DOI:

https://doi.org/10.14483/21450706.17399

Publicado:

2021-01-02

Número:

Vol. 16 Núm. 29 (2021): Enero-Junio 2021

Sección:

Sección Central

La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas

Autoethnography as Inflection and Performance for the Production of Liminal, Rebellious and Nomadic Knowledge

A autoetnografia como inflexão e performance para a produção de saberes liminais, rebeldes e nômades

Autores/as

  • Yecid Calderón Rodelo Investigador y gestor cultural independiente

Palabras clave:

Autoethnography, performance laboratory, emerging epistemologies, sexual dissidence, Latin America (en).

Palabras clave:

Autoetnografía, laboratorio performático, epistemologías emergentes, disidencia sexual, latinoamericana (es).

Palabras clave:

Autoetnografia, laboratório performático, pistemologias emergentes, dissidência sexual, América Latina (pt).

Referencias

Adams, T. & Jones, S. (2008). “Autoethnography is Queer”. In Denzin, N. K., Lincoln, Y. S., & Smith, L. T. Handbook of Critical and Indigenous Methodologies (pp. 373-390). Thousand Oaks, CA, Sage.

Behar, R. (1993), Translated Woman: Crossing the Border with Esperanza’s Story. Boston: Beacon Press.

Behar, R. (1996), The Vulnerable Observer, Anthropology that Breaks your Heart. Boston: Beacon Press.

Behar, R. (2003), “Ethnography and the book that was lost”, en Ethnography, 4(1), 15-39, fuente digital: http://bit.ly/33bUXBH (consultado el 06/10/2019)

Behar, R. (2009), Cuéntame algo, aunque sea una mentira. Las historias de la comadre Espe ranza, México, Fondo de Cultura Económica.

Calderón Rodelo, Y. (2019), “Arte y epistemologías emergentes. Hacia una hermenéutica de sujetos subalternizados” Estudios Artísticos, Julio-Diciembre, Bogotá, Universidad Distrital, p., 157-177. Fuente digital http://bit.ly/2oV4yOj (consultado el 06/10/2019).

Calderón Rodelo, Y. (2019) “Performance: Hacia Un Paradigma Sin Paradigma o Un Paradigma Abierto” Fuente digital: http://bit.ly/2OnBoC5 (consultado el 06/10/2019).

Calderón Rodelo, Y. (2016) Deviniendo Loca: textualidades de una marica sureada. Santiago de Chile, Los libros de la mujer rota.

Calderón Rodelo, Y. (2015). “La narrativa contestataria del deviniendo loca en América Latina. Un experimento decolonial y auto-etnográfico desde la ex-centricidad”, Extravío. Revista electrónica de literatura comparada 8. Universitat de València, Fuente Digital http://bit.ly/2Mh3GLR (consultado en 06/10/2019).

Calderón Rodelo, Y. (2015) “El BeiSMan como rizoma de la disidencia contra el heteropatriarcado, la heteronormatividad y la homonormatividad”, Coord. Ed. junio de 2015. Chicago, ed, El BeiSMan. Fuente digital: http://bit.ly/2LVp9uP

Calderón Rodelo, Y. (2014) “De como unO se vuelve unA disidente” Canibaal Revista, “Sexo y Locura” Vol.1. Valencia. Ed. Canibaal. Fuente digital: http://bit.ly/35iTFq7 (consultado en 08/10/2019).

Calderón Rodelo, Y. (2013)“Prácticas estéticas excéntricas, el performance ante la colonialidad del gusto y la sexualidad”, Circulo A, Red de información en Arte Contemporáneo, México. Fuente digital http://bit.ly/2pNBtEV (consultado el 06/10/2019).

Conquerwood, D. (2002) “Performance Studies Interventions and Radical Research”, The Drama Review 46, 2, New York University and the Massachusetts Institute of Technology, New York.

De Certeau, M. (2000) La invención de lo cotidiano. Vol. I Artes de hacer. México, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

De Certeau, M. (1999) La Invención de lo cotidiano 2. Habitar, cocinar. México, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

Ellis, C. (1999), “Heartful Autoethnography”, “Keynote addresses from the first annual advances in qualitative methods conference” en Qualitative Health Research, USA: Sage.

Ellis, C. (2008), “Autoethnography”, en The Sage Encyclopedia of Qualitative Research Methods, Fuente digital: http://www.sage-ereference.com/research/Article-n29.html,

Ellis, C. (2009), Revision: autoethnographic reflections on life and work, Walnut Creek, California: Left Coast Press.

Ellis, C. y Bochner, A. (eds.) (2000), Composing Ethnography: Alternative Forms of Qualitative Writing, Walnut Creek, California: Altamira Press.

Ellis, C. y Bochner, A.(2004), “Autoethnography, Personal Narrative, Reflexivity. Researcher as Subject”, en Denzin, N. y Lincoln, Y., Collecting and Interpreting Qualitative Materials, Thousand Oaks, California, Sage.

Ellis, Adams, et alt, (2015) “Autoetnografía, un panorama”, Astrolabio. Nueva Época N. 15, trad. Martínez, A et alt. Buenos Aires, p. Ciecs, Conicet.

Cómo citar

APA

Calderón Rodelo, Y. . (2021). La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas. Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, 16(29), 16–37. https://doi.org/10.14483/21450706.17399

ACM

[1]
Calderón Rodelo, Y. 2021. La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas. Calle 14 revista de investigación en el campo del arte. 16, 29 (ene. 2021), 16–37. DOI:https://doi.org/10.14483/21450706.17399.

ACS

(1)
Calderón Rodelo, Y. . La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas. calle 14 rev. investig. campo arte 2021, 16, 16-37.

ABNT

CALDERÓN RODELO, Yecid. La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas. Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, [S. l.], v. 16, n. 29, p. 16–37, 2021. DOI: 10.14483/21450706.17399. Disponível em: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/17399. Acesso em: 19 abr. 2024.

Chicago

Calderón Rodelo, Yecid. 2021. «La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas». Calle 14 revista de investigación en el campo del arte 16 (29):16-37. https://doi.org/10.14483/21450706.17399.

Harvard

Calderón Rodelo, Y. . (2021) «La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas», Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, 16(29), pp. 16–37. doi: 10.14483/21450706.17399.

IEEE

[1]
Y. . Calderón Rodelo, «La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas», calle 14 rev. investig. campo arte, vol. 16, n.º 29, pp. 16–37, ene. 2021.

MLA

Calderón Rodelo, Yecid. «La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas». Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, vol. 16, n.º 29, enero de 2021, pp. 16-37, doi:10.14483/21450706.17399.

Turabian

Calderón Rodelo, Yecid. «La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas». Calle 14 revista de investigación en el campo del arte 16, no. 29 (enero 2, 2021): 16–37. Accedido abril 19, 2024. https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/17399.

Vancouver

1.
Calderón Rodelo Y. La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas. calle 14 rev. investig. campo arte [Internet]. 2 de enero de 2021 [citado 19 de abril de 2024];16(29):16-37. Disponible en: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/17399

Descargar cita

Visitas

424

Dimensions


PlumX


Descargas

Los datos de descargas todavía no están disponibles.
Documento sin título

La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas

Autoethnography as Inflection and Performance for the Production of Liminal, Rebellious and Nomadic Knowledge

L’auto-ethnographie comme inflexion et performance pour la production de connaissances liminales, rebelles et nomades

A autoetnografia como inflexão e performance para a produção de saberes liminais, rebeldes e nômades

Yecid Calderón Rodelo yecid.rodelo@gmail.com
Investigador y gestor cultural independiente, Ciudad de México, México

La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales, rebeldes y nómadas

Calle14: revista de investigación en el campo del arte, vol. 16, núm. 29, pp. 16-34, 2021

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Recepción: 12 Junio 2020

Aprobación: 17 Agosto 2020

Resumen: La autoetnografía ha emergido en las ciencias sociales como método relacionado con la literatura, por lo cual tiene un talante diferente de la metodología moderna: indica un tono disruptivo mediante la voz personal del autor, la ausencia de un anhelo de objetividad, la suspensión de un punto de construcción de verdad neutral. Con este método la corpo- subjetividad que narra, esto es, el autor o la investigadora, se encuentra envuelta en el discurso que realiza, forma parte de la trama, como parte del tejido narrativo, o sea, texto vivo y con rostro. La autoetnografía no solo atiende a la corriente de eventos que acontecen al exterior de quien indaga, como si esta fuese una espectadora impertérrita de los fenómenos, sino que ella misma es afectada por los sucesos. Es un saber de orden performativo y se presenta como una de tantas posibles alternativas al modo de producción de conocimiento hegemónico, el cual es moderno, colonial, capitalista y heteropatriarcal.

Palabras clave:Autoetnografía, laboratorio performático, epistemologías emergentes, disidencia sexual, Latinoamérica.

Abstract: Autoethnography has emerged in the social sciences as a method related to literature, which is why it has a different approach from modern methodology: it postulates a disruptive tone through the author’s personal voice, the absence of a desire for objectivity, the suspension of a truly neutral build point. With this method, the corpo-subjectivity that narrates, that is, the author or the researcher, is involved in the discourse it makes, they are part of the plot, as part of the narrative fabric, that is, a living text with a face. Autoethnography not only addresses the current of events that occur outside the inquirer as an undaunted spectator of the phenomena, but also as he or she is affected by these events. It is a knowledge of a performative order and it is presented as one of many possible alternatives to the hegemonic mode of production of knowledge, which is modern, colonial, capitalist and heteropatriarchal.

Keywords: Autoethnography, performance laboratory, emerging epistemologies, sexual dissidence, Latin America.

Résumé: L’autoethnographie est apparue dans les sciences sociales comme une méthode liée à la littérature, c’est pourquoi elle a une approche différente de la méthodologie moderne : elle postule un ton disruptif à travers la voix personnelle de l’auteur, l’absence d’un désir d’objectivité, la suspension d’un point de construction neutre. Avec cette méthode, la corpo-subjectivité qui raconte, c’est-à-dire l’auteur ou le chercheur, est impliqué dans le discours qu’elle fait, ils font partie de l’intrigue, partie du tissu narratif, c’est-à-dire un texte vivant visage. L’autoethnographie aborde non seulement le courant des événements qui se produisent en dehors de l’enquêteur en tant que spectateur intrépide des phénomènes, mais aussi comme il ou elle est affectée par ces événements. C’est une connaissance d’ordre performatif et elle est présentée comme l’une des nombreuses alternatives possibles au mode hégémonique de production de savoir, qui est moderne, colonial, capitaliste et hétéropatriarcal.

Mots clés: Autoethnographie, laboratoire de performance, épistémologies émergentes, dissidence sexuelle, Amérique latine.

Resumo: A autoetnografia emergiu nas ciências sociais como método relacionado com a literatura, por isso tem um humor diferente da metodologia moderna: indica um tom disruptivo mediante a voz pessoal do autor, a ausência de um desejo de objetividade, a suspensão de um ponto de cons- trução de verdade neutra. Com este método a corpo-subjetividade que narra, isso é, o autor ou a investigadora, se encontra envolvida no discurso que realiza, forma parte da trama, como parte do tecido narrativo, ou seja, texto vivo e com rosto. A autoetnografia não só atende à corrente de eventos que acontecem no exterior de quem indaga, como se esta fosse uma espectadora impassível dos fenômenos, senão que ela mesma é afetada pelos acontecimentos. É um saber de ordem performativo e se apresenta como uma entre tantas possíveis alternativas ao modo de produção de conhecimento hegemônico, o qual é moderno, colonial, capitalista e heteropatriarcal.

Palavras-chave: Autoetnografia, laboratório performático, epistemologias emergentes, dissidência sexual, América Latina.

La Autoetnografía y su aplicación en América Latina desde un laboratorio performático

En uno de los artículos más ilustrativos sobre autoetnografía, Ruth Behar —una de las pioneras del método autoetnográfico— indica las experiencias particulares con las que fue configurando, con las particularidades de su caso, el método investigativo que aquí exponemos. Muestra la labor de criba interna que le llevó como corpo-subjetividad1 no ajena a experiencias internas de dolor, angustia, desesperación a formular una posible ruta de trabajo y de investigación que no desconociera sus emociones, sus sentimientos, su particular sensibili-dad y su propia historia.

La autoetnografía, como evidencia Behar, se realiza como una búsqueda abierta en la que la investigadora (investigador) permanece deviniendo en el contexto para indagar formando parte del mismo y aconteciendo en sus propias inquietudes afectivas. La investigadora se acerca a los otros, pero de igual modo se acerca también a sí misma, en una interpelación que la sitúa cercana de la experiencia de la hermenéutica del sujeto (Foucault, 2002; Ricoeur, 1999). Un ejemplo evidente en el caso de Behar es la asociación que hace entre su propia herencia cultural, los modos de relación con su familia y el drama social dentro del que investiga, articulando todo ello en un relato que anuda lo propio con lo ajeno, en una trama compleja que revela no sólo la subjetividad de la investigadora, sino los nichos de relaciones en los que se reflejan valores, coreografías sociales, mecanismos de sublimación y represión, ejercicios de poder, entre otros.

Con esta estrategia epistémico-afectiva crea una narrativa que deja conocer la realidad propia de su corpo-subjetividad, así como los modos de las representaciones sociales en las que se haya inmersa en una unidad narrativa compleja creada a partir de las convergencias de saberes compartidos. Estos saberes incluyen a quienes interactúan en el marco de la investigación y las propias experiencias de la investigadora.

Estos saberes incluyen a quienes interactúan en el marco de la investigación y las propias experiencias de la investigadora.

En el caso de Behar se trata de una situación de duelo. En su textualidad se puede percibir el modo en que teje una narrativa que combina su mirada escrutadora sobre los fenómenos, con los afectos y maneras de su ser; esto es, su historia personal, entreverada con historias de aquellos con quienes se relaciona en el nicho de la investigación, leamos:

Esa crisis se produjo porque mi regreso a Santa María en 1987 coincidió con el momento en que mi amado abuelo materno se estaba muriendo de cáncer en Miami Beach. Mi familia me había dicho que continuara mis estudios, que no era bueno esperar a que mi abuelo muriera, que seguramente él todavía estaría allí cuando volviera de mi viaje. Irónica-mente, mi razón para regresar a España fue llevar a cabo una investigación sobre las actitudes hacia la muerte para un artículo que había prometido entregar en la conferencia anual de antropología estadounidense. Mientras estaba en España, sabiendo que mi abuelo se estaba muriendo, escuché a personas contar historias de dolor por la pérdida de sus seres queridos y fue como si el volumen hubiera subido a mi corazón. Y luego, cuando llegó la noticia de que mi abuelo había muerto y que no podía regresar a Miami Beach a tiempo para el funeral, fue como si mi corazón estuviera gritando. El consuelo vino de los extraños en Santa María que me ofrecieron palabras de consuelo y simpatía, y me di cuenta de que escuchar su tristeza por la pérdida de sus seres queridos me había preparado para enfrentar el dolor de la despiadada finalidad de la muerte. (Behar, 2003, p. 23, traducción libre).

Hay una historia que surge de la experiencia de la propia investigadora. Narra su vida, introduciendo al lector en un área que vibra, un campo sensible, dado que formaliza la experiencia de su propio duelo, al expresar sus sentimientos. La investigadora no desconoce su sentir, no evade la coyuntura que imbrica (ora de manera próspera, ora de manera confrontativa) su sentimiento personal, su particular relación con el abuelo y la labor que realiza como antropóloga.

Behar deja al abuelo materno enfermo. Espera verle con vida a su regreso. Se encuentra en la dilemática situación de priorizar la investigación respecto de su relación familiar con el abuelo, es decir, pospone el asunto afectivo, algo muy propio de la investigación, sobre todo en la academia deshumanizadora moderno-colonial; la coyuntura tensa la investigación, de tal modo que produce un movimiento que lleva a una inesperada pero satisfactoria resolución, además propositiva


Foto 1. "La Crema innata", Pinina Flandes y Ché Boludo en galería Hazme el Milagrito, Ciudad de Mexico, (2014).

La investigadora opta por la investigación, por su trabajo; a despecho de la condición de enfermedad de su abuelo, lo deja con el dolor que implica abandonarle. Cuando ella se encuentra en trabajo de campo, sobreviene el deceso de la persona querida.

La consideración que hace la autora en ese momento respecto de su propia situación afectiva es relevante porque compromete, como se ha dicho, el sentir propio con el sentir ajeno, toda vez que el objeto de estudio en esta ocasión, de manera coincidente, es el duelo, la muerte, la confrontación que sentimos las personas cuando perdemos a alguien amado. En esta coincidencia y convergencia de experiencias propias y ajenas, de sentires propios y ajenos, su ‘objeto’ de estudio se transforma en algo diferente.

Ya no se trata de un ‘objeto’, ya no es un asunto ajeno a ella, sino que ese ‘objeto’ también la atraviesa y la vincula a experiencias distintas, también quizás distantes de la suya, pero de algún modo análogas y sobre todo vivas. El duelo horada su propia existencia a la vez que la relanza fuera de sí, hacia los otros en una comunicación acerca de la experiencia de la muerte y del duelo. En tal caso el ‘objeto’ de estudio se transforma en una especie de ‘objeto convergencia’, ‘objeto relación’, del duelo propio y ajeno; se asume el sentir con el amor fati de una investigación abierta a la contingencia de los hechos, al dolor, al fracaso, a la derrota afectiva, a la culpa, la vergüenza, la conmoción, el arrepentimiento y la vulnerabilidad.

Pero luego fui afectada por la culpa, la ira y la confusión moral. De repente encontré que el desplazamiento de la antropología era cruel y sin sentido. ¿Por qué había estado en España hablando con extraños sobre la muerte en lugar de estar al lado de mi abuelo para ofrecerle mi último adiós? ¿Por qué fue que en el transcurso de mi trabajo como antropóloga me había convertido en una experta en catolicismo popular y podía recitar el rosario en español de memoria, pero no sabía nada de los rituales de duelo judíos y no tenía idea de cómo honrar a mi abuelo dentro del tradiciones de mi propia herencia? Atormentada por estas preguntas, luché con el modo de escribir mi trabajo para la conferencia. Y luego me quedó claro que la pérdida de mi abuelo en Miami Beach y los hallazgos de mi investigación sobre cómo se sentían los aldeanos españoles sobre el tema de la muerte no podían separarse. Eran, tenían que ser, la misma historia. Identificación y conexión, en lugar de distancia, diferencia y otredad, que sería lo que buscaría como etnógrafo. Y usaría no solo los métodos de observación y participación de la antropología clásica, sino también las formas sutiles de conocimiento que se encuentran en momentos inefables de intuición y epifanía. Esta fue la base de mi ensayo, ‘Muerte y memoria’, que se convirtió en la pieza inicial de mi libro, The Vulnerable Observer: Anthropology That Breaks Your Heart (Behar, 1996)

En una debacle moral, emocional, e investigativa al mismo tiempo, la autora se encuentra confrontada frente a su propia decisión. Pero, esa confronta-ción moral no se presenta como una anécdota más, sino que consiste el nodo de lo que quiere indicar la autora: la confrontación, el choque, la contradicción, la Imagen 1. "La Crema innata", Pinina Flandes y Ché Boludo en galería Hazme el Milagrito, Ciudad de México, (2014).22 // CALLE14 // volumen 16, número 29 // enero - junio de 2021permanente coyuntura de un dilema, la dificultad, en la vida activa de un sujeto-cuerpo sensible, hace trasta-billar obligándole a una interpelación frente a sí misma, un giro epistémico sobre su propia corpo-subjetividad.

Justo ahí, en ese momento crítico, lo que ella llama la ‘epifanía’, la salida, la lleva a realizar un entreveramiento del drama personal y el drama de otros y otras en los marcos de representación social del duelo mediante un único modo de escritura:

Justo ahí, en ese momento crítico, lo que ella llama la ‘epifanía’, la salida, la lleva a realizar un entreveramiento del drama personal y el drama de otros y otras en los marcos de representación social del duelo mediante un único modo de escritura, leamos: Después de escribir ese ensayo, no hubo vuelta atrás para mí. Sabía que quería seguir buscando formas de evocar cómo se desarrolla la intersubjetividad en tanto que parte fundamental de la representación de la realidad social. Y quería, lo más importante, descubrir las coyunturas profundas que informan cualquier esfuerzo por conocer el mundo más allá del yo. Porque fueron estas coyunturas las que pudieron revelar más completamente el proceso mediante el cual se alcanza el conocimiento etnográfico en los momentos altamente cargados de nuestros encuentros de trabajo de campo.

Después de escribir ese ensayo, no hubo vuelta atrás para mí. Sabía que quería seguir buscando formas de evocar cómo se desarrolla la intersubjetividad en tanto que parte fundamental de la representación de la realidad social. Y quería, lo más importante, descubrir las coyunturas profundas que informan cualquier esfuerzo por conocer el mundo más allá del yo. Porque fueron estas coyunturas las que pudieron revelar más completamente el proceso mediante el cual se alcanza el conocimiento etnográfico en los momentos alta-mente cargados de nuestros encuentros de trabajo de campo. Llegué a ver que al escribir ‘Muerte y memoria’ mezclé niveles de experiencia que generalmente no se mezclan. Creé un contrapunto entre las historias etnográficas de la muerte en la España rural, que requería mi presencia objetiva como etnógrafo, y la muerte de mi propio abuelo en Miami Beach, que había tenido lugar en mi dolorosa ausencia. Esta convergencia única, con toda su fricción, conmoción y contradicción, tenía cierta musicalidad. Transmitía una fe en el principio surrealista de que unir cosas incongruentes puede provocar una conciencia inesperada, una inclinación de luz aguda y sublime, una forma nerviosa de conocimiento que también se atreve a sorprender al conocedor. Curiosamente, en estas situaciones, usted mismo, el conocedor, no sabía completa-mente lo que sabía hasta que lo escribió, hasta que contó la historia con usted mismo incluido en él. (Behar, 2003, p. 8, traducción libre, cursivas mías).

Behar, a diferencia de una simple asociación de sentires, se arriesga a interpelar a la antropología para indagar por un saber que involucre los sentimientos de otros en relación con los propios. Interroga para establecer una ‘consonancia’ entre sentimiento propio y ajeno, pero desde el rendimiento o performance 2 de una epistemología altérica, alterada y afectiva. Una performance epistémica (en el sentido de rendimiento u operación eficiente, efectiva y eficaz en el conocimiento) de los sentimientos, los duelos, los marcos de representación de los mismos, así como de las prácticas que acompañan los tránsitos de dolor frente a la experiencia de la muerte de aquellos a quienes amamos.

Al instar por un método etnográfico, Behar construye una autoetnografía que no es una reducción egótica al drama propio, que no es una subjetividad en el acto de una mismidad narrándose desde su biografía a partir de su duelo, sino todo un complejo entramado, un tejido narrativo que surge desde el lugar de los sentires comunes, hasta la manera de expresar el dolor propio y convertir el duelo en una experiencia que da cuenta de un saber común, colectivo pero a la vez situado, que alude a las maneras concretas en que se despliegan estrategias para aliviar, curar y aprender a vivir con la ausencia de las personas queridas que han muerto (el duelo), así como con la tremenda experiencia de la inminencia de la muerte y la propia fragilidad.

Al instar por un método etnográfico, Behar construye una autoetnografía que no es una reducción egótica al drama propio, que no es una subjetividad en el acto de una mismidad narrándose desde su biografía a partir de su duelo, sino todo un complejo entramado, un tejido narrativo que surge desde el lugar de los sentires comunes, hasta la manera de expresar el dolor propio y convertir el duelo en una experiencia que da cuenta de un saber común, colectivo pero a la vez situado, que alude a las maneras concretas en que se despliegan estrategias para aliviar, curar y aprender a vivir con la ausencia de las personas queridas que han muerto (el duelo), así como con la tremenda experiencia de la inminencia de la muerte y la propia fragilidad.

La cuestión que resulta importante en este tipo de investigación, tal cual se aborda aquí, son el vértigo y el riesgo que acompañan la investigación autoetnográfica, cuando la investigadora se introduce ella misma como parte viva de aquello que estudia; se diría que se pierde la objetividad al encarnar el objeto y pasarlo por la propia experiencia en una consideración que coteja los modos sociales de la representación y el modo personal en el que se le asume y se le vive a dichas representaciones

Autoetnografía y laboratorio performático desde los estudios sociales en América Latina y la disidencia sexual

El caso de Behar es análogo al que se usó y se pro-puso en el laboratorio performático Pinina Flandes, una suerte de estrategia de militancia política desde la disidencia sexual sugerida y aplicada como instrumento de investigación para el desarrollo de una tesis doctoral que lleva por título “Laboratorio performático y epistemología queer en América Latina”, dirigida por la Dra. Sofía Reding Blase del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe CIALC-UNAM. La tesis mencionada, recientemente presentada en el posgrado de estudios latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, se ha propuesto como un saber militante, una epistemología activista, muy propicia para la diversificación de los discursos y narrativas que versan sobre el conocimiento científico social sobre América Latina.

En la propuesta que se hace en el primer capítulo de aquel trabajo se pone de relieve el valor de la historia particular de la investigadora y la manera en que se ubica, en tanto que sujeto-cuerpo social, político, performático-epistémico —que se realiza a sí mismo y en ese hecho realiza la posibilidad de un tipo de saber a partir de la formalización de su propia experiencia— en un nicho concreto de producción de saberes en relación con su posible participación como sujeto-cuerpo en la construcción de los mismos.

Se hace énfasis en que este enfoque permite al investigador considerarse a sí mismo como parte importante, activa y propositiva en la producción de saberes con vista a transformaciones efectivas que se requieren y en relación a investigaciones que busquen respuestas, desde las ciencias sociales en América Latina, a los problemas sociales y políticos inmediatos, del continente. Este tipo de metodología modificaría la perspectiva convencional del académico al ponerlo en relación con estructuras específicas de poder que, él mismo en tanto que científico social, puede poner en cuestión y transformar.

Sus títulos le permiten tener la preparación suficiente para impugnar poderes obsoletos, dilapidadores de los recursos, obstructores de las innovaciones y firmemente anclados en prácticas instituidas convenientes a ciertos grupos de poder (corrupción). Creemos que el investigador en tanto que forja una carrera se convierte solo por este hecho en una corposubjetividad con una responsabilidad ética, política e histórica, pero sin caer en el mito del autor revoluciona-rio. Se trata de algo más pequeño y más parcial.

Es por esto que, en el trabajo doctoral mencionado, lo epistémico o el rendimiento de un conocimiento acerca de la rebeldía sexual, la disidencia sexual o lo queer en América Latina no cae bajo el cariz de los modos convencionales de producción de saberes al respecto de la homosexualidad, el lesbianismo, el transformismo, las poblaciones LGBTI, etc.

No es un saber que muestre estadísticas sobre la diversidad sexual o agendas políticas en relación a programas dirigidos a poblaciones discriminadas o vulneradas por sus prácticas sexuales, sino que insta a pensar la complejidad de esas prácticas sexuales y la discriminación de las mismas en contextos tan inmediatos como el académico, a la vez que relaciona esa discriminación con otros modos de opresión, no solo desde la sexualidad o el género

Siendo así, el mismo laboratorio en tanto que militancia epistémica diagnostica el modo en que se configuran narrativas heterosexuales con las que se modulan coreografías sociales que afectan el ámbito académico a partir de una producción de corpo-subjetividades constreñidas por la heteronormatividad, el sexismo, el racismo, el clasismo y prácticas burocráticas en las que se parapetan y disimulan atavismos heteropatriarcales institucionalizados

El valor de esta clase de investigación radica en que pone de manifiesto el modo en que en la academia (y los demás campos de la vida) las corpo-subjetividades adscriben a falotopos o espacios figurales del falo (jerarquías y dominaciones) mediante los cuales se articula el ejercicio de producción de saberes sobre América Latina, tan proclives a la opresión, la explotación, la opulencia de los altos jerarcas y el despilfarro de los recursos.

Estos falotopos ayudan a producir una suerte de discursos estereotipados, insistentes, reiterativos, superficiales y poco transformadores acerca de lo latinoamericano, en particular al mencionar poblaciones e identidades más o menos concretas que, no obstante esto, se encuentran hoy en día en fuga y transformación permanente. Dentro de tales poblaciones e identidades se ubican los grupos sexual diversos, así como los neo-grupos disidentes de la sexualidad heteropatriarcal.

El método autoetnográfico y performático de la militancia epistémica propuesta en aquella tesis doctoral es, en este sentido, crítico y disruptivo, a la vez que adaptado a las formas contemporáneas de identidades o des-identidades que emergen de manera novedosa en el seno de la vida social latinoamericana anclada a una globalidad en crisis

El valor de esta clase de investigación radica en que pone de manifiesto el modo en que en la academia (y los demás campos de la vida) las corpo-subjetividades adscriben a falotopos o espacios figurales del falo (jerarquías y dominaciones) mediante los cuales se articula el ejercicio de producción de saberes sobre América Latina, tan proclives a la opresión, la explotación, la opulencia de los altos jerarcas y el despilfarro de los recursos.

Con este tipo de metodología autoetnográfica y perfor-mativo-epistémica el investigador reconoce que está circunscrito a una serie de ordenamientos, estructuras y coyunturas que agencian gobierno sobre las perso-nas. Así mismo, el investigador se torna en una cor-po-subjetividad estimulante, consciente de su ubicación dentro de jerarquías y privilegios de distinto orden, en los nichos sociales donde ha emergido o en contextos en los que ha llegado a intervenir, a partir del ejercicio de sí como como disrupción o fisura. En el caso del laboratorio performático Pinina Flandes esto se ha dado a partir de una serie de prácticas de rebeldía sexual (el travestismo es una de ellas). Estos falotopos ayudan a producir una suerte de discursos estereotipados, insistentes, reiterativos, superficiales y poco transformadores, acerca de lo latinoamericano, en particular al mencionar poblaciones e identidades más o menos concretas que, no obstante esto, se encuentran hoy en día en fuga y transformación permanente. Dentro de tales poblaciones e identidades se ubican los grupos sexual diversos, así como los neo-grupos disidentes de la sexualidad heteropatriarcal.

El método autoetnográfico y performático de la militancia epistémica propuesta en aquella tesis doctoral es, en este sentido, crítico y disruptivo, a la vez que adaptado a las formas contemporáneas de identidades o des-identidades que emergen de manera novedosa en el seno de la vida social latinoamericana anclada a una globalidad en crisis.

Con este tipo de metodología autoetnográfica y performativo-epistémica el investigador reconoce que está circunscrito a una serie de ordenamientos, estructuras y coyunturas que agencian gobierno sobre las personas. Así mismo, el investigador se torna en una cor-po-subjetividad estimulante, consciente de su ubicación dentro de jerarquías y privilegios de distinto orden, en los nichos sociales donde ha emergido o en contextos en los que ha llegado a intervenir, a partir del ejercicio de sí como como disrupción o fisura. En el caso del laboratorio performático Pinina Flandes esto se ha dado a partir de una serie de prácticas de rebeldía sexual (el travestismo es una de ellas).


Foto 2.

La posesión de Peña Nieto a beber tequila y ron" Luis Almendra y Pinina Flandes, intervención calle- jera. Foto: Buscando América (Oregon).

Las prácticas de la rebeldía sexual pueden ser usadas como detonantes epistémicos, como experiencias que ponen en evidencia algunos de los cordones del corsé de la heterosexualidad con el que se aprieta y constriñe a las corpo-subjetividades en América Latina. En particular, se pone en evidencia el modo en que se regula la producción de saberes, de investigaciones y de disposiciones en relación a aquellos individuos o grupos dignos de ser estudiados para la comprensión social y política de América Latina, a saber, campesinos, grupos de izquierda, inconformes sociales, obreros, mujeres y niños, juventudes, indígenas, negros, migrantes, etc., los cuales son contemplados desde una presupuesta homogeneidad heterosexual en los colectivos estudiados, soslayando la cuestión homosexual, bisexual, lésbica o de cualquier otra índole sexual.

Laboratorios performáticos: saberes desde narratologías mixtas que no solo se ubican dentro de las coordenadas de la disidencia sexual

Con este tipo de epistemología militante se amplían y diversifican esos tradicionales modos de configuración de grupos ‘objeto’ de estudio o análisis de investigación en las ciencias sociales respecto de América Latina. Tal diversificación se da a partir del reconocimiento de la configuración permanente de nuevas y diversas identidades, de nuevas maneras de aglutinamiento identitario, de nuevas subjetividades, así como de intereses diversos de reconocimiento e identificación que afloran permanentemente en el subcontinente.

Este método también reconoce que es preciso atender a esa diversidad de subjetividades sin perder de vista la necesaria construcción de un hegemón político, una banda de transferencia de las identidades desde las distintas reivindicaciones que tenga en cuenta una intersección, fruto de la traducción de los lugares particulares de opresión de todas y cada una de las múltiples y complejas diferencias de las identidades latinoamericanas en flujo y emergencia, para la articula-ción de una transformación política g-local genuina.

No se pierde, en la investigación autoetnográfica y performativa, la esperanza de construir, sumando granos de arena desde todos las posibilidades investigativas y rebeldes, aunando piedra tras piedra, poquito a poco, un saber emancipador con el que se puedan fraguar las transformaciones que urgen hoy en todas las instituciones, en las distintas entidades territoriales y políticas que constituyen el continente latinoamericano. Incluso, no se pierde la esperanza de que esos nuevos saberes militantes y performativos, contribuyan a las transformaciones globales que urgen realizarse en los modelos de gobierno y de producción a nivel planetario.

No se pierde, en la investigación autoetnográfica y performativa, la esperanza de construir, sumando granos de arena desde todos las posibilidades investigativas y rebeldes, aunando piedra tras piedra, poquito a poco, un saber emancipador con el que se puedan fraguar las transformaciones que urgen hoy en todas las instituciones, en las distintas entidades territoriales y políticas que constituyen el continente latinoamericano. Incluso, no se pierde la esperanza de que esos nuevos saberes militantes y performativos, contribuyan a las transformaciones globales que urgen realizarse en los modelos de gobierno y de producción a nivel planetario.

No sucede esto necesariamente desde el falogocentrismo de la supuesta cientificidad social casada con métodos ‘objetivos’ y ‘serios’, escritocéntricos mas-culinistas, adustos, adultocéntricos, aunque sin sabor alguno o eficacia para las transformaciones que se requieren. El saber logrado mediante un laboratorio performático puede usar otras narrativas (según las múltiples configuraciones narratológicas hoy posibles): las grabaciones en video, las cintas magnetofónicas, los archivos digitales, el podcast, la fotonovela, el anime, la fotografía, la poesía, la crónica, el streaming; como se evidencia, el saber aquí desborda los límites de la cienti-ficidad moderno-colonial-heteropatriarcal y los dispositivos o soportes con los que durante la modernidad se ha elitizado el saber y el conocimiento, para excluir a las mayorías tachadas de incultas en una práctica epistémica antidemocrática, a la vez que les ha hecho creer que son incapaces de producción epistémica.

Mediante las múltiples técnicas de la narración, el investigador pone de manifiesto —en un saber a medio camino entre la experiencia inmanente y la formalidad abstracta y trascendente del lenguaje científico— la forma en que deviene un sujeto-cuerpo que se reconoce como ensamble de tramas complejas, constructo social e histórico, agenciado por dispositivos de poder en interacción constante con complicadas heterarquías de subordinación y opresión. Ejercicio del reconocimiento del poder que se cuenta, se evidencia, se muestra mediante todas las posibles configuraciones de las narratologías mencionadas arriba, para quien el mensaje le parezca tener sentido, valor y significado, en vistas al testimonio emancipador del investigador que obra como fisura, disrupción y agente de interpela-ción tan solo con investigar. Posteriormente se retomará este asunto

De este modo, el método de la autoetnografía y el laboratorio performático producen un tipo de saber diferente al de la epistemología convencional. Este nuevo saber opera de manera no reductivista, no metonímica, no suficiente, aunque sí necesaria y en esa medida intersubjetiva y colectiva. Un saber que es capaz de hacer campo a otros saberes provenientes de otros métodos, otros nichos, otras experiencias, otros lugares, otras identidades, otros modos de narrar, otras configuraciones narratológicas, porque se reconoce solo como parte de un amplio espectro en la complejidad y fluidez de las subjetividades e identidades de las sociedades latinoamericanas actuales. Un conocimiento que se ubica a sí mismo como una pieza más del inmenso rompecabezas del saber emancipador, libertario, eficaz y transformador que es propio de la barroca Latinoamérica.

Saberes del re-sentimiento: exposición, diligencia y provocación para desestancar la academia

De igual manera, recordando a Ruth Behar, en este sentido el investigador anuncia una participación en lo investigado que no es imparcial, que no está ajena a ser afectada por la emoción y los sentimientos propios e, incluso, por el muy subjetivo resentimiento. El resentimiento resulta valioso cuando es bien comprendido en una investigación, cuando deja de ser resentimiento para transformarse en re-sentimiento que lleva al investigador más allá.

El resentimiento del que aquí se habla conmina al investigador a exponerse en una actitud comprometida, activa y de permanente intervención en los espacios públicos (la plaza, el teatro, la calle, la universidad, el aula de clase, los auditorios, la revista indexada) para evidenciar las prácticas de dominación de las que forma parte (como opresor y oprimido al mismo tiempo, según cada circunstancia particular) y que diagnostica mediante su análisis. No está impulsado, en su anhelo de transformar las prácticas opresoras, por un resentimiento cuya reivindicación anhela la venganza, sino que su re-sentimiento opera, junto a otros sentimientos, la exigencia del resarcimiento, la reparación y la transformación.

Su decir se convierte en acción y performance porque es una acción que logra algo, que modifica algo. Una acción que, si bien no es definitiva, o resolutiva, es provocativa, interpelativa e insinuante, en el sentido que inspira, invita y empuja a otros y a otras a tomar senderos análogos desde diversos flancos de la rebeldía, no sólo desde la investigación o la disidencia sexual. Se trata así de una investigación desde una manera de activismo más plural y no solo universitaria, académica o de élites intelectuales.

Se quiere indicar que el método autoetnográfico per-formático-epistémico, aplicado a un trabajo constante en el ámbito del activismo sexual disidente en América Latina, produce una investigación que toma partido por los oprimidos y los opresores conscientes de que par-ticipamos en los dos bandos, fuera de maniqueísmos y moralinas binaristas, machistas, heteropatriarcales que suelen juzgar como si se ubicasen en el atalaya inex-pugnable del bien, lo correcto, lo derecho, lo straight; en este orden, este método milita y agencia estrategias de intervención. Este tipo de método en tanto que laboratorio performático, asume una participación, expositiva, militante, independiente de una reputación académica o de una vida anclada al sistema, dado que el investigador, dueño de su circunstancia, no está dis-puesto a perder la autenticidad del devenir investigativo y de su propia indagación a cambio de una posición económicamente ventajosa o de un lugar estratégico de poder en la jerarquía de las burocracias académicas, inoperantes, inanes y nada transformadoras.

Este tipo de método en tanto que laboratorio performático, asume una participación, expositiva, militante, independiente de una reputación académica o de una vida anclada al sistema, dado que el investigador, dueño de su circunstancia, no está dispuesto a perder la autenticidad del devenir investigativo y de su propia indagación a cambio de una posición económicamente ventajosa o de un lugar estratégico de poder en la jerarquía de las burocracias académicas, inoperantes, inanes y nada transformadoras.

La autoetnografía como laboratorio performático se ubica en un lugar comprometido con la transformación permanente de sí y de su entorno; opera una crítica abierta, frontal, aunque no persecutoria o defenestra- dora, que ni siquiera rasga las prácticas instituidas; tan solo las confronta de manera directa (pero sin choque; de los choques solo se recogen heridos y muertos, entre los cuales suele haber un buen número de víctimas colaterales) para que, mediante la interpelación sincera y no enmascarada, se promuevan “prácticas instituyen- tes” (Esposito, 2008). Se trataría de una interpelación en aras de transformar las anquilosadas y poco afectivas y efectivas “prácticas instituidas” en la investigación, en la producción de saberes científico-sociales y en las narrativas que pretende ofrecer un panorama acerca de algunas de las realidades de América Latina.

A partir de un método que asume al investigador desde el yo y su circunstancia, el propio análisis y el análisis de los entramados de los que forma parte, se propone una intervención con miras a afectar, perturbar, dislocar, provocar, interpelar, retorcer y abarrocar (queeriar, enrarecer, pluralizar, diversificar, complejizar o invertir, torcer) el poder. Se entiende que el poder se perpetúa gracias a prácticas de agenciamiento y administración poco propicias a los cambios. Es así como el poder en las academias, los centros universitarios y casi todos los centros de producción de conocimiento, mantiene una fuerte fosilización de las prácticas, una esclerotización de los protocolos mediante complejos, burocráticos e ineficaces informes de control.

Es por esa tendencia a lo permanente, a lo compli-cado, a lo inoperativo, que se requiere desestancar la academia, atorada como está en la producción de “ope-radores sistémicos” (Roitman, 2010) y en la reproduc-ción de prácticas de opresión, discriminación, exclusión y saberes de anaquel; se trataría de hacer un trabajo de investigación militante que opera, ya no en la física del poder, en lo macro, sino en aquello que Michel Foucault llamó “microfísica del poder” evidenciando las filigranas que impiden desarticular los grandes nudos del poder. Se trata, siguiendo a Foucault, de:

(...) mostrar cuáles han sido sus agentes reales, no buscarlos en la burguesía en general, sino en los agentes directos (que han podido ser el entorno inmediato, la familia, los padres, los médicos, los pedagogos, etc.), y cómo estos mecanismos de poder, en un momento dado, en una coyuntura precisa, y mediante un determinado número de transformaciones, han empezado a volverse económicamente ventajosos y políticamente útiles (Foucault, 1979, p.146)

La autoetnografía y el laboratorio performático asumen una actitud que implica y exige del investigador una toma de postura; es un reto. Insta a una opción por las y los excluidos desde los incluidos, con los incluidos para los excluidos —de afuera hacia dentro y de dentro hacia fuera— desde el análisis del poder, con la que cada uno y una reconoce que tiene su cuota de opresión (opresor y oprimido) en tanto que investigador, para poder comenzar a transformar tales prácticas y sacudirse de la función que, como operador sistémico, le ha sido asignada. De este modo el investigador deja de ser un sujeto-sujetado, servil y aburrido que repite lo instituido, para convertirse en un auténtico investigador que transforma e instituye

Siguiendo a Marcos Roitman (2010), las personas dentro de un sistema se convierten en “operador sistémico” al producir y reproducir las configuraciones preestablecidas del sistema de manera acrítica, sin querer llegar a una comprensión general del conjunto y enajenándose a sus acciones particulares, cotidianas, diarias, en su rol específico, reiterando y perpetuando el sistema. Por el contrario, en la autoetnografía como laboratorio performático se encuentra, como se ha dicho, una actitud, una morada, un modo de habitar y de investigar al mismo tiempo, que busca romper con las estructuras de opresión mediante pequeñas pero permanentes transformaciones

Se habla aquí de una especie de investigación autoet-nográfica performativo-epistémica que no queda en La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales...// Yecid Calderón Rodelo // 27el mero lugar del sentimiento comprometido. Más allá de eso, un conocimiento tal en y para América Latina asume una postura más política, ética, incluso estética, erigida desde un lugar menos privilegiado que el autoet-nógrafo tal como ha sido formulado por Behar (1996 y 2003); Ellis (2004); Ellis y Bochner (2000); Bochner (2001); Adams (2008); Jones (2005); entre otros.

Tal reconocimiento hace de la experiencia investigativa una producción de saber desde trabajos de activismo, con las debidas exigencias de un combate intelectual y epistemológico (no agónico, ni bélico, más bien afectivo) en el que el cuerpo cuenta. De este modo, este tipo de investigación, lejos de llevar a un saber quieto y meramente teórico o contemplativo, impulsa a configurar narrativas diligentes sobre el propio sujeto-cuerpo que investiga, así como con aquellos con quienes se relaciona.

Incluso, conmina a los demás a que gesten retratos de sí acuñados por su propia mano, ficcionados con autonomía, emancipando al sujeto de investigación y desorbitando la mirada “eruditocéntrica” o “peritocéntrica”, puesta sobre él en el momento en que, como investiga- dor, pone a los a otros como “tema” de estudio.Por lo tanto, se puede afirmar que la autoetnografía y el laboratorio performático, como método de investigación, desborda los cauces disciplinares de la modernidad y pondera una investigación osada, de permanente fuga hacia los bordes y fronteras de la epistemología tradicional.

Con ello, se ubica la labor de investigar en un campo epistémico que opera otros agenciamientos dentro de la misma academia, la cual sigue vinculada a modos de saberes opresivos, violentos y despolitiza- dos; es decir, la academia tradicional con sus métodos modernos y la producción de sus saberes establecidos y hegemónicos, no abonan a las necesarias transformaciones que requiere la sociedad contemporánea. A esa sabiduría un poco inane de la academia convencional, burocratizada, en permanente pugna interna por plazas, salarios y privilegios, atrapada en prácticas de corrupción político-epistémica, los saberes nuevos, entre ellos la autoetnografía y los laboratorios performáticos, proponen volver a conectar la teoría con la práctica en el performance. Es una sugerencia y una provocación.

Aquí opera un autorreconocimiento y una toma de consciencia que se vincula con marcadores de opresión en una inmensa trama geopolítica y corpo-política, es decir, que atiende a signaturas en las que el cuerpo del investigador, tanto como el de los investigados, se encuentran fuertemente comprometidos en ejercicios de dominación reales, concretos y efectivos. Además, no solo diagnostica y describe, sino que participa activamente en la posible transformación de las prácticas de opresión mediante el ejercicio performático de accionar en los espacios, de perturbar y fisurar el orden establecido de un sistema homogéneo, estático, ventajoso para algunos, miserable para otros y estridentemente violento para todos

Tal reconocimiento hace de la experiencia investigativa una producción de saber desde trabajos de activismo, con las debidas exigencias de un combate intelectual y epistemológico (no agónico, ni bélico, más bien afectivo) en el que el cuerpo cuenta. De este modo, este tipo de investigación, lejos de llevar a un saber quieto y meramente teórico o contemplativo, impulsa a configurar narrativas diligentes sobre el propio sujeto-cuerpo que investiga, así como con aquellos con quienes se relaciona.

Incluso, conmina a los demás a que gesten retratos de sí acuñados por su propia mano, ficcionados con autonomía, emancipando al sujeto de investigación y desorbitando la mirada “eruditocéntrica” o “peritocéntrica”, puesta sobre él en el momento en que, como investiga-dor, pone a los a otros como “tema” de estudio.

Por lo tanto, se puede afirmar que la autoetnografía y el laboratorio performático como método de investigación, desborda los cauces disciplinares de la modernidad y pondera una investigación osada, de permanente fuga hacia los bordes y fronteras de la epistemología tradicional.

Con ello, se ubica la labor de investigar en un campo epistémico que opera otros agenciamientos dentro de la misma academia, la cual sigue vinculada a modos de saberes opresivos, violentos y despolitiza-dos; es decir, la academia tradicional con sus métodos modernos y la producción de sus saberes establecidos y hegemónicos, no abonan a las necesarias transformaciones que requiere la sociedad contemporánea. A esa sabiduría un poco inane de la academia convencional, burocratizada, en permanente pugna interna por plazas, salarios y privilegios, atrapada en prácticas de corrupción político-epistémica, los saberes nuevos, entre ellos la autoetnografía y los laboratorios performáticos, pro-ponen conectar la teoría con la práctica en el perfor-mance. Es una sugerencia y una provocación.

Autoetnografía y laboratorios performáticos: conocimientos situados y corpo-políticos

El interés de una metodología alternativa surge, pues, de haber reconocido los lugares coloniales de la epistemología moderna, así como de un intento por radicalizar el método autoetnográfico mediante el laboratorio performático desde las coordenadas geopolíticas del sur, o sea, América Latina.

No es idéntica la experiencia de los investigadores en el ámbito anglosajón o del centro (el norte de la geopolítica) a pesar de una posible cierta marginalidad en tanto que hijos de migrantes (todos al final lo somos), o en tanto personas racializadas en el norte global. Ser latinoamericano en Latinoamérica misma ya tiene unas implicaciones corpo-políticas distintas (sin que esto implique la ausencia de un el diálogo translingüístico para la permanente traducción de experiencias, lejos de jerarquizar a los oprimidos en los más y los menos o cerrar la consciencia diferencial a su solipsismo nada efectivo en cuanto a las transformaciones).

Provenir de una extracción social humilde o pobre, haber ganado oportunidades a pulso, realizarse a sí mismo infiltrándose —gracias a la voluntad y la aplicación al estudio— en los lugares académicos (de fácil acceso para los que poseen privilegios de clase, raza y orientación sexual) evidencia, por el permanente esfuerzo, ejercicios de poder que deben ser narrados desde una epistemología militante y crítica. Sumo a lo anterior el asunto de género, puesto que, indudablemente, ser varón facilita en mucho el acceso a las oportunidades, aunque ser maricón y afeminado —no gay— en la mayoría de los casos produce dificultades al limitar, por una soterrada discriminación, el paso a los grandes flujos de acceso

No es idéntica la experiencia de los investigadores en el ámbito anglosajón o del centro (el norte de la geopolítica) a pesar de una posible cierta marginalidad en tanto que hijos de migrantes (todos al final lo somos), o en tanto personas racializadas en el norte global.

Ser latinoamericano en Latinoamérica misma ya tiene unas implicaciones corpo-políticas distintas (sin que esto implique el diálogo translingüístico y la permanente traducción de experiencias, lejos de jerarquizar a los oprimidos en los más y los menos). Provenir de una extracción social humilde o pobre, haber ganado oportunidades a pulso, realizarse a sí mismo infiltrándose —gracias a la voluntad y la aplicación al estudio— en los lugares académicos (de fácil acceso para los que poseen privilegios de clase, raza y orientación sexual) evidencia, por el permanente esfuerzo, ejercicios de poder que deben ser narrados desde una epistemología militante y crítica. Sumo a lo anterior el asunto de género, puesto que, indudablemente, ser varón facilita en mucho el acceso a las oportunidades, aunque ser maricón y afeminado —no gay— en la mayoría de los casos produce dificultades al limitar, por una soterrada discriminación, el paso a los grandes flujos de acceso.

Siendo así, afirmo que factores tan importantes como la clase, la raza, el género, la orientación sexual, la edad, interfieren en las condiciones de producción del saber y en los modos en que el investigador puede llegar a convertirse en un profesional de las ciencias humanas con menor o mayor prestigio. En el laboratorio Pinina Flandes, a través del travestimiento, se constató el declive del prestigio académico en cuanto se evidencia un factor sexual discordante con el falotopo hetero- patriarcal de la academia. La academia es, entre otras cosas, homofóbica.

En la biografía personal del investigador la incidencia de estos factores o marcadores corpo-políticos hace que los momentos de epifanía o “insight” que proclaman Behar y también Ellis, Bochner y Adams (2010) —en las que el investigador da cuenta de sí y de los otros— sucedan de otra manera porque afectan específica-mente el modo de relacionarse con los demás, así como la forma de relacionarse consigo mismo en el contexto latinoamericano, en un castellano propio, diverso y afectado por la subordinación geopolítica. Esa mirada ubicada, situada, particular, defendida por los pioneros de la autoetnografía, en el contexto latinoamericano se convierte en un núcleo activo de experiencias trans-formadoras tanto para el investigador latinoamericano como para las personas ubicadas en los contextos en los que investiga, adquiriendo un matiz concreto de lo latinoamericano

Debido a que el investigador latinoamericano no se ciñe al patrón académico establecido y vigente, por efecto del espíritu colonial de la academia es ubicado en una cierta exterioridad. Pero, en la dialéctica de la misma investigación esa exterioridad ocasionada por el racismo, el clasismo, la misoginia, la homofobia de la academia (por uno o por varios o todas estas signaturas según el sujeto-cuerpo), relanza el trabajo (gracias a una serie de contingencias) a lugares que dan un cariz concreto a la investigación en un sentido geopolítico, situándolo, a la vez, en un plano corpo-político que lo lleva a trascender el campo meramente investigativo, formal, académico y universitario. Aquí la investigación es militancia en la medida que obtura agencias epistémicas otras por fuera de las aulas, el campus y los preestablecidos lugares de trabajo de campo e investigación

Vecindades nómades con los postfeminismos

Es en este sentido que la autoetnografía y el laboratorio performático, tal y como se ha considerado y usado en tanto que instrumento de investigación en el trabajo doctoral mencionado líneas arriba, hace consonancia con los saberes postfeministas que se encuentran mucho más cercanos a las militancia de mujeres y hombres que han superado el asunto feminista de la pugna entre géneros, para dar paso a una crítica diferente en la que se reconoce que el patriarcado es heterosexual y que, mediante sus ideales regulatorios, divide y opone a sus oprimidos en los bandos sexogenéricos de hombres y mujeres.

A diferencia de esta actitud feminista, los posfeminismos reconocen la tanatopolítica que erige a las instituciones y configura a los sujetos, por lo cual descubre que el “enemigo” (opresor) a “combatir” (a desarticular a partir de prácticas de ternura y afecto), no solo se halla afuera, sino en la misma subjetividad y corporalidad, por lo cual el trabajo de transformación empieza en la revolución de sí mismo o sí misma.

Más allá de realizar tramas discursivas que unan los sentires, se ha reconocido el valor, no solo de converger, sintonizar, “musicalizar” (Behar, 2003), sino tam-bién de re-sentir, de divergir, de tomar distancia por las complacencias epistemológicas que fácilmente pueden ser asimiladas por la academia convencional para ser despolitizadas, fetichizadas y relanzadas como pro-ductos dentro de las misma estructura de opresión epistémica vigente, justo en el acto inmediato de su institucionalización. Como indica Rossi Braidotti en un texto sobre epistemologías nómades:

Aquí los términos claves son la corporización y las raíces corporales de la subjetividad y el deseo de reconectar la teoría con la práctica. (...) En este nivel de análisis, la cuestión central que está en juego es la crítica del universalismo identificado con lo masculino, y de la masculinidad que se proyecta como pseudo-universal. Esto acompaña además la crítica de las ideas de alteridad como sinónimo de desvalorización. (Braidotti, 2000, p. 185)

A diferencia del conocimiento moderno colonial y heteropatriarcal, afincado aún en las academias, las así llamadas epistemologías emergentes, entre las cuales se hallan las epistemologías del tránsito y nómades,critican las pretensiones de objetividad o de saberes enmarcados en una generalidad expansiva que resuelve la comprensión del mundo mediante fórmulas generales y de manera autoritaria.

Autoetnografía, transdisciplinariedad y saber performático

Intervención e investigación radical

Por otra parte, la autoetnografía no solo permite ubicar la investigación en un contexto geopolítico y corpopolítico establecido que le da una riqueza particular a su ejercicio de saber, en tanto que disidente de la modernidad, colonialidad y el heteropatriarcado, sino que, a la vez, permite un movimiento transdisciplinar que puede poner en tensión el intelectualismo proveniente de los discursos hegemónicos de las disciplinas.

Es aquí donde el ejercicio de autoetnografía opera otra fractura dentro de los regímenes discursivo de la academia tradicional. Se trata de esas actividades de participación en las que el investigador agencia procesos de encuentro, debate, discusión; más allá del rastreo de muestras o de los cuadernos de apuntes en que se ubica una descripción (siempre parcial, subjetiva y ficcional) de lo que se aprecia. Con esta metodología se ejecutan intervenciones colectivas en espacios institucionales y no institucionales que permiten registrar y traer a la experiencia de configuración de saber, ele-mentos ajenos a los discursos tradicionales.

Es aquí donde el ejercicio de autoetnografía opera otra fractura dentro de los regímenes discursivo de la academia tradicional. Se trata de esas actividades de participación en las que el investigador agencia procesos de encuentro, debate, discusión; más allá del rastreo de muestras o de los cuadernos de apuntes enque se ubica una descripción (siempre parcial, subjetiva y ficcional) de lo que se aprecia. Con esta metodología se ejecutan intervenciones colectivas en espacios institucionales y no institucionales que permiten registrar y traer a la experiencia de configuración de saber, elementos ajenos a los discursos tradicionales.

Estas prácticas de investigación en línea autoetnográfica se vinculan con lo que Dwight Conquergood denominó intervención e investigación radical (2002). Aquí nos encontramos con una investigación hecha por el cuerpo del investigador; cuerpo con el que atraviesa el campo de investigación y con el que se encuentra y des-encuentra con otros cuerpos que allí se ubican, en calidad de operadores, agentes creadores, constructores de las realidades sociales a partir de las acciones que realizan (performance).

Todo ello cabe en un diario que no se escribe sola-mente; la bitácora del investigador autoetnográfico se encuentra en muchos archivos y modos de registro. La memoria de la investigación no queda reducida a la palabra escrita, a las cintas magnetofónicas, a los audios digitales o videos de un espectador altisonante que mira en picada los sucesos en los que devienen los de abajo, los del borde, como si se tratara de un grupo de termitas, ausentes a la mirada que las analiza desde arriba, para luego formalizar con un lenguaje abstracto y desencarnado aquello que considera que ha visto, que registra y que haría isotopía y encaje con las fórmulas que expresa la aquiescencia de aquellas actividades observadas.

A diferencia de ello, el método aquí propuesto trata de una mirada que no busca la observación para la mera descripción, sino que explora el encuentro (con la posibilidad permanente del desencuentro, el rechazo, el debate e incluso la guerra simbólica o física de una exigencia por el respeto, la dignidad, el sentido común y un ‘no más’ a las violencias epistémicas o de otro orden), en una permanente exposición y vulnerabilidad que envuelve al investigador, sin que este pueda controlar de forma completa y de modo definitivo la circunstancia, como si se tratara de una dictadura de la producción de saberes a cualquier precio; aquí se renuncia al control absoluto, al estricto y psicorrígido programa de avance investigativo:

Estas son las formas no serias de saber que la cultura dominante descuida, excluye, reprime o simplemente no reconoce. Los conocimientos subyugados se han borrado porque son ilegibles; existen, en general, como cuerpos activos de significado, fuera de los libros, eludiendo las fuerzas de inscripción que los harían legibles y, por lo tanto, legítimos (...). En términos aún más fuertes, Ray-mond Williams desafió la arrogancia basada en la clase del escritocentrismo, señalando el “error” y la “ilusión” de las personas “altamente educadas” que están “tan motivadas en su lectura” que “no se dan cuenta de que hay otras formas de habilidades, inteligencia y actividad creativa”, tales como el “teatro “ y el “activismo político”. Este “error” se asemeja al del reformador estrecho que supone que los trabajadores agrícolas y los artesanos del pueblo carecían de educación, simplemente porque no sabían leer. Él argumentaba que “el desprecio” por el desempeño y la actividad práctica, “que siempre está latente en los altamente alfabetiza-dos, es una marca de los límites del observador, no de las actividades mismas” ([1958] 1983, p. 309). Williams criticó a los académicos por limitar sus fuentes a materiales escritos; estoy de acuerdo con Burke en que la erudición está tan sesgada hacia los textos que incluso cuando los investigadores atienden la acción humana extralingüística y los eventos encarnados, los interpretan como textos para leer. Según De Certeau, este escritocentrismo es un sello distintivo del imperialismo occidental. Escrito está sobre las puertas de la modernidad, este letrero: “Aquí sólo se entiende lo que está escrito”. Tal es la ley interna de lo que se ha constituido como” occidental [y blanco] (1984, p. 161). (Conquergood, 2002, p. 147, traducción libre)

Considerando que el investigador se debate en un texto vivo que se escribe en las maneras de extensión de su cuerpo, tanto como en el cuerpo mismo, la experiencia de investigación está viva en una memoria que se interpela a sí misma en tanto que facultad y función de la subjetividad, de la identidad del investigador, lo cual no la hace ajena a las volubles marejadas anímicas que el trabajo de campo, en estos términos autoetnográficos, provoca. El investigador es vulnerable (Behar, 1996) y no puede más que ir construyendo narrativas en diatriba, tanto consigo mismo, como con los que se inscribe en el discurso, con los que se encuentra en el diálogo, con los que choca en el stage del que-hacer cotidiano de su investigación y de su activismo (Calderón, 2016)

Así que, la investigación dislocada del autoetnógrafo, no recurre a una mirada normalizada o establecida a priori. En el compromiso de su cotidianidad, la investigación ora se ralentiza, ora se agiliza, ora se estanca, ora hinca el diente de su contenido en la médula espinal, tensa el cuerpo, duele, desgarra el corazón, entumece, paraliza; luego, arde, echa fuego, enardece, entusiasma y hace brotar pensamientos adecuados a la compleja realidad en la que están insertos; entonces es cuando la investigación brota luz y anima el sentido de toda la experiencia, dando un resultado que contribuye a la transformación del campo de investigación, a la vez que fortalece al investigador en tanto que ciudadano, científico social y persona

Cuerpos expuestos, performance y excedencia de la acción como saber

Un ejemplo de la manera en que se aborda una investigación que combina el entrecruce de los cuerpos en la investigación, la convergencia de las miradas múltiples y el autor descentrado en tanto que epicentralidad de la escritura, son las historias que relata el libro Queer Geographies en el que se entrecruzan los ejercicios de investigación de varios autores en relación con circunstancias de sexualidad y género. En tales trabajos los participantes ven atravesadas sus experiencias por acciones que connotan opresión de género y violencia hacia las sexualidades diversas. El trabajo que combina formatos de archivo y registros varios relacionados con prácticas artísticas y visuales, es definido por los auto-res como un trabajo que:

(...) explora las posibilidades de identidades queer que se viven fuera de la supremacía heteronormativa, descubriendo cómo el género y la sexualidad se forman de manera diferente en los paisajes de las ciudades y examinando cómo podemos dar forma y articular la ciudad nosotros mismos. Las obras y los textos provienen de talleres de “Geografía Queer” celebrados en Beirut, Tijuana


Foto 3.

"Sentada espera y bebe, espera y bebe y bebe y bebe y bebe y bebe" Pinina Flandes, Ciudad de México (2013): Foto: Buscando América (Oregon).

El libro Queer geographies que menciono como ejemplo cuenta, dentro de sus experimentos, intervenciones y propuestas de investigación visual (es un libro sobre trabajos de investigación que culminaron traducidos a experiencias visuales mediante el arte) con un ejercicio que consistió en una práctica de registro del desplazamiento en automóvil, realizado por Omar Mismar, que refleja los actos de tomarse de la mano y soltarse en las calles de Beirut mientras el coche iba en marcha. El texto, guiño de una memoria activa y en flagrante confrontación con un sistema de rechazo a los afectos homoeróticos y a las prácticas homosexuales, indica con la fuerza propia de una descripción emblemática del acontecer, una suerte de juego y apuesta al riesgo, al devenir vulnerable y al huir de la flagrante exposición al rechazo y la violencia.

El texto, guiño de una memoria activa y en flagrante confrontación con un sistema de rechazo a los afectos homoeróticos y a las prácticas homosexuales, indica con la fuerza propia de una descripción emblemática del acontecer, una suerte de juego y apuesta al riesgo, al devenir vulnerable y al huir de la flagrante exposición al rechazo y la violencia.

Él está conduciendo y yo estoy sentado a su lado, a veces me aproximo y pongo mi mano en la suya, otras veces él llega a mi lado y pone su mano en la mía. Vagamos, hablamos y miramos. Tomarse de las manos se convierte en un riesgo, un acto secreto, divertido por ser peligroso. Agarramos y soltamos, dependiendo de dónde estemos, quién está a nuestro lado y qué está cerca. La celebración se interrumpe: un semáforo, un automóvil adyacente más alto, un vendedor de rosas, un mendigo, un repartidor, un transeúnte, una conversación acalorada, una mirada celosa (...) Como espacio gay translúcido, el automóvil es vulnerable y expuesto. La ciudad y su gente se convierten en una ame-naza. La ‘revuelta’ sucede de vez en cuando al mantenernos tomados de la mano incluso cuando todo lo que nos rodea (y todo lo que aprendimos e internalizamos) nos dice que no lo hagamos. Podríamos decir que es una forma de resistencia. Contribuimos a la interrupción de nuestra mano juntas tanto como todos lo hacen. La causa para soltarnos puede ser interna: una conversación, una disputa, una mano sudorosa ... La rutina de ninguna manera es consistente. Depende de nuestro estado de ánimo y de cuán alertas estemos al exterior incluso cuando nos encontremos con las mismas amenazas. Parece que estamos amenazados por todo y nada simultáneamente. (Lau, Lau, Arsanios, Zúñiga-González, Kriger, Mismar, et al. 2013, p. 27, traducción libre)

De la misma manera en que este saber es un saber que pone al cuerpo del investigador en el trabajo de campo, bajo la constante tensión de la experiencia, así como del vértigo que produce la sensación de abandonar la centralidad de la escritura y de una observación al mar- gen del saber convencional, se puede reconocer que el cuerpo involucrado, al realizar el “trabajo de campo”, habita el experimento, se deja estremecer por los movimientos propios de ese devenir en el que acontece junto a otros cuerpos. Estas cualidades le brindan una posibilidad de construcción de la memoria en otro nivel de archivo y le permite crear otra manera de registro distinto a la escritura, así como narrar desde las fronteras de la historia atravesando, incluso, los muros de las continuas definiciones.

Se mueve la investigación de ese saber académico construido en la barrera, atalayado en el confort del estudio o del aula, configurado mediante narraciones que formalizan anteriores experiencias registrada en la palabra y la escritura. Sistematizaciones que dejan por fuera de la definición las anécdotas importantes que se dan en el ámbito de la vida vivida, concreta y real.

En esta nueva escritura se puede reconocer que el cuerpo involucrado, al realizar el “trabajo de campo”, habita el experimento, se deja estremecer por los movimientos propios de ese devenir en el que acontece junto a otros cuerpos, lo que le brinda una construcción de la memoria en otro nivel de archivo y le permite crear otras maneras de registro, distintas a la escritura, así como narrar desde las fronteras de las historias vividas atravesando, incluso, los muros de las convencionales definiciones que no pueden contener la riqueza y complejidad de la vida individual y colectiva.

Este tipo de desbordamiento semántico no pierde el sentido, la ruta, el método, aunque someta a constante tránsito al saber, lo haga nómade y quizás migrante. Puede ser, incluso, un saber que, al traspasar las fronteras de cualquier régimen discursivo, pondera saberes impropios, tensionadores, mojados (wetback), indocumentados, ilegales e indeseados. Por esta razón es que Conquerwood ha indicado que el saber obtenido mediante prácticas descentradas, como las que se están indicando, configuran conocimientos que se basan en las acciones concretas y circulan a través de la comunidad mediante su propio performance (2002).

En este sentido se puede indicar que las mismas prácticas son performáticas en tanto que actúan, se ejecutan y en esa medida realizan el saber; quizás sea en vice- versa, el saber acontece porque se ejecuta y es porque hay saber que hay ejecución. A esto se le llama un saber y un conocer performático.

Esto quiere decir que la ejecución de algo provoca una excedencia de la ejecución, algo que queda en un esta tus diverso al ejercicio como fuerza, acontecimiento de acción o trabajo, y que bien se puede establecer como conocimiento. No obstante, este conocimiento no opera en los lugares convencionales del saber porque justa- mente se ubica lejos de las nociones de saber moderno cuyo apotegma es la “claridad” y la “distinción”3, mientras que aquí se opera en los bordes de tal definición, lo que le da un talante de un saber performático que se ejecuta como un conocimiento liminal, de frontera, alterno, como se ha señalado. Otros modos de registro, archivo y memoria para construir otras historias y otras revoluciones Carolyn Ellis, coincide con Conquerwood cuando menciona que este tipo de investigación no solo recurre a las convencionales producciones del saber normado basadas en la narrativa escrita, sino que aprovecha otras maneras de ejecutar registro para ampliar las fronteras y traspasar las barreras de los lenguajes tradicionales en la construcción de saberes. En cuanto a estas nuevas configuraciones de producción discursiva, no ceñida estrictamente al lenguaje oral o escrito, apela a la producción visual como agente y portador de saberes.

El autoetnógrafo quiebra los límites de producción discursiva para incursionar en campos como que ya se han mencionado: fotografía, video clip, video documental, poesía, intercambiando el ensayo personal con el científico, la autointerpretación de sus propuestas y particulares visiones, haciendo énfasis en el correlato que todo esto puede tener con otras historias, traduciendo su propio sentir para ser comprendido por otros sentires análogos, ello situado en el seno de la vida social y política; es decir, ligando su experiencia con la vida de otros para entretejer vínculos, de tal manera que en esos vínculos se revelen asuntos importantes sobre el modo en que se trasiega como investigador y de los posibles efectos de la investigación en el contexto en el que la misma nace y se ejecuta.

De alguna manera es una investigación performativa porque, a la vez que avanza como proceso de reconocimiento, producción de saberes, análisis de los contextos y de vínculos sociales entre individuos, afecta e interrumpe el flujo normal de los saberes y de los acontecimientos, reorientando el sentido de los mismos.

La autoetnografía es un género autobiográfico de escritura e investigación que muestra múltiples capas de conciencia. Los autoetnógrafos miran de ida y vuelta, primero a través de una lente etnográfica de gran angular, enfocándose en aspectos sociales y culturales de su experiencia personal; luego, miran hacia adentro, exponiendo un yo vulnerable que se mueve y puede moverse, refractar y resistir las interpretaciones culturales.

A medida que avanzan hacia atrás y hacia adelante, hacia adentro y hacia afuera, las distinciones entre lo personal y lo cultural se vuelven borrosas, a veces más allá del reconocimiento distintivo. Generalmente escritos en voz en primera persona, los textos autoetnográficos aparecen en una variedad de formas: cuentos, poesía, ficción, novelas, ensayos fotográficos, ensayos personales, diarios, escritura fragmentada y en capas, y prosa de ciencias sociales. En estos textos, se presentan acciones concretas, diálogo, emoción, encarnación, espiritualidad y autoconciencia, que aparecen como historias relacionales e institucionales impactadas por la historia y la estructura social, que se revelan dialécticamente a través de acciones, sentimientos, pensamientos y lenguaje. (Ellis, 1999, p. 17, traducción libre)

Por esta razón, aunque con un tinte propio que se diferencia un poco de la ruta señalada por Ellis, debido quizás a un sentir latinoamericano que incluye visos de una realidad psicomágica4, mágico-realista, los registros del investigador autoetnográfico en el contexto latinoamericano no sólo abarcan maneras tradicionales de la etnografía como los diarios de campo, los audios, los registros fílmicos, videográficos, entre otros; la onda expansiva del registro de la acción investigativa, de la militancia concreta, y la memoria de la actividad autoetnográfica del latinoamericano hace hendiduras en los espacios, genera grietas en las paredes y el piso, produce vetas en los objetos.

La fuerza mnémica de la investigación opera registros en los sonidos de las canciones, en los versos de los poemas, en las manchas de café de los libros, en la barba o el cabello que se hace cano, en las arrugas de los ojos, las manos maltratadas al cocinar para aquellos con los que el investigador se encuentra involucrado en un trasegar político, ético, estético, artístico, culinario y demás.

La memoria no queda supeditada al discurso de la palabra escrita o del registro oral en un audio; la escritura es tan solo una parte de la posibilidad mnémica del archivo autoetnográfico, pues, los marcos en los quela investigación queda establecida recortan los mapas prediseñados, quiebra las geografías indicadas por los poderes instituidos y transita con otras posibilidades debido a las nuevas historias provenientes de las complejas acciones dadas en el campo de la investigación.

Las acciones que, al acontecer, modifican los mapas establecidos dentro de las geografías del poder, tienen como motores de su acontecimiento y de su contingencia a los cuerpos de quienes establecen las tramas dentro de los campos en los que se incursiona como investigador; también al cuerpo del investigador en tanto que actividad de su obrar investigando (Conquerwood, 2002).Esta es la señal de su poder performático y es que produce un rendimiento epistémico en cuanto aconteceen la interacción de cuerpos que se articulan en entramados de relaciones ricas, variadas, dinámicas y contingentes en nichos sociales concretos, en retículas de interacción que pueden llegar a superar antiguas limitaciones espacio-temporales. No se trata, simple- mente, de una investigación que establece su afectividad epistémica tan solo porque el investigador la ha deseado de antemano, en una especie de economía de la verdad que se prefigura ese saber, sino de lo que pueden esos cuerpos (Butler, 2002) en el momento en que se instala la investigación en las redes de interacción y de lo que les es permitido y negado por el deseo objetivado de los demás, es decir, por los otros cuerpos en las intensidades de una retícula que los contiene y relaciona.

Inflexión de los saberes nómadas, liminales y rebeldes

Ese poder no se regula sin más para hacer que los cuerpos obedezcan al deseo del investigador y que en el momento de la formalización de la experiencia a través de la creación del texto y, gracias al análisis de los diversos registros o lugares de la memoria, se cristalice nuevamente la vivencia en un discurso cerrado que resuelve todo de un buena vez, mostrando los mapas que definen esos territorios del deseo (objetivado en los cuerpos que lo agencian) con el fin de ofrecer una guía para todo aquel que quiera saber qué dicen, cómo se articulan y de qué manera operan esos cuerpos en los nichos sociales concretos de la investigación como narrativa textual, ficción del autor u objetividad indiscutible de un observador invulnerable. Es preciso recordar que los mapas son atravesados por historias que corren las geografías modificándolas constantemente, las erosionan en el trasegar de su emergencia contingente, esporádica y súbita (De Certeau, 2000).

Un mapa (De Certeau, 2000) es algo más que una geografía, y esa geografía es algo más que una topografía, es más que un relieve. Toda geografía siempre implica a los cuerpos, pero no como una población de autómatas, como si fueran cuerpos vacíos de sí en espera de un narrador que les otorgue una subjetividad; es decir, como si fueran cuerpos que están a la espera de un investigador que venga a descubrir sus territorios y a otorgar un estatus ontológico y epistémico en un diario de viaje; por el contrario, múltiples y móviles sujetos vociferan en el interior de los cuerpos y subyacen, agazapados en las espesuras de sus propios bosques, en la intimidad de sí, en el fuero interno que los contiene en la polivocidad de su experiencia y de las identificciones5 que reverberan encada manera de interpretarse y comprenderse así mismo.

Cuerpos que están prestos a dislocar el mapa, a desactualizarlo, tornándolo obsoleto, y a lo sumo, en pieza de museo en el intenso ejercicio de aquellos aficionados a conservar en anaqueles de anticuario y antiguas bibliotecas, espacios muertos de museo.

La autoetnografía como saber performático es algo más que una satisfacción de la curiosidad o de un estudio de la verdad de esos cuerpos para aplicar estrategias de administración sobre ellos en cualquier sentido gnoseológico que pretenda agotar tanto el saber, como el poder del saber sobre ellos; supera por mucho siempre a las narrativas del etnógrafo y frustra todo dominio simbólico, moral, político, antropológico, sociológico, etc., que pretenda imponerse, aún bajo el cariz de una noble causa —al ingenuo estilo de Bartolomé de Las Casas— sostenida por aquellos que redimen a los marginados o discriminados, a los migrantes o los ninguneados, a los “subyugados del conocimiento” (Foucault, 1979), a los subalternos por los cuales pretenden hablar (Spivak, 1998).

En cualquier caso, el investigador, así investido, no dejará de inventar unos sujetos que existen en el mapa, pero cuyas geografías se verán, en algún momento,

Esto sucede en el proceso de subjetivación o configuración de sí mismo. interrumpidas por las historias, traicionadas por las historias, burladas por las historias que en la plena contingencia de su devenir cuerpos, emergen erosionando los relieves. Es una suerte de tensión que hace de los subordinados del saber etnográfico de las humanidades, sujetos que se mantienen entre el apresamiento de una trascendencia ficcionada por el científico colonizador y la permanente resistencia y liberación, desde la inmanencia (Deleuze y Guattari, 2004), que procede de una voluntad de saber (Foucault, 2012) y hacer propia, desconocida por la arrogante actitud peritocéntrica que en vano los adscribe a una subjetividad trascendente en el mapa.

Esto es lo que indica Conquerwood cuando habla de los estudios sobre performance y la manera en que tales estudios establecen nuevas claves para una investigación autoetnográfica, comprehensiva de otro modo y rebelde a las prácticas de un saber disciplinar, cerrado y escritocéntrico.

El proyecto de estudios sobre performance hace su intervención más radical, creo, al abarcar tanto la erudición escrita como el trabajo creativo, trabajos y presentaciones. Desafiamos mejor la hegemonía del texto mediante la reconfiguración de textos y representaciones en tensión horizontal y metonímica, no reemplazando una jerarquía por otra, el romance de la interpretación por la autoridad del texto. La “norma liminal” que Jon McKenzie identifica como la carta de presentación de los estudios de performance (2001: 41) se manifiesta con más fuerza en la lucha por vivir entre la teoría y la teatralidad, los paradigmas y las prácticas, la reflexión crítica y el logro creativo.


Foto 4.

"La Sorora Dinamita, lanzamiento desde el balcón" Pinina Flandes y Juan Fernando Mena, Ciudad de México, (2020).

Los estudios sobre performance traen esta rara hibridación a la academia, una combinación de formas analíticas y artísticas de conocimiento que perturba la organización institucional del conocimiento y las disciplinas.

La liminalidad constitutiva de los estudios sobre performance radica en su capacidad para unir conocimientos segregados y de valores diferentes, uniendo modos de investigación legítimos y subyugados. (Conquerwood, 2002, p. 151)Por supuesto, los estudios sobre performance han demostrado que las prácticas que se pueden circunscribir al campo del performance en tanto que basamento para algún tipo de epistemología o energía que activa y produce saberes de otro tipo, son tan múltiples que es imposible comprender tal campo como área; su versatilidad es justamente una tendencia a una inflexión.

Se dice inflexión y se subraya para diferenciar el tiempo y deslindar la actividad de producción de conocimiento de la actividad de la reflexión, puesto que el momento reflexivo de la abstracción y la contemplación requeriría de un tiempo y un distanciamiento de la acción para diseñar un sistema representacional, una organización del saber, más allá del cuerpo que provoca el saber performático en su acontecer entre otros cuerpos; por lo cual, no habría distinción con los métodos y procedimientos epistemológicos propios de la modernidad y sus regímenes discursivo y disciplinarios.

La inflexión del saber autoetnográfico, en tanto que performático, es una actividad que desafía, de muchas maneras, la lógica de la representación, así como impugna los principios de la formalidad estática sus- tentada por los tres principios lógicos, a saber, de identidad, no contradicción y tercero excluido. En este campo de actividades, de performance epistémico, la ambigüedad que atraviesa las definiciones (Taylor, 2011) las entrelaza, las superpone y desacomoda, tiene múltiples sustratos (McKenzie, 2001) y se mueve rauda y tangencialmente en direcciones infinitas en el espacio.

Es preciso aclarar que cuando se habla de espacio no se piensa en un plano cartesiano, sino en una especie de punto dentro de una esfera o cubo, cuyos vectores pueden ir en tantos sentidos que es imposible determinar cuál sea la línea privilegiada que puede llevar a un mejor destino en la realización del saber. Lo que se intenta señalar es que el método autoetnográfico y laboratorio performático constituye un campo de permanente análisis, una inflexión constante de pro- ducción de saberes desde el cuerpo, que resulta casi indisociable de una investigación emancipadora, abierta y de cara a la diferencia en tanto que infinito.

Este ensayo es justamente eso, una prueba, una pro- vocación, por lo cual no quisiera concluir, no hay nada qué concluir cuando todo está al borde del reset. Omito deliberadamente las conclusiones para no incurrir en el tradicional listado de ítems que recogen las ideas. Quiero dejar abierto el sendero para que se realicen derivas, para averiguar caminos. Dejo a cada lector y lectora las conclusiones, para no obligar a pensar y constreñir nuevamente la narrativa a aquello que yo, como escritor e investigador, aspiro. Invito a la traducción-traición, a la tensión, siempre y cuando no sea agónica, sino afectiva, efectiva y transformadora.


Foto 5.

Marina Bromamobitch" Universidad Jesuita de Guadalajara Iteso, (2019). Foto: Alina Peña y equipo.

Agradecimientos

A mi madre, Alba Teresa Rodelo, fallecida el 1º de enero de 2020

Referencias:

Adams, T. & Jones, S. (2008). “Autoethnography is Queer”. In Denzin, N. K., Lincoln, Y. S., & Smith, L. T. Handbook of Critical and Indigenous Methodologies (pp. 373-390). Thousand Oaks, CA, Sage.

Behar, R. (1993), Translated Woman: Crossing the Border with Esperanza’s Story. Boston: Beacon Press.

Behar, R.(1996), The Vulnerable Observer, Anthropology that Breaks your Heart. Boston: Beacon Press.

.Behar, R.(2003), “Ethnography and the book that was lost”, en Ethnography, 4(1), 15-39, fuente digital: http://bit.ly/33bUXBH (consultado el 06/10/2019)

Behar, R. (2009), Cuéntame algo, aunque sea una

Conquerwood, D. (2002) “Performance Studies Interventions and Radical Research”, The Drama Review 46, 2, New York University and the Massachusetts Institute of Technology, New York.

De Certeau, M. (2000) La invención de lo cotidiano. Vol. I Artes de hacer. México, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

Calderón Rodelo, Y. (2019), “Arte y epistemologías emergentes. Hacia una hermenéutica de sujetos subalternizados” Estudios Artísticos, Julio-Diciembre, Bogotá, Universidad Distrital, p., 157-177. Fuente digital http://bit.ly/2oV4yOj (consultado el 06/10/2019).

Calderón Rodelo, Y. (2019) “Performance: Hacia Un Paradigma Sin Paradigma o Un Paradigma Abierto” Fuente digital: http://bit.ly/2OnBoC5 (consultado el 06/10/2019).

Calderón Rodelo, Y. (2016) Deviniendo Loca: textualidades de una marica sureada. Santiago de Chile, Los libros de la mujer rota.

Calderón Rodelo, Y.(2015). “La narrativa contestataria del deviniendo loca en América Latina. Un experimento decolonial y auto-etnográfico desde la ex-centricidad”, Extravío. Revista electrónica de literatura comparada

Calderón Rodelo, Y. (2014) “De como uno se vuelve una disidente” Canibaal Revista, “Sexo y Locura” Vol. Habitar, cocinar. México, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

Ellis, C. (1999), “Heartful Autoethnography”, “Keynote addresses from the first annual advances in qualitative methods conference” en Qualitative Health Research, USA: Sage.

Ellis, C. (2009), Revision: autoethnographic reflections on life and work, Walnut Creek, California: Left Coast Press.

Ellis, C. y Bochner, A. (eds.) (2000), Composing Ethnography: Alternative Forms of Qualitative Writing, Walnut Creek, California: Altamira Press.

Ellis, C. (2004), “Autoethnography, Personal Narrative, Reflexivity. Researcher as Subject”, en Denzin,N. y Lincoln, Y., Collecting and Interpreting Qualitative Materials, Thousand Oaks, California, Sage.

Ellis, Adams, et alt, (2015) “Autoetnografía, un panorama”, Astrolabio. Nueva Época N. 15, trad. Martínez, A et alt. Buenos Aires, p. Ciecs, Conicet.

Foucault, M. (1979) Microfísica del poder. Madrid, La Piqueta.

Foucault, M. (2002) La hermenéutica del sujeto, curso en el Collége de France (1981-1982). México, Fondo de Cultura Económica.

Holman-Jones, S. (2005) “Auto Ethnography: Making the Personal Political”. In: Denzin, N.K. and Lincoln, Y.S., Eds., Handbook of Qualitative Research, , Thousand Oaks, Sage.

Jodorowsky, A. (2009) Manual de psicomagia. Siruela, Santiago de Chile.

Lau, Lau, Arsanios, Zúñiga-González, Kriger, Mismar. (2013) Queer Geographies, Roskilde, Museet for Samtidskunst // Museum of Contemporary Art.

Le Breton, D. (2002) Antropología del cuerpo y modernidad. Buenos Aires: Nueva Visión.

Massad, J. (2007) Desiring Arabs. Chicago University Press.

Mckenzie, J. (2011) “Performance y globalización”, en Taylor y Fuentes ed. Estudios avanzados de

Sedgwick, K.E. (2002) “A(queer) y ahora”, en Mérida Jiménez, R., ed, Sexualidades transgresoras, una antología de estudios queer, Barcelona, Icaria, p. 29-54

Sedgwick, K.E. (1998) Epistemología del armario, Barcelona. Ediciones de la Tempestad.

Taylor, Diana, y Marcela A. Fuentes (edits.), (2011) Estudios avanzados de performance, México, Fondo de Cultura Económica, Instituto Hemisférico de Performance y Política, Tisch School of the Arts, New York University.

Notas

1 En lo que sigue hace referencia, no ya al sujeto, sino a la corpo-subjetividad. La razón de esta manera de enunciar se sustenta en el hecho de que en las epistemologías emergentes el sujeto es siempre sujeto encarnado, es decir, es sujeto performativo, es sujetocorporizado (Le Breton, 2002).
2 Dentro de los estudios de performance y en la introducción al libro editado por Marcela Fuentes y Diana Taylor titulado Estudios avanzados sobre performance (2011) hay una introducción que define performance. El performance es algo que efectúa o rinde algo. Porello existe un performance epistémico, un rendimiento de saber, en el caso de la autoetnografía y en concreto con el caso expuesto por Ruth Behar (2003).
3 En la filosofía cartesiana fundadora de la modernidad estos son dos de los criterios mínimos que debe tener un conocimiento para ser valorado como tal. Son dos principios de la epistemología racionalista que funda el saber moderno, colonial, capitalista y heteropatriarcal.
4 Se alude al término muy usado en los ámbitos del performanceart de psicomagia, tal como ha sido acuñado por Jodorowsky en su libro Manual de Psicomagia (2009).
5 En este trabajo se asume que el yo es un “centro de gravedadnarrativa” (Dennet, 2013) por lo cual nos atenemos a que los actos deidentificación son maneras de ficcionar propias de un sujeto-cuerpoen los actos de interpretación y autorreconocimiento. Esto sucede en el proceso de subjetivación o configuración de sí mismo.

Recibido: 12 de junio de 2020; Aceptado: 17 de agosto de 2020

Resumen

La autoetnografía ha emergido en las ciencias sociales como método relacionado con la literatura, por lo cual tiene un talante diferente de la metodología moderna: indica un tono disruptivo mediante la voz personal del autor, la ausencia de un anhelo de objetividad, la suspensión de un punto de construcción de verdad neutral. Con este método la corpo- subjetividad que narra, esto es, el autor o la investigadora, se encuentra envuelta en el discurso que realiza, forma parte de la trama, como parte del tejido narrativo, o sea, texto vivo y con rostro. La autoetnografía no solo atiende a la corriente de eventos que acontecen al exterior de quien indaga, como si esta fuese una espectadora impertérrita de los fenómenos, sino que ella misma es afectada por los sucesos. Es un saber de orden performativo y se presenta como una de tantas posibles alternativas al modo de producción de conocimiento hegemónico, el cual es moderno, colonial, capitalista y heteropatriarcal.

Palabras clave

Autoetnografía, laboratorio performático, epistemologías emergentes, disidencia sexual, Latinoamérica.

Abstract

Autoethnography has emerged in the social sciences as a method related to literature, which is why it has a different approach from modern methodology: it postulates a disruptive tone through the author’s personal voice, the absence of a desire for objectivity, the suspension of a truly neutral build point. With this method, the corpo-subjectivity that narrates, that is, the author or the researcher, is involved in the discourse it makes, they are part of the plot, as part

of the narrative fabric, that is, a living text with a face. Autoethnography not only addresses the current of events that occur outside the inquirer as an undaunted spectator of the phenomena, but also as he or she is affected by these events. It is a knowledge of a performative order and it is presented as one of many possible alternatives to the hegemonic mode of production of knowledge, which is modern, colonial, capitalist and heteropatriarchal.

Autoethnography; performance laboratory; emerging epistemologies; sexual dissidence; Latin America.

Keywords

Autoethnography, performance laboratory, emerging epistemologies, sexual dissidence, Latin America.

Résumé

L’autoethnographie est apparue dans les sciences sociales comme une méthode liée à la littérature, c’est pourquoi elle a une approche différente de la méthodologie moderne : elle postule un ton disruptif à travers la voix personnelle de l’auteur, l’absence d’un désir d’objectivité, la suspension d’un point de construction neutre. Avec cette méthode, la corpo-subjectivité qui raconte, c’est-à-dire l’auteur ou le chercheur, est impliqué dans le discours qu’elle fait, ils font partie de l’intrigue, partie du tissu narratif, c’est-à-dire un texte vivant visage. L’autoethnographie aborde non seulement le courant des événements qui se produisent en dehors de l’enquêteur

en tant que spectateur intrépide des phénomènes, mais aussi comme il ou elle est affectée par ces événements. C’est une connaissance d’ordre performatif et elle est présentée comme l’une

des nombreuses alternatives possibles au mode hégémonique de production de savoir, qui est moderne, colonial, capitaliste et hétéropatriarcal.

Mots clés

Autoethnographie, laboratoire de performance, épistémologies émergentes, dissidence sexuelle, Amérique latine.

Resumo

A autoetnografia emergiu nas ciências sociais como método relacionado com a literatura, por isso tem um humor diferente da metodologia moderna: indica um tom disruptivo mediante a voz pessoal do autor, a ausência de um desejo de objetividade, a suspensão de um ponto de cons- trução de verdade neutra. Com este método a corpo-subjetividade que narra, isso é, o autor ou a investigadora, se encontra envolvida no discurso que realiza, forma parte da trama, como parte do tecido narrativo, ou seja, texto vivo e com rosto. A autoetnografia não só atende à corrente de eventos que acontecem no exterior de quem indaga, como se esta fosse uma espectadora impassível dos fenômenos, senão que ela mesma é afetada pelos acontecimentos. É um saber de ordem performativo e se apresenta como uma entre tantas possíveis alternativas ao modo de produção de conhecimento hegemônico, o qual é moderno, colonial, capitalista e heteropatriarcal.

Palavras-chave

Autoetnografia, laboratório performático, epistemologias emergentes, dissidência sexual, América Latina.

La Autoetnografía y su aplicación en América Latina desde un laboratorio performático

En uno de los artículos más ilustrativos sobre autoetnografía, Ruth Behar —una de las pioneras del método autoetnográfico— indica las experiencias particulares con las que fue configurando, con las particularidades de su caso, el método investigativo que aquí exponemos. Muestra la labor de criba interna que le llevó como corpo-subjetividad1 no ajena a experiencias internas de dolor, angustia, desesperación a formular una posible ruta de trabajo y de investigación que no desconociera sus emociones, sus sentimientos, su particular sensibili-dad y su propia historia.

La autoetnografía, como evidencia Behar, se realiza como una búsqueda abierta en la que la investigadora (investigador) permanece deviniendo en el contexto para indagar formando parte del mismo y aconteciendo en sus propias inquietudes afectivas. La investigadora se acerca a los otros, pero de igual modo se acerca también a sí misma, en una interpelación que la sitúa cercana de la experiencia de la hermenéutica del sujeto (Foucault, 2002; Ricoeur, 1999). Un ejemplo evidente en el caso de Behar es la asociación que hace entre su propia herencia cultural, los modos de relación con su familia y el drama social dentro del que investiga, articulando todo ello en un relato que anuda lo propio con lo ajeno, en una trama compleja que revela no sólo la subjetividad de la investigadora, sino los nichos de relaciones en los que se reflejan valores, coreografías sociales, mecanismos de sublimación y represión, ejercicios de poder, entre otros.

Con esta estrategia epistémico-afectiva crea una narrativa que deja conocer la realidad propia de su corpo-subjetividad, así como los modos de las representaciones sociales en las que se haya inmersa en una unidad narrativa compleja creada a partir de las convergencias de saberes compartidos. Estos saberes incluyen a quienes interactúan en el marco de la investigación y las propias experiencias de la investigadora.

Estos saberes incluyen a quienes interactúan en el marco de la investigación y las propias experiencias de la investigadora.

En el caso de Behar se trata de una situación de duelo. En su textualidad se puede percibir el modo en que teje una narrativa que combina su mirada escrutadora sobre los fenómenos, con los afectos y maneras de su ser; esto es, su historia personal, entreverada con historias de aquellos con quienes se relaciona en el nicho de la investigación, leamos:

Esa crisis se produjo porque mi regreso a Santa María en 1987 coincidió con el momento en que mi amado abuelo materno se estaba muriendo de cáncer en Miami Beach. Mi familia me había dicho que continuara mis estudios, que no era bueno esperar a que mi abuelo muriera, que seguramente él todavía estaría allí cuando volviera de mi viaje. Irónica-mente, mi razón para regresar a España fue llevar a cabo una investigación sobre las actitudes hacia la muerte para un artículo que había prometido entregar en la conferencia anual de antropología estadounidense. Mientras estaba en España, sabiendo que mi abuelo se estaba muriendo, escuché a personas contar historias de dolor por la pérdida de sus seres queridos y fue como si el volumen hubiera subido a mi corazón. Y luego, cuando llegó la noticia de que mi abuelo había muerto y que no podía regresar a Miami Beach a tiempo para el funeral, fue como si mi corazón estuviera gritando. El consuelo vino de los extraños en Santa María que me ofrecieron palabras de consuelo y simpatía, y me di cuenta de que escuchar su tristeza por la pérdida de sus seres queridos me había preparado para enfrentar el dolor de la despiadada finalidad de la muerte. (Behar, 2003, p. 23, traducción libre).

Hay una historia que surge de la experiencia de la propia investigadora. Narra su vida, introduciendo al lector en un área que vibra, un campo sensible, dado que formaliza la experiencia de su propio duelo, al expresar sus sentimientos. La investigadora no desconoce su sentir, no evade la coyuntura que imbrica (ora de manera próspera, ora de manera confrontativa) su sentimiento personal, su particular relación con el abuelo y la labor que realiza como antropóloga.

Behar deja al abuelo materno enfermo. Espera verle con vida a su regreso. Se encuentra en la dilemática situación de priorizar la investigación respecto de su relación familiar con el abuelo, es decir, pospone el asunto afectivo, algo muy propio de la investigación, sobre todo en la academia deshumanizadora moderno-colonial; la coyuntura tensa la investigación, de tal modo que produce un movimiento que lleva a una inesperada pero satisfactoria resolución, además propositiva

Foto 1. "La Crema innata", Pinina Flandes y Ché Boludo en galería Hazme el Milagrito, Ciudad de Mñexico, (2014).

Foto 1. "La Crema innata", Pinina Flandes y Ché Boludo en galería Hazme el Milagrito, Ciudad de Mñexico, (2014).

La investigadora opta por la investigación, por su trabajo; a despecho de la condición de enfermedad de su abuelo, lo deja con el dolor que implica abandonarle. Cuando ella se encuentra en trabajo de campo, sobreviene el deceso de la persona querida.

La consideración que hace la autora en ese momento respecto de su propia situación afectiva es relevante porque compromete, como se ha dicho, el sentir propio con el sentir ajeno, toda vez que el objeto de estudio en esta ocasión, de manera coincidente, es el duelo, la muerte, la confrontación que sentimos las personas cuando perdemos a alguien amado. En esta coincidencia y convergencia de experiencias propias y ajenas, de sentires propios y ajenos, su ‘objeto’ de estudio se transforma en algo diferente.

Ya no se trata de un ‘objeto’, ya no es un asunto ajeno a ella, sino que ese ‘objeto’ también la atraviesa y la vincula a experiencias distintas, también quizás distantes de la suya, pero de algún modo análogas y sobre todo vivas. El duelo horada su propia existencia a la vez que la relanza fuera de sí, hacia los otros en una comunicación acerca de la experiencia de la muerte y del duelo. En tal caso el ‘objeto’ de estudio se transforma en una especie de ‘objeto convergencia’, ‘objeto relación’, del duelo propio y ajeno; se asume el sentir con el amor fati de una investigación abierta a la contingencia de los hechos, al dolor, al fracaso, a la derrota afectiva, a la culpa, la vergüenza, la conmoción, el arrepentimiento y la vulnerabilidad.

Pero luego fui afectada por la culpa, la ira y la confusión moral. De repente encontré que el desplazamiento de la antropología era cruel y sin sentido. ¿Por qué había estado en España hablando con extraños sobre la muerte en lugar de estar al lado de mi abuelo para ofrecerle mi último adiós? ¿Por qué fue que en el transcurso de mi trabajo como antropóloga me había convertido en una experta en catolicismo popular y podía recitar el rosario en español de memoria, pero no sabía nada de los rituales de duelo judíos y no tenía idea de cómo honrar a mi abuelo dentro del tradiciones de mi propia herencia? Atormentada por estas preguntas, luché con el modo de escribir mi trabajo para la conferencia. Y luego me quedó claro que la pérdida de mi abuelo en Miami Beach y los hallazgos de mi investigación sobre cómo se sentían los aldeanos españoles sobre el tema de la muerte no podían separarse. Eran, tenían que ser, la misma historia. Identificación y conexión, en lugar de distancia, diferencia y otredad, que sería lo que buscaría como etnógrafo. Y usaría no solo los métodos de observación y participación de la antropología clásica, sino también las formas sutiles de conocimiento que se encuentran en momentos inefables de intuición y epifanía. Esta fue la base de mi ensayo, ‘Muerte y memoria’, que se convirtió en la pieza inicial de mi libro, The Vulnerable Observer: Anthropology That Breaks Your Heart (Behar, 1996)

En una debacle moral, emocional, e investigativa al mismo tiempo, la autora se encuentra confrontada frente a su propia decisión. Pero, esa confronta-ción moral no se presenta como una anécdota más, sino que consiste el nodo de lo que quiere indicar la autora: la confrontación, el choque, la contradicción, la Imagen 1. "La Crema innata", Pinina Flandes y Ché Boludo en galería Hazme el Milagrito, Ciudad de México, (2014).22 // CALLE14 // volumen 16, número 29 // enero - junio de 2021permanente coyuntura de un dilema, la dificultad, en la vida activa de un sujeto-cuerpo sensible, hace trasta-billar obligándole a una interpelación frente a sí misma, un giro epistémico sobre su propia corpo-subjetividad.

Justo ahí, en ese momento crítico, lo que ella llama la ‘epifanía’, la salida, la lleva a realizar un entreveramiento del drama personal y el drama de otros y otras en los marcos de representación social del duelo mediante un único modo de escritura:

Justo ahí, en ese momento crítico, lo que ella llama la ‘epifanía’, la salida, la lleva a realizar un entreveramiento del drama personal y el drama de otros y otras en los marcos de representación social del duelo mediante un único modo de escritura, leamos: Después de escribir ese ensayo, no hubo vuelta atrás para mí. Sabía que quería seguir buscando formas de evocar cómo se desarrolla la intersubjetividad en tanto que parte fundamental de la representación de la realidad social. Y quería, lo más importante, descubrir las coyunturas profundas que informan cualquier esfuerzo por conocer el mundo más allá del yo. Porque fueron estas coyunturas las que pudieron revelar más completamente el proceso mediante el cual se alcanza el conocimiento etnográfico en los momentos altamente cargados de nuestros encuentros de trabajo de campo.

Después de escribir ese ensayo, no hubo vuelta atrás para mí. Sabía que quería seguir buscando formas de evocar cómo se desarrolla la intersubjetividad en tanto que parte fundamental de la representación de la realidad social. Y quería, lo más importante, descubrir las coyunturas profundas que informan cualquier esfuerzo por conocer el mundo más allá del yo. Porque fueron estas coyunturas las que pudieron revelar más completamente el proceso mediante el cual se alcanza el conocimiento etnográfico en los momentos alta-mente cargados de nuestros encuentros de trabajo de campo. Llegué a ver que al escribir ‘Muerte y memoria’ mezclé niveles de experiencia que generalmente no se mezclan. Creé un contrapunto entre las historias etnográficas de la muerte en la España rural, que requería mi presencia objetiva como etnógrafo, y la muerte de mi propio abuelo en Miami Beach, que había tenido lugar en mi dolorosa ausencia. Esta convergencia única, con toda su fricción, conmoción y contradicción, tenía cierta musicalidad. Transmitía una fe en el principio surrealista de que unir cosas incongruentes puede provocar una conciencia inesperada, una inclinación de luz aguda y sublime, una forma nerviosa de conocimiento que también se atreve a sorprender al conocedor. Curiosamente, en estas situaciones, usted mismo, el conocedor, no sabía completa-mente lo que sabía hasta que lo escribió, hasta que contó la historia con usted mismo incluido en él. (Behar, 2003, p. 8, traducción libre, cursivas mías).

Behar, a diferencia de una simple asociación de sentires, se arriesga a interpelar a la antropología para indagar por un saber que involucre los sentimientos de otros en relación con los propios. Interroga para establecer una ‘consonancia’ entre sentimiento propio y ajeno, pero desde el rendimiento o performance 2 de una epistemología altérica, alterada y afectiva. Una performance epistémica (en el sentido de rendimiento u operación eficiente, efectiva y eficaz en el conocimiento) de los sentimientos, los duelos, los marcos de representación de los mismos, así como de las prácticas que acompañan los tránsitos de dolor frente a la experiencia de la muerte de aquellos a quienes amamos.

Al instar por un método etnográfico, Behar construye una autoetnografía que no es una reducción egótica al drama propio, que no es una subjetividad en el acto de una mismidad narrándose desde su biografía a partir de su duelo, sino todo un complejo entramado, un tejido narrativo que surge desde el lugar de los sentires comunes, hasta la manera de expresar el dolor propio y convertir el duelo en una experiencia que da cuenta de un saber común, colectivo pero a la vez situado, que alude a las maneras concretas en que se despliegan estrategias para aliviar, curar y aprender a vivir con la ausencia de las personas queridas que han muerto (el duelo), así como con la tremenda experiencia de la inminencia de la muerte y la propia fragilidad.

Al instar por un método etnográfico, Behar construye una autoetnografía que no es una reducción egótica al drama propio, que no es una subjetividad en el acto de una mismidad narrándose desde su biografía a partir de su duelo, sino todo un complejo entramado, un tejido narrativo que surge desde el lugar de los sentires comunes, hasta la manera de expresar el dolor propio y convertir el duelo en una experiencia que da cuenta de un saber común, colectivo pero a la vez situado, que alude a las maneras concretas en que se despliegan estrategias para aliviar, curar y aprender a vivir con la ausencia de las personas queridas que han muerto (el duelo), así como con la tremenda experiencia de la inminencia de la muerte y la propia fragilidad.

La cuestión que resulta importante en este tipo de investigación, tal cual se aborda aquí, son el vértigo y el riesgo que acompañan la investigación autoetnográfica, cuando la investigadora se introduce ella misma como parte viva de aquello que estudia; se diría que se pierde la objetividad al encarnar el objeto y pasarlo por la propia experiencia en una consideración que coteja los modos sociales de la representación y el modo personal en el que se le asume y se le vive a dichas representaciones

Autoetnografía y laboratorio performático desde los estudios sociales en América Latina y la disidencia sexual

El caso de Behar es análogo al que se usó y se pro-puso en el laboratorio performático Pinina Flandes, una suerte de estrategia de militancia política desde la disidencia sexual sugerida y aplicada como instrumento de investigación para el desarrollo de una tesis doctoral que lleva por título “Laboratorio performático y epistemología queer en América Latina”, dirigida por la Dra. Sofía Reding Blase del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe CIALC-UNAM. La tesis mencionada, recientemente presentada en el posgrado de estudios latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, se ha propuesto como un saber militante, una epistemología activista, muy propicia para la diversificación de los discursos y narrativas que versan sobre el conocimiento científico social sobre América Latina.

En la propuesta que se hace en el primer capítulo de aquel trabajo se pone de relieve el valor de la historia particular de la investigadora y la manera en que se ubica, en tanto que sujeto-cuerpo social, político, performático-epistémico —que se realiza a sí mismo y en ese hecho realiza la posibilidad de un tipo de saber a partir de la formalización de su propia experiencia— en un nicho concreto de producción de saberes en relación con su posible participación como sujeto-cuerpo en la construcción de los mismos.

Se hace énfasis en que este enfoque permite al investigador considerarse a sí mismo como parte importante, activa y propositiva en la producción de saberes con vista a transformaciones efectivas que se requieren y en relación a investigaciones que busquen respuestas, desde las ciencias sociales en América Latina, a los problemas sociales y políticos inmediatos, del continente. Este tipo de metodología modificaría la perspectiva convencional del académico al ponerlo en relación con estructuras específicas de poder que, él mismo en tanto que científico social, puede poner en cuestión y transformar.

Sus títulos le permiten tener la preparación suficiente para impugnar poderes obsoletos, dilapidadores de los recursos, obstructores de las innovaciones y firmemente anclados en prácticas instituidas convenientes a ciertos grupos de poder (corrupción). Creemos que el investigador en tanto que forja una carrera se convierte solo por este hecho en una corposubjetividad con una responsabilidad ética, política e histórica, pero sin caer en el mito del autor revoluciona-rio. Se trata de algo más pequeño y más parcial.

Es por esto que, en el trabajo doctoral mencionado, lo epistémico o el rendimiento de un conocimiento acerca de la rebeldía sexual, la disidencia sexual o lo queer en América Latina no cae bajo el cariz de los modos convencionales de producción de saberes al respecto de la homosexualidad, el lesbianismo, el transformismo, las poblaciones LGBTI, etc.

No es un saber que muestre estadísticas sobre la diversidad sexual o agendas políticas en relación a programas dirigidos a poblaciones discriminadas o vulneradas por sus prácticas sexuales, sino que insta a pensar la complejidad de esas prácticas sexuales y la discriminación de las mismas en contextos tan inmediatos como el académico, a la vez que relaciona esa discriminación con otros modos de opresión, no solo desde la sexualidad o el género

Siendo así, el mismo laboratorio en tanto que militancia epistémica diagnostica el modo en que se configuran narrativas heterosexuales con las que se modulan coreografías sociales que afectan el ámbito académico a partir de una producción de corpo-subjetividades constreñidas por la heteronormatividad, el sexismo, el racismo, el clasismo y prácticas burocráticas en las que se parapetan y disimulan atavismos heteropatriarcales institucionalizados

El valor de esta clase de investigación radica en que pone de manifiesto el modo en que en la academia (y los demás campos de la vida) las corpo-subjetividades adscriben a falotopos o espacios figurales del falo (jerarquías y dominaciones) mediante los cuales se articula el ejercicio de producción de saberes sobre América Latina, tan proclives a la opresión, la explotación, la opulencia de los altos jerarcas y el despilfarro de los recursos.

Estos falotopos ayudan a producir una suerte de discursos estereotipados, insistentes, reiterativos, superficiales y poco transformadores acerca de lo latinoamericano, en particular al mencionar poblaciones e identidades más o menos concretas que, no obstante esto, se encuentran hoy en día en fuga y transformación permanente. Dentro de tales poblaciones e identidades se ubican los grupos sexual diversos, así como los neo-grupos disidentes de la sexualidad heteropatriarcal.

El método autoetnográfico y performático de la militancia epistémica propuesta en aquella tesis doctoral es, en este sentido, crítico y disruptivo, a la vez que adaptado a las formas contemporáneas de identidades o des-identidades que emergen de manera novedosa en el seno de la vida social latinoamericana anclada a una globalidad en crisis

El valor de esta clase de investigación radica en que pone de manifiesto el modo en que en la academia (y los demás campos de la vida) las corpo-subjetividades adscriben a falotopos o espacios figurales del falo (jerarquías y dominaciones) mediante los cuales se articula el ejercicio de producción de saberes sobre América Latina, tan proclives a la opresión, la explotación, la opulencia de los altos jerarcas y el despilfarro de los recursos.

Con este tipo de metodología autoetnográfica y perfor-mativo-epistémica el investigador reconoce que está circunscrito a una serie de ordenamientos, estructuras y coyunturas que agencian gobierno sobre las perso-nas. Así mismo, el investigador se torna en una cor-po-subjetividad estimulante, consciente de su ubicación dentro de jerarquías y privilegios de distinto orden, en los nichos sociales donde ha emergido o en contextos en los que ha llegado a intervenir, a partir del ejercicio de sí como como disrupción o fisura. En el caso del laboratorio performático Pinina Flandes esto se ha dado a partir de una serie de prácticas de rebeldía sexual (el travestismo es una de ellas). Estos falotopos ayudan a producir una suerte de discursos estereotipados, insistentes, reiterativos, superficiales y poco transformadores, acerca de lo latinoamericano, en particular al mencionar poblaciones e identidades más o menos concretas que, no obstante esto, se encuentran hoy en día en fuga y transformación permanente. Dentro de tales poblaciones e identidades se ubican los grupos sexual diversos, así como los neo-grupos disidentes de la sexualidad heteropatriarcal.

El método autoetnográfico y performático de la militancia epistémica propuesta en aquella tesis doctoral es, en este sentido, crítico y disruptivo, a la vez que adaptado a las formas contemporáneas de identidades o des-identidades que emergen de manera novedosa en el seno de la vida social latinoamericana anclada a una globalidad en crisis.

Con este tipo de metodología autoetnográfica y performativo-epistémica el investigador reconoce que está circunscrito a una serie de ordenamientos, estructuras y coyunturas que agencian gobierno sobre las personas. Así mismo, el investigador se torna en una cor-po-subjetividad estimulante, consciente de su ubicación dentro de jerarquías y privilegios de distinto orden, en los nichos sociales donde ha emergido o en contextos en los que ha llegado a intervenir, a partir del ejercicio de sí como como disrupción o fisura. En el caso del laboratorio performático Pinina Flandes esto se ha dado a partir de una serie de prácticas de rebeldía sexual (el travestismo es una de ellas).

Foto 2.

Foto 2.

Las prácticas de la rebeldía sexual pueden ser usadas como detonantes epistémicos, como experiencias que ponen en evidencia algunos de los cordones del corsé de la heterosexualidad con el que se aprieta y constriñe a las corpo-subjetividades en América Latina. En particular, se pone en evidencia el modo en que se regula la producción de saberes, de investigaciones y de disposiciones en relación a aquellos individuos o grupos dignos de ser estudiados para la comprensión social y política de América Latina, a saber, campesinos, grupos de izquierda, inconformes sociales, obreros, mujeres y niños, juventudes, indígenas, negros, migrantes, etc., los cuales son contemplados desde una presupuesta homogeneidad heterosexual en los colectivos estudiados, soslayando la cuestión homosexual, bisexual, lésbica o de cualquier otra índole sexual.

Laboratorios performáticos: saberes desde narratologías mixtas que no solo se ubican dentro de las coordenadas de la disidencia sexual

Con este tipo de epistemología militante se amplían y diversifican esos tradicionales modos de configuración de grupos ‘objeto’ de estudio o análisis de investigación en las ciencias sociales respecto de América Latina. Tal diversificación se da a partir del reconocimiento de la configuración permanente de nuevas y diversas identidades, de nuevas maneras de aglutinamiento identitario, de nuevas subjetividades, así como de intereses diversos de reconocimiento e identificación que afloran permanentemente en el subcontinente.

Este método también reconoce que es preciso atender a esa diversidad de subjetividades sin perder de vista la necesaria construcción de un hegemón político, una banda de transferencia de las identidades desde las distintas reivindicaciones que tenga en cuenta una intersección, fruto de la traducción de los lugares particulares de opresión de todas y cada una de las múltiples y complejas diferencias de las identidades latinoamericanas en flujo y emergencia, para la articula-ción de una transformación política g-local genuina.

No se pierde, en la investigación autoetnográfica y performativa, la esperanza de construir, sumando granos de arena desde todos las posibilidades investigativas y rebeldes, aunando piedra tras piedra, poquito a poco, un saber emancipador con el que se puedan fraguar las transformaciones que urgen hoy en todas las instituciones, en las distintas entidades territoriales y políticas que constituyen el continente latinoamericano. Incluso, no se pierde la esperanza de que esos nuevos saberes militantes y performativos, contribuyan a las transformaciones globales que urgen realizarse en los modelos de gobierno y de producción a nivel planetario.

No se pierde, en la investigación autoetnográfica y performativa, la esperanza de construir, sumando granos de arena desde todos las posibilidades investigativas y rebeldes, aunando piedra tras piedra, poquito a poco, un saber emancipador con el que se puedan fraguar las transformaciones que urgen hoy en todas las instituciones, en las distintas entidades territoriales y políticas que constituyen el continente latinoamericano. Incluso, no se pierde la esperanza de que esos nuevos saberes militantes y performativos, contribuyan a las transformaciones globales que urgen realizarse en los modelos de gobierno y de producción a nivel planetario.

No sucede esto necesariamente desde el falogocentrismo de la supuesta cientificidad social casada con métodos ‘objetivos’ y ‘serios’, escritocéntricos mas-culinistas, adustos, adultocéntricos, aunque sin sabor alguno o eficacia para las transformaciones que se requieren. El saber logrado mediante un laboratorio performático puede usar otras narrativas (según las múltiples configuraciones narratológicas hoy posibles): las grabaciones en video, las cintas magnetofónicas, los archivos digitales, el podcast, la fotonovela, el anime, la fotografía, la poesía, la crónica, el streaming; como se evidencia, el saber aquí desborda los límites de la cienti-ficidad moderno-colonial-heteropatriarcal y los dispositivos o soportes con los que durante la modernidad se ha elitizado el saber y el conocimiento, para excluir a las mayorías tachadas de incultas en una práctica epistémica antidemocrática, a la vez que les ha hecho creer que son incapaces de producción epistémica.

Mediante las múltiples técnicas de la narración, el investigador pone de manifiesto —en un saber a medio camino entre la experiencia inmanente y la formalidad abstracta y trascendente del lenguaje científico— la forma en que deviene un sujeto-cuerpo que se reconoce como ensamble de tramas complejas, constructo social e histórico, agenciado por dispositivos de poder en interacción constante con complicadas heterarquías de subordinación y opresión. Ejercicio del reconocimiento del poder que se cuenta, se evidencia, se muestra mediante todas las posibles configuraciones de las narratologías mencionadas arriba, para quien el mensaje le parezca tener sentido, valor y significado, en vistas al testimonio emancipador del investigador que obra como fisura, disrupción y agente de interpela-ción tan solo con investigar. Posteriormente se retomará este asunto

De este modo, el método de la autoetnografía y el laboratorio performático producen un tipo de saber diferente al de la epistemología convencional. Este nuevo saber opera de manera no reductivista, no metonímica, no suficiente, aunque sí necesaria y en esa medida intersubjetiva y colectiva. Un saber que es capaz de hacer campo a otros saberes provenientes de otros métodos, otros nichos, otras experiencias, otros lugares, otras identidades, otros modos de narrar, otras configuraciones narratológicas, porque se reconoce solo como parte de un amplio espectro en la complejidad y fluidez de las subjetividades e identidades de las sociedades latinoamericanas actuales. Un conocimiento que se ubica a sí mismo como una pieza más del inmenso rompecabezas del saber emancipador, libertario, eficaz y transformador que es propio de la barroca Latinoamérica.

Saberes del re-sentimiento: exposición, diligencia y provocación para desestancar la academia

De igual manera, recordando a Ruth Behar, en este sentido el investigador anuncia una participación en lo investigado que no es imparcial, que no está ajena a ser afectada por la emoción y los sentimientos propios e, incluso, por el muy subjetivo resentimiento. El resentimiento resulta valioso cuando es bien comprendido en una investigación, cuando deja de ser resentimiento para transformarse en re-sentimiento que lleva al investigador más allá.

El re-sentimiento del que aquí se habla conmina al investigador a exponerse en una actitud comprometida, activa y de permanente intervención en los espacios públicos (la plaza, el teatro, la calle, la universidad, el aula de clase, los auditorios, la revista indexada) para evidenciar las prácticas de dominación de las que forma parte (como opresor y oprimido al mismo tiempo, según cada circunstancia particular) y que diagnostica mediante su análisis. No está impulsado, en su anhelo de transformar las prácticas opresoras, por un resentimiento cuya reivindicación anhela la venganza, sino que su re-sentimiento opera, junto a otros sentimientos, la exigencia del resarcimiento, la reparación y la transformación.

Su decir se convierte en acción y performance porque es una acción que logra algo, que modifica algo. Una acción que, si bien no es definitiva, o resolutiva, es provocativa, interpelativa e insinuante, en el sentido que inspira, invita y empuja a otros y a otras a tomar senderos análogos desde diversos flancos de la rebeldía, no sólo desde la investigación o la disidencia sexual. Se trata así de una investigación desde una manera de activismo más plural y no solo universitaria, académica o de élites intelectuales.

Se quiere indicar que el método autoetnográfico per-formático-epistémico, aplicado a un trabajo constante en el ámbito del activismo sexual disidente en América 26 // CALLE14 // volumen 16, número 29 // enero - junio de 2021Latina, produce una investigación que toma partido por los oprimidos y los opresores conscientes de que par-ticipamos en los dos bandos, fuera de maniqueísmos y moralinas binaristas, machistas, heteropatriarcales que suelen juzgar como si se ubicasen en el atalaya inex-pugnable del bien, lo correcto, lo derecho, lo straight; en este orden, este método milita y agencia estrategias de intervención. Este tipo de método en tanto que laboratorio performático, asume una participación, expositiva, militante, independiente de una reputación académica o de una vida anclada al sistema, dado que el investigador, dueño de su circunstancia, no está dis-puesto a perder la autenticidad del devenir investigativo y de su propia indagación a cambio de una posición económicamente ventajosa o de un lugar estratégico de poder en la jerarquía de las burocracias académicas, inoperantes, inanes y nada transformadoras.

Este tipo de método en tanto que laboratorio performático, asume una participación, expositiva, militante, independiente de una reputación académica o de una vida anclada al sistema, dado que el investigador, dueño de su circunstancia, no está dispuesto a perder la autenticidad del devenir investigativo y de su propia indagación a cambio de una posición económicamente ventajosa o de un lugar estratégico de poder en la jerarquía de las burocracias académicas, inoperantes, inanes y nada transformadoras.

La autoetnografía como laboratorio performático se ubica en un lugar comprometido con la transformación permanente de sí y de su entorno; opera una crítica abierta, frontal, aunque no persecutoria o defenestra- dora, que ni siquiera rasga las prácticas instituidas; tan solo las confronta de manera directa (pero sin choque; de los choques solo se recogen heridos y muertos, entre los cuales suele haber un buen número de víctimas colaterales) para que, mediante la interpelación sincera y no enmascarada, se promuevan “prácticas instituyen- tes” (Esposito, 2008). Se trataría de una interpelación en aras de transformar las anquilosadas y poco afectivas y efectivas “prácticas instituidas” en la investigación, en la producción de saberes científico-sociales y en las narrativas que pretende ofrecer un panorama acerca de algunas de las realidades de América Latina.

A partir de un método que asume al investigador desde el yo y su circunstancia, el propio análisis y el análisis de los entramados de los que forma parte, se propone una intervención con miras a afectar, perturbar, dislocar, provocar, interpelar, retorcer y abarrocar (queeriar, enrarecer, pluralizar, diversificar, complejizar o invertir, torcer) el poder. Se entiende que el poder se perpetúa gracias a prácticas de agenciamiento y administración poco propicias a los cambios. Es así como el poder en las academias, los centros universitarios y casi todos los centros de producción de conocimiento, mantiene una fuerte fosilización de las prácticas, una esclerotización de los protocolos mediante complejos, burocráticos e ineficaces informes de control.

Es por esa tendencia a lo permanente, a lo compli-cado, a lo inoperativo, que se requiere desestancar la academia, atorada como está en la producción de “ope-radores sistémicos” (Roitman, 2010) y en la reproduc-ción de prácticas de opresión, discriminación, exclusión y saberes de anaquel; se trataría de hacer un trabajo de investigación militante que opera, ya no en la física del poder, en lo macro, sino en aquello que Michel Foucault llamó “microfísica del poder” evidenciando las filigranas que impiden desarticular los grandes nudos del poder. Se trata, siguiendo a Foucault, de:

(...) mostrar cuáles han sido sus agentes reales, no buscarlos en la burguesía en general, sino en los agentes directos (que han podido ser el entorno inmediato, la familia, los padres, los médicos, los pedagogos, etc.), y cómo estos mecanismos de poder, en un momento dado, en una coyuntura precisa, y mediante un determinado número de transformaciones, han empezado a volverse económicamente ventajosos y políticamente útiles (Foucault, 1979, p.146)

La autoetnografía y el laboratorio performático asumen una actitud que implica y exige del investigador una toma de postura; es un reto. Insta a una opción por las y los excluidos desde los incluidos, con los incluidos para los excluidos —de afuera hacia dentro y de dentro hacia fuera— desde el análisis del poder, con la que cada uno y una reconoce que tiene su cuota de opresión (opresor y oprimido) en tanto que investigador, para poder comenzar a transformar tales prácticas y sacudirse de la función que, como operador sistémico, le ha sido asignada. De este modo el investigador deja de ser un sujeto-sujetado, servil y aburrido que repite lo instituido, para convertirse en un auténtico investigador que transforma e instituye

Siguiendo a Marcos Roitman (2010), las personas dentro de un sistema se convierten en “operador sistémico” al producir y reproducir las configuraciones preestablecidas del sistema de manera acrítica, sin querer llegar a una comprensión general del conjunto y enajenándose a sus acciones particulares, cotidianas, diarias, en su rol específico, reiterando y perpetuando el sistema. Por el contrario, en la autoetnografía como laboratorio performático se encuentra, como se ha dicho, una actitud, una morada, un modo de habitar y de investigar al mismo tiempo, que busca romper con las estructuras de opresión mediante pequeñas pero permanentes transformaciones

Se habla aquí de una especie de investigación autoet-nográfica performativo-epistémica que no queda en La autoetnografía como inflexión y performance para la producción de saberes liminales...// Yecid Calderón Rodelo // 27el mero lugar del sentimiento comprometido. Más allá de eso, un conocimiento tal en y para América Latina asume una postura más política, ética, incluso estética, erigida desde un lugar menos privilegiado que el autoet-nógrafo tal como ha sido formulado por Behar (1996 y 2003); Ellis (2004); Ellis y Bochner (2000); Bochner (2001); Adams (2008); Jones (2005); entre otros.

Tal reconocimiento hace de la experiencia investigativa una producción de saber desde trabajos de activismo, con las debidas exigencias de un combate intelectual y epistemológico (no agónico, ni bélico, más bien afectivo) en el que el cuerpo cuenta. De este modo, este tipo de investigación, lejos de llevar a un saber quieto y meramente teórico o contemplativo, impulsa a configurar narrativas diligentes sobre el propio sujeto-cuerpo que investiga, así como con aquellos con quienes se relaciona.

Incluso, conmina a los demás a que gesten retratos de sí acuñados por su propia mano, ficcionados con autonomía, emancipando al sujeto de investigación y desorbitando la mirada “eruditocéntrica” o “peritocéntrica”, puesta sobre él en el momento en que, como investiga- dor, pone a los a otros como “tema” de estudio.Por lo tanto, se puede afirmar que la autoetnografía y el laboratorio performático, como método de investigación, desborda los cauces disciplinares de la modernidad y pondera una investigación osada, de permanente fuga hacia los bordes y fronteras de la epistemología tradicional.

Con ello, se ubica la labor de investigar en un campo epistémico que opera otros agenciamientos dentro de la misma academia, la cual sigue vinculada a modos de saberes opresivos, violentos y despolitiza- dos; es decir, la academia tradicional con sus métodos modernos y la producción de sus saberes establecidos y hegemónicos, no abonan a las necesarias transformaciones que requiere la sociedad contemporánea. A esa sabiduría un poco inane de la academia convencional, burocratizada, en permanente pugna interna por plazas, salarios y privilegios, atrapada en prácticas de corrupción político-epistémica, los saberes nuevos, entre ellos la autoetnografía y los laboratorios performáticos, proponen volver a conectar la teoría con la práctica en el performance. Es una sugerencia y una provocación.

Aquí opera un autorreconocimiento y una toma de consciencia que se vincula con marcadores de opresión en una inmensa trama geopolítica y corpo-política, es decir, que atiende a signaturas en las que el cuerpo del investigador, tanto como el de los investigados, se encuentran fuertemente comprometidos en ejercicios de dominación reales, concretos y efectivos. Además, no solo diagnostica y describe, sino que participa activamente en la posible transformación de las prácticas de opresión mediante el ejercicio performático de accionar en los espacios, de perturbar y fisurar el orden establecido de un sistema homogéneo, estático, ventajoso para algunos, miserable para otros y estridentemente violento para todos

Tal reconocimiento hace de la experiencia investigativa una producción de saber desde trabajos de activismo, con las debidas exigencias de un combate intelectual y epistemológico (no agónico, ni bélico, más bien afectivo) en el que el cuerpo cuenta. De este modo, este tipo de investigación, lejos de llevar a un saber quieto y meramente teórico o contemplativo, impulsa a configurar narrativas diligentes sobre el propio sujeto-cuerpo que investiga, así como con aquellos con quienes se relaciona.

Incluso, conmina a los demás a que gesten retratos de sí acuñados por su propia mano, ficcionados con autonomía, emancipando al sujeto de investigación y desorbitando la mirada “eruditocéntrica” o “peritocéntrica”, puesta sobre él en el momento en que, como investiga-dor, pone a los a otros como “tema” de estudio.

Por lo tanto, se puede afirmar que la autoetnografía y el laboratorio performático como método de investigación, desborda los cauces disciplinares de la modernidad y pondera una investigación osada, de permanente fuga hacia los bordes y fronteras de la epistemología tradicional.

Con ello, se ubica la labor de investigar en un campo epistémico que opera otros agenciamientos dentro de la misma academia, la cual sigue vinculada a modos de saberes opresivos, violentos y despolitiza-dos; es decir, la academia tradicional con sus métodos modernos y la producción de sus saberes establecidos y hegemónicos, no abonan a las necesarias transformaciones que requiere la sociedad contemporánea. A esa sabiduría un poco inane de la academia convencional, burocratizada, en permanente pugna interna por plazas, salarios y privilegios, atrapada en prácticas de corrupción político-epistémica, los saberes nuevos, entre ellos la autoetnografía y los laboratorios performáticos, pro-ponen conectar la teoría con la práctica en el perfor-mance. Es una sugerencia y una provocación.

Autoetnografía y laboratorios performáticos: conocimientos situados y corpo-políticos

El interés de una metodología alternativa surge, pues, de haber reconocido los lugares coloniales de la epistemología moderna, así como de un intento por radicalizar el método autoetnográfico mediante el laboratorio performático desde las coordenadas geopolíticas del sur, o sea, América Latina.

No es idéntica la experiencia de los investigadores en el ámbito anglosajón o del centro (el norte de la geopolítica) a pesar de una posible cierta marginalidad en tanto que hijos de migrantes (todos al final lo somos), o en tanto personas racializadas en el norte global. Ser latinoamericano en Latinoamérica misma ya tiene unas implicaciones corpo-políticas distintas (sin que esto implique la ausencia de un el diálogo translingüístico para la permanente traducción de experiencias, lejos de jerarquizar a los oprimidos en los más y los menos o cerrar la consciencia diferencial a su solipsismo nada efectivo en cuanto a las transformaciones).

Provenir de una extracción social humilde o pobre, haber ganado oportunidades a pulso, realizarse a sí mismo infiltrándose —gracias a la voluntad y la aplicación al estudio— en los lugares académicos (de fácil acceso para los que poseen privilegios de clase, raza y orientación sexual) evidencia, por el permanente esfuerzo, ejercicios de poder que deben ser narrados desde una epistemología militante y crítica. Sumo a lo anterior el asunto de género, puesto que, indudablemente, ser varón facilita en mucho el acceso a las oportunidades, aunque ser maricón y afeminado —no gay— en la mayoría de los casos produce dificultades al limitar, por una soterrada discriminación, el paso a los grandes flujos de acceso

No es idéntica la experiencia de los investigadores en el ámbito anglosajón o del centro (el norte de la geopolítica) a pesar de una posible cierta marginalidad en tanto que hijos de migrantes (todos al final lo somos), o en tanto personas racializadas en el norte global.

Ser latinoamericano en Latinoamérica misma ya tiene unas implicaciones corpo-políticas distintas (sin que esto implique el diálogo translingüístico y la permanente traducción de experiencias, lejos de jerarquizar a los oprimidos en los más y los menos). Provenir de una extracción social humilde o pobre, haber ganado oportunidades a pulso, realizarse a sí mismo infiltrándose —gracias a la voluntad y la aplicación al estudio— en los lugares académicos (de fácil acceso para los que poseen privilegios de clase, raza y orientación sexual) evidencia, por el permanente esfuerzo, ejercicios de poder que deben ser narrados desde una epistemología militante y crítica. Sumo a lo anterior el asunto de género, puesto que, indudablemente, ser varón facilita en mucho el acceso a las oportunidades, aunque ser maricón y afeminado —no gay— en la mayoría de los casos produce dificultades al limitar, por una soterrada discriminación, el paso a los grandes flujos de acceso.

Siendo así, afirmo que factores tan importantes como la clase, la raza, el género, la orientación sexual, la edad, interfieren en las condiciones de producción del saber y en los modos en que el investigador puede llegar a convertirse en un profesional de las ciencias humanas con menor o mayor prestigio. En el laboratorio Pinina Flandes, a través del travestimiento, se constató el declive del prestigio académico en cuanto se evidencia un factor sexual discordante con el falotopo hetero- patriarcal de la academia. La academia es, entre otras cosas, homofóbica.

En la biografía personal del investigador la incidencia de estos factores o marcadores corpo-políticos hace que los momentos de epifanía o “insight” que proclaman Behar y también Ellis, Bochner y Adams (2010) —en las que el investigador da cuenta de sí y de los otros— sucedan de otra manera porque afectan específica-mente el modo de relacionarse con los demás, así como la forma de relacionarse consigo mismo en el contexto latinoamericano, en un castellano propio, diverso y afectado por la subordinación geopolítica. Esa mirada ubicada, situada, particular, defendida por los pioneros de la autoetnografía, en el contexto latinoamericano se convierte en un núcleo activo de experiencias trans-formadoras tanto para el investigador latinoamericano como para las personas ubicadas en los contextos en los que investiga, adquiriendo un matiz concreto de lo latinoamericano

Debido a que el investigador latinoamericano no se ciñe al patrón académico establecido y vigente, por efecto del espíritu colonial de la academia es ubicado en una cierta exterioridad. Pero, en la dialéctica de la misma investigación esa exterioridad ocasionada por el racismo, el clasismo, la misoginia, la homofobia de la academia (por uno o por varios o todas estas signaturas según el sujeto-cuerpo), relanza el trabajo (gracias a una serie de contingencias) a lugares que dan un cariz concreto a la investigación en un sentido geopolítico, situándolo, a la vez, en un plano corpo-político que lo lleva a trascender el campo meramente investigativo, formal, académico y universitario. Aquí la investigación es militancia en la medida que obtura agencias epistémicas otras por fuera de las aulas, el campus y los preestablecidos lugares de trabajo de campo e investigación

Vecindades nómades con los postfeminismos

Es en este sentido que la autoetnografía y el laboratorio performático, tal y como se ha considerado y usado en tanto que instrumento de investigación en el trabajo doctoral mencionado líneas arriba, hace consonancia con los saberes postfeministas que se encuentran mucho más cercanos a las militancia de mujeres y hombres que han superado el asunto feminista de la pugna entre géneros, para dar paso a una crítica diferente en la que se reconoce que el patriarcado es heterosexual y que, mediante sus ideales regulatorios, divide y opone a sus oprimidos en los bandos sexogenéricos de hombres y mujeres.

A diferencia de esta actitud feminista, los posfeminismos reconocen la tanatopolítica que erige a las instituciones y configura a los sujetos, por lo cual descubre que el “enemigo” (opresor) a “combatir” (a desarticular a partir de prácticas de ternura y afecto), no solo se halla afuera, sino en la misma subjetividad y corporalidad, por lo cual el trabajo de transformación empieza en la revolución de sí mismo o sí misma.

Más allá de realizar tramas discursivas que unan los sentires, se ha reconocido el valor, no solo de converger, sintonizar, “musicalizar” (Behar, 2003), sino tam-bién de re-sentir, de divergir, de tomar distancia por las complacencias epistemológicas que fácilmente pueden ser asimiladas por la academia convencional para ser despolitizadas, fetichizadas y relanzadas como pro-ductos dentro de las misma estructura de opresión epistémica vigente, justo en el acto inmediato de su institucionalización. Como indica Rossi Braidotti en un texto sobre epistemologías nómades:

Aquí los términos claves son la corporización y las raíces corporales de la subjetividad y el deseo de reconectar la teoría con la práctica. (...) En este nivel de análisis, la cuestión central que está en juego es la crítica del universalismo identificado con lo masculino, y de la masculinidad que se proyecta como pseudo-universal. Esto acompaña además la crítica de las ideas de alteridad como sinónimo de desvalorización. (Braidotti, 2000, p. 185)

A diferencia del conocimiento moderno colonial y heteropatriarcal, afincado aún en las academias, las así llamadas epistemologías emergentes, entre las cuales se hallan las epistemologías del tránsito y nómades,critican las pretensiones de objetividad o de saberes enmarcados en una generalidad expansiva que resuelve la comprensión del mundo mediante fórmulas generales y de manera autoritaria.

Autoetnografía, transdisciplinariedad y saber performático

Intervención e investigación radical

Por otra parte, la autoetnografía no solo permite ubicar la investigación en un contexto geopolítico y corpopolítico establecido que le da una riqueza particular a su ejercicio de saber, en tanto que disidente de la modernidad, colonialidad y el heteropatriarcado, sino que, a la vez, permite un movimiento transdisciplinar que puede poner en tensión el intelectualismo proveniente de los discursos hegemónicos de las disciplinas.

Es aquí donde el ejercicio de autoetnografía opera otra fractura dentro de los regímenes discursivo de la academia tradicional. Se trata de esas actividades de participación en las que el investigador agencia procesos de encuentro, debate, discusión; más allá del rastreo de muestras o de los cuadernos de apuntes en que se ubica una descripción (siempre parcial, subjetiva y ficcional) de lo que se aprecia. Con esta metodología se ejecutan intervenciones colectivas en espacios institucionales y no institucionales que permiten registrar y traer a la experiencia de configuración de saber, ele-mentos ajenos a los discursos tradicionales.

Es aquí donde el ejercicio de autoetnografía opera otra fractura dentro de los regímenes discursivo de la academia tradicional. Se trata de esas actividades de participación en las que el investigador agencia procesos de encuentro, debate, discusión; más allá del rastreo de muestras o de los cuadernos de apuntes enque se ubica una descripción (siempre parcial, subjetiva y ficcional) de lo que se aprecia. Con esta metodología se ejecutan intervenciones colectivas en espacios institucionales y no institucionales que permiten registrar y traer a la experiencia de configuración de saber, elementos ajenos a los discursos tradicionales.

Estas prácticas de investigación en línea autoetnográfica se vinculan con lo que Dwight Conquergood denominó intervención e investigación radical (2002). Aquí nos encontramos con una investigación hecha por el cuerpo del investigador; cuerpo con el que atraviesa el campo de investigación y con el que se encuentra y des-encuentra con otros cuerpos que allí se ubican, en calidad de operadores, agentes creadores, constructores de las realidades sociales a partir de las acciones que realizan (performance).

Todo ello cabe en un diario que no se escribe sola-mente; la bitácora del investigador autoetnográfico se encuentra en muchos archivos y modos de registro. La memoria de la investigación no queda reducida a la palabra escrita, a las cintas magnetofónicas, a los audios digitales o videos de un espectador altisonante que mira en picada los sucesos en los que devienen los de abajo, los del borde, como si se tratara de un grupo de termitas, ausentes a la mirada que las analiza desde arriba, para luego formalizar con un lenguaje abstracto y desencarnado aquello que considera que ha visto, que registra y que haría isotopía y encaje con las fórmulas que expresa la aquiescencia de aquellas actividades observadas.

A diferencia de ello, el método aquí propuesto trata de una mirada que no busca la observación para la mera descripción, sino que explora el encuentro (con la posibilidad permanente del desencuentro, el rechazo, el debate e incluso la guerra simbólica o física de una exigencia por el respeto, la dignidad, el sentido común y un ‘no más’ a las violencias epistémicas o de otro orden), en una permanente exposición y vulnerabilidad que envuelve al investigador, sin que este pueda controlar de forma completa y de modo definitivo la circunstancia, como si se tratara de una dictadura de la producción de saberes a cualquier precio; aquí se renuncia al control absoluto, al estricto y psicorrígido programa de avance investigativo:

Estas son las formas no serias de saber que la cultura dominante descuida, excluye, reprime o simplemente no reconoce. Los conocimientos subyugados se han borrado porque son ilegibles; existen, en general, como cuerpos activos de significado, fuera de los libros, eludiendo las fuerzas de inscripción que los harían legibles y, por lo tanto, legítimos (...). En términos aún más fuertes, Ray-mond Williams desafió la arrogancia basada en la clase del escritocentrismo, señalando el “error” y la “ilusión” de las personas “altamente educadas” que están “tan motivadas en su lectura” que “no se dan cuenta de que hay otras formas de habilidades, inteligencia y actividad creativa”, tales como el “teatro “ y el “activismo político”. Este “error” se asemeja al del reformador estrecho que supone que los trabajadores agrícolas y los artesanos del pueblo carecían de educación, simplemente porque no sabían leer. Él argumentaba que “el desprecio” por el desempeño y la actividad práctica, “que siempre está latente en los altamente alfabetiza-dos, es una marca de los límites del observador, no de las actividades mismas” ([1958] 1983, p. 309). Williams criticó a los académicos por limitar sus fuentes a materiales escritos; estoy de acuerdo con Burke en que la erudición está tan sesgada hacia los textos que incluso cuando los investigadores atienden la acción humana extralingüística y los eventos encarnados, los interpretan como textos para leer. Según De Certeau, este escritocentrismo es un sello distintivo del imperialismo occidental. Escrito está sobre las puertas de la modernidad, este letrero: “Aquí sólo se entiende lo que está escrito”. Tal es la ley interna de lo que se ha constituido como” occidental [y blanco] (1984, p. 161). (Conquergood, 2002, p. 147, traducción libre)

Considerando que el investigador se debate en un texto vivo que se escribe en las maneras de extensión de su cuerpo, tanto como en el cuerpo mismo, la experiencia de investigación está viva en una memoria que se interpela a sí misma en tanto que facultad y función de la subjetividad, de la identidad del investigador, lo cual no la hace ajena a las volubles marejadas anímicas que el trabajo de campo, en estos términos autoetnográficos, provoca. El investigador es vulnerable (Behar, 1996) y no puede más que ir construyendo narrativas en diatriba, tanto consigo mismo, como con los que se inscribe en el discurso, con los que se encuentra en el diálogo, con los que choca en el stage del que-hacer cotidiano de su investigación y de su activismo (Calderón, 2016)

Así que, la investigación dislocada del autoetnógrafo, no recurre a una mirada normalizada o establecida a priori. En el compromiso de su cotidianidad, la investigación ora se ralentiza, ora se agiliza, ora se estanca, ora hinca el diente de su contenido en la médula espinal, tensa el cuerpo, duele, desgarra el corazón, entumece, paraliza; luego, arde, echa fuego, enardece, entusiasma y hace brotar pensamientos adecuados a la compleja realidad en la que están insertos; entonces es cuando la investigación brota luz y anima el sentido de toda la experiencia, dando un resultado que contribuye a la transformación del campo de investigación, a la vez que fortalece al investigador en tanto que ciudadano, científico social y persona

Cuerpos expuestos, performance y excedencia de la acción como saber

Un ejemplo de la manera en que se aborda una investigación que combina el entrecruce de los cuerpos en la investigación, la convergencia de las miradas múltiples y el autor descentrado en tanto que epicentralidad de la escritura, son las historias que relata el libro Queer Geographies en el que se entrecruzan los ejercicios de investigación de varios autores en relación con circunstancias de sexualidad y género. En tales trabajos los participantes ven atravesadas sus experiencias por acciones que connotan opresión de género y violencia hacia las sexualidades diversas. El trabajo que combina formatos de archivo y registros varios relacionados con prácticas artísticas y visuales, es definido por los auto-res como un trabajo que:

(...) explora las posibilidades de identidades queer que se viven fuera de la supremacía heteronormativa, descubriendo cómo el género y la sexualidad se forman de manera diferente en los paisajes de las ciudades y examinando cómo podemos dar forma y articular la ciudad nosotros mismos. Las obras y los textos provienen de talleres de “Geografía Queer” celebrados en Beirut, Tijuana

Foto 3.

Foto 3.

El libro Queer geographies que menciono como ejemplo cuenta, dentro de sus experimentos, intervenciones y propuestas de investigación visual (es un libro sobre trabajos de investigación que culminaron traducidos a experiencias visuales mediante el arte) con un ejercicio que consistió en una práctica de registro del desplazamiento en automóvil, realizado por Omar Mismar, que refleja los actos de tomarse de la mano y soltarse en las calles de Beirut mientras el coche iba en marcha. El texto, guiño de una memoria activa y en flagrante confrontación con un sistema de rechazo a los afectos homoeróticos y a las prácticas homosexuales, indica con la fuerza propia de una descripción emblemática del acontecer, una suerte de juego y apuesta al riesgo, al devenir vulnerable y al huir de la flagrante exposición al rechazo y la violencia.

El texto, guiño de una memoria activa y en flagrante confrontación con un sistema de rechazo a los afectos homoeróticos y a las prácticas homosexuales, indica con la fuerza propia de una descripción emblemática del acontecer, una suerte de juego y apuesta al riesgo, al devenir vulnerable y al huir de la flagrante exposición al rechazo y la violencia.

Él está conduciendo y yo estoy sentado a su lado, a veces me aproximo y pongo mi mano en la suya, otras veces él llega a mi lado y pone su mano en la mía. Vagamos, hablamos y miramos. Tomarse de las manos se convierte en un riesgo, un acto secreto, divertido por ser peligroso. Agarramos y soltamos, dependiendo de dónde estemos, quién está a nuestro lado y qué está cerca. La celebración se interrumpe: un semáforo, un automóvil adyacente más alto, un vendedor de rosas, un mendigo, un repartidor, un transeúnte, una conversación acalorada, una mirada celosa (...) Como espacio gay translúcido, el automóvil es vulnerable y expuesto. La ciudad y su gente se convierten en una ame-naza. La ‘revuelta’ sucede de vez en cuando al mantenernos tomados de la mano incluso cuando todo lo que nos rodea (y todo lo que aprendimos e internalizamos) nos dice que no lo hagamos. Podríamos decir que es una forma de resistencia. Contribuimos a la interrupción de nuestra mano juntas tanto como todos lo hacen. La causa para soltarnos puede ser interna: una conversación, una disputa, una mano sudorosa ... La rutina de ninguna manera es consistente. Depende de nuestro estado de ánimo y de cuán alertas estemos al exterior incluso cuando nos encontremos con las mismas amenazas. Parece que estamos amenazados por todo y nada simultáneamente. (Lau, Lau, Arsanios, Zúñiga-González, Kriger, Mismar, et al. 2013, p. 27, traducción libre)

De la misma manera en que este saber es un saber que pone al cuerpo del investigador en el trabajo de campo, bajo la constante tensión de la experiencia, así como del vértigo que produce la sensación de abandonar la centralidad de la escritura y de una observación al mar- gen del saber convencional, se puede reconocer que el cuerpo involucrado, al realizar el “trabajo de campo”, habita el experimento, se deja estremecer por los movimientos propios de ese devenir en el que acontece junto a otros cuerpos. Estas cualidades le brindan una posibilidad de construcción de la memoria en otro nivel de archivo y le permite crear otra manera de registro distinto a la escritura, así como narrar desde las fronteras de la historia atravesando, incluso, los muros de las continuas definiciones.

Se mueve la investigación de ese saber académico construido en la barrera, atalayado en el confort del estudio o del aula, configurado mediante narraciones que formalizan anteriores experiencias registrada en la palabra y la escritura. Sistematizaciones que dejan por fuera de la definición las anécdotas importantes que se dan en el ámbito de la vida vivida, concreta y real.

En esta nueva escritura se puede reconocer que el cuerpo involucrado, al realizar el “trabajo de campo”, habita el experimento, se deja estremecer por los movimientos propios de ese devenir en el que acontece junto a otros cuerpos, lo que le brinda una construcción de la memoria en otro nivel de archivo y le permite crear otras maneras de registro, distintas a la escritura, así como narrar desde las fronteras de las historias vividas atravesando, incluso, los muros de las convencionales definiciones que no pueden contener la riqueza y complejidad de la vida individual y colectiva.

Este tipo de desbordamiento semántico no pierde el sentido, la ruta, el método, aunque someta a constante tránsito al saber, lo haga nómade y quizás migrante. Puede ser, incluso, un saber que, al traspasar las fronteras de cualquier régimen discursivo, pondera saberes impropios, tensionadores, mojados (wetback), indocumentados, ilegales e indeseados. Por esta razón es que Conquerwood ha indicado que el saber obtenido mediante prácticas descentradas, como las que se están indicando, configuran conocimientos que se basan en las acciones concretas y circulan a través de la comunidad mediante su propio performance (2002).

En este sentido se puede indicar que las mismas prácticas son performáticas en tanto que actúan, se ejecutan y en esa medida realizan el saber; quizás sea en vice- versa, el saber acontece porque se ejecuta y es porque hay saber que hay ejecución. A esto se le llama un saber y un conocer performático.

Esto quiere decir que la ejecución de algo provoca una excedencia de la ejecución, algo que queda en un esta tus diverso al ejercicio como fuerza, acontecimiento de acción o trabajo, y que bien se puede establecer como conocimiento. No obstante, este conocimiento no opera en los lugares convencionales del saber porque justa- mente se ubica lejos de las nociones de saber moderno cuyo apotegma es la “claridad” y la “distinción” 3 , mientras que aquí se opera en los bordes de tal definición, lo que le da un talante de un saber performático que se ejecuta como un conocimiento liminal, de frontera, alterno, como se ha señalado. Otros modos de registro, archivo y memoria para construir otras historias y otras revoluciones Carolyn Ellis, coincide con Conquerwood cuando menciona que este tipo de investigación no solo recurre a las convencionales producciones del saber normado basadas en la narrativa escrita, sino que aprovecha otras maneras de ejecutar registro para ampliar las fronteras y traspasar las barreras de los lenguajes tradicionales en la construcción de saberes. En cuanto a estas nuevas configuraciones de producción discursiva, no ceñida estrictamente al lenguaje oral o escrito, apela a la producción visual como agente y portador de saberes.

El autoetnógrafo quiebra los límites de producción discursiva para incursionar en campos como que ya se han mencionado: fotografía, video clip, video documental, poesía, intercambiando el ensayo personal con el científico, la autointerpretación de sus propuestas y particulares visiones, haciendo énfasis en el correlato que todo esto puede tener con otras historias, traduciendo su propio sentir para ser comprendido por otros sentires análogos, ello situado en el seno de la vida social y política; es decir, ligando su experiencia con la vida de otros para entretejer vínculos, de tal manera que en esos vínculos se revelen asuntos importantes sobre el modo en que se trasiega como investigador y de los posibles efectos de la investigación en el contexto en el que la misma nace y se ejecuta.

De alguna manera es una investigación performativa porque, a la vez que avanza como proceso de reconocimiento, producción de saberes, análisis de los contextos y de vínculos sociales entre individuos, afecta e interrumpe el flujo normal de los saberes y de los acontecimientos, reorientando el sentido de los mismos.

La autoetnografía es un género autobiográfico de escritura e investigación que muestra múltiples capas de conciencia. Los autoetnógrafos miran de ida y vuelta, primero a través de una lente etnográfica de gran angular, enfocándose en aspectos sociales y culturales de su experiencia personal; luego, miran hacia adentro, exponiendo un yo vulnerable que se mueve y puede moverse, refractar y resistir las interpretaciones culturales.

A medida que avanzan hacia atrás y hacia adelante, hacia adentro y hacia afuera, las distinciones entre lo personal y lo cultural se vuelven borrosas, a veces más allá del reconocimiento distintivo. Generalmente escritos en voz en primera persona, los textos autoetnográficos aparecen en una variedad de formas: cuentos, poesía, ficción, novelas, ensayos fotográficos, ensayos personales, diarios, escritura fragmentada y en capas, y prosa de ciencias sociales. En estos textos, se presentan acciones concretas, diálogo, emoción, encarnación, espiritualidad y autoconciencia, que aparecen como historias relacionales e institucionales impactadas por la historia y la estructura social, que se revelan dialécticamente a través de acciones, sentimientos, pensamientos y lenguaje. (Ellis, 1999, p. 17, traducción libre)

Por esta razón, aunque con un tinte propio que se diferencia un poco de la ruta señalada por Ellis, debido quizás a un sentir latinoamericano que incluye visos de una realidad psicomágica 4 , mágico-realista, los registros del investigador autoetnográfico en el contexto latinoamericano no sólo abarcan maneras tradicionales de la etnografía como los diarios de campo, los audios, los registros fílmicos, videográficos, entre otros; la onda expansiva del registro de la acción investigativa, de la militancia concreta, y la memoria de la actividad autoetnográfica del latinoamericano hace hendiduras en los espacios, genera grietas en las paredes y el piso, produce vetas en los objetos.

La fuerza mnémica de la investigación opera registros en los sonidos de las canciones, en los versos de los poemas, en las manchas de café de los libros, en la barba o el cabello que se hace cano, en las arrugas de los ojos, las manos maltratadas al cocinar para aquellos con los que el investigador se encuentra involucrado en un trasegar político, ético, estético, artístico, culinario y demás.

La memoria no queda supeditada al discurso de la palabra escrita o del registro oral en un audio; la escritura es tan solo una parte de la posibilidad mnémica del archivo autoetnográfico, pues, los marcos en los quela investigación queda establecida recortan los mapas prediseñados, quiebra las geografías indicadas por los poderes instituidos y transita con otras posibilidades debido a las nuevas historias provenientes de las complejas acciones dadas en el campo de la investigación.

Las acciones que, al acontecer, modifican los mapas establecidos dentro de las geografías del poder, tienen como motores de su acontecimiento y de su contingencia a los cuerpos de quienes establecen las tramas dentro de los campos en los que se incursiona como investigador; también al cuerpo del investigador en tanto que actividad de su obrar investigando (Conquerwood, 2002).Esta es la señal de su poder performático y es que produce un rendimiento epistémico en cuanto aconteceen la interacción de cuerpos que se articulan en entramados de relaciones ricas, variadas, dinámicas y contingentes en nichos sociales concretos, en retículas de interacción que pueden llegar a superar antiguas limitaciones espacio-temporales. No se trata, simple- mente, de una investigación que establece su afectividad epistémica tan solo porque el investigador la ha deseado de antemano, en una especie de economía de la verdad que se prefigura ese saber, sino de lo que pueden esos cuerpos (Butler, 2002) en el momento en que se instala la investigación en las redes de interacción y de lo que les es permitido y negado por el deseo objetivado de los demás, es decir, por los otros cuerpos en las intensidades de una retícula que los contiene y relaciona.

Inflexión de los saberes nómadas, liminales y rebeldes

Ese poder no se regula sin más para hacer que los cuerpos obedezcan al deseo del investigador y que en el momento de la formalización de la experiencia a través de la creación del texto y, gracias al análisis de los diversos registros o lugares de la memoria, se cristalice nuevamente la vivencia en un discurso cerrado que resuelve todo de un buena vez, mostrando los mapas que definen esos territorios del deseo (objetivado en los cuerpos que lo agencian) con el fin de ofrecer una guía para todo aquel que quiera saber qué dicen, cómo se articulan y de qué manera operan esos cuerpos en los nichos sociales concretos de la investigación como narrativa textual, ficción del autor u objetividad indiscutible de un observador invulnerable. Es preciso recordar que los mapas son atravesados por historias que corren las geografías modificándolas constantemente, las erosionan en el trasegar de su emergencia contingente, esporádica y súbita (De Certeau, 2000).

Un mapa (De Certeau, 2000) es algo más que una geografía, y esa geografía es algo más que una topografía, es más que un relieve. Toda geografía siempre implica a los cuerpos, pero no como una población de autómatas, como si fueran cuerpos vacíos de sí en espera de un narrador que les otorgue una subjetividad; es decir, como si fueran cuerpos que están a la espera de un investigador que venga a descubrir sus territorios y a otorgar un estatus ontológico y epistémico en un diario de viaje; por el contrario, múltiples y móviles sujetos vociferan en el interior de los cuerpos y subyacen, agazapados en las espesuras de sus propios bosques, en la intimidad de sí, en el fuero interno que los contiene en la polivocidad de su experiencia y de las identificciones 5 que reverberan encada manera de interpretarse y comprenderse así mismo.

Cuerpos que están prestos a dislocar el mapa, a desactualizarlo, tornándolo obsoleto, y a lo sumo, en pieza de museo en el intenso ejercicio de aquellos aficionados a conservar en anaqueles de anticuario y antiguas bibliotecas, espacios muertos de museo.

La autoetnografía como saber performático es algo más que una satisfacción de la curiosidad o de un estudio de la verdad de esos cuerpos para aplicar estrategias de administración sobre ellos en cualquier sentido gnoseológico que pretenda agotar tanto el saber, como el poder del saber sobre ellos; supera por mucho siempre a las narrativas del etnógrafo y frustra todo dominio simbólico, moral, político, antropológico, sociológico, etc., que pretenda imponerse, aún bajo el cariz de una noble causa —al ingenuo estilo de Bartolomé de Las Casas— sostenida por aquellos que redimen a los marginados o discriminados, a los migrantes o los ninguneados, a los “subyugados del conocimiento” (Foucault, 1979), a los subalternos por los cuales pretenden hablar (Spivak, 1998).

En cualquier caso, el investigador, así investido, no dejará de inventar unos sujetos que existen en el mapa, pero cuyas geografías se verán, en algún momento,

Esto sucede en el proceso de subjetivación o configuración de sí mismo. interrumpidas por las historias, traicionadas por las historias, burladas por las historias que en la plena contingencia de su devenir cuerpos, emergen erosionando los relieves. Es una suerte de tensión que hace de los subordinados del saber etnográfico de las humanidades, sujetos que se mantienen entre el apresamiento de una trascendencia ficcionada por el científico colonizador y la permanente resistencia y liberación, desde la inmanencia (Deleuze y Guattari, 2004), que procede de una voluntad de saber (Foucault, 2012) y hacer propia, desconocida por la arrogante actitud peritocéntrica que en vano los adscribe a una subjetividad trascendente en el mapa.

Esto es lo que indica Conquerwood cuando habla de los estudios sobre performance y la manera en que tales estudios establecen nuevas claves para una investigación autoetnográfica, comprehensiva de otro modo y rebelde a las prácticas de un saber disciplinar, cerrado y escritocéntrico.

El proyecto de estudios sobre performance hace su intervención más radical, creo, al abarcar tanto la erudición escrita como el trabajo creativo, trabajos y presentaciones. Desafiamos mejor la hegemonía del texto mediante la reconfiguración de textos y representaciones en tensión horizontal y metonímica, no reemplazando una jerarquía por otra, el romance de la interpretación por la autoridad del texto. La “norma liminal” que Jon McKenzie identifica como la carta de presentación de los estudios de performance (2001: 41) se manifiesta con más fuerza en la lucha por vivir entre la teoría y la teatralidad, los paradigmas y las prácticas, la reflexión crítica y el logro creativo.

Foto 4.

Foto 4.

Los estudios sobre performance traen esta rara hibridación a la academia, una combinación de formas analíticas y artísticas de conocimiento que perturba la organización institucional del conocimiento y las disciplinas.

La liminalidad constitutiva de los estudios sobre performance radica en su capacidad para unir conocimientos segregados y de valores diferentes, uniendo modos de investigación legítimos y subyugados. (Conquerwood, 2002, p. 151)Por supuesto, los estudios sobre performance han demostrado que las prácticas que se pueden circunscribir al campo del performance en tanto que basamento para algún tipo de epistemología o energía que activa y produce saberes de otro tipo, son tan múltiples que es imposible comprender tal campo como área; su versatilidad es justamente una tendencia a una inflexión.

Se dice inflexión y se subraya para diferenciar el tiempo y deslindar la actividad de producción de conocimiento de la actividad de la reflexión, puesto que el momento reflexivo de la abstracción y la contemplación requeriría de un tiempo y un distanciamiento de la acción para diseñar un sistema representacional, una organización del saber, más allá del cuerpo que provoca el saber performático en su acontecer entre otros cuerpos; por lo cual, no habría distinción con los métodos y procedimientos epistemológicos propios de la modernidad y sus regímenes discursivo y disciplinarios.

La inflexión del saber autoetnográfico, en tanto que performático, es una actividad que desafía, de muchas maneras, la lógica de la representación, así como impugna los principios de la formalidad estática sus- tentada por los tres principios lógicos, a saber, de identidad, no contradicción y tercero excluido. En este campo de actividades, de performance epistémico, la ambigüedad que atraviesa las definiciones (Taylor, 2011) las entrelaza, las superpone y desacomoda, tiene múltiples sustratos (McKenzie, 2001) y se mueve rauda y tangencialmente en direcciones infinitas en el espacio.

Es preciso aclarar que cuando se habla de espacio no se piensa en un plano cartesiano, sino en una especie de punto dentro de una esfera o cubo, cuyos vectores pueden ir en tantos sentidos que es imposible determinar cuál sea la línea privilegiada que puede llevar a un mejor destino en la realización del saber. Lo que se intenta señalar es que el método autoetnográfico y laboratorio performático constituye un campo de permanente análisis, una inflexión constante de pro- ducción de saberes desde el cuerpo, que resulta casi indisociable de una investigación emancipadora, abierta y de cara a la diferencia en tanto que infinito.

Este ensayo es justamente eso, una prueba, una pro- vocación, por lo cual no quisiera concluir, no hay nada qué concluir cuando todo está al borde del reset. Omito deliberadamente las conclusiones para no incurrir en el tradicional listado de ítems que recogen las ideas. Quiero dejar abierto el sendero para que se realicen derivas, para averiguar caminos. Dejo a cada lector y lectora las conclusiones, para no obligar a pensar y constreñir nuevamente la narrativa a aquello que yo, como escritor e investigador, aspiro. Invito a la traducción-traición, a la tensión, siempre y cuando no sea agónica, sino afectiva, efectiva y transformadora.

Foto 5.

Foto 5.

Acknowledgements

Agradecimientos

A mi madre, Alba Teresa Rodelo, fallecida el 1º de enero de 2020

Referencias:

Adams, T. & Jones, S. (2008). “Autoethnography is Queer”. In Denzin, N. K., Lincoln, Y. S., & Smith, L. T. Handbook of Critical and Indigenous Methodologies (pp. 373-390). Thousand Oaks, CA, Sage.

Behar, R. (1993), Translated Woman: Crossing the Border with Esperanza’s Story. Boston: Beacon Press.

. (1996), The Vulnerable Observer, Anthropology that Breaks your Heart. Boston: Beacon Press.

. (2003), “Ethnography and the book that was lost”, en Ethnography, 4(1), 15-39, fuente digital: http://bit.ly/33bUXBH (consultado el 06/10/2019)[Link]

. (2009), Cuéntame algo, aunque sea una

Conquerwood, D. (2002) “Performance Studies Interventions and Radical Research”, The Drama Review 46, 2, New York University and the Massachusetts Institute of Technology, New York.

De Certeau, M. (2000) La invención de lo cotidiano. Vol. I Artes de hacer. México, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

Calderón Rodelo, Y. (2019), “Arte y epistemologías emergentes. Hacia una hermenéutica de sujetos subalternizados” Estudios Artísticos, Julio-Diciembre, Bogotá, Universidad Distrital, p., 157-177. Fuente digital http://bit.ly/2oV4yOj (consultado el 06/10/2019).[Link]

. (2019) “Performance: Hacia Un Paradigma Sin Paradigma o Un Paradigma Abierto” Fuente digital: http://bit.ly/2OnBoC5 (consultado el 06/10/2019).[Link]

. (2016) Deviniendo Loca: textualidades de una marica sureada. Santiago de Chile, Los libros de la mujer rota.

. (2015). “La narrativa contestataria del deviniendo loca en América Latina. Un experimento decolonial y auto-etnográfico desde la ex-centricidad”, Extravío. Revista electrónica de literatura comparada

. (2014) “De como unO se vuelve unA disidente” Canibaal Revista, “Sexo y Locura” Vol.

Habitar, cocinar. México, Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

Ellis, C. (1999), “Heartful Autoethnography”, “Keynote addresses from the first annual advances in qualitative methods conference” en Qualitative Health Research, USA: Sage.

. (2009), Revision: autoethnographic reflections on life and work, Walnut Creek, California: Left Coast Press.

Ellis, C. y Bochner, A. (eds.) (2000), Composing Ethnography: Alternative Forms of Qualitative Writing, Walnut Creek, California: Altamira Press.

. (2004), “Autoethnography, Personal Narrative, Reflexivity. Researcher as Subject”, en Denzin,N. y Lincoln, Y., Collecting and Interpreting Qualitative Materials, Thousand Oaks, California, Sage.

Ellis, Adams, et alt, (2015) “Autoetnografía, un panorama”, Astrolabio. Nueva Época N. 15, trad. Martínez, A et alt. Buenos Aires, p. Ciecs, Conicet.

Foucault, M. (1979) Microfísica del poder. Madrid, La Piqueta.

. (2002) La hermenéutica del sujeto, curso en el Collége de France (1981-1982). México, Fondo de Cultura Económica.

Holman-Jones, S. (2005) “Auto Ethnography: Making the Personal Political”. In: Denzin, N.K. and Lincoln, Y.S., Eds., Handbook of Qualitative Research, , Thousand Oaks, Sage.

Jodorowsky, A. (2009) Manual de psicomagia. Siruela, Santiago de Chile.

Lau, Lau, Arsanios, Zúñiga-González, Kriger, Mismar. (2013) Queer Geographies, Roskilde, Museet for Samtidskunst // Museum of Contemporary Art.

Le Breton, D. (2002) Antropología del cuerpo y modernidad. Buenos Aires: Nueva Visión.

Massad, J. (2007) Desiring Arabs. Chicago University Press.

Mckenzie, J. (2011) “Performance y globalización”, en Taylor y Fuentes ed. Estudios avanzados de

Sedgwick, K.E. (2002) “A(queer) y ahora”, en Mérida Jiménez, R., ed, Sexualidades transgresoras, una antología de estudios queer, Barcelona, Icaria, p. 29-54

. (1998) Epistemología del armario, Barcelona. Ediciones de la Tempestad.

Taylor, Diana, y Marcela A. Fuentes (edits.), (2011) Estudios avanzados de performance, México, Fondo de Cultura Económica, Instituto Hemisférico de Performance y Política, Tisch School of the Arts, New York University.

Notas

En lo que sigue hace referencia, no ya al sujeto, sino a la corpo-subjetividad. La razón de esta manera de enunciar se sustenta en el hecho de que en las epistemologías emergentes el sujeto es siempre sujeto encarnado, es decir, es sujeto performativo, es sujetocorporizado (Le Breton, 2002).
Dentro de los estudios de performance y en la introducción al libro editado por Marcela Fuentes y Diana Taylor titulado Estudios avanzados sobre performance (2011) hay una introducción que define performance. El performance es algo que efectúa o rinde algo. Porello existe un performance epistémico, un rendimiento de saber, en el caso de la autoetnografía y en concreto con el caso expuesto por Ruth Behar (2003).
En la filosofía cartesiana fundadora de la modernidad estos son dos de los criterios mínimos que debe tener un conocimiento para ser valorado como tal. Son dos principios de la epistemología racionalista que funda el saber moderno, colonial, capitalista y heteropatriarcal.
Se alude al término muy usado en los ámbitos del performanceart de psicomagia, tal como ha sido acuñado por Jodorowsky en su libro Manual de Psicomagia (2009).
En este trabajo se asume que el yo es un “centro de gravedadnarrativa” (Dennet, 2013) por lo cual nos atenemos a que los actos deidentificación son maneras de ficcionar propias de un sujeto-cuerpoen los actos de interpretación y autorreconocimiento. Esto sucede en el proceso de subjetivación o configuración de sí mismo.
Loading...