”, nosotros diríamos saqueados. En estos países, con unos pocos dólares,5 ellos atraviesan nuestros territorios, para luego decidirse estudiar antropología y continuar buscando el sentido de la vida desde “trabajos etnográficos”, hasta poder acomodarse en alguna universidad de su país, lugar en el que en algún momento lograrán la madurez. La preocupación de la mayoría de ellos, en su tránsito por nuestros países, no es, necesariamente, algún problema o los problemas de las comunidades que investigan.
Hay que destacar que la mayoría de las investigaciones realizadas por extranjeros aparecen en el contexto del “trabajo de campo”, obligatorio para producir la tesis de doctorado y acceder luego a un empleo académico en el Norte. Esto implica, por un lado, que el (la) investigador/a tiene libertad relativa en escoger su tema o sitio de estudio; por el otro, implica que sus intereses, tópicos, modelos teóricos y hasta su estilo de redacción, se dirigen a la moda académica del Norte, buscando satisfacer alos que eventualmente les han de calificar para conseguir “pega”. (Spedding, 1997, p. 54)
Entonces no sólo los rasgos físicos, sino también la subjetividad de los etnógrafos nos está mostrando que, para la antropología de aquella época, laque Borges asimiló muy bien, el ser del etnógrafo cumplía ciertas condiciones y tenía ciertas atribuciones. De este modo, se pone en evidencia también el lugar de enunciación desde el cual se enuncia a aquel etnógrafo, porque se generaliza la relación entre una determinada edad, con ciertas condiciones materiales sobreentendidas para la reproducción de la vida, y las atribuciones logradas en esas condiciones, para aquel rango de edad. Posibilidades y condiciones que tienen los jóvenes de clase media de algunos países.
Pero, además del lugar de enunciación, que sirve para “dibujar” al etnógrafo geopolítica y corpo- políticamente delimitado, otro componente que hay que tomar en cuenta en el proceso de enunciación de aquel etnógrafo, el del cuento, es el tipo de racionalidad contenida en la subjetividad del escritor argentino. Desde su racionalidad Moderna, piensa la vida del “hombre” en relación a una edad, es decir hay un tiempo vivido y otro por vivir. Esta relación: “hombre” y tiempo están expresadas desde las representaciones de la cultura de la Modernidad. Esta misma relación, en otras culturas, no es pensada del mismo modo. En este caso, se piensa así porque las determinaciones del progreso y el desarrollo para la vida son las que han producido un tipo de representaciones y prácticas culturales, a partir de las cuales surge la incertidumbre de un futuro en el que se quiere “mejorar”. Esto sitúa a los jóvenes, con racionalidad moderna y modernizada, en un escenario en el que no saben quiénes son y, como dice Borges, se entregan al “azar”. En otras culturas, en cuya cosmovisión el progreso y el desarrollo no están presentes, las incertidumbres por el “futuro”, por ejemplo, no existen.
Pero vayamos al tema central del cuento, en el que el etnógrafo se niega a revelar el “secreto” conseguido en su trabajo etnográfico, renuncia a graduarse y se refugia en el trabajo de bibliotecario por el resto de su vida. En este caso, la “verdad”, entendida por el etnógrafo como tal, se convierte en un secreto que se guarda como una joya escondida. Se trata de un tesoro que queda sepultado en el olvido, mientras aquella cultura desaparece y con ella su “secreto”.
Este desenlace del cuento, muestra contradictoriamente la ruptura entre una racionalidad, la de la Modernidad, que piensa una antropología sin cuestionarse las posibilidades de un diálogo intercultural y menos un diálogo transontológico. En este contexto, la idea de “respeto” por la cultura de “los otros” produce una ruptura en el diálogo y en el intercambio de conocimiento entre sistemas culturales distintos. De este modo, el sentido de la vida humana, compartida entre diferentes cosmovisiones y culturas, que pueda ser enriquecido desde diferentes formas de reproducción de aquella, no está presente en la concepción que Borges tiene de vida, de la ciencia y de la antropología.
Arguedas y la posibilidad de aperturas no-modernas
La novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, de José María Arguedas, desarrolla un argumento complejo que ha sido interpretado desde muchas perspectivas y, seguramente, todas ellas, todavía no han agotado las múltiples posibilidades contenidas en aquel trabajo literario. Nosotros, en esta corta referencia, solamente mencionaremos algunas ideas clave que nos ayudan a entenderla obra del peruano como una apertura hacia un horizonte de sentido no-moderno.
Arguedas, especializado en “etnología”, denominativo de aquel tiempo para referirse a una forma de hacer antropología, produce una novela que contiene, entre otros, los propios problemas existenciales del autor. Aquella historia ha sido compuesta por discursos, cartas personalesy fragmentos de su diario. En aquella obra, plantea una historia intercalando escenas que se desarrollan en la región de Chimbote en el Perú
.Se trata de una obra en la que se vacían datos etnográficos relatos mitológicos contenidos en “Dioses y hombres de Huarochirí” (Ávila, 1966 [¿1598?]) y testimonios personales del autor, para dar sentido a escenas de la vida cotidiana de las poblaciones cercanas a la capital del Perú en aquellos años. Pero en el trasfondo de aquellas escenas permanece una forma distinta de comprensión del mundo. Aquellos relatos, cruzan vivencias de costeños y serranos con los que el autor se siente identificado y desde aquellas vivencias intenta dar sentido a los problemas de su Nación, pero también superarlos.
...Quizá conmigo empieza a cerrarse un ciclo y a abrirse otro en el Perú y lo que él representa: se cierra en el de la calandria consoladora, del azote, del arrieraje, del odio impotente, de los fúnebres “alzamientos”, del temor a Dios y del predominio de ese Dios y sus protegidos, sus fabricantes; se abre el de luz y de la fuerza liberadora invencible del hombre de Vietnam, el de la calandria de fuego, el del dios liberador. Aquel que se reintegra (Arguedas, 1969, p. 274).
De la sociedad conservadora que engendranuestro odio impotente, de ese temor a Dios y a sus protegidos los dueños de las fábricas, es decir los capitalistas, y desde nuestros muertos por los alzamientos hacia el colonizador; quiere abrir la posibilidad liberadora, tomando el ejemplo de lo que sucedió en Vietnam en aquellos años. Pero, aclarara, no es el revolucionario liberador, es el “dios liberador”, que se “reintegra”, significa que vuelve a su tierra, a su lugar, a sus mitos a su suelo. De aquel lejano Oriente, que alude como ejemplo de lucha antiimperialista, vuelve, y se hunde en su propio suelo.
Aquel dios liberador somos nosotros mismos, es Arguedas, que piensa y escribe desde su propio suelo, desde su propia lengua, “el español de Arguedas”. Ya, en el principio de su narración, aludía a una escena, que todavía, para entendidos, es decir académicos, ilustrados, y no entendidos, se nombra como “folklore”, aunque en los más de veinte años que corren del siglo XXI, este campo es el lugar en el que se disputan las formas para la colonización y las posibilidades para su descolonización y esto ya lo había expresado Arguedas.
Entre calatas, cómicos, conjuntos de jazz y de pelucones, todo mediocre, apareció un “ballet” chileno. ¡Maldita sea! No digo que ya no es chileno eso; pero para los que sabemos cómo suena lo que el pueblo hace, estas mojigangas son cosa que nos deja entre iracundos y perplejos. Yo no diría tampoco, como otros sabios, que eso es una pura cacana. Algo sabe a chileno. Los “huasos” aparecen muy adornaditos, amariconados (casi ofensa del huaso) y las muchachas algo achuchumecadas (como no queriendo perturbar la frivolidad de los contertulios que pagan el espectáculo) con la gracia fuerte del macho y de la hembra humanos, encachados, que en el campo o en la ciudad no entran en remilgos cuando cantan y bailan lo suyo y así transmiten el jugo de la tierra. No digo que entre la llamada “aristocracia” y la descuajada clase media de estos pueblos no haya también gente que ha conservado ese jugo. Pero, casi todos se amamarrachan con las “convenciones” sociales, con ese enredo fenomenal en que aparecen estos “huasos” amariconados, estas muchachas achuchumecadas, que así se achuchumecan para convertir los bailes de la gente fuerte en “espectáculo agradable y nacional”. ¡Maldita sea, negro Gastiaburú! Tú eras médico, un doctor. Y maldecíamos juntos estas cosas que son fabricaciones de los “gringos” para ganar plata.Todo eso es para ganar plata. (Arguedas, 1969, p. 24)
La fetichización de la cultura y su geopolítica particular, muy bien establecida desde el siglo XIX, ha sido puesta en evidencia. La cultura como mercancía, junto a la acumulación de capital que se genera, han sido puestas en evidencia. El sentido aparente parecería ser el problema político del Perú, directamente relacionado con las diferencias en las formas de reproducción de la vida en aquel país. Pero la novela fija territorios y los traslapa, y con ello a sus moradores. Arguedas se “dibuja” en una trama de conflictos interculturales y políticos, para los cuales, pensamos, no existían las categorías adecuadas a fines de los sesenta. Por ello, pensamos, recurre a los relatos de “Dioses y hombres de Huarochiri”, para explicarse desde la racionalidad mítica contenida en aquellas representaciones.
Y, desde aquella racionalidad, podemos decir que el zorro de arriba, nunca se ha separado del zorro de abajo, ambos son necesarios para la existencia de lo que uno es, en este caso, de lo que Arguedases. Por ello es que en estas tierras, como en las del escritor peruano, los de arriba y los de abajo hacemos parte de la misma comunidad, del mismo ayllu, de la misma marka. Lo natural, lo sobrenatural y lo humano somos las extensiones de la misma vida, no estamos separados. No somos cuerpo o mente, razonamiento o sentimientos; todo lo contrario, somos cuerpo y mente, razonamiento y sentimientos. Por ello nuestra racionalidad no es racional, a la manera de la Modernidad. Todo eso está contenido en la novela de Arguedas, pero más.
Parece radicar ahí la ruptura epistemológica con los indigenistas, y con todos aquellos que proponen categorías como el mestizaje, sincretismo, abigarramiento, lo heterogéneo etc… Por otro lado, el autor del Zorro de arriba y el zorro de abajo sugiere cambiar los esquemas de análisis e interpretación de la realidad de Chimbote en transformación. Aunque no logró concluir cabalmente su texto. Sin embargo, ha contribuido a visibilizar una epistemología que la colonización europea quisoborrar con su política de la ‘extirpación de las idolatrías’, continuada por la modernidad republicana. (Alcón, 2020, p. 290)
Por todo lo anterior podemos decir que la práctica literaria de Arguedas utiliza el relato etnográfico y rompe la normativa, que es impuesta desde el “uso correcto” del lenguaje, en este caso el español.Además, cuenta con segmentos de “antropología confesional”, surgida tres décadas después, saliéndose de los cánones de la novela clásica y muestra su irreverencia hacia la normativa literaria, junto a su compromiso político con el Perú de los pobres e invisibilizados. Con esto logra aperturas, no-modernas, y posibilidades de trascender los cánones de la literatura y de la etnología de aquella época.
Entre la creación literaria y la investigación antropológica
Como ya se dijo, nosotros distinguimos la literatura de la antropología porque la primera tuvo y tiene un énfasis en lo creativo, mientras que la segunda se ha consolidado como labor investigativa. La primera ha sido desarrollada muchos siglos atrás y la segunda, como práctica productora de un corpus analítico, teórico y metodológico orientado a la investigación, surgió recién a fines del siglo XIX, aunque haya tenido antecedentes en informes de viaje y otro tipo de documentos en siglos anteriores. Sin descartar que una se aproxime e influya a la otra y viceversa, queremos dejar claro que, para nosotros, aquellas predominancias son el punto de partida para definir los límites de cada una de estas prácticas.
Sin embargo, también existen otros componentes que sirven para identificar aquellos límites. Como cualquier producto resultado del esfuerzo humano, ya sea tecnológico, plástico, literario,o de cualquier otro tipo, estos tienen dos momentos y es a partir de estos que pasaremos a comprenderlos. Nos referimos a un primer momento de producción y a un segundo momento el de circulación, que desarrollamos a continuación.
Momento productivo
En el inicio de esta exposición mencionamos que, antes de la Ilustración, la referencia religiosa permeaba gran parte de las prácticas y, como consecuencia de ello, “la voluntad de Dios” servía para explicar los desenlaces de cualquier acontecimiento. Este modo de enfrentar la realidad, explicada desde la acción suprema, servía también para comprender el proceso creativo de los artistas y la capacidad propositiva de los productores de conocimiento, asumiendo ambos procesos como resultado de la voluntad divina.
Esto quiere decir que, antes del Siglo de las Luces, el proceso productivo de las artes y los saberes guardaban cierta cercanía, porque estaban conectados por su vínculo con lo sagrado. Si se perdía la fe, es decir, si se rompía aquella relación con la divinidad, se perdía la posibilidad creativa y también la capacidad propositiva de conocimiento. Porque la única entidad con cualidades para la creación, sea esta artística o de saberes, era Dios.
Esto irá cambiando poco a poco y con la Ilustración se consolidará una nueva subjetividad, la del “sujeto racional” del siglo XVII. Este será el nuevo protagonista de la producción de conocimiento científico y así se iniciará una delimitación clara entre producción científica y producción artística. De este modo la literatura, así como las otras prácticas artísticas, que en su momento productivo fueron atribuidas a la relación del creador con la divinidad, con el tiempo, serán entendidas como resultado de la inspiración del genio humano. El genio ya no será Dios, esa posibilidad creadora de genio será asumida por el hombre y no en términos genéricos como humano, sino como hombre, negando esa posibilidad a la mujer. Así, el arte y los artistas lograrán tener un estatus que les permitirá compartir espacio con las élites aristocráticas y las monarquías gobernantes.
Sin embargo, con el surgimiento de la imprenta, el proceso de producción de conocimiento y de la literatura incluirá además la producción material, es decir, todo el trabajo de elaboración industrial del libro, como soporte de una narrativa, reemplazará a lo que hasta ese tiempo recurría al trabajo manual. Con esta transformación, surge la empresa editorial y pasa a ser parte fundamental del proceso de producción del conocimiento antropológico y de la literatura.
Pero, mientras el tránsito de lo manual a lo industrial ha transformado la dinámica de producción de los libros, en el campo económico; con la transición de la Monarquía a la República, en el campo político, la dinámica de relación entre los artistas y las élites políticas ha seguido teniendo la misma lógica de relaciones de privilegios. Sin embargo, actualmente y desde hace algunas décadas, han surgido procesos políticos que reivindican horizontes culturales no-Modernos y desde estos se des-encubren6 dinámicas creativas comunitarias, en música, danza, organización y manejo de colores, entre otras prácticas.
Aquellos horizontes culturales no-modernos, en la mayoría de los casos, no han entrado a los círculos de producción industrial. Por esta razón y a pesar de aquellos intentos de des-encubrimiento de dinámicas creativas comunitarias, la idea de “genio creador” como individuo productor sigue siendo la dominante, en la literatura y las otras artes. De este tipo de subjetividad, además vinculando esta con la fama y la ganancia de dinero, se aprovecha la producción editorial.Por otra parte, el sujeto racional, productor de conocimiento, a partir de fines del siglo XIX estuvo produciendo un nuevo corpus analítico, teórico y metodológico, que daría sentido a las relaciones políticas de dominación. Establecidas desde lo que se ha denominado Occidente y orientadas haciael resto de poblaciones en el mundo. Para ello, la filosofía de la consciencia y el paradigma de la conciencia,7 fueron de gran utilidad.El sujeto racional, encarnado también en el antropólogo, fue el responsable de la producción de conocimiento sobre los “otros”, entendidos estos como objetos de estudio y de investigación; estos “otros” eran, sobre todo, las poblacionesno occidentales que habitaban los países no europeos.
Este trabajo cumplía con cierto canon impuesto por las ciencias naturales, es decir, debía ceñirse a ciertos requisitos, por ejemplo: ser objetivo, estar muy bien delimitado, ser demostrable y verificable, contar con un método, por citar algunos de ellos. Otro componente importante para el cumplimiento de estos requisitos son los “datos empíricos”, que, respondiendo a aquella subjetividad, deben ser recogidos por un sujeto (el investigador) que delimita un objeto (lo investigado).
En contraste con esta dinámica, la literatura, y en general las artes, no han sido consideradas objetivas, porque no son parte de ese proceso de racionalización que desarrolla el sujeto racional y que se relaciona con objetos de y en la realidad. Más bien, son calificadas de subjetivas y es más importante el genio del creador y la inspiración. De esta forma, en este período se va a dar un distanciamiento en las concepciones de antropología y literatura que durará hasta casi fines del siglo XX.
A partir de la década de los setenta aquella dinámica en la producción de conocimiento científico y de la antropología como tal, sufrió una importante crisis en la que uno de los detonadores fue el cuestionamiento del fundamento mismo de la ciencia, la Razón. Y, a partir ello, se consolidó el Giro Lingüístico, produciendo una transformación en la epistemología de la ciencia. En este contexto, el Lenguaje, como nuevo fundamento, sirvió para relativizar el conocimiento universal y reivindicar el conocimiento particular, además, de poneren discusión la dinámica entre objetividad y subjetividad.
De esta forma, sobre todo en las ciencias sociales, producto de una nueva relación con las humanidades y las artes, se transformó el modo de asumir la idea de “verdad” y se relativizó la noción de “ciencia universal”. Se dio lugar a la explosión posmoderna, se criticaron las grandes meta-narrativas y surgieron múltiples “verdades”, cada una de estas se convirtió en un fragmento aislado de las demás, que respondía al propio juego de lenguaje del que era parte. En este nuevo contexto la antropología fue orientada a escuchar voces locales desde sus propias lenguas, dialogar con ellas, darles su propio lugar y relativizar la “autoridad etnográfica” originada a principios del siglo XX y sostenida por el “realismo etnográfico”.
Fue un tiempo en el que el relativismo parecía ser el triunfador y el sentido universal de la ciencia el derrotado. Pero no sólo eso, en algunos casos se pensó sepultada la idea de realidad, se llegó a negar su existencia, por encima de ella y como única posibilidad de conocimiento se posicionó a la interpretación. En este contexto, la “vida” se convirtió en un gran escenario, un espectáculo, en el que todos fuimos considerados actores y, se declaró la “muerte” de la antropología.8Dos hechos políticos, coincidentes con esta transformación epistemológica, se dieron en el mundo.
Por una parte, la caída del Muro de Berlín que puso fin a un mundo bipolar y su consecuencia, por otra parte, la consolidación del modelo de economía y política neoliberal, que en realidad era un liberalismo extremo, que se desplegó libre en un planeta unipolar. El África, Europa del Este y Asia, además de los países de Centro y Sur América sufrieron las consecuencias de aquella política, que impuso un modelo económico, todavía vigente en el mundo.
En este contexto la antropología, luego de haber estado distanciada de las humanidades, volvió a ser parte de ellas, pero esta vez desprendida de la objetividad positivista y de la “dictadura” de los datos. Desde la premisa que “la realidad no existe” y de que “todo es una interpretación”, literatura y antropología cada vez se volvieron más permeables la una con la otra. Actualmente este vínculo sigue teniendo vigencia, aunque existe bastante crítica sobre el sentido posmoderno de la ciencia y de la antropología.
Momento de circulación
Al iniciar esta exposición, habíamos mencionado que los grandes acontecimientos de la humanidad fueron conservados en la memoria de los pueblos y, gracias a la tradición oral, se fueron difundiendo, en función de las prácticas culturales que permitían estos procesos. Posteriormente, con el surgimiento de la escritura y la práctica de la lecto-escritura en ciertos círculos, se inició un proceso de diferenciación de acceso a aquella información. La oralidad definiría cierto tipo de población, juglares, viajeros y narradores se relacionaban cara a cara con grupos de personas en los asentamientos de las nacientes ciudades. Mientras, la escritura delimitaba otros grupos poblacionales, escribanos encargados por la jerarquía religiosa, tenían la misión de reproducir los grandes libros: el Talmud, la Torá, la Biblia y el Corán. Estos contenían las escrituras sagradas, que eran recibidas sin referencia de autores por sus lectores, porque contenían la palabra de Dios.
Este proceso llegó al siglo XV, cuando se inventó la imprenta. Este tiempo coincide con la consolidación del monoteísmo en el planeta.
Judaísmo, islamismo y cristianismo, recurrieron a esta nueva tecnología para no perder la disputa por el “verdadero” credo religioso, que en realidad marcaba una disputa política por conquistar el mundo. Así como poetas y narradores habían recurrido a la copia manual de sus libros, la imprenta sobre todo sirvió para el incremento en la reproducción de obras literarias. El conocimiento y la literatura habían sido parte también del tránsito histórico en el mundo, lo manual daría paso a lo industrial.
Para el siglo XVII, como en muchos otros rubros, con la creación de las máquinas, surgió la industria, se fue configurando el monopolio, se incrementaron las ganancias y se consolidó un nuevo modo de producción capitalista, que se venía desarrollando siglos atrás. Esto fue determinante para transformar las características en la circulación de la literatura, la historia y la filosofía en formato de libros que, en el contexto del capitalismo, entraron a ser producidos como mercancía.
Entonces el antropólogo, surgido a fines del siglo XIX y el literato, que venía produciendo géneros literarios en siglos anteriores y consolidaban sus obras en la lógica del sujeto racional, sea por inspiración o investigación, entraron a interactuar con otro actor. Aquellos productos y su dinámica, dieron origen a las editoriales, que fueron lasque se ocuparon de la producción de los libros para su circulación en el mercado de lectores. Entonces, también cambió el sentido de la circulación, si en la producción se transitó de lo manual a lo industrial, en este caso, de un consumo limitado se pasó hacia un consumo abierto y sin mayores restricciones que la alfabetización y las posibilidades monetarias para la compra de los libros. Pero la lógica del capitalismo y su idea de “crecimiento hacia el infinito” entrará en la carrera, a lo largo de los últimos tres siglos, de abaratarlos costos de producción, para lograr mayor producción y con esto lograr mayor cantidad de consumidores de libros y mayor ganancia para el capitalismo editorial.
En este proceso, entonces se había desarrollado un valor agregado en la producción literaria y antropológica, que era capitalizado por el dueño de la editorial que, al mismo tiempo, desde la lógica del consumo, se convertía en el mediador entre productores y consumidores de literatura y antropología. Así, la idea de ganancia entró a formar parte de la producción editorial y las editoriales se convirtieron en los beneficiarios, en mayor medida que los autores, de las ganancias de los libros. En este contexto, en gran parte del siglo XX, la literatura fue mejor negocio que la antropología.
Por otra parte, el circuito de la literatura estaba estructurado a partir de un momento de inspiración-creación, que es atribuido al autor (literato) individual, quien recibirá todo el mérito, la fama y una cantidad de regalías, como ganancia económica por su obra. Esta, a través de la editorial y la transacción de compra y venta de la mercancía-libro, llegará a un tipo específico de usuario. Este, que tiene la posibilidad de pagar por un libro, también tiene acceso a la lectura y la práctica ilustrada de acceso a las obras literarias. Pero, sobre todo, es parte de un círculo social de personas consideradas “letradas”, que también utilizan su relación con la obra, además de un sentido distractivo y de erudición, como estatus social.
Para el caso del circuito de los contenidos antropológicos, su primer momento es el de la investigación, no hay inspiración, no hay creación, pero si existe un sentido de relación con los protagonistas de otras culturas, del sujeto investigador hacia un objeto investigado.
Aún si estas son personas, deben sufrir un proceso de objetualización para que se pueda expresar aquella investigación en términos objetivos. De esta forma un individuo, antropólogo, a partir de sus propias abstracciones de la realidad, desde sus datos de campo, habrá realizado un producto etnográfico. Una vez que se han cumplido todos los pasos de la investigación objetiva y se ha logrado aquel producto, que puede ser etnográfico o ensayístico, entra en acción la editorial, que cumplirá el mismo rol que con la obra literaria.
El sujeto consumidor, en este caso, tendrá algunas diferencias con el de la literatura, además de ser ilustrado, más allá de la erudición, siempre presente en el consumo literario, tiene la particularidad de ser un especialista en antropología o alguien aficionado a ella, sobre todo deberá pertenecer a los círculos académicos.
Esta dinámica de circulación cambiará con el surgimiento de la antropología posmoderna, consecuencia del Giro Lingüístico, la tendencia de “retorno” de la antropología a las humanidades hará que las etnografías lleguen a formar parte delas obras literarias. A esto se refiere Clifford Geertz (1996) cuando menciona los “Géneros confusos” y muestra cómo la lógica de las disciplinas y los campos de las ciencias se superponen y se mezclan, cuando novelas o cuentos sirven de referencia para hacer ciencia, o productos etnográficos “científicos” son leídos como literatura.
Es en este momento, de géneros confusos, en el que ya no se diferencia el texto antropológico de la obra literaria, cuando el capitalismo a través de las editoriales ha logrado que estas se disputen la producción, sin importar mucho si lo que se vende es ficción, interpretaciones o pensamiento a cerca de la realidad. La consecuencia de todo esto está llevando al sentido común más allá de la duda y ha logrado posicionar en las acciones de la vida cotidiana de las personas el abandono de la certeza, nombrada en este tiempo como Fake News, noticias falsas. Actualmente, vivimos una realidad como si fuera una puesta en escena, de laque no tenemos certeza si es realidad o ficción, es decir, si es verdad o mentira.
Conclusión: Del autor del texto, al sujeto de las prácticas
Luego de todo lo expresado, es importante mencionar que actualmente, en el contexto de las artes, si bien existen editoriales contestatarias, la disputa en el mercado editorial transnacional ha sido copado y es liderado por las grandes empresas transnacionales de producción de libros, con toda la lógica de producción de mercancías y, literatura y antropología, casi en su totalidad, han sido cooptadas por esta lógica sobre todo en la segunda mitad del siglo XX y en lo que corre del presente siglo.
En esta lógica, que apuesta ya no por el best seller sino por la mera acumulación de capital, vía pretexto del best seller. Lo anterior ha producido que los eventos especializados en la circulación de literatura y ciencias en formato de libro, es decir, las ferias del libro, hayan sufrido grandes reveses. El año 2016, por ejemplo, en la Feria Internacional del libro de Bogotá, el libro más vendido fue: “Chupa el perro” (léxico que alude a prácticas de sexo oral en Chile), de un youtuber chileno de 24 años, de nombre Germán Garmendia.9 Ni el Premio Nobel de literatura de aquel año, ni Fernando Vallejo, ni algún texto antropológico reciente, ni los talleres pedagógicos impactaron como lo hizo la terriblemente pésima obra de un joven que, según su propia declaración, no había leído más de cinco libros en su vida, pero que sus ganancias anuales eran algo más de dos millones de dólares, aunque, en aquel momento, no era el youtuber que más ganaba en el mundo, además, los datos tampoco mencionan cuánto gana YouTube por un año de yotuber exitoso.
Como vemos, uno de los problemas de lo que se llama “literatura”, entendiendo aquello que es publicado en un libro, acabamos de exponerlo. Pero este no es un problema para el negocio editorial, a este sólo le interesa vender libros.
No interesa si el autor es antropólogo o literato y tampoco si el contenido intelectual del libro induce al sexo oral, a las violaciones de niños y niñas o a los feminicidios. Lo importante es que genere ganancia económica y monetaria. A las editoriales, que copan los mercados de estas ferias les interesa la ganancia económica, aunque esta atente la vida de las personas o su integridad y este es el gran problema del capitalismo y la Modernidad, de lo que no nos hemos ocupado en este ensayo.
Más allá del desvío de las editoriales hacia las mercancías que producen ganancia y acumulación en manos de casi adolescentes, por decir lo menos. Quisiera cerrar esta reflexión mostrando el itinerario que para nosotros debería ser parte de una antropología comprometida con la vida de la humanidad y la naturaleza, desde esta pequeña parte del sur del mundo. A esta, como hipótesis de trabajo la estamos nombrando: Antropología para la Re-existencia.
Por ahora queremos mostrar algunas diferencias en relación al momento productivo y el momento de circulación mencionados anteriormente para la literatura y la antropología, respectivamente.
Entonces, inicialmente ocupémonos del momento productivo. A diferencia del realismo etnográfico y la antropología posmoderna, en la que ambas se relacionan con un “Otro”, en el primer caso como objeto y en el segundo como un sujeto diferente con el que se entra en diálogo; la Antropología para la Re-existencia, no se relaciona con un “Otro”, ni como objeto, ni como sujeto. Esto, porque el investigador es parte, de alguna manera, de la población con la que se realizará el trabajo etnográfico, a la manera de Arguedas.
Esto muestra que al mismo tiempo que se es autor se es actor, pero, al ser actor junto a otros actores, estos también son considerados autores. Sin embargo, aquí es importante remarcar un detalle. Si bien en el contexto del realismo etnográfico y de la antropología posmoderna existían ciertas coincidencias con la literatura, por el prestigio de la obra y la fama, estatus y reconocimiento del autor, en este caso lo más relevante del trabajo antropológico no está relacionado con estos referentes. Más allá de la fama y otras cosas, lo relevante en este tipo de antropología, que nos permite afirmar que se distancia mucho más dela literatura, es la necesidad, como proyecto antropológico, de transformación de la realidad.
Esto último nos lleva al segundo momento, de circulación, de la Antropología para la Re-existencia. Aquí no se descarta la difusión por la vía editorial, pero, en contextos como el nuestro, donde existen bajos niveles de adquisición de libros y una práctica reducida de la lecto-escritura, estas reflexiones no llegarán a gran parte de la población. Entonces, la vía para la circulación de esta nueva propuesta antropológica, pero sobre todo para producir el objetivo de transformación de la realidad, racista, machista, homofóbica y clasista en la que vivimos actualmente en el país deberá ser distinta. Pensamos por ejemplo en los nuevos mecanismos de circulación de información, desde los proporcionados por las herramientas digitales, pero, sobre todo, aquellas menospreciadas en este tiempo: talleres, reuniones, procesos rituales-festivos, que deberán ser realizados cara a cara.
Todo este proceso, todavía en construcción, sitúa al autor en un itinerario a partir del cual se deberán ir construyendo roles y prácticas que transformen un compromiso con la teoría en un compromiso con los problemas de la realidad. Este itinerario sitúa al autor en un horizonte distinto al de la obra literaria producida por el mundo de las editoriales transnacionales.
Entonces el antropólogo para la re-existencia deberá transitar de ser autor, a convertirse en actor y sujeto de las prácticas políticas.
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Notas
Recibido: 15 de febrero de 2022; Aceptado: 5 de abril de 2022
Resumen
Tomando en cuenta que los temas antropológicos, como fuente de información para los antropólogos, han estado contenidos en los grandes relatos históricos, los informes de viajeros y las crónicas, recogidas antes del siglo XIX y conociendo que a partir del surgimiento de la antropología, denominada “científica” se han dado un momento y unas circunstancias en las que se ha pensado que la literatura y la antropología tienen mucho en común; entonces, el ensayo pretende distinguir a la antropología de la literatura desde aquellos énfasis que las diferencian. En el primer caso por su compromiso con la labor investigativa y en el segundo por su labor creativa. Sin negar que la literatura y la antropología puedan tener ciertas conexiones y estar bastante relacionadas en algunas dimensiones, desde nuestra búsqueda de una antropología para la re-existencia, se exploran estas posibles relaciones y se muestra cómo han sido constituidas ambas, la literatura y la antropología.
Palabras clave
Literatura, antropología, ciencia, humanidades, re-existencia.Abstract
This essay intends to distinguish anthropology from literature with respect to differences between them, in the former in terms of its commitmentto investigative work and in the latter for its creative work.
It considers that in the construction of anthropological topics anthropologists have drawn their source material from the great historical accounts, travelers’ reports, and chronicles, collec- ted before the 19th century. As such, it recognizes that the emergence of anthropology and whathas been labeled "scientific" is dependent on temporal contexts such that under different historical circumstances it was thought that literature and anthropology were more closely aligned. Without denying that literature and anthropology can have certain connections and are quite related in some dimensions, within our search for an anthropology of re-existence, these possible relationships are explored, and it is shown how both literature and anthropology have been constituted.
Keywords
Literature, anthropology, science, humanities, re-existence.Résumé
Tenant compte du fait que les sujets anthropologiques, en tant que source d'information pour les anthropologues, ont été contenus dans les grands récits historiques, récits de voyageurs et chroniques, recueillis avant le XIXe siècle et sachant que depuis l'émergence de l'anthropologie, dite "scientifique", il y a eu une époque et des circonstances dans lesquelles on a pensé que la littérature et l'anthropologie avaient beaucoup en commun; ensuite, l'essai entend distinguer l'anthropologie de la littérature de ces accents qui les différencient. Dans le premier cas pour son engagement dans le travail d'investigation et dans le second pour son travail de création. Sans nier que la littérature et l'anthropologie peuvent avoir certains liens et être assez liées dans certaines dimensions, à partir de notre recherche d'une anthropologie de la réexistence, ces relations possibles sont explorées et il est montré comment se sont constituées à la fois la littérature et l'anthropologie.
Mots clés
Littérature, anthropologie, science, sciences humaines, ré-existence.Resumo
Tomando em conta que os temas antropológicos, como fonte de informação para os antropólogos, tem estado contidos nos grandes relatos históricos, nos relatórios de viajantes e crônicas, recorridas antes do século XIX e conhecendo que a partir do surgimento da antropologia, denominada “científica”, em um dado momento e circunstância, se tem pensado que a literatura e a antropologia tem muito em comum; então, esse ensaio pretende distinguir a antrapologia e a literatura desde as ênfases que as diferenciam. No primeiro caso, por seu compromisso com o trabalho investigativo,e no segundo, pelo seu trabalho criativo. Sem negar que a literatura e a antropologia possam ter conexões e estar bastante relacionadas em algumas dimensões, desde nossa busca de uma antropologia para a re-existência, se exploram estas possíveis relações e se mostram como ambas tem sido constituídas, a literatura e a antropologia.
Palavras-chave
Literatura, antropologia, ciência, humanidades, re-existência.El presente ensayo 1 ha sido desarrollado desde nuestra preocupación por una antropología que responda y sea útil a nuestro tiempo, no estamos tomando en cuenta otro tipo de preocupaciones, también legítimas que son parte de la literatura.
Seguramente, esto quedará en evidencia a lo largo del ensayo. Además, aunque mi trabajo no se ha enfocado en ello, estoy consciente de la difusa línea que separa estas prácticas y, en estos tiempos, también de la porosidad existente entre estas y otras como el consumismo, la mercantilización de la cultura, la banalización de las prácticas culturales que, entre otras, van de la mano del libre mercado, el neoliberalismo y sobre todo la Modernidad.
Desde nuestra perspectiva, la literatura en su comprensión más amplia, como hecho creativo, tiene la particularidad de estar contenida en el lenguaje escrito y por esta característica circula en soporte de libro impreso, aunque esto no siempre fue así. Además, en los últimos tiempos, circula también en formato digital guardando la forma editorial del libro impreso.
Por su parte la información antropológica, como hecho etnográfico, como crónica, o informe de viajes, también está contenido en el lenguaje escrito y, aunque su itinerario es distinto al de la literatura, su soporte es el mismo. Entonces, literatura y antropología, como relatos de ficción, exóticos e incluso históricos, comparten el mismo tipo de soporte, que de manera genérica se denomina literatura. Esta sería una primera relación en la que la antropología aparece subsumida a una nomenclatura que se refiere a los libros, como literatura.
Sin embargo, más allá de aquella relación, vamos a distinguir a la antropología de la literatura desde aquellos énfasis que las diferencian. La primera compromete una labor investigativa y la segunda requiere una labor creativa. Sin embargo, también es importante tomar en cuenta que gran parte de los temas antropológicos, como fuente de información para los antropólogos, han estado contenidos en los grandes relatos históricos, los informes de viajeros y las crónicas, recogidas antes del siglo XIX, cuando surgió la antropología como especialidad de investigación en ciencias sociales. Por otra parte, a partir del surgimiento de la antropología, denominada “científica”, existe un momento y unas circunstancias desde las que se llega a pensar que la literatura y la antropología tienen mucho en común, es decir, se piensa como dos prácticas bastante similares.
Sin negar que la literatura y la antropología puedan tener ciertas conexiones y estar bastante relacionadas en algunas dimensiones, nosotros, pensando desde nuestra búsqueda de una antropología para la re-existencia, quisiéramos explorar estas posibles relaciones y establecer cómo han sido constituidas ambas, la literatura y la antropología, además de mostrar cuál es nuestra propia relación con ellas.
Aquí es importante aclarar que la re-existencia, es una noción en construcción, se refiere a un proceso que se descentra de la modernidad, cambia de dirección, se orienta desde la transmodernidad y construye un nuevo modo de existencia. Esta involucra otros procesos previos. Uno de ellos es el des-encubrimiento de los dispositivos instalados por la Modernidad en nuestra subjetividad y sus consecuencias y el otro es la descolonización, entendida como la migración de una subjetividad enajenada hacia otra empoderada y con dignidad.
Para ello, iniciamos en el primer subtítulo mostrando el uso de la memoria y la tradición oral como mecanismos de reproducción de los grandes relatos de la humanidad. Posteriormente, hacemos notar el tránsito hacia el documento escrito, como contenedor de aquellos relatos.
Hacemos esto para mostrar que en ambos casos, el de la literatura y el de los contenidos antropológicos, aparecen sin ser plenamente delimitados, formando parte de las humanidades hasta el siglo XVII, momento de inicio del “Racionalismo Cartesiano” y la instalación de la idea de ciencia, distanciada de las humanidades y la literatura. En este largo tiempo, antes del surgimiento de la ciencia, el sentido del conocimiento estaba contenido en la sabiduría.
“Racionalismo Cartesiano” y la instalación de la idea de ciencia, distanciada de las humanidades y la literatura.
En este largo tiempo, antesdel surgimiento de la ciencia, el sentido del conocimiento estaba contenido en la sabiduría.
En el segundo subtítulo, a partir de una breve referencia al contexto en el que surge la antropología en el siglo XIX y el período de consolidación del Realismo Etnográfico, hasta su crisis en la década de los sesenta del siguiente siglo, hacemos referencia a un cuento de Jorge Luis Borges, para mostrar las particularidades de la idea de antropología durante gran parte del siglo XX. Y, a partir de una novela de José María Arguedas, mostramos un segundo momento que rompe con la concepción clásica de antropología todavía no visibilizada en aquel tiempo.
Se trata de un intento de comprensión de la antropología, a partir de sus referencias ontológicas y sus posibilidades epistemológicas y políticas, en un caso, poniendo en evidencia el énfasis de la antropología en la lógica entre sujeto investigador y objeto investigado y en otro mostrando las posibilidades de ruptura con aquella lógica y su apertura hacia formas distintas de hacer antropología.
En el tercer subtítulo, realizamos una aproximación a dos momentos relacionados con ambas prácticas, literatura y antropología. Estos dos momentos son: el momento productivo, y el momento de circulación. En esta parte nos interesa mostrar, desde nuestra propia perspectiva, cuáles son los componentes que intervienen y cuál es la dinámica entre estos dos momentos, cuando se produce una obra, por una parte y, por otra, cuando se desarrolla la circulación de la misma.
Sabiduría sin ciencia: La literatura en la política
Los grandes acontecimientos de la humanidad fueron conservados en una serie de relatos que, gracias a la tradición oral de los pueblos antiguos y al uso de la memoria, se transmitieron degeneración en generación. Con el tiempo, aquellos relatos fueron registrados en soportes escritos.
Esto dio lugar a que las culturas de la humanidad transiten dos momentos en el modo de registro dela información. Un primer momento, cuando el uso de la memoria se adecuaba a la reproducción de acontecimientos desde la práctica de la tradición oral y, un segundo momento, con el surgimiento de la escritura. En este, el documento escrito pasó a convertirse en el contenedor de aquellos acontecimientos y se transformó completamente con la invención de la imprenta.
Durante aquel tiempo, antes del surgimiento de la imprenta, existió un vínculo muy fuerte entre los saberes y la literatura. Casi siempre, los acontecimientos históricos relacionados con las grandes gestas heroicas fueron narrados en forma de canciones, poemas y en otros géneros literarios de manera oral. Más tarde, la práctica de la escritura, ligada a los espacios de poder, fue transformando la dinámica de los saberes. En este contexto, la importancia del poder religioso y su relación con las élites gobernantes, dio lugar a que el primero, es decir el poder religioso, ejerza cierto monopolio en la producción y circulación de documentos escritos.
Sin embargo, en todo ese tiempo, antes del surgimiento de la ilustración, aquellos poderes tenían a las prácticas espirituales y su creencia en ellas, como su principal referente. Desde este “paraguas” era concebida la política, los saberes históricos y también literarios. Fue un tiempo en el que existía un fuerte vínculo entre filosofía, política y literatura, estas no se podían pensar separadas. Además, la sabiduría, en relación directa con la experiencia de los mayores, los ancianos, gozaba de jerarquía y prestigio. Sabiduría, experiencia y conocimiento del mundo espiritual, entonces, sirvieron para la producción de conocimiento técnico, histórico y literario, entre otros, en un tiempo en el que las decisiones políticas respondían a reflexiones holísticas.
Posteriormente, en el tiempo de inicio de la expansión europea, la superación de los curantismo, junto con el surgimiento de la Ilustración, dio lugar, en el siglo XVII, al nacimiento de la ciencia. La Ilustración produjo una serie de transformaciones que, de distintos modos, ya se habían venido manifestando en el tiempo anterior. Rubén Cañedo, menciona que: “La existencia histórica de la ciencia moderna es relativamente reciente y, en términos generales, no se produjo más allá de los albores del capitalismo europeo de los siglos XVII y XVIII” (1996, p. 38). Este hecho, consolidó una nueva época en la que una forma de saberes, en concordancia con la creencia religiosa, sería cuestionada por otra centrada en el uso de la razón y orientada a la generación de conocimiento. En este nuevo contexto, saberes y sabiduría serían reemplazados por conocimiento y ciencia. Con esto, de la mano de Descartes, la filosofía de la conciencia se había iniciado.
… advertí luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: “yo pienso, luego soy”, era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando. (Descartes 2012 [1637], pp. 123-124).
Con esto, en el siglo XVII, el ego cogito ergo sum (yo pienso luego soy) de Descartes, transformó la forma de pensar el modo de relacionamiento con la realidad. Esto significó el inicio de un tipo de racionalismo, conocido como “racionalismo cartesiano”, que coincidió con la instalación de la idea de ciencia, enfrentada al modo de producción de los saberes desde lo holístico, como las filosofías anteriores. Así, se inició el surgimiento de las “disciplinas científicas” y aquellas prácticas entendidas como parte de las humanidades, las artes, la historia y la filosofía perdieron jerarquía y fueron relegadas al ámbito de la especulación. Con todo esto, la sabiduría dejó de tener importancia y este lugar fue ocupado por el conocimiento científico.
Entonces, de un tiempo en el que las humanidades, y con ellas la literatura, habían sido consideradas fundamentales para la construcción de saberes y parte importante en los procesos políticos; a partir del siglo XVI, con el surgimiento de la Modernidad y del siglo XVII con el de la ciencia, como dispositivo de producción de verdad y orientado a la legitimación de su propio proyecto político, la literatura fue relegada a una práctica distractiva para las élites letradas de los países dominantes de aquel tiempo.
Ciencia sin humanidades: Del “etnógrafo” de Borges a los “zorros” de Arguedas
En este subtítulo, inicialmente, hacemos referencia al contexto de la literatura y la antropología y, posteriormente, entramos a tocar algunos puntos clave del cuento: “El Etnógrafo” de Borges (1969) y la novela: “El zorro de arriba y el zorro de abajo” de Arguedas (2006). Hacemos esta introducción al contexto, porque nos parece importante hacer notar la influencia de las ciencias naturales en las ciencias sociales y las humanidades, para comprender el momento en el que estas últimas pierden jerarquía en el ámbito académico.
El proceso que mencionamos tiene un acontecimiento importante como referencia, la propuesta de la teoría de la evolución de las especies, publicada por Charles Darwin (1921 [1859]), fue la que influyó en gran parte del protagonismo de la ciencia por encima de la filosofía, pero no sólo eso, el “bum” del evolucionismo produjo, entre otras cosas, el surgimiento de la antropología. Esta, problematizada por la evolución humana y convencida en la necesidad de demostración para sustentar criterios de “verdad”, se consolidó como la nueva “ciencia para el estudio del hombre”.
Posteriormente, al finalizar el siglo XX las ciencias sociales y en particular la antropología entró en crisis. Una perspectiva de aquella crisis la expresa Clifford Geert (1996), que menciona algunas verdades al respecto: primera verdad: La mezcla de géneros, que se refiere, justamente, al modo en el que resultados de investigación sean asumidos como referencias de novela, o que el uso referencial de novelas sea utilizado para argumentos filosóficos. Segunda verdad: El tránsito de la explicación a través de leyes y ejemplos hacia otra basada en estudios de casos e interpretaciones. Tercera verdad: Las analogías orientadas desde las humanidades, actualmente, juegan el mismo rol que las analogías surgidas desde la tecnología. Esto ha ocasionado, en muchos casos, una incertidumbre en relación a la disputa entre la idea de ciencia, en este caso social, y las humanidades, restando el privilegio asignado a la primera.
Entonces, en esta circunstancia, de un momento en el que los antropólogos estaban preocupados por mostrar cierto rigor en la investigación, para que su trabajo sea considerado parte de las ciencias sociales, se transita a otro momento en el que esto ya no es necesario, porque muchos de aquellos investigadores perciben que su trabajo está más cerca de las humanidades. Estas tensiones, puestas en evidencia sobre todo en la década de los setenta del siglo XX, queremos mostrarlas a partir de las dos obras literarias expuestas.
Sin embargo, antes de exponer de manera breve estas obras, es importante aclarar que el cuento y la novela que hemos seleccionado han sido producidas antes de que se decante y se difunda la crisis mencionada, en un tiempo en el que las ciencias sociales, y dentro de estas la antropología, respondían en gran medida al modelo de las ciencias naturales, con una fuerte influencia del positivismo lógico. Por una parte, fue un momento en el que las humanidades no tenían la actual incidencia en la antropología y, por otro, se trataba de un contexto en el que los conceptos de etnografía, etnología y antropología no tenían el mismo significado.
Por su importancia aclaramos esto último, aquellas diferencias de significado, además de delimitar ciertos sub-campos al interior de la antropología, respondían a disputas geopolíticas por el conocimiento, entre Estados Unidos, Inglaterra y Francia. En este contexto de disputa política, la etnografía remitía a la idea de descripción, con una fuerte influencia del positivismo, pensando que la realidad es única y no cambia. Mientras que la etnología, producida por los países europeos, hacía referencia al proceso de comparación de etnografías para aproximarse y comprender las diferencias y similitudes entre culturas. Como resultado de estos dos procesos anteriores, trabajo etnográfico y reflexión etnológica, era posible trabajar en la producción de teoría, en este caso, antropológica y este tipo de producto intelectual recién era asumido desde la denominación de antropología. 2
Una vez aclarado esto, entramos en tema. Para ello utilizamos el cuento titulado el “El etnógrafo”,escrito por Jorge Luis Borges en el año 1969 y continuaremos con la novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, que José María Arguedas escribió entre los años finales de la década de los sesenta del siglo XX. Ambas son obras de literatura que imaginan y reproducen escenas de la vida, en las que la antropología ocupa un lugar.
Borges: Racionalidad moderna y ruptura
“El etnógrafo”, es un cuento que fue incluido en: “Elogio de la sombra” (1969). Un libro de poesía donde la historia corta de un etnógrafo tensiona su narrativa poética desde la concepción que el autor tiene de ciencia y conocimiento. Esta idea es calificada, desde la crítica, como ficción para el autor. Es decir, ciencia y conocimiento, en el contexto de la poética de Borges aparecerían como ficción.
“El Etnógrafo”, incluido en Elogio de la sombra, desempeña un papel importante en la arquitectura del libro en la medida en que pone de relieve ciertos rasgos de la poética –y de la poesía– del autor justamente en un texto que, por su forma, parece apartarse de la poesía y que aborda, por otro lado, un tema clásico de la ficción del autor: la reflexión sobre la ciencia y el conocimiento, sus impases y límites” (Miceli, 2017, p. 105).
Entonces estamos ante una figura, la del etnógrafo, que es utilizada por Borges para comunicar sus dudas, a cerca de la ciencia y su pertinencia en relación al conocimiento. Nos encontramos con dos temas en el cuento: la ciencia, o el conocimiento científico y el etnógrafo. El primero, delimitado por un ámbito privilegiado del que no cualquier persona puede ser parte y, el segundo, el actor principal en la construcción del conocimiento, que puede ser parte de aquel ámbito privilegiado.
Pensamos que lo que hace Borges en aquel cuento es tomar como inspiración las dinámicas internas que se daban en la antropología temprana de la primera mitad del siglo XX. A partir de ello, plantea un corto relato para mostrar, con mucha claridad, varias de las facetas de lo que se pensaba era el “deber ser” del antropólogo, en este caso en su momento etnográfico. La narrativa del cuento hace énfasis en la idea de “verdad” y en la posibilidad de conseguirla, “intacta” y “pura”, a través del trabajo del etnógrafo. Esta posibilidad, si bien es exitosa en un primer momento, cuando la información es recogida en el terreno de investigación; posteriormente se convierte en un fracaso, como posibilidad de conocimiento universal, porque nunca será revelada por aquel aprendiz. Este preferirá no graduarse, guardar aquella información y pasar el resto de su vida laboral en una biblioteca.
Aquí es importante aclarar que, el sistema de representaciones dominante en aquella época y las ideas de referencia de aquel sistema, sobre la ciencia y el conocimiento, del que era parte el escritor argentino, respondían a criterios de “universalidad”. Estos, entendidos desde la referencia de la cosmovisión y cultura del sistema civilizatorio desarrollado por la cultura occidental. Por esta razón, aquellas ideas no son las mismas medio siglo después, sobre todo, luego de las críticas y las transformaciones 3 que se han dado en los procesos de construcción de conocimiento en el mundo.
Pero, no sólo se han transformado aquellos criterios de “universalidad” de la ciencia y el conocimiento, desde aquella época, tiempo en el que las comunidades de nuestro continente tuvieron que sufrir la presencia de antropólogos y de una antropología diseñada para la dominación colonial. 4
Además, los significados de antropología, etnografía y etnógrafo, también se han estado transformando. Por lo anterior, es importante aclarar que nuestro interés va más allá de los criterios universalistas modernizantes de comprensión del trabajo de Borges. Más bien, trascendiendo aquella idea de “universalidad”, orientamos nuestra reflexión a la ruptura entre racionalidades distintas producida por aquella antropología, contenida en la idea de etnógrafo del escritor argentino.
Inicialmente, veamos algunos elementos de referencia. En el texto se describe con claridad un tipo de sujeto y sus rasgos físicos: “alto, a la manera americana, ni rubio ni moreno, de perfil de hacha, de muy pocas palabras”. Hasta la década de los ochenta del siglo XX, inclusive, en Bolivia, exceptuando por el “perfil de hacha” y por una pequeña variación que podría nombrarse adicionalmente: “y también a la manera europea”, era imposible, creo, encontrar un antropólogo que no responda a aquellos rasgos. Es decir, la representación de los rasgos físicos de este tipo de profesionales respondía en aquel tiempo a un sistema clasificatorio que se había ocupado de ordenar el mundo entre los que piensan (algunos del norte global) y los que son pensados (el resto de los y las del sur global). Esto equivale a una división, sobre todo en ciencias sociales y antropología, entre los que investigan (algunos del norte global) y los que son investigados (as poblaciones del sur global). Para corroborar esto, se puede buscar en Wikipedia nombres e imágenes de los antropólogos que han investigado nuestros países en aquel tiempo.
Por otra parte, cuando Borges hace alusión al rango de edad en el que aquel sujeto se encontraba, menciona que: “era suya esa edad en que el hombre no sabe aún quien es y está listo a entregarse a lo que le propone el azar”. Nosotros pensamos que no saber quién uno es, refiere a cierta falta de madurez, la misma que se va logrando cuando se va encontrando el sentido de la vida. Esto se logra buscando, enfrentando situaciones desconocidas y conocidas. Para ello es necesario equivocarse, “tropezar”, “caer” y luego “levantarse” y seguir, hasta lograr ciertos niveles de madurez como persona. A este momento de transición se refiere el autor cuando dice: “listo a entregarse a lo que le propone el azar”.
No se equivoca Borges, nosotros hemos conocido varias historias de “mochileros”, extranjeros delos países del norte que viajan por los países que son denominados “pobres”, nosotros diríamos saqueados. En estos países, con unos pocos dólares,5 ellos atraviesan nuestros territorios, para luego decidirse estudiar antropología y continuar buscando el sentido de la vida desde “trabajos etnográficos”, hasta poder acomodarse en alguna universidad de su país, lugar en el que en algún momento lograrán la madurez. La preocupación de la mayoría de ellos, en su tránsito por nuestros países, no es, necesariamente, algún problema o los problemas de las comunidades que investigan.
Hay que destacar que la mayoría de las investigaciones realizadas por extranjeros aparecen en el contexto del “trabajo de campo”, obligatorio para producir la tesis de doctorado y acceder luego a un empleo académico en el Norte. Esto implica, por un lado, que el (la) investigador/a tiene libertad relativa en escoger su tema o sitio de estudio; por el otro, implica que sus intereses, tópicos, modelos teóricos y hasta su estilo de redacción, se dirigen a la moda académica del Norte, buscando satisfacer alos que eventualmente les han de calificar para conseguir “pega”. (Spedding, 1997, p. 54)
Entonces no sólo los rasgos físicos, sino también la subjetividad de los etnógrafos nos está mostrando que, para la antropología de aquella época, laque Borges asimiló muy bien, el ser del etnógrafo cumplía ciertas condiciones y tenía ciertas atribuciones. De este modo, se pone en evidencia también el lugar de enunciación desde el cual se enuncia a aquel etnógrafo, porque se generaliza la relación entre una determinada edad, con ciertas condiciones materiales sobreentendidas para la reproducción de la vida, y las atribuciones logradas en esas condiciones, para aquel rango de edad. Posibilidades y condiciones que tienen los jóvenes de clase media de algunos países.
Pero, además del lugar de enunciación, que sirve para “dibujar” al etnógrafo geopolítica y corpo- políticamente delimitado, otro componente que hay que tomar en cuenta en el proceso de enunciación de aquel etnógrafo, el del cuento, es el tipo de racionalidad contenida en la subjetividad del escritor argentino. Desde su racionalidad Moderna, piensa la vida del “hombre” en relación a una edad, es decir hay un tiempo vivido y otro por vivir. Esta relación: “hombre” y tiempo están expresadas desde las representaciones de la cultura de la Modernidad. Esta misma relación, en otras culturas, no es pensada del mismo modo. En este caso, se piensa así porque las determinaciones del progreso y el desarrollo para la vida son las que han producido un tipo de representaciones y prácticas culturales, a partir de las cuales surge la incertidumbre de un futuro en el que se quiere “mejorar”. Esto sitúa a los jóvenes, con racionalidad moderna y modernizada, en un escenario en el que no saben quiénes son y, como dice Borges, se entregan al “azar”. En otras culturas, en cuya cosmovisión el progreso y el desarrollo no están presentes, las incertidumbres por el “futuro”, por ejemplo, no existen.
Pero vayamos al tema central del cuento, en el que el etnógrafo se niega a revelar el “secreto” conseguido en su trabajo etnográfico, renuncia a graduarse y se refugia en el trabajo de bibliotecario por el resto de su vida. En este caso, la “verdad”, entendida por el etnógrafo como tal, se convierte en un secreto que se guarda como una joya escondida. Se trata de un tesoro que queda sepultado en el olvido, mientras aquella cultura desaparece y con ella su “secreto”.
Este desenlace del cuento, muestra contradictoriamente la ruptura entre una racionalidad, la de la Modernidad, que piensa una antropología sin cuestionarse las posibilidades de un diálogo intercultural y menos un diálogo transontológico. En este contexto, la idea de “respeto” por la cultura de “los otros” produce una ruptura en el diálogo y en el intercambio de conocimiento entre sistemas culturales distintos. De este modo, el sentido de la vida humana, compartida entre diferentes cosmovisiones y culturas, que pueda ser enriquecido desde diferentes formas de reproducción de aquella, no está presente en la concepción que Borges tiene de vida, de la ciencia y de la antropología.
Arguedas y la posibilidad de aperturas no-modernas
La novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, de José María Arguedas, desarrolla un argumento complejo que ha sido interpretado desde muchas perspectivas y, seguramente, todas ellas, todavía no han agotado las múltiples posibilidades contenidas en aquel trabajo literario. Nosotros, en esta corta referencia, solamente mencionaremos algunas ideas clave que nos ayudan a entenderla obra del peruano como una apertura hacia un horizonte de sentido no-moderno.
Arguedas, especializado en “etnología”, denominativo de aquel tiempo para referirse a una forma de hacer antropología, produce una novela que contiene, entre otros, los propios problemas existenciales del autor. Aquella historia ha sido compuesta por discursos, cartas personalesy fragmentos de su diario. En aquella obra, plantea una historia intercalando escenas que se desarrollan en la región de Chimbote en el Perú
.Se trata de una obra en la que se vacían datos etnográficos relatos mitológicos contenidos en “Dioses y hombres de Huarochirí” (Ávila, 1966 [¿1598?]) y testimonios personales del autor, para dar sentido a escenas de la vida cotidiana de las poblaciones cercanas a la capital del Perú en aquellos años. Pero en el trasfondo de aquellas escenas permanece una forma distinta de comprensión del mundo. Aquellos relatos, cruzan vivencias de costeños y serranos con los que el autor se siente identificado y desde aquellas vivencias intenta dar sentido a los problemas de su Nación, pero también superarlos.
...Quizá conmigo empieza a cerrarse un ciclo y a abrirse otro en el Perú y lo que él representa: se cierra en el de la calandria consoladora, del azote, del arrieraje, del odio impotente, de los fúnebres “alzamientos”, del temor a Dios y del predominio de ese Dios y sus protegidos, sus fabricantes; se abre el de luz y de la fuerza liberadora invencible del hombre de Vietnam, el de la calandria de fuego, el del dios liberador. Aquel que se reintegra (Arguedas, 1969, p. 274).
De la sociedad conservadora que engendranuestro odio impotente, de ese temor a Dios y a sus protegidos los dueños de las fábricas, es decir los capitalistas, y desde nuestros muertos por los alzamientos hacia el colonizador; quiere abrir la posibilidad liberadora, tomando el ejemplo de lo que sucedió en Vietnam en aquellos años. Pero, aclarara, no es el revolucionario liberador, es el “dios liberador”, que se “reintegra”, significa que vuelve a su tierra, a su lugar, a sus mitos a su suelo. De aquel lejano Oriente, que alude como ejemplo de lucha antiimperialista, vuelve, y se hunde en su propio suelo.
Aquel dios liberador somos nosotros mismos, es Arguedas, que piensa y escribe desde su propio suelo, desde su propia lengua, “el español de Arguedas”. Ya, en el principio de su narración, aludía a una escena, que todavía, para entendidos, es decir académicos, ilustrados, y no entendidos, se nombra como “folklore”, aunque en los más de veinte años que corren del siglo XXI, este campo es el lugar en el que se disputan las formas para la colonización y las posibilidades para su descolonización y esto ya lo había expresado Arguedas.
Entre calatas, cómicos, conjuntos de jazz y de pelucones, todo mediocre, apareció un “ballet” chileno. ¡Maldita sea! No digo que ya no es chileno eso; pero para los que sabemos cómo suena lo que el pueblo hace, estas mojigangas son cosa que nos deja entre iracundos y perplejos. Yo no diría tampoco, como otros sabios, que eso es una pura cacana. Algo sabe a chileno. Los “huasos” aparecen muy adornaditos, amariconados (casi ofensa del huaso) y las muchachas algo achuchumecadas (como no queriendo perturbar la frivolidad de los contertulios que pagan el espectáculo) con la gracia fuerte del macho y de la hembra humanos, encachados, que en el campo o en la ciudad no entran en remilgos cuando cantan y bailan lo suyo y así transmiten el jugo de la tierra. No digo que entre la llamada “aristocracia” y la descuajada clase media de estos pueblos no haya también gente que ha conservado ese jugo. Pero, casi todos se amamarrachan con las “convenciones” sociales, con ese enredo fenomenal en que aparecen estos “huasos” amariconados, estas muchachas achuchumecadas, que así se achuchumecan para convertir los bailes de la gente fuerte en “espectáculo agradable y nacional”. ¡Maldita sea, negro Gastiaburú! Tú eras médico, un doctor. Y maldecíamos juntos estas cosas que son fabricaciones de los “gringos” para ganar plata.Todo eso es para ganar plata. (Arguedas, 1969, p. 24)
La fetichización de la cultura y su geopolítica particular, muy bien establecida desde el siglo XIX, ha sido puesta en evidencia. La cultura como mercancía, junto a la acumulación de capital que se genera, han sido puestas en evidencia. El sentido aparente parecería ser el problema político del Perú, directamente relacionado con las diferencias en las formas de reproducción de la vida en aquel país. Pero la novela fija territorios y los traslapa, y con ello a sus moradores. Arguedas se “dibuja” en una trama de conflictos interculturales y políticos, para los cuales, pensamos, no existían las categorías adecuadas a fines de los sesenta. Por ello, pensamos, recurre a los relatos de “Dioses y hombres de Huarochiri”, para explicarse desde la racionalidad mítica contenida en aquellas representaciones.
Y, desde aquella racionalidad, podemos decir que el zorro de arriba, nunca se ha separado del zorro de abajo, ambos son necesarios para la existencia de lo que uno es, en este caso, de lo que Arguedases. Por ello es que en estas tierras, como en las del escritor peruano, los de arriba y los de abajo hacemos parte de la misma comunidad, del mismo ayllu, de la misma marka. Lo natural, lo sobrenatural y lo humano somos las extensiones de la misma vida, no estamos separados. No somos cuerpo o mente, razonamiento o sentimientos; todo lo contrario, somos cuerpo y mente, razonamiento y sentimientos. Por ello nuestra racionalidad no es racional, a la manera de la Modernidad. Todo eso está contenido en la novela de Arguedas, pero más.
Parece radicar ahí la ruptura epistemológica con los indigenistas, y con todos aquellos que proponen categorías como el mestizaje, sincretismo, abigarramiento, lo heterogéneo etc… Por otro lado, el autor del Zorro de arriba y el zorro de abajo sugiere cambiar los esquemas de análisis e interpretación de la realidad de Chimbote en transformación. Aunque no logró concluir cabalmente su texto. Sin embargo, ha contribuido a visibilizar una epistemología que la colonización europea quisoborrar con su política de la ‘extirpación de las idolatrías’, continuada por la modernidad republicana. (Alcón, 2020, p. 290)
Por todo lo anterior podemos decir que la práctica literaria de Arguedas utiliza el relato etnográfico y rompe la normativa, que es impuesta desde el “uso correcto” del lenguaje, en este caso el español.Además, cuenta con segmentos de “antropología confesional”, surgida tres décadas después, saliéndose de los cánones de la novela clásica y muestra su irreverencia hacia la normativa literaria, junto a su compromiso político con el Perú de los pobres e invisibilizados. Con esto logra aperturas, no-modernas, y posibilidades de trascender los cánones de la literatura y de la etnología de aquella época.
Entre la creación literaria y la investigación antropológica
Como ya se dijo, nosotros distinguimos la literatura de la antropología porque la primera tuvo y tiene un énfasis en lo creativo, mientras que la segunda se ha consolidado como labor investigativa. La primera ha sido desarrollada muchos siglos atrás y la segunda, como práctica productora de un corpus analítico, teórico y metodológico orientado a la investigación, surgió recién a fines del siglo XIX, aunque haya tenido antecedentes en informes de viaje y otro tipo de documentos en siglos anteriores. Sin descartar que una se aproxime e influya a la otra y viceversa, queremos dejar claro que, para nosotros, aquellas predominancias son el punto de partida para definir los límites de cada una de estas prácticas.
Sin embargo, también existen otros componentes que sirven para identificar aquellos límites. Como cualquier producto resultado del esfuerzo humano, ya sea tecnológico, plástico, literario,o de cualquier otro tipo, estos tienen dos momentos y es a partir de estos que pasaremos a comprenderlos. Nos referimos a un primer momento de producción y a un segundo momento el de circulación, que desarrollamos a continuación.
Momento productivo
En el inicio de esta exposición mencionamos que, antes de la Ilustración, la referencia religiosa permeaba gran parte de las prácticas y, como consecuencia de ello, “la voluntad de Dios” servía para explicar los desenlaces de cualquier acontecimiento. Este modo de enfrentar la realidad, explicada desde la acción suprema, servía también para comprender el proceso creativo de los artistas y la capacidad propositiva de los productores de conocimiento, asumiendo ambos procesos como resultado de la voluntad divina.
Esto quiere decir que, antes del Siglo de las Luces, el proceso productivo de las artes y los saberes guardaban cierta cercanía, porque estaban conectados por su vínculo con lo sagrado. Si se perdía la fe, es decir, si se rompía aquella relación con la divinidad, se perdía la posibilidad creativa y también la capacidad propositiva de conocimiento. Porque la única entidad con cualidades para la creación, sea esta artística o de saberes, era Dios.
Esto irá cambiando poco a poco y con la Ilustración se consolidará una nueva subjetividad, la del “sujeto racional” del siglo XVII. Este será el nuevo protagonista de la producción de conocimiento científico y así se iniciará una delimitación clara entre producción científica y producción artística. De este modo la literatura, así como las otras prácticas artísticas, que en su momento productivo fueron atribuidas a la relación del creador con la divinidad, con el tiempo, serán entendidas como resultado de la inspiración del genio humano. El genio ya no será Dios, esa posibilidad creadora de genio será asumida por el hombre y no en términos genéricos como humano, sino como hombre, negando esa posibilidad a la mujer. Así, el arte y los artistas lograrán tener un estatus que les permitirá compartir espacio con las élites aristocráticas y las monarquías gobernantes.
Sin embargo, con el surgimiento de la imprenta, el proceso de producción de conocimiento y de la literatura incluirá además la producción material, es decir, todo el trabajo de elaboración industrial del libro, como soporte de una narrativa, reemplazará a lo que hasta ese tiempo recurría al trabajo manual. Con esta transformación, surge la empresa editorial y pasa a ser parte fundamental del proceso de producción del conocimiento antropológico y de la literatura.
Pero, mientras el tránsito de lo manual a lo industrial ha transformado la dinámica de producción de los libros, en el campo económico; con la transición de la Monarquía a la República, en el campo político, la dinámica de relación entre los artistas y las élites políticas ha seguido teniendo la misma lógica de relaciones de privilegios. Sin embargo, actualmente y desde hace algunas décadas, han surgido procesos políticos que reivindican horizontes culturales no-Modernos y desde estos se des-encubren 6 dinámicas creativas comunitarias, en música, danza, organización y manejo de colores, entre otras prácticas.
Aquellos horizontes culturales no-modernos, en la mayoría de los casos, no han entrado a los círculos de producción industrial. Por esta razón y a pesar de aquellos intentos de des-encubrimiento de dinámicas creativas comunitarias, la idea de “genio creador” como individuo productor sigue siendo la dominante, en la literatura y las otras artes. De este tipo de subjetividad, además vinculando esta con la fama y la ganancia de dinero, se aprovecha la producción editorial.Por otra parte, el sujeto racional, productor de conocimiento, a partir de fines del siglo XIX estuvo produciendo un nuevo corpus analítico, teórico y metodológico, que daría sentido a las relaciones políticas de dominación. Establecidas desde lo que se ha denominado Occidente y orientadas haciael resto de poblaciones en el mundo. Para ello, la filosofía de la consciencia y el paradigma de la conciencia, 7 fueron de gran utilidad.El sujeto racional, encarnado también en el antropólogo, fue el responsable de la producción de conocimiento sobre los “otros”, entendidos estos como objetos de estudio y de investigación; estos “otros” eran, sobre todo, las poblacionesno occidentales que habitaban los países no europeos.
Este trabajo cumplía con cierto canon impuesto por las ciencias naturales, es decir, debía ceñirse a ciertos requisitos, por ejemplo: ser objetivo, estar muy bien delimitado, ser demostrable y verificable, contar con un método, por citar algunos de ellos. Otro componente importante para el cumplimiento de estos requisitos son los “datos empíricos”, que, respondiendo a aquella subjetividad, deben ser recogidos por un sujeto (el investigador) que delimita un objeto (lo investigado).
En contraste con esta dinámica, la literatura, y en general las artes, no han sido consideradas objetivas, porque no son parte de ese proceso de racionalización que desarrolla el sujeto racional y que se relaciona con objetos de y en la realidad. Más bien, son calificadas de subjetivas y es más importante el genio del creador y la inspiración. De esta forma, en este período se va a dar un distanciamiento en las concepciones de antropología y literatura que durará hasta casi fines del siglo XX.
A partir de la década de los setenta aquella dinámica en la producción de conocimiento científico y de la antropología como tal, sufrió una importante crisis en la que uno de los detonadores fue el cuestionamiento del fundamento mismo de la ciencia, la Razón. Y, a partir ello, se consolidó el Giro Lingüístico, produciendo una transformación en la epistemología de la ciencia. En este contexto, el Lenguaje, como nuevo fundamento, sirvió para relativizar el conocimiento universal y reivindicar el conocimiento particular, además, de poneren discusión la dinámica entre objetividad y subjetividad.
De esta forma, sobre todo en las ciencias sociales, producto de una nueva relación con las humanidades y las artes, se transformó el modo de asumir la idea de “verdad” y se relativizó la noción de “ciencia universal”. Se dio lugar a la explosión posmoderna, se criticaron las grandes meta-narrativas y surgieron múltiples “verdades”, cada una de estas se convirtió en un fragmento aislado de las demás, que respondía al propio juego de lenguaje del que era parte. En este nuevo contexto la antropología fue orientada a escuchar voces locales desde sus propias lenguas, dialogar con ellas, darles su propio lugar y relativizar la “autoridad etnográfica” originada a principios del siglo XX y sostenida por el “realismo etnográfico”.
Fue un tiempo en el que el relativismo parecía ser el triunfador y el sentido universal de la ciencia el derrotado. Pero no sólo eso, en algunos casos se pensó sepultada la idea de realidad, se llegó a negar su existencia, por encima de ella y como única posibilidad de conocimiento se posicionó a la interpretación. En este contexto, la “vida” se convirtió en un gran escenario, un espectáculo, en el que todos fuimos considerados actores y, se declaró la “muerte” de la antropología. 8 Dos hechos políticos, coincidentes con esta transformación epistemológica, se dieron en el mundo.
Por una parte, la caída del Muro de Berlín que puso fin a un mundo bipolar y su consecuencia, por otra parte, la consolidación del modelo de economía y política neoliberal, que en realidad era un liberalismo extremo, que se desplegó libre en un planeta unipolar. El África, Europa del Este y Asia, además de los países de Centro y Sur América sufrieron las consecuencias de aquella política, que impuso un modelo económico, todavía vigente en el mundo.
En este contexto la antropología, luego de haber estado distanciada de las humanidades, volvió a ser parte de ellas, pero esta vez desprendida de la objetividad positivista y de la “dictadura” de los datos. Desde la premisa que “la realidad no existe” y de que “todo es una interpretación”, literatura y antropología cada vez se volvieron más permeables la una con la otra. Actualmente este vínculo sigue teniendo vigencia, aunque existe bastante crítica sobre el sentido posmoderno de la ciencia y de la antropología.
Al iniciar esta exposición, habíamos mencionado que los grandes acontecimientos de la humanidad fueron conservados en la memoria de los pueblos y, gracias a la tradición oral, se fueron difundiendo, en función de las prácticas culturales que permitían estos procesos. Posteriormente, con el surgimiento de la escritura y la práctica de la lecto-escritura en ciertos círculos, se inició un proceso de diferenciación de acceso a aquella información. La oralidad definiría cierto tipo de población, juglares, viajeros y narradores se relacionaban cara a cara con grupos de personas en los asentamientos de las nacientes ciudades. Mientras, la escritura delimitaba otros grupos poblacionales, escribanos encargados por la jerarquía religiosa, tenían la misión de reproducir los grandes libros: el Talmud, la Torá, la Biblia y el Corán. Estos contenían las escrituras sagradas, que eran recibidas sin referencia de autores por sus lectores, porque contenían la palabra de Dios.
Este proceso llegó al siglo XV, cuando se inventó la imprenta. Este tiempo coincide con la consolidación del monoteísmo en el planeta.
Judaísmo, islamismo y cristianismo, recurrieron a esta nueva tecnología para no perder la disputa por el “verdadero” credo religioso, que en realidad marcaba una disputa política por conquistar el mundo. Así como poetas y narradores habían recurrido a la copia manual de sus libros, la imprenta sobre todo sirvió para el incremento en la reproducción de obras literarias. El conocimiento y la literatura habían sido parte también del tránsito histórico en el mundo, lo manual daría paso a lo industrial.
Para el siglo XVII, como en muchos otros rubros, con la creación de las máquinas, surgió la industria, se fue configurando el monopolio, se incrementaron las ganancias y se consolidó un nuevo modo de producción capitalista, que se venía desarrollando siglos atrás. Esto fue determinante para transformar las características en la circulación de la literatura, la historia y la filosofía en formato de libros que, en el contexto del capitalismo, entraron a ser producidos como mercancía.
Entonces el antropólogo, surgido a fines del siglo XIX y el literato, que venía produciendo géneros literarios en siglos anteriores y consolidaban sus obras en la lógica del sujeto racional, sea por inspiración o investigación, entraron a interactuar con otro actor. Aquellos productos y su dinámica, dieron origen a las editoriales, que fueron lasque se ocuparon de la producción de los libros para su circulación en el mercado de lectores. Entonces, también cambió el sentido de la circulación, si en la producción se transitó de lo manual a lo industrial, en este caso, de un consumo limitado se pasó hacia un consumo abierto y sin mayores restricciones que la alfabetización y las posibilidades monetarias para la compra de los libros. Pero la lógica del capitalismo y su idea de “crecimiento hacia el infinito” entrará en la carrera, a lo largo de los últimos tres siglos, de abaratarlos costos de producción, para lograr mayor producción y con esto lograr mayor cantidad de consumidores de libros y mayor ganancia para el capitalismo editorial.
En este proceso, entonces se había desarrollado un valor agregado en la producción literaria y antropológica, que era capitalizado por el dueño de la editorial que, al mismo tiempo, desde la lógica del consumo, se convertía en el mediador entre productores y consumidores de literatura y antropología. Así, la idea de ganancia entró a formar parte de la producción editorial y las editoriales se convirtieron en los beneficiarios, en mayor medida que los autores, de las ganancias de los libros. En este contexto, en gran parte del siglo XX, la literatura fue mejor negocio que la antropología.
Por otra parte, el circuito de la literatura estaba estructurado a partir de un momento de inspiración-creación, que es atribuido al autor (literato) individual, quien recibirá todo el mérito, la fama y una cantidad de regalías, como ganancia económica por su obra. Esta, a través de la editorial y la transacción de compra y venta de la mercancía-libro, llegará a un tipo específico de usuario. Este, que tiene la posibilidad de pagar por un libro, también tiene acceso a la lectura y la práctica ilustrada de acceso a las obras literarias. Pero, sobre todo, es parte de un círculo social de personas consideradas “letradas”, que también utilizan su relación con la obra, además de un sentido distractivo y de erudición, como estatus social.
Para el caso del circuito de los contenidos antropológicos, su primer momento es el de la investigación, no hay inspiración, no hay creación, pero si existe un sentido de relación con los protagonistas de otras culturas, del sujeto investigador hacia un objeto investigado.
Aún si estas son personas, deben sufrir un proceso de objetualización para que se pueda expresar aquella investigación en términos objetivos. De esta forma un individuo, antropólogo, a partir de sus propias abstracciones de la realidad, desde sus datos de campo, habrá realizado un producto etnográfico. Una vez que se han cumplido todos los pasos de la investigación objetiva y se ha logrado aquel producto, que puede ser etnográfico o ensayístico, entra en acción la editorial, que cumplirá el mismo rol que con la obra literaria.
El sujeto consumidor, en este caso, tendrá algunas diferencias con el de la literatura, además de ser ilustrado, más allá de la erudición, siempre presente en el consumo literario, tiene la particularidad de ser un especialista en antropología o alguien aficionado a ella, sobre todo deberá pertenecer a los círculos académicos.
Esta dinámica de circulación cambiará con el surgimiento de la antropología posmoderna, consecuencia del Giro Lingüístico, la tendencia de “retorno” de la antropología a las humanidades hará que las etnografías lleguen a formar parte delas obras literarias. A esto se refiere Clifford Geertz (1996) cuando menciona los “Géneros confusos” y muestra cómo la lógica de las disciplinas y los campos de las ciencias se superponen y se mezclan, cuando novelas o cuentos sirven de referencia para hacer ciencia, o productos etnográficos “científicos” son leídos como literatura.
Es en este momento, de géneros confusos, en el que ya no se diferencia el texto antropológico de la obra literaria, cuando el capitalismo a través de las editoriales ha logrado que estas se disputen la producción, sin importar mucho si lo que se vende es ficción, interpretaciones o pensamiento a cerca de la realidad. La consecuencia de todo esto está llevando al sentido común más allá de la duda y ha logrado posicionar en las acciones de la vida cotidiana de las personas el abandono de la certeza, nombrada en este tiempo como Fake News, noticias falsas. Actualmente, vivimos una realidad como si fuera una puesta en escena, de laque no tenemos certeza si es realidad o ficción, es decir, si es verdad o mentira.
Luego de todo lo expresado, es importante mencionar que actualmente, en el contexto de las artes, si bien existen editoriales contestatarias, la disputa en el mercado editorial transnacional ha sido copado y es liderado por las grandes empresas transnacionales de producción de libros, con toda la lógica de producción de mercancías y, literatura y antropología, casi en su totalidad, han sido cooptadas por esta lógica sobre todo en la segunda mitad del siglo XX y en lo que corre del presente siglo.
En esta lógica, que apuesta ya no por el best seller sino por la mera acumulación de capital, vía pretexto del best seller. Lo anterior ha producido que los eventos especializados en la circulación de literatura y ciencias en formato de libro, es decir, las ferias del libro, hayan sufrido grandes reveses. El año 2016, por ejemplo, en la Feria Internacional del libro de Bogotá, el libro más vendido fue: “Chupa el perro” (léxico que alude a prácticas de sexo oral en Chile), de un youtuber chileno de 24 años, de nombre Germán Garmendia. 9 Ni el Premio Nobel de literatura de aquel año, ni Fernando Vallejo, ni algún texto antropológico reciente, ni los talleres pedagógicos impactaron como lo hizo la terriblemente pésima obra de un joven que, según su propia declaración, no había leído más de cinco libros en su vida, pero que sus ganancias anuales eran algo más de dos millones de dólares, aunque, en aquel momento, no era el youtuber que más ganaba en el mundo, además, los datos tampoco mencionan cuánto gana YouTube por un año de yotuber exitoso.
Como vemos, uno de los problemas de lo que se llama “literatura”, entendiendo aquello que es publicado en un libro, acabamos de exponerlo. Pero este no es un problema para el negocio editorial, a este sólo le interesa vender libros.
No interesa si el autor es antropólogo o literato y tampoco si el contenido intelectual del libro induce al sexo oral, a las violaciones de niños y niñas o a los feminicidios. Lo importante es que genere ganancia económica y monetaria. A las editoriales, que copan los mercados de estas ferias les interesa la ganancia económica, aunque esta atente la vida de las personas o su integridad y este es el gran problema del capitalismo y la Modernidad, de lo que no nos hemos ocupado en este ensayo.
Más allá del desvío de las editoriales hacia las mercancías que producen ganancia y acumulación en manos de casi adolescentes, por decir lo menos. Quisiera cerrar esta reflexión mostrando el itinerario que para nosotros debería ser parte de una antropología comprometida con la vida de la humanidad y la naturaleza, desde esta pequeña parte del sur del mundo. A esta, como hipótesis de trabajo la estamos nombrando: Antropología para la Re-existencia.
Por ahora queremos mostrar algunas diferencias en relación al momento productivo y el momento de circulación mencionados anteriormente para la literatura y la antropología, respectivamente.
Entonces, inicialmente ocupémonos del momento productivo. A diferencia del realismo etnográfico y la antropología posmoderna, en la que ambas se relacionan con un “Otro”, en el primer caso como objeto y en el segundo como un sujeto diferente con el que se entra en diálogo; la Antropología para la Re-existencia, no se relaciona con un “Otro”, ni como objeto, ni como sujeto. Esto, porque el investigador es parte, de alguna manera, de la población con la que se realizará el trabajo etnográfico, a la manera de Arguedas.
Esto muestra que al mismo tiempo que se es autor se es actor, pero, al ser actor junto a otros actores, estos también son considerados autores. Sin embargo, aquí es importante remarcar un detalle. Si bien en el contexto del realismo etnográfico y de la antropología posmoderna existían ciertas coincidencias con la literatura, por el prestigio de la obra y la fama, estatus y reconocimiento del autor, en este caso lo más relevante del trabajo antropológico no está relacionado con estos referentes. Más allá de la fama y otras cosas, lo relevante en este tipo de antropología, que nos permite afirmar que se distancia mucho más dela literatura, es la necesidad, como proyecto antropológico, de transformación de la realidad.
Esto último nos lleva al segundo momento, de circulación, de la Antropología para la Re-existencia. Aquí no se descarta la difusión por la vía editorial, pero, en contextos como el nuestro, donde existen bajos niveles de adquisición de libros y una práctica reducida de la lecto-escritura, estas reflexiones no llegarán a gran parte de la población. Entonces, la vía para la circulación de esta nueva propuesta antropológica, pero sobre todo para producir el objetivo de transformación de la realidad, racista, machista, homofóbica y clasista en la que vivimos actualmente en el país deberá ser distinta. Pensamos por ejemplo en los nuevos mecanismos de circulación de información, desde los proporcionados por las herramientas digitales, pero, sobre todo, aquellas menospreciadas en este tiempo: talleres, reuniones, procesos rituales-festivos, que deberán ser realizados cara a cara.
Todo este proceso, todavía en construcción, sitúa al autor en un itinerario a partir del cual se deberán ir construyendo roles y prácticas que transformen un compromiso con la teoría en un compromiso con los problemas de la realidad. Este itinerario sitúa al autor en un horizonte distinto al de la obra literaria producida por el mundo de las editoriales transnacionales.
Entonces el antropólogo para la re-existencia deberá transitar de ser autor, a convertirse en actor y sujeto de las prácticas políticas.
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