DOI:

https://doi.org/10.14483/25009311.20670

Publicado:

2023-04-03

Número:

Vol. 9 Núm. 14 (2023): Enero-Junio 2023

Sección:

Sección Central

Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda

Liberation screens: the localized technologies of Deep America

Telas de liberação. As tecnologias localizadas da América profunda

Autores/as

Cómo citar

APA

Aguilar Gómez, D. A. (2023). Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda. Estudios Artísticos, 9(14), 120–135. https://doi.org/10.14483/25009311.20670

ACM

[1]
Aguilar Gómez, D.A. 2023. Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda. Estudios Artísticos. 9, 14 (abr. 2023), 120–135. DOI:https://doi.org/10.14483/25009311.20670.

ACS

(1)
Aguilar Gómez, D. A. Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda. estud. artist. 2023, 9, 120-135.

ABNT

AGUILAR GÓMEZ, Diego Andrés. Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda. Estudios Artísticos, [S. l.], v. 9, n. 14, p. 120–135, 2023. DOI: 10.14483/25009311.20670. Disponível em: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/estart/article/view/20670. Acesso em: 19 abr. 2024.

Chicago

Aguilar Gómez, Diego Andrés. 2023. «Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda». Estudios Artísticos 9 (14):120-35. https://doi.org/10.14483/25009311.20670.

Harvard

Aguilar Gómez, D. A. (2023) «Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda», Estudios Artísticos, 9(14), pp. 120–135. doi: 10.14483/25009311.20670.

IEEE

[1]
D. A. Aguilar Gómez, «Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda», estud. artist., vol. 9, n.º 14, pp. 120–135, abr. 2023.

MLA

Aguilar Gómez, Diego Andrés. «Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda». Estudios Artísticos, vol. 9, n.º 14, abril de 2023, pp. 120-35, doi:10.14483/25009311.20670.

Turabian

Aguilar Gómez, Diego Andrés. «Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda». Estudios Artísticos 9, no. 14 (abril 3, 2023): 120–135. Accedido abril 19, 2024. https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/estart/article/view/20670.

Vancouver

1.
Aguilar Gómez DA. Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda. estud. artist. [Internet]. 3 de abril de 2023 [citado 19 de abril de 2024];9(14):120-35. Disponible en: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/estart/article/view/20670

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Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda

Pantallas de la liberación. Las tecnologías lugarizadas de la América profunda

Liberation screens: the localized technologies of Deep America

Écrans de libération. Les technologies localisées de l'Amérique profonde

Telas de liberação. As tecnologias localizadas da América profunda

Diego Andrés Aguilar Gómez
Universidad Nacional de Colombia, Colombia

Estudios Artísticos

Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Colombia

ISSN: 2500-6975

ISSN-e: 2500-9311

Periodicidad: Semestral

vol. 9, núm. 14, 2023

revestudiosartisticos.ud@correo.udistrital.edu.co

Recepción: 18 Noviembre 2022

Aprobación: 15 Diciembre 2022



Resumen: Dada la condición tan extendida y naturalizada en nuestro mundo embebido de tecnologías mediada por las “bellas pantallas”, se plantean las siguientes preguntas centrales de investigación: ¿Es posible decolonizar la tecnología de las pantallas a partir de un pensar/hacer/sentir particular y transdisciplinar que emerge lugarizadamente desde la periferia de la América Profunda colombiana? Y, ¿Cómo sería posible realizar esta decolonización particular, a partir de la puesta en praxis de pantallas holográficas y de tecnologías construidas desde el territorio como modos de construcción epistémica y de creación “aiesthésica”?

Palabras clave: América profunda, decolonización tecnológica, pantallas lugarizadas.

Abstract: Given the widespread and naturalized condition in our embedded world of technologies mediated by "beautiful screens", this article addresses the following research questions: Can screen techno- logy be decolonized through a particular way of thinking/doing/feeling by using a transdisciplinary approach that emerges locally from the peripheryof Colombian Deep America? And if so, how could we achieve this particular decolonization through the implementation of holographic screens and technologies created in those territories as modes of epistemic construction and aesthetic creation?

Keywords: Deep America, technological decolonization, loca- ted screens.

Résumé: Compte tenu de la généralisation et de la natura- lisation dans notre monde embarqué des tech- nologies médiatisées par les "beaux écrans", les questions de recherche centrales suivantes sont posées : Est-il possible de décoloniser la techno- logie des écrans d'une pensée/faire/sentiment particulière et transdisciplinaire qui émerge loca- lement de la périphérie de l'Amérique profonde colombienne ? Et, comment serait-il possible de réaliser cette décolonisation particulière, à partir de la mise en œuvre d'écrans holographiques et de technologies construites à partir du territoire comme modes de construction épistémique et de création esthésique ?

Mots clés: amérique profonde, décolonisation technologi- que, écrans localisés.

Resumo: Dada a condição difundida e naturalizada em nosso mundo embutido de tecnologias media- das por "telas bonitas", as seguintes questões centrais de pesquisa são colocadas: É possível descolonizar a tecnologia de tela a partir de um pensar/fazer/sentir particular e transdisciplinar que emerge localmente da periferia da América profunda colombiana? E, como seria possível realizar essa descolonização particular, a partir daimplementação de telas holográficas e tecnologias construídas a partir do território como modos de construção epistêmica e criação aiestésica?

Palavras-chave: América profunda, descolonização tecnológica, telas localizadas.

Introducción

Este artículo, muestra los antecedentes y un breve estado de la cuestión de la investigación que vengo realizando desde hace años y que hace parte de los procesos de tesis del Doctorado en Estudios Artísticos de la Universidad Distrital FJDC, cuyos problemas a tratar son: ¿Es posible decolonizar la tecnología de las pantallas a partir de un pensar/hacer/sentir particular y transdisciplinar que emerge lugarizadamente desde la periferia de la América Profunda colombiana? Y, ¿cómo sería posible realizar esta decolonización particular, a partir de la puesta en praxis de pantallas holográficas y de tecnologías construidas desde el territorio como modos de construcción epistémica y de creación "aiesthésica"?

Para ello se debe aclarar que de las prácticas de creación y arte en relación con la tecnología y las ciencias, varias posturas teóricas se enlazan al diálogo constitutivo con la propuesta de liberación de las pantallas, su siembra y enraizamiento local—el punto focal de la presente creación investigativa— pero también otras discusiones, sirven para enfrentar y discutir en el seno de las relaciones decoloniales de las pantallas y las tecnologías, para establecer en qué terreno cohabitan diálogos para la construcción afectiva de pantallas locales. En este territorio, además, es posible establecer otras conversaciones que permiten señalar, establecer y contrarrestar los nexos de la tecnología con la modernidad colonial capitalista que embebe los saberes para encubrirlos y disfrazarlos de bellos colores, de lentejuelas y brillos unificadores, que controlan de manera perversa y neoliberal, las formas de ver y estar, propios del consumo acrítico.

Estas prácticas llevadas al extremo de la cotidianidad, no sólo hacen parte de los bellos dispositivos (bellos con toda la carga de modernidad que lleva este concepto), sino que además están soportados y estructurados en modos de programación internas que quedan ocultas, soterradas, y que controlan significativamente las interacciones que el cuerpo puede tener con los dispositivos. Aún más preocupante aún, codifican muchas veces los modos de relación de comunicación entre seres humanos, entre sujetos y cultura, de formas de construcción de la mirada, de pensamiento y de sensibilidades de las generaciones que habitamos constantemente con estas tecnologías de las pantallas modernas. Y es desde este territorio y particularidad temporal, donde deben proponerse versiones nuevas del trabajo con las pantallas, desde saberes construidos por y para comunidades específicas: en este caso particular, se propone desde la academia bogotana y colombiana, desde una Escuela de Artes que intenta poner en relación el arte con la tecnología.

Lo primero que cabe aclarar antes de proponer el estado de la cuestión, es que las discusiones tecnófobas y tecnófilas, en su naturaleza binaria, pese a que han construido la mayor parte de las pulsiones teóricas de las medialidades tecno-artísti- cas, no serán un punto de interés para este escrito.

No sólo porque dicha separación tiene implícita las dicotomías binarias coloniales de la tecnología, sino también porque conceptos y categorías de las dos posturas, pueden ser válidas para discutir críticamente o para conversar de la mano, pero sin operar desde los juicios valorativos propios más de una postura positivista logocéntrica y fronterizante.

En este sentido, las lecturas posteriores realizadas posiciones leídas en su mayoría como tecnófilas), se revisarán en relación con las prácticas y necesidades de las experiencias de lo tecnológico de artistas, científicos y comunidades particulares.

Además de esta observación de distanciamiento de esta dicotomía, es importante aclarar que este texto es consciente de las posturas poshumanistas y transhumanistas, pero abiertamente y de entrada, se separa de estos movimientos en cuya matriz descansan también filias y fobias, y se aferran a ella las más tajantes propuestas de la modernidad europea, o como diría Mignolo (2016) “(…) la modernidad es la mejor máquina de creación de fronteras”, donde el cuerpo se separa de la mente, la tecnología de lo humano, los cuerpos de lo espiritual, la humanidad de la tierra. Es por ello, que tomar distancia del transhumanismo y del poshumanismo es necesario para esta apuesta epistémica, pues para las pantallas de la liberación; cuerpo, mente, espíritu y naturaleza no están desconectadas ni fracturadas, al contrario, su sanación y re-ligue es necesario, para establecer con las tecnologías, unas responsabilidades entre pantallas, producción de imágenes, cuerpos y contextos, que den respuestas más responsables a los acontecimientos contemporáneos de violencia y ruptura vital. Si bien entonces, algunos autores de estas ramas se tomarán en cuenta, se los traerá desde sus aportes vistos a la luz de unas costuras renovadas desde la perspectiva del sur, para tejer nuevos compromisos de tecnologías con los cuerpos y con las tierras, alejándonos un poco de las apuestas utópicas y distópicas que en definitiva son teleológicas, de estas apuestas del norte global moderno.

Estas discusiones de particularidades tecnócratas y de énfasis modernos son distantes en términos epistemológicos debido a la incompatibilidad con el enfoque de este proyecto. Esto es de la concepción de la tecnología como avance, como progreso o como linealidad antropocéntrica, que tiende al transhumanismo1 tecnológico, excluyendo saberes y modos sensibles de estar en el mundo, que entienden las máquinas por fuera de las sensibilidades y afectos.

También de la programación como un ente alejado de las dinámicas humanas, sociales, naturales y contextuales, y que por ende radica en el desarrollo de lo maquínico como esfuerzo diferenciador con el planeta. En definitiva, la postura de la máquina como algo totalmente diferenciado de la tierra y del universo: la máxima fractura de la modernidad tecnológica.

Lo segundo, es que al no quedar circunscritos en el estrecho debate entre tecnofobias y tecnófilas, el panorama historicista y lineal, se abrirá a diálogos con categorías que pueden saltar épocas, periodos, geografías y modos de estar en el mundo. Al entender de manera no lineal y teleológica, pro- vista de un único porvenir, en el diálogo que aquí mapeo hay cabida para propuestas de saberes de comunidades locales, en relación con propuestas presocráticas, filosofías europeas y epistemologías del sur entre otras, con el fin de cruzar y tejer un panorama amplio y plural, que sirva para vincular y soportar en su nido, los modos de hacer localizados y contextualizados de la tecnología de las pantallas en nuestra tierra. Se trata entonces de un diálogo como tejido, como un algoritmo sensible que vincula desde sus nudos, saberes antiguos y contemporáneos, con prácticas que atraviesan los tiempos y las geografías, pero enraizándose en un lugar propio de paisaje y de contexto: cables de cobre, de lana, de algodón y de bio-plásticos cohabitando en un mismo tejido.

Habiendo realizado las salvedades anteriores, enseguida se propone un espacio configurado por seis lugares que atraviesan, como ejes, las preguntas y las propuestas del ejercicio de pensamiento, y de creación investigativa en el que se ubica nuestro proyecto.

Prácticas coloniales de la tecnología y las respuestas de emancipación decolonial

En este primer eje, Hal Foster (2002), Vilem Flusser (1983), Guy Debord (1967), Jean Baudrillard (1997), Edgardo Lander (2000), Adolfo Albán (2016), Arturo Escobar (2018) y Enrique Dussel (1997), nos proponen un lugar de conversación donde se detectan los modos perversos, controladores y unificadores de las relaciones de los cuerpos, las sensibilidades y las psiquis con las tecnologías. Desde estos auto- res, se pueden trazar los lugares de insistencia del control tecnológico de la modernidad, establecer las prioridades de las pantallas por las comunicaciones publicitarias sobre los decires múltiples, el énfasis colonial de la ruptura a partir de las “bellas” formas, y la exclusión del otro, paradójicamente a partir de la inclusión como periferia y exotización. El señalar las rupturas, jerarquías, diferencias epistémicas, estéticas, económicas y geográficas entre muchas otras, permitirá entrar en las pro- puestas decolonizadoras de la aiesthesis de Walter Mignolo (2010) y Pedro Pablo Gómez (2018), para dar apertura a las complejidades de las relaciones decoloniales de las pantallas y las tecnologías del continente desde Kush (1958), Dussel (1995), Acha (1990) y Christine Mello (2018).

En este territorio del estado de la cuestión, es llamativo que en la historia del pensamiento medial, las postulaciones críticas a las imposiciones vita- les de las tecnologías, inscritas sobre todo en el consumismo y control que implica la oleada de dispositivos tecnológicos en nuestras vidas son siempre evidentes. Si bien no todos los referentes teóricos mencionados responden a una crítica de la modernidad, o no lo relacionan directamente a imposiciones de las tecnologías colonizadoras sobre la vida de los países de periferia global o del sur global, los primeros autores, evidencian en distintos grados lo siguiente: a) Las tecnologías de la modernidad encubren su funcionamiento interno, para dejar al usuario como un simple operario que no cuestiona las posibilidades y acciones del dispositivo, así, la programación, controla todo el acto de ejecución y puesta en práctica de las operaciones de las máquinas y la tecnología queda oculta como un acto de magia, para que los operarios produzcan únicamente contenidos y no nuevas tecnologías; comuniquen más no desarrollen discursos y/o decires; ejecuten gestos básicos, y no produzcan reversiones posibles de nuevas invenciones.

Las posibilidades de invención que generan posibles nuevos discursos, están coapta- das por un ambiente de la comunicación reducida, o más bien de un estado de la contingencia de la opinión por sobre cualquier acto de producción de conocimiento profundo (en Flusser y Foster es claro ver estas críticas). b) El sentido de las relaciones de los cuerpos con las tecnologías, los nexos que dichas programaciones unificadas operan en interacciones con los cuerpos que son reducciones en identificaciones pasivas, es decir, que dichas tecnologías unificantes, operan en los cuerpos mediante la reducción de los Afectos complejos en sentimientos simples. Los sentimientos serán lugares de reducción normativo del afecto, que responden codificádamente (en códigos fáciles de identificar y de explotar como espectáculo), pero de manera muy efectiva en movilizar sentimientos de alegría, felicidad, tristeza o miedo, a partir de estructuras muy bien definidas por las tecnologías y los actos comunicativos. No es hacerse cargo de las acciones, de las propuestas ni de las operaciones directas en los espacios, es una relación pasiva que se contenta con sentirse parte de una esfera de imágenes sin activar o movilizar otras posibles acciones. Estas tecnologías de la modernidad apuestan a desalojarse del afecto, que es complejo y que exige responsabilidades tanto en la creación como en la recepción activa, y se contentan con activar emociones simples que, si bien provocan empatías, son superficiales y pasajeras. (Esto lo podemos ver en Dedord y en Baudrillard). Y c) Las tecnologías basan sus programaciones en algoritmos ocultos y cerrados, y aún más, procuran una centralización de las zonas de producción del poder tecnológico, para utilizar la periferia no sólo como lugar de control epistemológico y de la mirada, sino sobre todo, para seguir explotando dichas regiones de periferia, como lugar de recursos de laterías primas para la generación de tecnologías y dispositivos.

Antígona detalle Holograma de volumen instalado en pupitres escolares de madera y metal Diego Aguilar 2022 Realizado en laboratorios de CI Hologramas SAS
Imagen 1 De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.
Antígona detalle Holograma de volumen instalado en pupitres escolares de madera y metal Diego Aguilar 2022 Realizado en laboratorios de CI Hologramas SAS

Imagen 2. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.
Imagen 2. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.


Imagen 3. Antígona (detalle). Holograma de volumen, instalado en pupitres escolares de madera y metal. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 4. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.
Imagen 4. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Así, en Bolivia y Chile en nuestro continente, la explotación de silicio fundamental para la creación de hardware de tecnologías digitales evidencia que los recursos naturales son utilizados en los países del sur (pasa igual en varios países del medio oriente y en África, la RASD2 como lugar que ejemplifica dicho fenómeno), dónde llega la tecnología sólo para el uso, no para la producción o programación, e incluso, llega con directrices y restricciones mayo- res que en otras latitudes del planeta. Ese dominio y colonización de los territorios por los recursos naturales aplicables a las tecnologías contemporáneas, muestran las grandes dificultades de la acción plena y emancipación de los países del sur global en sus prácticas y acciones concretas, además de demostrar la linealidad de este tipo de pensamiento y desarrollismo, que oculta las posibilidades democráticas y no capitalistas de las tecnologías alternativas (En Edgardo Lander se pueden encontrar estas aproximaciones).

Desde esta revisión del panorama de las tecnologías de las bellas pantallas de la modernidad, Se requiere dar respuestas que puedan vincular como creadores de invenciones tecnológicas afectivas y prácticas a nuestras propias tierras, y para ello, es necesario encontrar también soportes del pensamiento americano que den apertura a ello. Escobar propondrá la autonomía del diseño de los recursos tecnológicos que sean aplicados puntualmente para las necesidades de los lugares específicos, la creación de pluriversos que a diferencia de un universo único y hegemónico, prosperen en poder resolver las dificultades puntuales, con los recursos, experimentaciones y creaciones colectivas que se resuelvan en el entorno mismo, utilizando conocimiento y tecnologías foráneas, en combinación y amalgamiento con prácticas propias de cada entorno. Así, las tecnologías desde su propio diseño, pueden dan respuestas más concretas, eficaces y poéticas a lo que se requiera en cada sector. De esta forma, no se llegará a un único resultado tecnológico, sino a una enorme variedad, que en el pluriverso puede devolverse a otros territorios, para ampliar la oferta de generaciones de diseño, en un continuo desbaratar, reciclar y reinventar nuevos aparatos relacionados con el entorno y con las comunidades. Dussel por su parte, desde una revisión marxista, propone la necesidad imperiosa del sur, de emanciparse tecnológicamente, para crear con sus propias tecnologías, la base de un pensamiento propio y significativamente alejado del consumismo y de los derroteros de poder que gobiernan y se imponen desde occidente.

En esta reformulación, por ejemplo, pese que Flusser fue visionario de cómo las tecnologías nos han influenciado, no coincidimos en las estrategias que propone (aunque se comparte el hecho de que hay que reevaluar el término de creatividad). Las estrategias flusserianas tienen que ver con la lisura y estructuración de las imágenes como continuos teóricos, lógicos y mentales, estratagemas de desarrollos cognitivos de construcciones desdela apariencia y desde la creación de novedades sobre las informaciones compartidas. Sin embargo, la revisión que se plantea desde este texto sobre el término de creatividad, refiere más bien a la pérdida de autoría, pero no por una sumatoria de lógicas y teorías desde la información desde la informática computada, y sí como un vuelco a la afección y a los afectos de las materias que componen el universo. La acción con la tecnología debe, en términos de Arturo Escobar (2019), ser radical y debe responder activista y activamente a las luchas y necesidades enraizadas de los territorios, constituyendo comunidades de respeto por todo tipo de vidas. Resulta fundamental, constituir desde acá, un tipo de tecnología sustentable, que puede ser efímera, más no con las lógicas desechables de la obsolescencia programada, o duraderas, teniendo en cuenta la reutilización de las materias y atender responsablemente a la no contaminación.

En un panorama investigativo más cercano en lo temporal, las experiencias, Virginia Soledad Martínez, Noelia Verónica Cejas, Fernando Nicolas Vanoli (2018) en Argentina; o Claudio Andrés Maldonado Rivera (2014), en España haciendo un énfasis en el país Mapuche de Chile y Argentina, se adentran en la posibilidad de trabajar bajo la premisa de la decolonialidad tecnológica. Y lo hacen cuando enfatizan en los estudios de caso de algunos medios de comunicación, como periódicos de las comunidades con estrategias locales, páginas y emisoras radiales como experiencias prácticas en el entorno y que se sumergen en las necesidades tecnológicas específicas de las comunidades.

Imagen 5. Conversación en la Lindosa. Holograma de volumen, instalado sobre piedra en cercanías a la Serranía de La Lindosa. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.
Imagen 5. Conversación en la Lindosa. Holograma de volumen, instalado sobre piedra en cercanías a la Serranía de La Lindosa. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 6. De la serie Máquinas generativas. Holograma de volumen, instalado en objetos programados con electrónica para movimiento contínuo. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.
Imagen 6. De la serie Máquinas generativas. Holograma de volumen, instalado en objetos programados con electrónica para movimiento contínuo. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 7 De la serie Pedagogías del olvido. Holograma de volumen, instalado en pupitres escolares de madera y metal. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.
Imagen 7 De la serie Pedagogías del olvido. Holograma de volumen, instalado en pupitres escolares de madera y metal. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Bajo este panorama contemporáneo, y haciendo énfasis en la necesidad de evidenciar los esquemas de programación colonizador y de inserción de las bellas pantallas, se intenta escudriñar en las grietas la posibilidad de producción de programaciones plurales y abiertas para la ejecución de imágenes de pantallas y de umbrales. Imágenes que permiten a la tecnología, vincularse con los cuerpos del territorio y con los cuerpos sociales, cambiantes y transformativos en nuestra América Profunda. Se trata de señalar las acciones, herramientas y haceres de las pantallas que se pueden y se han originado en nuestros territorios, como fuente de saberes y afectos que vinculan lo tecnológico con la tierra y con los cuerpos: hologramas en territorios, pantallas mutantes en espacios y comunidades, tecnologías creadas desde nuestros propios paisajes y laboratorios de acción. El aporte surgido de la investigación espera, en dicho componente, radicar no sólo en el tejido de las epistemes y tecnologías pos(coloniales), anticoloniales y decoloniales, sino también es una posible construcción de categorías propias surgidas desde las prácticas transdisciplinares de la creación práctica de lo que puede significar dicho proyecto.

Conversaciones de la técnica y tecnología

Dentro de los procesos internos, otras discusiones también entran y hacen parte de los diálogos y desarrollos de creación investigativa de este proyecto, entre ellas, las discusiones de la técnica y la tecnología con el fin de dar prioridad epistémica a la tecnología como un principio de desarrollos de estrategias, comportamientos y redes de formas de hacer y pensar no desconectadas, realizadas con herramientas y oficios particulares. Heidegger (1967), en La pregunta por la técnica, empieza el diálogo con la posibilidad ontológica y del lugar de la tecnología. Con Marx (1845) el materialismo tecnológico es indispensable para el trabajo y por ende para las transformaciones sociales; en Dussel (1983) la praxis y la poiética son las posibilidades de la liberación real y concreta de nuestro continente, la liberación tecnológica abrirá las puertas a la liberación política y social, mediante materialidades propias; y con Leucipo y Demócrito (450-370 AC.) desde su visión del atomismo y el pluralismo homogéneo se propondrá que desde la materialidad múltiple y plural de los mínimos componentes del universo, tanto las materias, su organicidad y hacer, están estrechamente vinculadas a las sensaciones y a los pensamientos.

Las materias en su multiplicidad y organización se relacionan y entre- tejen para conformar los sentires y los pensares universales. Partiendo de Walter Benjamin (1936), con sus propuestas sobre la reproductibilidad técnica y las potencias de la emancipación, en términos de politización de la estética, encontraremos revisiones que conectan al pensamiento americano en la obra de Bolívar Echeverría (2018), que repiensa a Benjamin, desde la oportunidad de romper con la modernidad y dar apertura a nuevas formas de hacer y pensar, no cumplidas en la época de benjaminiana que resuenan con los peligros y oportunidades de nuestra contemporaneidad.

Así mismo, Arlindo Machado (2010), propone que la tecnología en la contemporaneidad artística y creadora puede resultar servil a sistemas capitalistas y espectacularizantes, pero que una minoría de poéticas tecnológicas pueden buscar dimensiones profundas de las relaciones del mundo, habitando el desacomodamiento, la invención y la dificultad en contra del conformismo. Para Dussel (1984) es necesario crear configuraciones materiales, de saberes, experiencias y experimentaciones que permitan desvincularse de los modos de hacer del capitalismo tecnologizante, para trabajar en dinámicas comprometidas en la liberación tecnológica con medios propios de nuestro entorno, localizados en nuestra propia tierra, y que abran diálogos y discusiones con dinámicas propias y particulares de nuestras regiones. Claudia Giannetti (2002), desde el arte mediático y la interacción tecnológica, propone las nuevas rutas que dan apertura a los cuestionamientos electrónicos del hacer. Francisco Luis Giraldo Gutiérrez (2013), Carlos Osorio (2010), Katya Mandoki (2001), proponen clasificaciones de los términos de técnica y tecnología, pero ante todo, proponen un desarrollo a lo cotidiano, a lo prosaico humano, animal y vegetal, además de su desvinculación con el capitalismo y con las estrategias de consumo masificada, coercitivo de las estrategias de creación particulares y cotidianas.

Sin embargo, en estas propuestas y diálogos, el vacío que encuentro, se da en las grietas de la tecnología entendida casi siempre como herramienta y no como lazo conector profundo con las materialidades del universo. Es por ello, que aparece para mí la noción de espiritualidad, entendida como una conexión profunda entre seres, materias, haceres y contextos, entre lo humano y lo no humano, desde categorías propias en diálogo con aportes Quiceno (2016) y Panikkar (2010). Esta noción aparentemente alejada de la idea de tecnología, aparece en el proyecto, dando apertura a la relación del medio como lugar de encuentro complejo, de relaciones profundas y ante todo, de apertura a modos alterados de conciencia con las materialidades y tecnologías de la luz y la energía. Relaciones que abarcan los motores de la vida y los procesos técnicos, los cuerpos de los medios y los cuerpos de los seres entretejidos por sus materias más íntimas, relacionadas con estrategias de creación de saberes y de actos creativos que conforman las tecnologías necesarias para inscribirse en los territorios y en las sociedades ampliadas. De las escalas micro, a lo social y al cosmos, a partir de estrategias de relación podemos construir tecnologías afectivas de la energía, de la tekné, de las imágenes y de los territorios. Tecnología, materialidad y espiritualidad se entretejen mutuamente en un campo relacional llamado medio. Es en este territorio de amplitud de lo espiritual en el terreno de las materias tecnológicas, que el proyecto se propone aportar al campo y a la discusión.

La medialidad

La medialidad como parte de la tecnología y desde la tecnología, es entendida como un nexo, conexión, proceso, territorio y médium que vincula sistémicamente materialidades, estatutos, y afectividades del mundo. En estos términos, los medios como procesos y vínculos, se trabajarán desdelos intereses holográficos, de pantallas orgánicas y de programación generativa que me interesan desde mi propia praxis. El concepto de lo hologramático de Edgar Morin (1988), toma principal luminosidad, en cuanto propone encuentros entre las formas topológicas de las pantallas y de los hologramas, para relacionar las materias cuánticas de las cuales se componen, con las relaciones amplias y abarcativas de lo social. De esta manera, las medialidades se tornan en puertas, vínculos y nexos inter-materiales e intra-materiales, como lo describe Karen Barad (2001). Las cualidades especulares de reflexión, refracción, difracción e interferencia traídas de la óptica y en diálogo con teóricos franceses como Lacan (1966) o Derrida (2016) en la amplitud de sus ideas, pueden relacionarse con epistemes latinoamericanas de las visiones de mundos otros: desde el inframundo, las inter-especies Haraway (2018), Hernández García (2018), y lo social relacional Barad (2001), y político Dussel (2015).

Así, la agencia o creación de relaciones complejas y no preestablecidas entre las dinámicas e intraaciones que propone Barad, pueden ser llevadas al campo de relaciones entre materias electrónicas y tecnológicas que deben encarnarse en nuestros propios lugares y temporalidades incluso en las escalas humanas. Si bien la propuesta empieza en los comportamientos erráticos de la cuántica y las relaciones y comportamientos pue- den establecerse sólo desde la probabilidad, los nexos y movimientos posibles, se ha demostrado, que son múltiples y casi infinitos, llegando a ciertas tendencias y probabilidades más grandes de acción.

Recientemente, Alfonso de Toro (2004), desde los estudios teatrales, proponen una apertura de lo medial a una intermedialidad y una transmedialidad, en una contaminación productiva con las humanidades, la antropología y otros saberes que se entretejen con herramientas y estrategias del arte y de la tecnología. Adalberto Müller y Erick Felinto (2013), proponen cuatro épocas mediales, desde el alfabeto griego, la imprenta, los dispositivos electrónicos y los dispositivos informáticos, como construcción de sistemas simbólicos. Luis Ignacio García García (2017), apuesta por la inflexión del montaje en cuanto medialidad, un montaje deleuziano de entramados de ruptura y apertura entre las materias del mundo.

Hector Ariel y Feruglio Ortiz (2019) dicen que la vida sensible podría definirse como la facultad que poseen los seres vivos para relacionarse con las imágenes, apuntando a analizar el problema de la emancipación de la concepción mediática de la imagen como espacio de efectuación del proyecto moderno de antropomorfización.

En este territorio amplio de lo medial, la complejidad desde lo holográfico y hologramático, no sólo dan pie a una alegoría conceptual del medio como se venía dando, sino que proponen en esta fisura, una posible materialización de los nexos intra, inter y trans mediales que implican y posibilitan otras formas de relación con las imágenes, con los dispositivos y con las tecnologías, de manera encarnada, corporalizada y latente de actos performativos con el territorio, con los contextos sociales y temporales de la creación y de la participación constructiva con las imágenes y sus duraciones.

La posibilidad de pensar el audiovisual como medio, y sus reflexiones desde la duración, el montaje y la generación de públicos, ayudan a entretejer este proyecto complejo de las programaciones sensibles y múltiples que implican las pantallas y su relación física y temporal con los cuerpos. Además, se podría aportar en el campo de las pantallas desde nociones y categorías expandidas de lo holográfico como conector sensible, matérico, epistémico y político.

Nexos sistémicos y relacionales de las tecnologías con los entornos y con las comunidades

En este eje, con Simondon (2007), Arturo escobar (2018), Edgar Morin (1988), Maturana y Varela (1998), Margulis (2003) y Lynette Hunter (2017) se intentará establecer el entramado complejo entre las materias, materialidades, seres, entornos naturales y ambientes ecosistémicos donde se desarrollará la propuesta. Las relaciones complejas, equivalen a entramar desde la perspectiva ato- mista presocrática, hasta la cuántica, para sostener que las relaciones se dan desde perspectivas no euclidianas, es decir, donde el sentido común no opera sino desde lo paradójico, donde los sistemas exponencialmente proponen con relaciones insospechadas en el encuentro y en la práctica, en el intercambio de energía, de información y de interacción. Con Bergson (2006), el término de "duración", propone estatutos complejos de relaciones en el entre de las materias, de las imágenes y de los movimientos topológicos de afectos, perceptos y pensares.

En términos de Maturana y Varela, ni las moléculas, ni los seres orgánicos compuestos, ni los entornos sociales se constituyen de individuos separados, (en sujetos independientes de cualquier configuración externa). Su existencia no puede sino verse en relación con su entorno, en su entramado complejo y sistémico contextual, con sus escalas mínimas y con sus escalas más amplias. Lo sistémico configura el concepto de lo autopoiético, como un conjunto de interrelaciones que sostienen, configuran y soportan las moléculas en ecologías de flujo e intercambio, que se dan en el entre, en los encadenamientos relacionales que soportan las existencias múltiples de las interespecies, de las moléculas mismas, de las partículas mínimas que configuran las materias del universo.

Con Rolnik (2019), nos encontramos frente a la disyuntiva del quehacer apropiado por los regímenes de poder, en una escala de la creación que debe reactivarse desde la resistencia colectiva en el ámbito de lo común y en términos de Tony Negri (2004) para superar las perversiones del capital en la inserción descontrolada de las vidas. Para ello, la reacción tecnológica debe movilizarse a una renovación propia, a una liberación de los modos de estar con la tecnología, en responder frente a ella, a crear y gestionar inventivas y emergencias tecnológicas para nuestros propios campos, para nuestros propios lugares, extendiendo de maneras renovadas, pero al mismo tiempo profundas frente a los contextos sociales y a los territorios físicos, de vida con los que coexistimos.

Desde el Ecuador, Irving Berlín Villafana y Hernán Thomas (1998) señalan que todas las tecnologías desempeñan un papel central en los procesos de cambio social. Ellas, demarcan posiciones y conductas de los actores; condicionan estructuras de distribución social, costos de producción, acceso a bienes y servicios; generan problemas sociales y ambientales; facilitan o dificultan su resolución, proponiendo entonces “tecnologías para la inclusión social”, conceptos cercanos a lo propuesto por Arturo Escobar (2019) acerca de los diseños decoloniales, sostenibles y pluriversales. Desde Cuba, Arelis Hidalgo Gómez, Pedro Romero Suárez y Carolina Luisa Martínez Torres (2016), proponen estrategias específicas de campo y de estudio de caso, para solventar con tecnologías propias las necesidades y las responsabilidades de las comunidades con el entorno natural. Asimismo, Juan Carlos Moreno y Sara Guzmán Ortiz (2010), mediante un estudio de caso en Nariño, revisan las necesidades tecnológicas y aplicaciones comunitarias que dan respuesta desde la región, desde procesos comunitarios de radio y búsqueda de contenidos contextuales.

En ese sentido, lo que hace parte en este territorio de aportes específicos es la construcción de tecnologías particulares desde mi propio lugar de enunciación y la apuesta a tecnologías creadas en la comunidad interdisciplinaria de científicos y creadores, vinculados para proponer desarrollos que impulsen imágenes y tecnologías de pantallas para nuestro entorno concreto.

El terreno del umbral

El terreno del umbral, donde se propone soportar la creación de las pantallas, se sostiene desde el diálogo entre Heidegger (1958), Kush (1962) y Guillermo Páramo (2004). Realizando las costuras desde los umbrales como lugares de habitar el vacío, hasta las prácticas situadas y su posibilidad espiritual para vincular saberes con imágenes de los otros mundos existentes, de las prácticas materiales con pantallas contemporáneas creadas en nuestros paisajes y pantallas ancestrales de nuestra tierra. Umbrales que, junto con la problematización de su topología, establecerán la relación entre las imágenes, las producciones y los haceres profundos con y en la tierra. Umbrales horizontales que tienen la potencia de conectar mundos, el inframundo, lo terrenizado, lo humano, lo celeste y lo espiritual.

Aquí cobra importancia la gran propuesta de Kush en el ámbito tecnológico de habitar, fago- citar y deglutir la tecnología. Es decir, devorarla para la voluntad y posibilidad del estar con, del estar-siendo con tecnologías alejándonos de la alienación del consumo que pretende vender ciertas pantallas como las únicas verdaderas, que imponen lo tecnológico como un ser que modifica los entornos y que nos modifica como seres, alterando nuestra estructura existencial del estar- siendo sustituyéndola por una estructura extrañas, la del ser para estar. No seremos a las pantallas ya la tecnología en general de la misma forma, si la desmaterializamos y si desmantelamos al mismo tiempo su carácter de mero consumo y de creación de seres con estatus. La existencia de los aparatos no nos sirve para separar las condiciones de lujo o precariedad; las pantallas, la tecnología como materia, puede descomponerse en acciones perecederas de transformación con nosotros y con el entorno. Así, entender lo monstruoso de la tecnología, no es revelar únicamente lo terrible de su producción en masa diseñada para el consumo unilateral, es abrirla como posibilitadora de alimento que en su estar perecedero, nos brinda opciones de habitar nuestros territorios, nuestros mundos y nuestras imaginaciones.

Entonces, los umbrales son el lugar corporal donde nos vestimos para enfrentar el afuera, y donde nos despojamos de las vestiduras para entrar a la intimidad con lo que trajimos del exterior. Desnudez de lo complejo, en el límite y membrana que conecta con lo cultural y lo social.

En suma, las perspectivas constituidas, hablan de los dos lados de la pantalla como umbral, las decadencias de la programación capitalista y sus reflejos en las interioridades de las personas con su uso, pero también de la potencia emancipadora del decir y de los pensares, cuando se des-automatizan los encuentros con pantallas enriquecidas de espiritualidades, saberes y otros tipos de conocimiento liberado del consumo banal y del comercio explotador de la modernidad.

Encuentros interdisciplinares y transdisciplinares de diversas épocas

Entrando al estado de la cuestión más reciente, es imperativo también establecer encuentros interdisciplinares y transdisciplinares de diversas épocas: Zielinsky (2007), Kittler (2017) y Manovich (2006), en la apertura a una revisión arqueológica de los medios y la tecnología, encuentran resonancias en las revisiones de saberes ancestrales y campesinos de las lecturas de Juan Acha (2004), Ernst Halbmajer (2018) y Rodolfo Kush (2000), sobre prácticas latinoamericanas, y sobre las cuales esta investigación busca hacer aportes en la revisión de pantallas ancestrales de nuestra América Profunda. La revisión de estos materiales trans-temporales encuentran resonancias desde tecnologías delas pantallas de la América Profunda como el Lavapatas de San Agustín, los Discos giratorios de Túquerres, los Quipus andinos, con las mochilas y tejidos contemporáneos Yukpa del caribe colombiano o Nasa del Cauca, con creaciones de artistas pioneros de la tecnología suramericana como Omaira Obadía, Margarita Paksa, Eduardo Kac, Carlos Trilnick, y con obras de realizadores actuales como Guillermo Heinze, Ana Laura Cantera y mi propio trabajo de creación. Desde acá propongo el desarrollo de mis pantallas, desarrollando el componente plástico de la creación investigativa que explora en la experimentación con pantallas no uniformadas, particulares, embebidas en sistemas complejos de contextos sociales y ambientales.

Con la apuesta por la educación conjunta entre saberes tradicionales y la enseñanza de nuevas tecnologías, se hace importante vincular los pensamientos binarios, los cuánticos y los ópticos, en la resistencia de la perversión de las macropolíticas económicas del establecimiento colonial. Los saberes, sumados a la liberación de los conocimientos tecnológicos, brindarán las posibilidades de aperturas a nuevos conocimientos y ante todo a nuevos estatutos de existencia y de re-existencia resistentes a la economía neoliberal. Realizar prácticas colectivas y comunes con el mundo electrónico, proveer de preguntas sobre las relaciones materiales y responsables con el mundo son la única posibilidad de establecer nexos tecno afectivos, responsables con los otros que nos componen, revisibilizando las conexiones entre las especies, entre los seres y entre las personas que componen nuestro territorio.

El lugar donde se debe empezar tal revolución es el nuestro; donde se deben emancipar los nexos con la tecnología, para volverlas parte de los escenarios sociales de consciencia y de afectividad real: hologramas diferentes para su emplazamiento y habitar de un terri- torio a otro; pantallas que mutan, dependiendo sus cohabitantes, sin alterar su entorno físico, social, cultural y biológico, proponiendo significaciones y diálogos no lineales.

Con este panorama trazado, propongo que incluso desde pensadores presocráticos, leídos desde una perspectiva decolonial, se pueden dibujar vinculaciones horizontales a pesar de la distancia temporal y geográfica con filosofías y modos de pensar de nuestro continente americano, que hay conexiones profundas entre algunos filósofos europeos, siendo cuidadosos de cierto eurocentrismo con propuestas sensibles y científicas latinoamericanas.

A manera de conclusión del estado del arte que permitirá hacer una reflexión propia y profunda a cerca de las pantallas y tecnologías modernas, y su respuesta particular y localizada de las pantallas de la América Profunda; este territorio tan amplio que implica revisar las tecnologías de las pantallas, resulta fructífero, necesario y urgente para proponer nuevos lugares de encuentro y colectivización de la creación de tecnologías aplicadas a la creación y como lugar de creación en nuestro continente, específicamente en Colombia y Bogotá.

Desde esta apuesta, no queda más que arriesgarse a plantear relaciones y conexiones que aunque parezcan extrañas, puedan revisar tecnologías de pantallas ancestrales en nuestras tierras, para encontrar modos de creación resignificadas en nuestra actualidad. Para ello, también será necesaria la creación de tecnologías, de imágenes de experimentaciones, que acompañen la elaboración epistémica, pues esa conexión del hacer y la práctica, con la teorización y con la escritura, hace parte de reconectar lugares aparentemente fronterizados por la modernidad. Si bien es una enorme tarea, esta no carece de sentido y sobre todo de entusiasmo y esperanza, es por ello que si bien parte como una tarea individual desde la academia, espera alcanzar o movilizar el interés de más colectivos y personas, que se sumen a esta necesidad de configurar muchas tecnologías específicas que se tejan en nuevas configuraciones y que propongan una red abierta de nexos profundos, responsables y poderosos entre naturalezas, espiritualidades, pensamientos y formas de sentir y habitar la tierra.

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Notas

1 No se tendrá en cuenta al transhumanismo, que pretende un alejamiento de la máquina a los comportamientos y funcionamientos orgánicos, biológicos y afectivos, en pro de la búsqueda de una singularidad tecnológica, donde la programación y la máquina se separe radicalmente de las condiciones materiales y sensibles de lo humano, de lo natural y de las condiciones de la tierra: es decir, de las programaciones escindidas de los cuerpos y saberes del mundo en una indepencia positivista de lo tecnológico
2 RASD, República Árabe Saharaui Democrática, es un pueblo expulsado de su propio territorio por Marruecos, y olvi- dado y dejado a su suerte por la ONU y otras instituciones inter- nacionales, entre otras cosas, por las grandes reservas de Litio y Silicio, que han venido siendo explotadas por Marruecos, Estados Unidos y la Unión Europea en las últimas décadas.

Recibido: 18 de noviembre de 2022; Aceptado: 15 de diciembre de 2022

Resumen

Dada la condición tan extendida y naturalizada en nuestro mundo embebido de tecnologías mediada por las “bellas pantallas”, se plantean las siguientes preguntas centrales de investigación: ¿Es posible decolonizar la tecnología de las pantallas a partir de un pensar/hacer/sentir particular y transdisciplinar que emerge lugarizadamente desde la periferia de la América Profunda colombiana? Y, ¿Cómo sería posible realizar esta decolonización particular, a partir de la puesta en praxis de pantallas holográficas y de tecnologías construidas desde el territorio como modos de construcción epistémica y de creación “aiesthésica”?

Palabras clave

América profunda, decolonización tecnológica, pantallas lugarizadas.

Abstract

Given the widespread and naturalized condition in our embedded world of technologies mediated by "beautiful screens", this article addresses the following research questions: Can screen techno- logy be decolonized through a particular way of thinking/doing/feeling by using a transdisciplinary approach that emerges locally from the peripheryof Colombian Deep America? And if so, how could we achieve this particular decolonization through the implementation of holographic screens and technologies created in those territories as modes of epistemic construction and aesthetic creation?

Keywords

Deep America, technological decolonization, loca- ted screens.

Résumé

Compte tenu de la généralisation et de la natura- lisation dans notre monde embarqué des tech- nologies médiatisées par les "beaux écrans", les questions de recherche centrales suivantes sont posées : Est-il possible de décoloniser la techno- logie des écrans d'une pensée/faire/sentiment particulière et transdisciplinaire qui émerge loca- lement de la périphérie de l'Amérique profonde colombienne ? Et, comment serait-il possible de réaliser cette décolonisation particulière, à partir de la mise en œuvre d'écrans holographiques et de technologies construites à partir du territoire comme modes de construction épistémique et de création esthésique ?

Mots clés

amérique profonde, décolonisation technologi- que, écrans localisés.

Resumo

Dada a condição difundida e naturalizada em nosso mundo embutido de tecnologias media- das por "telas bonitas", as seguintes questões centrais de pesquisa são colocadas: É possível descolonizar a tecnologia de tela a partir de um pensar/fazer/sentir particular e transdisciplinar que emerge localmente da periferia da América profunda colombiana? E, como seria possível realizar essa descolonização particular, a partir daimplementação de telas holográficas e tecnologias construídas a partir do território como modos de construção epistêmica e criação aiestésica?

Palavras-chave

América profunda, descolonização tecnológica, telas localizadas.

Introducción

Este artículo, muestra los antecedentes y un breve estado de la cuestión de la investigación que vengo realizando desde hace años y que hace parte de los procesos de tesis del Doctorado en Estudios Artísticos de la Universidad Distrital FJDC, cuyos problemas a tratar son: ¿Es posible decolonizar la tecnología de las pantallas a partir de un pensar/hacer/sentir particular y transdisciplinar que emerge lugarizadamente desde la periferia de la América Profunda colombiana? Y, ¿cómo sería posible realizar esta decolonización particular, a partir de la puesta en praxis de pantallas holográficas y de tecnologías construidas desde el territorio como modos de construcción epistémica y de creación "aiesthésica"?

Para ello se debe aclarar que de las prácticas de creación y arte en relación con la tecnología y las ciencias, varias posturas teóricas se enlazan al diálogo constitutivo con la propuesta de liberación de las pantallas, su siembra y enraizamiento local—el punto focal de la presente creación investigativa— pero también otras discusiones, sirven para enfrentar y discutir en el seno de las relaciones decoloniales de las pantallas y las tecnologías, para establecer en qué terreno cohabitan diálogos para la construcción afectiva de pantallas locales. En este territorio, además, es posible establecer otras conversaciones que permiten señalar, establecer y contrarrestar los nexos de la tecnología con la modernidad colonial capitalista que embebe los saberes para encubrirlos y disfrazarlos de bellos colores, de lentejuelas y brillos unificadores, que controlan de manera perversa y neoliberal, las formas de ver y estar, propios del consumo acrítico.

Estas prácticas llevadas al extremo de la cotidianidad, no sólo hacen parte de los bellos dispositivos (bellos con toda la carga de modernidad que lleva este concepto), sino que además están soporta- dos y estructurados en modos de programación internas que quedan ocultas, soterradas, y que controlan significativamente las interacciones que el cuerpo puede tener con los dispositivos. Aún más preocupante aún, codifican muchas veces los modos de relación de comunicación entre seres humanos, entre sujetos y cultura, de formas de construcción de la mirada, de pensamiento y de sensibilidades de las generaciones que habitamos constantemente con estas tecnologías de las pantallas modernas. Y es desde este territorio y particularidad temporal, donde deben proponerse versiones nuevas del trabajo con las pantallas, desde saberes construidos por y para comunidades específicas: en este caso particular, se propone desde la academia bogotana y colombiana, desde una Escuela de Artes que intenta poner en relación el arte con la tecnología.

Lo primero que cabe aclarar antes de proponer el estado de la cuestión, es que las discusiones tecnófobas y tecnófilas, en su naturaleza binaria, pese a que han construido la mayor parte de las pulsiones teóricas de las medialidades tecno-artísti- cas, no serán un punto de interés para este escrito.

No sólo porque dicha separación tiene implícita las dicotomías binarias coloniales de la tecnología, sino también porque conceptos y categorías de las dos posturas, pueden ser válidas para discutir críticamente o para conversar de la mano, pero sin operar desde los juicios valorativos propios más de una postura positivista logocéntrica y fronterizante.

En este sentido, las lecturas posteriores realizadas posiciones leídas en su mayoría como tecnófilas), se revisarán en relación con las prácticas y necesidades de las experiencias de lo tecnológico de artistas, científicos y comunidades particulares.

Además de esta observación de distanciamiento de esta dicotomía, es importante aclarar que este texto es consciente de las posturas poshumanistas y transhumanistas, pero abiertamente y de entrada, se separa de estos movimientos en cuya matriz descansan también filias y fobias, y se aferran a ella las más tajantes propuestas de la modernidad europea, o como diría Mignolo (2016) “(…) la modernidad es la mejor máquina de creación de fronteras”, donde el cuerpo se separa de la mente, la tecnología de lo humano, los cuerpos de lo espiritual, la humanidad de la tierra. Es por ello, que tomar distancia del transhumanismo y del poshumanismo es necesario para esta apuesta epistémica, pues para las pantallas de la liberación; cuerpo, mente, espíritu y naturaleza no están desconectadas ni fracturadas, al contrario, su sanación y re-ligue es necesario, para establecer con las tecnologías, unas responsabilidades entre pantallas, producción de imágenes, cuerpos y contextos, que den respuestas más responsables a los acontecimientos contemporáneos de violencia y ruptura vital. Si bien entonces, algunos autores de estas ramas se tomarán en cuenta, se los traerá desde sus aportes vistos a la luz de unas costuras renovadas desde la perspectiva del sur, para tejer nuevos compromisos de tecnologías con los cuerpos y con las tierras, alejándonos un poco de las apuestas utópicas y distópicas que en definitiva son teleológicas, de estas apuestas del norte global moderno.

Estas discusiones de particularidades tecnócratas y de énfasis modernos son distantes en términos epistemológicos debido a la incompatibilidad con el enfoque de este proyecto. Esto es de la concepción de la tecnología como avance, como progreso o como linealidad antropocéntrica, que tiende al transhumanismo 1 tecnológico, excluyendo saberes y modos sensibles de estar en el mundo, que entienden las máquinas por fuera de las sensibilidades y afectos.

También de la programación como un ente alejado de las dinámicas humanas, sociales, naturales y contextuales, y que por ende radica en el desarrollo de lo maquínico como esfuerzo diferenciador con el planeta. En definitiva, la postura de la máquina como algo totalmente diferenciado de la tierra y del universo: la máxima fractura de la modernidad tecnológica.

Lo segundo, es que al no quedar circunscritos en el estrecho debate entre tecnofobias y tecnófilas, el panorama historicista y lineal, se abrirá a diálogos con categorías que pueden saltar épocas, periodos, geografías y modos de estar en el mundo. Al entender de manera no lineal y teleológica, pro- vista de un único porvenir, en el diálogo que aquí mapeo hay cabida para propuestas de saberes de comunidades locales, en relación con propuestas presocráticas, filosofías europeas y epistemologías del sur entre otras, con el fin de cruzar y tejer un panorama amplio y plural, que sirva para vincular y soportar en su nido, los modos de hacer localizados y contextualizados de la tecnología de las pantallas en nuestra tierra. Se trata entonces de un diálogo como tejido, como un algoritmo sensible que vincula desde sus nudos, saberes antiguos y contemporáneos, con prácticas que atraviesan los tiempos y las geografías, pero enraizándose en un lugar propio de paisaje y de contexto: cables de cobre, de lana, de algodón y de bio-plásticos cohabitando en un mismo tejido.

Habiendo realizado las salvedades anteriores, enseguida se propone un espacio configurado por seis lugares que atraviesan, como ejes, las preguntas y las propuestas del ejercicio de pensamiento, y de creación investigativa en el que se ubica nuestro proyecto.

Prácticas coloniales de la tecnología y las respuestas de emancipación decolonial

En este primer eje, Hal Foster (2002), Vilem Flusser (1983), Guy Debord (1967), Jean Baudrillard (1997), Edgardo Lander (2000), Adolfo Albán (2016), Arturo Escobar (2018) y Enrique Dussel (1997), nos proponen un lugar de conversación donde se detectan los modos perversos, controladores y unificadores de las relaciones de los cuerpos, las sensibilidades y las psiquis con las tecnologías. Desde estos auto- res, se pueden trazar los lugares de insistencia del control tecnológico de la modernidad, establecer las prioridades de las pantallas por las comunicaciones publicitarias sobre los decires múltiples, el énfasis colonial de la ruptura a partir de las “bellas” formas, y la exclusión del otro, paradójicamente a partir de la inclusión como periferia y exotización. El señalar las rupturas, jerarquías, diferencias epistémicas, estéticas, económicas y geográficas entre muchas otras, permitirá entrar en las pro- puestas decolonizadoras de la aiesthesis de Walter Mignolo (2010) y Pedro Pablo Gómez (2018), para dar apertura a las complejidades de las relaciones decoloniales de las pantallas y las tecnologías del continente desde Kush (1958), Dussel (1995), Acha (1990) y Christine Mello (2018).

En este territorio del estado de la cuestión, es llamativo que en la historia del pensamiento medial, las postulaciones críticas a las imposiciones vita- les de las tecnologías, inscritas sobre todo en el consumismo y control que implica la oleada de dispositivos tecnológicos en nuestras vidas son siempre evidentes. Si bien no todos los referentes teóricos mencionados responden a una crítica de la modernidad, o no lo relacionan directamente a imposiciones de las tecnologías colonizadoras sobre la vida de los países de periferia global o del sur global, los primeros autores, evidencian en distintos grados lo siguiente: a) Las tecnologías de la modernidad encubren su funcionamiento interno, para dejar al usuario como un simple operario que no cuestiona las posibilidades y acciones del dispositivo, así, la programación, controla todo el acto de ejecución y puesta en práctica de las operaciones de las máquinas y la tecnología queda oculta como un acto de magia, para que los operarios produzcan únicamente contenidos y no nuevas tecnologías; comuniquen más no desarrollen discursos y/o decires; ejecuten gestos básicos, y no produzcan reversiones posibles de nuevas invenciones.

Las posibilidades de invención que generan posibles nuevos discursos, están coapta- das por un ambiente de la comunicación reducida, o más bien de un estado de la contingencia de la opinión por sobre cualquier acto de producción de conocimiento profundo (en Flusser y Foster es claro ver estas críticas). b) El sentido de las relaciones de los cuerpos con las tecnologías, los nexos que dichas programaciones unificadas operan en interacciones con los cuerpos que son reducciones en identificaciones pasivas, es decir, que dichas tecnologías unificantes, operan en los cuerpos mediante la reducción de los Afectos complejos en sentimientos simples. Los sentimientos serán lugares de reducción normativo del afecto, que responden codificádamente (en códigos fáciles de identificar y de explotar como espectáculo), pero de manera muy efectiva en movilizar sentimientos de alegría, felicidad, tristeza o miedo, a partir de estructuras muy bien definidas por las tecnologías y los actos comunicativos. No es hacerse cargo de las acciones, de las propuestas ni de las operaciones directas en los espacios, es una relación pasiva que se contenta con sentirse parte de una esfera de imágenes sin activar o movilizar otras posibles acciones. Estas tecnologías de la modernidad apuestan a desalojarse del afecto, que es complejo y que exige responsabilidades tanto en la creación como en la recepción activa, y se contentan con activar emociones simples que, si bien provocan empatías, son superficiales y pasajeras. (Esto lo podemos ver en Dedord y en Baudrillard). Y c) Las tecnologías basan sus programaciones en algoritmos ocultos y cerrados, y aún más, procuran una centralización de las zonas de producción del poder tecnológico, para utilizar la periferia no sólo como lugar de control epistemológico y de la mirada, sino sobre todo, para seguir explotando dichas regiones de periferia, como lugar de recursos de laterías primas para la generación de tecnologías y dispositivos.

Antígona detalle Holograma de volumen instalado en pupitres escolares de madera y metal Diego Aguilar 2022 Realizado en laboratorios de CI Hologramas SAS

Imagen 1 De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.: Antígona detalle Holograma de volumen instalado en pupitres escolares de madera y metal Diego Aguilar 2022 Realizado en laboratorios de CI Hologramas SAS

Imagen 2. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 2. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 3. Antígona (detalle). Holograma de volumen, instalado en pupitres escolares de madera y metal. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.:

Imagen 4. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 4. De la serie Ofelias en fragmentos. Holograma de volumen, instalado en cama de madera. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Así, en Bolivia y Chile en nuestro continente, la explotación de silicio fundamental para la creación de hardware de tecnologías digitales evidencia que los recursos naturales son utilizados en los países del sur (pasa igual en varios países del medio oriente y en África, la RASD 2 como lugar que ejemplifica dicho fenómeno), dónde llega la tecnología sólo para el uso, no para la producción o programación, e incluso, llega con directrices y restricciones mayo- res que en otras latitudes del planeta. Ese dominio y colonización de los territorios por los recursos naturales aplicables a las tecnologías contemporáneas, muestran las grandes dificultades de la acción plena y emancipación de los países del sur global en sus prácticas y acciones concretas, además de demostrar la linealidad de este tipo de pensamiento y desarrollismo, que oculta las posibilidades democráticas y no capitalistas de las tecnologías alternativas (En Edgardo Lander se pueden encontrar estas aproximaciones).

Desde esta revisión del panorama de las tecnologías de las bellas pantallas de la modernidad, Se requiere dar respuestas que puedan vincular como creadores de invenciones tecnológicas afectivas y prácticas a nuestras propias tierras, y para ello, es necesario encontrar también soportes del pensamiento americano que den apertura a ello. Escobar propondrá la autonomía del diseño de los recursos tecnológicos que sean aplicados puntualmente para las necesidades de los lugares específicos, la creación de pluriversos que a diferencia de un universo único y hegemónico, prosperen en poder resolver las dificultades puntuales, con los recursos, experimentaciones y creaciones colectivas que se resuelvan en el entorno mismo, utilizando conocimiento y tecnologías foráneas, en combinación y amalgamiento con prácticas propias de cada entorno. Así, las tecnologías desde su propio diseño, pueden dan respuestas más concretas, eficaces y poéticas a lo que se requiera en cada sector. De esta forma, no se llegará a un único resultado tecnológico, sino a una enorme variedad, que en el pluriverso puede devolverse a otros territorios, para ampliar la oferta de generaciones de diseño, en un continuo desbaratar, reciclar y reinventar nuevos aparatos relacionados con el entorno y con las comunidades. Dussel por su parte, desde una revisión marxista, propone la necesidad imperiosa del sur, de emanciparse tecnológicamente, para crear con sus propias tecnologías, la base de un pensamiento propio y significativamente alejado del consumismo y de los derroteros de poder que gobiernan y se imponen desde occidente.

En esta reformulación, por ejemplo, pese que Flusser fue visionario de cómo las tecnologías nos han influenciado, no coincidimos en las estrategias que propone (aunque se comparte el hecho de que hay que reevaluar el término de creatividad). Las estrategias flusserianas tienen que ver con la lisura y estructuración de las imágenes como continuos teóricos, lógicos y mentales, estratagemas de desarrollos cognitivos de construcciones desdela apariencia y desde la creación de novedades sobre las informaciones compartidas. Sin embargo, la revisión que se plantea desde este texto sobre el término de creatividad, refiere más bien a la pérdida de autoría, pero no por una sumatoria de lógicas y teorías desde la información desde la informática computada, y sí como un vuelco a la afección y a los afectos de las materias que componen el universo. La acción con la tecnología debe, en términos de Arturo Escobar (2019), ser radical y debe responder activista y activamente a las luchas y necesidades enraizadas de los territorios, constituyendo comunidades de respeto por todo tipo de vidas. Resulta fundamental, constituir desde acá, un tipo de tecnología sustentable, que puede ser efímera, más no con las lógicas desechables de la obsolescencia programada, o duraderas, teniendo en cuenta la reutilización de las materias y atender responsablemente a la no contaminación.

En un panorama investigativo más cercano en lo temporal, las experiencias, Virginia Soledad Martínez, Noelia Verónica Cejas, Fernando Nicolas Vanoli (2018) en Argentina; o Claudio Andrés Maldonado Rivera (2014), en España haciendo un énfasis en el país Mapuche de Chile y Argentina, se adentran en la posibilidad de trabajar bajo la premisa de la decolonialidad tecnológica. Y lo hacen cuando enfatizan en los estudios de caso de algunos medios de comunicación, como periódicos de las comunidades con estrategias locales, páginas y emisoras radiales como experiencias prácticas en el entorno y que se sumergen en las necesidades tecnológicas específicas de las comunidades.

Imagen 5. Conversación en la Lindosa. Holograma de volumen, instalado sobre piedra en cercanías a la Serranía de La Lindosa. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 5. Conversación en la Lindosa. Holograma de volumen, instalado sobre piedra en cercanías a la Serranía de La Lindosa. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 6. De la serie Máquinas generativas. Holograma de volumen, instalado en objetos programados con electrónica para movimiento contínuo. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 6. De la serie Máquinas generativas. Holograma de volumen, instalado en objetos programados con electrónica para movimiento contínuo. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 7 De la serie Pedagogías del olvido. Holograma de volumen, instalado en pupitres escolares de madera y metal. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Imagen 7 De la serie Pedagogías del olvido. Holograma de volumen, instalado en pupitres escolares de madera y metal. (Diego Aguilar, 2022). Realizado en laboratorios de C.I. Hologramas S.A.S.

Bajo este panorama contemporáneo, y haciendo énfasis en la necesidad de evidenciar los esquemas de programación colonizador y de inserción de las bellas pantallas, se intenta escudriñar en las grietas la posibilidad de producción de programaciones plurales y abiertas para la ejecución de imágenes de pantallas y de umbrales. Imágenes que permiten a la tecnología, vincularse con los cuerpos del territorio y con los cuerpos sociales, cambiantes y transformativos en nuestra América Profunda. Se trata de señalar las acciones, herramientas y haceres de las pantallas que se pueden y se han originado en nuestros territorios, como fuente de saberes y afectos que vinculan lo tecnológico con la tierra y con los cuerpos: hologramas en territorios, pantallas mutantes en espacios y comunidades, tecnologías creadas desde nuestros propios paisajes y laboratorios de acción. El aporte surgido de la investigación espera, en dicho componente, radicar no sólo en el tejido de las epistemes y tecnologías pos(coloniales), anticoloniales y decoloniales, sino también es una posible construcción de categorías propias surgidas desde las prácticas transdisciplinares de la creación práctica de lo que puede significar dicho proyecto.

Conversaciones de la técnica y tecnología

Dentro de los procesos internos, otras discusiones también entran y hacen parte de los diálogos y desarrollos de creación investigativa de este proyecto, entre ellas, las discusiones de la técnica y la tecnología con el fin de dar prioridad epistémica a la tecnología como un principio de desarrollos de estrategias, comportamientos y redes de formas de hacer y pensar no desconectadas, realizadas con herramientas y oficios particulares. Heidegger (1967), en La pregunta por la técnica, empieza el diálogo con la posibilidad ontológica y del lugar de la tecnología. Con Marx (1845) el materialismo tecnológico es indispensable para el trabajo y por ende para las transformaciones sociales; en Dussel (1983) la praxis y la poiética son las posibilidades de la liberación real y concreta de nuestro continente, la liberación tecnológica abrirá las puertas a la liberación política y social, mediante materialidades propias; y con Leucipo y Demócrito (450-370 AC.) desde su visión del atomismo y el pluralismo homogéneo se propondrá que desde la materialidad múltiple y plural de los mínimos componentes del universo, tanto las materias, su organicidad y hacer, están estrechamente vinculadas a las sensaciones y a los pensamientos.

Las materias en su multiplicidad y organización se relacionan y entre- tejen para conformar los sentires y los pensares universales. Partiendo de Walter Benjamin (1936), con sus propuestas sobre la reproductibilidad técnica y las potencias de la emancipación, en términos de politización de la estética, encontraremos revisiones que conectan al pensamiento americano en la obra de Bolívar Echeverría (2018), que repiensa a Benjamin, desde la oportunidad de romper con la modernidad y dar apertura a nuevas formas de hacer y pensar, no cumplidas en la época de benjaminiana que resuenan con los peligros y oportunidades de nuestra contemporaneidad.

Así mismo, Arlindo Machado (2010), propone que la tecnología en la contemporaneidad artística y creadora puede resultar servil a sistemas capitalistas y espectacularizantes, pero que una minoría de poéticas tecnológicas pueden buscar dimensiones profundas de las relaciones del mundo, habitando el desacomodamiento, la invención y la dificultad en contra del conformismo. Para Dussel (1984) es necesario crear configuraciones materiales, de saberes, experiencias y experimentaciones que permitan desvincularse de los modos de hacer del capitalismo tecnologizante, para trabajar en dinámicas comprometidas en la liberación tecnológica con medios propios de nuestro entorno, localizados en nuestra propia tierra, y que abran diálogos y discusiones con dinámicas propias y particulares de nuestras regiones. Claudia Giannetti (2002), desde el arte mediático y la interacción tecnológica, propone las nuevas rutas que dan apertura a los cuestionamientos electrónicos del hacer. Francisco Luis Giraldo Gutiérrez (2013), Carlos Osorio (2010), Katya Mandoki (2001), proponen clasificaciones de los términos de técnica y tecnología, pero ante todo, proponen un desarrollo a lo cotidiano, a lo prosaico humano, animal y vegetal, además de su desvinculación con el capitalismo y con las estrategias de consumo masificada, coercitivo de las estrategias de creación particulares y cotidianas.

Sin embargo, en estas propuestas y diálogos, el vacío que encuentro, se da en las grietas de la tecnología entendida casi siempre como herramienta y no como lazo conector profundo con las materialidades del universo. Es por ello, que aparece para mí la noción de espiritualidad, entendida como una conexión profunda entre seres, materias, haceres y contextos, entre lo humano y lo no humano, desde categorías propias en diálogo con aportes Quiceno (2016) y Panikkar (2010). Esta noción aparentemente alejada de la idea de tecnología, aparece en el proyecto, dando apertura a la relación del medio como lugar de encuentro complejo, de relaciones profundas y ante todo, de apertura a modos alterados de conciencia con las materialidades y tecnologías de la luz y la energía. Relaciones que abarcan los motores de la vida y los procesos técnicos, los cuerpos de los medios y los cuerpos de los seres entretejidos por sus materias más íntimas, relacionadas con estrategias de creación de saberes y de actos creativos que conforman las tecnologías necesarias para inscribirse en los territorios y en las sociedades ampliadas. De las escalas micro, a lo social y al cosmos, a partir de estrategias de relación podemos construir tecnologías afectivas de la energía, de la tekné, de las imágenes y de los territorios. Tecnología, materialidad y espiritualidad se entretejen mutuamente en un campo relacional llamado medio. Es en este territorio de amplitud de lo espiritual en el terreno de las materias tecnológicas, que el proyecto se propone aportar al campo y a la discusión.

La medialidad

La medialidad como parte de la tecnología y desde la tecnología, es entendida como un nexo, conexión, proceso, territorio y médium que vincula sistémicamente materialidades, estatutos, y afectividades del mundo. En estos términos, los medios como procesos y vínculos, se trabajarán desdelos intereses holográficos, de pantallas orgánicas y de programación generativa que me interesan desde mi propia praxis. El concepto de lo hologramático de Edgar Morin (1988), toma principal luminosidad, en cuanto propone encuentros entre las formas topológicas de las pantallas y de los hologramas, para relacionar las materias cuánticas de las cuales se componen, con las relaciones amplias y abarcativas de lo social. De esta manera, las medialidades se tornan en puertas, vínculos y nexos inter-materiales e intra-materiales, como lo describe Karen Barad (2001). Las cualidades especulares de reflexión, refracción, difracción e interferencia traídas de la óptica y en diálogo con teóricos franceses como Lacan (1966) o Derrida (2016) en la amplitud de sus ideas, pueden relacionarse con epistemes latinoamericanas de las visiones de mundos otros: desde el inframundo, las inter-especies Haraway (2018), Hernández García (2018), y lo social relacional Barad (2001), y político Dussel (2015).

Así, la agencia o creación de relaciones complejas y no preestablecidas entre las dinámicas e intraaciones que propone Barad, pueden ser llevadas al campo de relaciones entre materias electrónicas y tecnológicas que deben encarnarse en nuestros propios lugares y temporalidades incluso en las escalas humanas. Si bien la propuesta empieza en los comportamientos erráticos de la cuántica y las relaciones y comportamientos pue- den establecerse sólo desde la probabilidad, los nexos y movimientos posibles, se ha demostrado, que son múltiples y casi infinitos, llegando a ciertas tendencias y probabilidades más grandes de acción.

Recientemente, Alfonso de Toro (2004), desde los estudios teatrales, proponen una apertura de lo medial a una intermedialidad y una transmedialidad, en una contaminación productiva con las humanidades, la antropología y otros saberes que se entretejen con herramientas y estrategias del arte y de la tecnología. Adalberto Müller y Erick Felinto (2013), proponen cuatro épocas mediales, desde el alfabeto griego, la imprenta, los dispositivos electrónicos y los dispositivos informáticos, como construcción de sistemas simbólicos. Luis Ignacio García García (2017), apuesta por la inflexión del montaje en cuanto medialidad, un montaje deleuziano de entramados de ruptura y apertura entre las materias del mundo.

Hector Ariel y Feruglio Ortiz (2019) dicen que la vida sensible podría definirse como la facultad que poseen los seres vivos para relacionarse con las imágenes, apuntando a analizar el problema de la emancipación de la concepción mediática de la imagen como espacio de efectuación del proyecto moderno de antropomorfización.

En este territorio amplio de lo medial, la complejidad desde lo holográfico y hologramático, no sólo dan pie a una alegoría conceptual del medio como se venía dando, sino que proponen en esta fisura, una posible materialización de los nexos intra, inter y trans mediales que implican y posibilitan otras formas de relación con las imágenes, con los dispositivos y con las tecnologías, de manera encarnada, corporalizada y latente de actos performativos con el territorio, con los contextos sociales y temporales de la creación y de la participación constructiva con las imágenes y sus duraciones.

La posibilidad de pensar el audiovisual como medio, y sus reflexiones desde la duración, el montaje y la generación de públicos, ayudan a entretejer este proyecto complejo de las programaciones sensibles y múltiples que implican las pantallas y su relación física y temporal con los cuerpos. Además, se podría aportar en el campo de las pantallas desde nociones y categorías expandidas de lo holográfico como conector sensible, matérico, epistémico y político.

Nexos sistémicos y relacionales de las tecnologías con los entornos y con las comunidades

En este eje, con Simondon (2007), Arturo escobar (2018), Edgar Morin (1988), Maturana y Varela (1998), Margulis (2003) y Lynette Hunter (2017) se intentará establecer el entramado complejo entre las materias, materialidades, seres, entornos naturales y ambientes ecosistémicos donde se desarrollará la propuesta. Las relaciones complejas, equivalen a entramar desde la perspectiva ato- mista presocrática, hasta la cuántica, para sostener que las relaciones se dan desde perspectivas no euclidianas, es decir, donde el sentido común no opera sino desde lo paradójico, donde los sistemas exponencialmente proponen con relaciones insospechadas en el encuentro y en la práctica, en el intercambio de energía, de información y de interacción. Con Bergson (2006), el término de "duración", propone estatutos complejos de relaciones en el entre de las materias, de las imágenes y de los movimientos topológicos de afectos, perceptos y pensares.

En términos de Maturana y Varela, ni las moléculas, ni los seres orgánicos compuestos, ni los entornos sociales se constituyen de individuos separados, (en sujetos independientes de cualquier configuración externa). Su existencia no puede sino verse en relación con su entorno, en su entramado complejo y sistémico contextual, con sus escalas mínimas y con sus escalas más amplias. Lo sistémico configura el concepto de lo autopoiético, como un conjunto de interrelaciones que sostienen, configuran y soportan las moléculas en ecologías de flujo e intercambio, que se dan en el entre, en los encadenamientos relacionales que soportan las existencias múltiples de las interespecies, de las moléculas mismas, de las partículas mínimas que configuran las materias del universo.

Con Rolnik (2019), nos encontramos frente a la disyuntiva del quehacer apropiado por los regímenes de poder, en una escala de la creación que debe reactivarse desde la resistencia colectiva en el ámbito de lo común y en términos de Tony Negri (2004) para superar las perversiones del capital en la inserción descontrolada de las vidas. Para ello, la reacción tecnológica debe movilizarse a una renovación propia, a una liberación de los modos de estar con la tecnología, en responder frente a ella, a crear y gestionar inventivas y emergencias tecnológicas para nuestros propios campos, para nuestros propios lugares, extendiendo de maneras renovadas, pero al mismo tiempo profundas frente a los contextos sociales y a los territorios físicos, de vida con los que coexistimos.

Desde el Ecuador, Irving Berlín Villafana y Hernán Thomas (1998) señalan que todas las tecnologías desempeñan un papel central en los procesos de cambio social. Ellas, demarcan posiciones y conductas de los actores; condicionan estructuras de distribución social, costos de producción, acceso a bienes y servicios; generan problemas sociales y ambientales; facilitan o dificultan su resolución, proponiendo entonces “tecnologías para la inclusión social”, conceptos cercanos a lo propuesto por Arturo Escobar (2019) acerca de los diseños decoloniales, sostenibles y pluriversales. Desde Cuba, Arelis Hidalgo Gómez, Pedro Romero Suárez y Carolina Luisa Martínez Torres (2016), proponen estrategias específicas de campo y de estudio de caso, para solventar con tecnologías propias las necesidades y las responsabilidades de las comunidades con el entorno natural. Asimismo, Juan Carlos Moreno y Sara Guzmán Ortiz (2010), mediante un estudio de caso en Nariño, revisan las necesidades tecnológicas y aplicaciones comunitarias que dan respuesta desde la región, desde procesos comunitarios de radio y búsqueda de contenidos contextuales.

En ese sentido, lo que hace parte en este territorio de aportes específicos es la construcción de tecnologías particulares desde mi propio lugar de enunciación y la apuesta a tecnologías creadas en la comunidad interdisciplinaria de científicos y creadores, vinculados para proponer desarrollos que impulsen imágenes y tecnologías de pantallas para nuestro entorno concreto.

El terreno del umbral

El terreno del umbral, donde se propone soportar la creación de las pantallas, se sostiene desde el diálogo entre Heidegger (1958), Kush (1962) y Guillermo Páramo (2004). Realizando las costuras desde los umbrales como lugares de habitar el vacío, hasta las prácticas situadas y su posibilidad espiritual para vincular saberes con imágenes de los otros mundos existentes, de las prácticas materiales con pantallas contemporáneas creadas en nuestros paisajes y pantallas ancestrales de nuestra tierra. Umbrales que, junto con la problematización de su topología, establecerán la relación entre las imágenes, las producciones y los haceres profundos con y en la tierra. Umbrales horizontales que tienen la potencia de conectar mundos, el inframundo, lo terrenizado, lo humano, lo celeste y lo espiritual.

Aquí cobra importancia la gran propuesta de Kush en el ámbito tecnológico de habitar, fago- citar y deglutir la tecnología. Es decir, devorarla para la voluntad y posibilidad del estar con, del estar-siendo con tecnologías alejándonos de la alienación del consumo que pretende vender ciertas pantallas como las únicas verdaderas, que imponen lo tecnológico como un ser que modifica los entornos y que nos modifica como seres, alterando nuestra estructura existencial del estar- siendo sustituyéndola por una estructura extrañas, la del ser para estar. No seremos a las pantallas ya la tecnología en general de la misma forma, si la desmaterializamos y si desmantelamos al mismo tiempo su carácter de mero consumo y de creación de seres con estatus. La existencia de los aparatos no nos sirve para separar las condiciones de lujo o precariedad; las pantallas, la tecnología como materia, puede descomponerse en acciones perecederas de transformación con nosotros y con el entorno. Así, entender lo monstruoso de la tecnología, no es revelar únicamente lo terrible de su producción en masa diseñada para el consumo unilateral, es abrirla como posibilitadora de alimento que en su estar perecedero, nos brinda opciones de habitar nuestros territorios, nuestros mundos y nuestras imaginaciones.

Entonces, los umbrales son el lugar corporal donde nos vestimos para enfrentar el afuera, y donde nos despojamos de las vestiduras para entrar a la intimidad con lo que trajimos del exterior. Desnudez de lo complejo, en el límite y membrana que conecta con lo cultural y lo social.

En suma, las perspectivas constituidas, hablan de los dos lados de la pantalla como umbral, las decadencias de la programación capitalista y sus reflejos en las interioridades de las personas con su uso, pero también de la potencia emancipadora del decir y de los pensares, cuando se des-automatizan los encuentros con pantallas enriquecidas de espiritualidades, saberes y otros tipos de conocimiento liberado del consumo banal y del comercio explotador de la modernidad.

Encuentros interdisciplinares y transdisciplinares de diversas épocas

Entrando al estado de la cuestión más reciente, es imperativo también establecer encuentros interdisciplinares y transdisciplinares de diversas épocas: Zielinsky (2007), Kittler (2017) y Manovich (2006), en la apertura a una revisión arqueológica de los medios y la tecnología, encuentran resonancias en las revisiones de saberes ancestrales y campesinos de las lecturas de Juan Acha (2004), Ernst Halbmajer (2018) y Rodolfo Kush (2000), sobre prácticas latinoamericanas, y sobre las cuales esta investigación busca hacer aportes en la revisión de pantallas ancestrales de nuestra América Profunda. La revisión de estos materiales trans-temporales encuentran resonancias desde tecnologías delas pantallas de la América Profunda como el Lavapatas de San Agustín, los Discos giratorios de Túquerres, los Quipus andinos, con las mochilas y tejidos contemporáneos Yukpa del caribe colombiano o Nasa del Cauca, con creaciones de artistas pioneros de la tecnología suramericana como Omaira Obadía, Margarita Paksa, Eduardo Kac, Carlos Trilnick, y con obras de realizadores actuales como Guillermo Heinze, Ana Laura Cantera y mi propio trabajo de creación. Desde acá propongo el desarrollo de mis pantallas, desarrollando el componente plástico de la creación investigativa que explora en la experimentación con pantallas no uniformadas, particulares, embebidas en sistemas complejos de contextos sociales y ambientales.

Con la apuesta por la educación conjunta entre saberes tradicionales y la enseñanza de nuevas tecnologías, se hace importante vincular los pensamientos binarios, los cuánticos y los ópticos, en la resistencia de la perversión de las macropolíticas económicas del establecimiento colonial. Los saberes, sumados a la liberación de los conocimientos tecnológicos, brindarán las posibilidades de aperturas a nuevos conocimientos y ante todo a nuevos estatutos de existencia y de re-existencia resistentes a la economía neoliberal. Realizar prácticas colectivas y comunes con el mundo electrónico, proveer de preguntas sobre las relaciones materiales y responsables con el mundo son la única posibilidad de establecer nexos tecno afectivos, responsables con los otros que nos componen, revisibilizando las conexiones entre las especies, entre los seres y entre las personas que componen nuestro territorio.

El lugar donde se debe empezar tal revolución es el nuestro; donde se deben emancipar los nexos con la tecnología, para volverlas parte de los escenarios sociales de consciencia y de afectividad real: hologramas diferentes para su emplazamiento y habitar de un terri- torio a otro; pantallas que mutan, dependiendo sus cohabitantes, sin alterar su entorno físico, social, cultural y biológico, proponiendo significaciones y diálogos no lineales.

Con este panorama trazado, propongo que incluso desde pensadores presocráticos, leídos desde una perspectiva decolonial, se pueden dibujar vinculaciones horizontales a pesar de la distancia temporal y geográfica con filosofías y modos de pensar de nuestro continente americano, que hay conexiones profundas entre algunos filósofos europeos, siendo cuidadosos de cierto eurocentrismo con propuestas sensibles y científicas latinoamericanas.

A manera de conclusión del estado del arte que permitirá hacer una reflexión propia y profunda a cerca de las pantallas y tecnologías modernas, y su respuesta particular y localizada de las pantallas de la América Profunda; este territorio tan amplio que implica revisar las tecnologías de las pantallas, resulta fructífero, necesario y urgente para proponer nuevos lugares de encuentro y colectivización de la creación de tecnologías aplicadas a la creación y como lugar de creación en nuestro continente, específicamente en Colombia y Bogotá.

Desde esta apuesta, no queda más que arriesgarse a plantear relaciones y conexiones que aunque parezcan extrañas, puedan revisar tecnologías de pantallas ancestrales en nuestras tierras, para encontrar modos de creación resignificadas en nuestra actualidad. Para ello, también será necesaria la creación de tecnologías, de imágenes de experimentaciones, que acompañen la elaboración epistémica, pues esa conexión del hacer y la práctica, con la teorización y con la escritura, hace parte de reconectar lugares aparentemente fronterizados por la modernidad. Si bien es una enorme tarea, esta no carece de sentido y sobre todo de entusiasmo y esperanza, es por ello que si bien parte como una tarea individual desde la academia, espera alcanzar o movilizar el interés de más colectivos y personas, que se sumen a esta necesidad de configurar muchas tecnologías específicas que se tejan en nuevas configuraciones y que propongan una red abierta de nexos profundos, responsables y poderosos entre naturalezas, espiritualidades, pensamientos y formas de sentir y habitar la tierra.

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Notas

No se tendrá en cuenta al transhumanismo, que pretende un alejamiento de la máquina a los comportamientos y funcionamientos orgánicos, biológicos y afectivos, en pro de la búsqueda de una singularidad tecnológica, donde la programación y la máquina se separe radicalmente de las condiciones materiales y sensibles de lo humano, de lo natural y de las condiciones de la tierra: es decir, de las programaciones escindidas de los cuerpos y saberes del mundo en una indepencia positivista de lo tecnológico
RASD, República Árabe Saharaui Democrática, es un pueblo expulsado de su propio territorio por Marruecos, y olvi- dado y dejado a su suerte por la ONU y otras instituciones inter- nacionales, entre otras cosas, por las grandes reservas de Litio y Silicio, que han venido siendo explotadas por Marruecos, Estados Unidos y la Unión Europea en las últimas décadas.
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