¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural

What Is Barbie’s Game? Mandatory Heterosexuality And Cultural Agency

Autores/as

  • Maria Teresa Garzón M Universidad Autónoma de México

Palabras clave:

agencia cultural, feminismo, heterosexualidad, sistema político (es).

Palabras clave:

cultural agency, feminism, heterosexuality, political system (en).

Biografía del autor/a

Maria Teresa Garzón M, Universidad Autónoma de México

Profesional en Estudios Literarios, Especialista en Estudios Culturales, Maestra en feminismo y Estudios de Género. Se ha desempeñado como docente en varias universidades de la capital, ha participado en proyectos de investigación y gestión de políticas públicas, consumos culturales y crítica literaria feminista y se ha desempeñado como editora en temas de la cultura, el arte y el feminismo. En la actualidad, es docente de la Universidad Nacional de Colombia en el área de estudios de género y presta sus servicios profesionales a la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

Referencias

Braidotti, Rosi (2004). "El ciberfeminismo con una diferencia", en Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Gedisa: Barcelona.

Falquet, Jules (2004). Breve reseña de algunas teorías lésbicas. Disponible en: www.ciudadaniasexual.org/.../ Lesbianismo-JulesFalquett.pdf. Consultado en agosto de 2010.

Haraway, Donna (1995). "Manifiesto cyborg", en: Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra.

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Mongrovejo, Norma (1996). El amor es bxh/2. Una propuesta de análisis histórico-metodológico del movimiento lesbico y sus amores con los movimientos homosexual y feminista en América Latina. México: CEDAHL.

Mongrovejo, Norma (2004). Teoría lésbica, participación política y literatura. México: Universidad de la Ciudad de México.

Wittig, Monique. (2005) El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Madrid: Eagles.

Cómo citar

APA

Garzón M, M. T. (2011). ¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural. Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, 5(6), 45–54. https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.c14.2011.1.a04

ACM

[1]
Garzón M, M.T. 2011. ¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural. Calle 14 revista de investigación en el campo del arte. 5, 6 (sep. 2011), 45–54. DOI:https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.c14.2011.1.a04.

ACS

(1)
Garzón M, M. T. ¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural. calle 14 rev. investig. campo arte 2011, 5, 45-54.

ABNT

GARZÓN M, Maria Teresa. ¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural. Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, [S. l.], v. 5, n. 6, p. 45–54, 2011. DOI: 10.14483/udistrital.jour.c14.2011.1.a04. Disponível em: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/2908. Acesso em: 28 mar. 2024.

Chicago

Garzón M, Maria Teresa. 2011. «¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural». Calle 14 revista de investigación en el campo del arte 5 (6):45-54. https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.c14.2011.1.a04.

Harvard

Garzón M, M. T. (2011) «¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural», Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, 5(6), pp. 45–54. doi: 10.14483/udistrital.jour.c14.2011.1.a04.

IEEE

[1]
M. T. Garzón M, «¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural», calle 14 rev. investig. campo arte, vol. 5, n.º 6, pp. 45–54, sep. 2011.

MLA

Garzón M, Maria Teresa. «¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural». Calle 14 revista de investigación en el campo del arte, vol. 5, n.º 6, septiembre de 2011, pp. 45-54, doi:10.14483/udistrital.jour.c14.2011.1.a04.

Turabian

Garzón M, Maria Teresa. «¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural». Calle 14 revista de investigación en el campo del arte 5, no. 6 (septiembre 5, 2011): 45–54. Accedido marzo 28, 2024. https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/2908.

Vancouver

1.
Garzón M MT. ¿A qué juega barbie? obligatoria y heterosexualidad agencia cultural. calle 14 rev. investig. campo arte [Internet]. 5 de septiembre de 2011 [citado 28 de marzo de 2024];5(6):45-54. Disponible en: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/2908

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¿A QUÉ JUEGA BARBIE? HETEROSEXUALIDAD OBLIGATORIA Y AGENCIA CULTURAL

Artículo de reflexión Maria

Maria Teresa Garzón M. Universidad Autónoma de México, Unidad Xochimilco / talmasca_tere@yahoo.es
Profesional en Estudios Literarios, Especialista en Estudios Culturales, Maestra en feminismo y Estudios de Género. Se ha desempeñado como docente en varias universidades de la capital, ha participado en proyectos de investigación y gestión de políticas públicas, consumos culturales y crítica literaria feminista y se ha desempeñado como editora en temas de la cultura, el arte y el feminismo. En la actualidad, es docente de la Universidad Nacional de Colombia en el área de estudios de género y presta sus servicios profesionales a la Facultad de Artes ASAB de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

RESUMEN

A través del examen de una experiencia de agencia cultural, este artículo de reflexión aborda el concepto de heterosexualidad obligatoria, o heteronormatividad, y lo concibe como un sistema político que tiene impacto en la vida de las mujeres, al constreñirlas en una forma dicotómica de existir, relacionarse y definirse. Se estima que gracias a la agencia cultural es posible cuestionar ese sistema político —logrando un impacto en el mundo de lo simbólico y lo imaginario que lo convierte en hegemónico— y contribuir a su desmonte.

PALABRAS CLAVES

agencia cultural, feminismo, heterosexualidad, sistema político

WHAT IS BARBIE’S GAME? MANDATORY HETEROSEXUALITY AND CULTURAL AGENCY

ABSTRACT

Through the assessment of an experience in cultural agency, this article of reflection tackles the concept of mandatory heterosexuality, or heteronormativity, and sees it as a political system that has an impact on the life of women, because it constrains them in a dichotomic form of existing, relating and defining themselves. Cultural agency is proposed as a way of questioning that political system —with an impact on the symbolic and imaginary aspects that make it hegemonic— thus contributing to its disassembly. KEY WORDS cultural agency, feminism, heterosexuality, political system

¿À QU’EST-CE QUE JOUE LA BARBIE? HÉTÉROSEXUALITÉ OBLIGATOIRE ET AGENCE CULTUREL

RÉSUMÉ

À travers de l’examen d’une expérience d’agence culturel, cet article de réflexion introduit le concept de l’hétérosexualité obligatoire, ou hétéronormativité, et le definit comme un système politique qui a une grande incidence dans la vie des femmes, car il les attrape dans une manière dichotomique d’être de se rapprocher et de se définir. C’est grâce à l’agence culturel qui'l est possible de mettre en débat ce système politique et retentir dans le monde du symbolique et de l’imaginaire qui le transforme en hégémonique, de cette façon contribuant à son démontage.

MOTS-CLÉS

agence culturel, féminisme, hétérosexualité, système politique “¿A qué juega Barbie?”. Fotografía de la película. Mujeres al Borde, 2010.

DE QUE BRINCA A BARBIE? HETEROSEXUALIDADE OBRIGATÓRIA E AGÊNCIA CULTURAL

RESUMO

Através da avaliação de uma experiência de agência cultural, este artigo de reflexão aborda conceitos de heterossexualidade obrigatória, ou heteronormatividade e é concebido como um sistema político que tem impacto na vida das mulheres, ao constrangê-las duma forma dicotômica de existir, se relacionar e definir. Estima-se que graças à agência cultural é possível questionar esse sistema político – alcançando um impacto no mundo do simbólico e do imaginário que o converte em hegemônico – e contribui a seu desmonte.

PALAVRAS-CHAVE:

agência cultural, feminismo, heterossexualidade, sistema político

¿IMAPA PUGLLA BARBIE? SUJKUNAUAMUNAY CHURACHISKA KAUACHIYPA YUYAY KAUGSAIUANTA

PISIACHISKA

Auallata tapuchiskapi suj yachaska kauachiypa yuyaykaugsaita, kay kilkaska yuyarikuipa kauachimi chi yuyaykuna sujkunauamunay churachiskakamanda, u sujkunauarurachingapa, yuyachiskauanta imasa suj suyuchiska yuyayta kuyuchiykuna ima yukami uajtai uairmikunapa kaugsaipil, manasakispakunata suj rurai chajpichiskasina kaugsaipa, rimariypa kauachiriypauanta. Yacharimi imasa pay chi kauchiypa yuyay kaugsaiuanta allikami tapuchinga chi suyuchiska yuyay kuyuchiykaskata —Sunaichispa suj uajtai chi atun llajtapi yuyaska muskuska ima rurachispa aska atunkaipa— karachispauanta paipa urmachiy.

RIMAIKUNA NIY

kauchiypa yuyay kaugsaiuanta, uarmipuralla, sujkunauamunay, suyuchiska yuyay kuyuchiykaskata.

Recibido el 15 de junio de 2010 Aceptado el 28 de septiembre de 2010

 

“No he venido para decirles cómo acabará todo esto.
Al contrario, he venido a decirles cómo va a comenzar.
Voy a colgar el teléfono y luego voy a enseñarles a
todos lo que ustedes no quieren que vean.
Les enseñaré un mundo sin reglas y sin controles, sin
límites ni fronteras. Un mundo donde cualquier cosa
sea posible. Lo que hagamos después es una decisión
que dejo en sus manos.”

Matrix

 

Soy lesbiana política, no gay ni homosexual ni queer. El deseo funciona en mí de manera diferente, obstinada, como la escritura misma. Soy feminista, anticapitalista, antirracista, anticolonialista y antisexista. Creo ser una identidad política contestataria —cruzada por tantas cosas que ya ni sé — que no se siente a gusto con la heterosexualidad como sistema político, pero sí como práctica erótica. Por eso para mí es de vital importancia estudiar la heterosexualidad y sus efectos en la vida de las mujeres. Con este fin deseo acercarme a la categoría de heterosexualidad obligatoria, a la que también llamo heteronormatividad, y entender cómo la misma se transforma no en una práctica erótica afectiva, sino en un mandato, en un sistema político hegemónico, el cual, no obstante, se puede desmontar a través del impacto de los argumentos simbólicos e imaginarios que le dan sustento. Esto supone un trabajo en el campo de lo cultural, en pro de la construcción de un mundo sin reglas y sin controles, sin límites ni fronteras, donde lo ininteligible no tenga fin. Quiero entonces acercarme a la temática de la siguiente manera: en un primer momento hablaré del feminismo lésbico para ubicar el horizonte de las condiciones de posibilidad que permiten la emergencia de la noción de heterosexualidad obligatoria; luego hablaré específicamente de la noción de heterosexualidad obligatoria; por último, reseñaré una experiencia de agencia cultural que puede aportar al desmonte simbólico e imaginario del sistema político, del no lugar, de la heterosexualidad obligatoria.

La bestia de la sombra

A finales de la década del sesenta, el movimiento lésbico aparece en el ámbito de la sociedad occidental como un “nuevo” movimiento social. Aunque desde hace miles de años se ha hablado de lo lésbico desde diferentes vocabularios, es sólo hasta la mitad del siglo XX que lo lésbico deviene un movimiento político que halló sus primeros aliados en el movimiento homosexual y en el feminismo de la segunda ola. El movimiento lésbico pronto se emancipa, sin embargo, pues no encuentra las condiciones propicias para desarrollar una lucha propositiva. Por una parte, encuentra que el movimiento homosexual, liderado en su mayoría por hombres, es tan patriarcal y machista como el resto de la sociedad y aún lo sigue siendo. Por otra parte, entiende que las feministas de la segunda ola no están dispuestas a meter sus manos en el fuego por la causa lésbica, la cual consideran una demanda de segundo orden. Frente a este panorama algunas lesbianas empiezan a buscar vida propia, generando espacios autónomos de quehacer político. Una década después, años setenta, se da una proliferación de teoría lésbica, gracias a lo cual el movimiento se consolida.

Aparecen grupos como Oikabeth, de México; Ayuquelén, de Chile; las Entendidas, de Costa Rica. También se genera un movimiento por la memoria que da origen a los archivos de investigación y cultura lésbica en París. Y se realizan los encuentros lésbicos latinoamericanos y del Caribe. Para los años ochenta, el movimiento lésbico se encuentra en auge: florecen revistas, eventos, marchas, lugares de encuentro y una muy seria producción académica.

Dentro de esta producción se destaca el trabajo de Adrienne Rich y Monique Wittig. Rich, con su artículo “Heterosexualidad obligatoria y existencia lésbica” (1980), denuncia la heterosexualidad forzosa que demanda y determina la invisibilidad del lesbianismo, y propone un “contínuum lésbico”, que plantea como una alianza de sororidad entre mujeres que luchan por desmantelar la opresiónpatriarcal. Wittig, con su artículo “No se nace mujer” (1980), plantea la heterosexualidad como un sistema político de desigualdades y a la lesbiana como un concepto que está más allá de las categorías de sexo, porque ella no es una mujer ni en lo político, ni en lo ideológico, ni en lo económico, ya que, de hecho, lo que constituye a una mujer es su relación de supuesta complementariedad con un hombre y con el régimen de verdad que le permite ser en tanto “hombre”. Desde otro ángulo, y de manera paralela al proceso arriba citado, emergen grupos y producción teórica que buscan escribir una historia del lesbianismo que incluya categorías como raza y clase, desde una perspectiva decolonial, es decir, que no remita necesariamente a las experiencias de las mujeres blancas, de clase media, educadas y urbanitas.

Aparecen en la escena organizaciones como Salsa Soul Sisters o el Combahee River Collective. Se da, además, la Declaración feminista negra (1974), que se compromete a luchar en contra de la opresión racial, sexual y la heterosexualidad obligatoria, en una apuesta pionera por la interseccionalidad. Germinan voces tan importantes como las de las chicanas Gloria Anzaldúa y Cherríe Moraga, con su libro This Bridge Called My Back (1981), en donde mujeres negras, indígenas, chicanas, inmigrantes, asiáticas alzan su voz para denunciar el sexismo y la lesbofobia. Para que sus voces no sean apagadas, se crean editoriales dedicadas a publicar textos lésbicos de mujeres de todas las razas, como Kitchen Table Press. Pese a todo este florecimiento de perspectivas, compromisos políticos, puntos de vista, es indudable que lo que el feminismo lésbico ha legado, además del reto de mirar a los ojos a la bestia de la sombra, como la llamara Gloria Anzaldúa, y encontrar allí ternura en vez de horror, es el estudio consecuente de la heterosexualidad obligatoria.

La heterosexualidad obligatoria y otros demonios

En un contexto donde se pregunta insistentemente por la subordinación de las mujeres, autoras como Catharine MacKinnon o la misma Adrianne Rich opinan que las explicaciones que hasta ahora se han dado, como la división del trabajo por razón de sexo, son insuficientes mientras no integren en su análisis una perspectiva que involucre la construcción social de la sexualidad como un sistema político.

Por lo tanto la sexualidad no es pensada, desde ahora, como un acto de placer o reproducción, sino que es concebida como un fenómeno social mucho más amplio. Fenómeno que, no obstante, está cruzado de manera constituyente por un pensamiento heterosexual, incapaz de no concebir el mundo desde una visión dual, moderna, colonial, que separa a hombres y mujeres imponiéndoles jerarquías y roles, en donde lo que prima es el principio masculino. A este pensamiento y a sus efectos de dominación se le ha denominado “heterosexualidad obligatoria”. Así, la heterosexualidad deja de ser simple práctica eróticoafectiva y deviene sistema político de carácter obligatorio, inubicable, que excluye otras formas de sexualidad, las cuales sólo existen como resultado de una ardua y dolorosa lucha (Mongrovejo, 1996). Aquí es importante aclarar que la heterosexualidad en sí misma no es opresiva para las mujeres, lo que resulta opresor es su obligatoriedad social. El concepto de heterosexualidad obligatoria ha ido transformándose gracias a los aportes de diversas feministas. Para Janice Raymond la heterosexualidad dibuja una heterorrealidad como la visión del mundo en que la mujer existe siempre en relación con el hombre. Una situación cuyas relaciones de poder están desequilibradas peligrosamente hacia el lado de lo masculino.

Por su parte, Lucía Hoaghland matiza el concepto y habla de heterosexualismo, que es una relación económica, política y emocional concreta entre hombres y mujeres, donde los hombres fungen como dominantes y las mujeres como subordinadas. Aquí, la homosexualidad es una especie de exterior constitutivo y el lesbianismo es el límite de ese exterior: es lo indecible, lo que excede la economía de la heterosexualidad. Para Judith Butler, las categorías de género y heterosexualidad obligatoria funcionan de manera conjunta y el desmonte de una será, por obligación, el desmonte de la otra. Carla Lonzi, por su parte, define la heterosexualidad obligatoria como una forma de sexualidad masculina que nos es impuesta a las mujeres en las sociedades patriarcales. Ahora bien, lo que se propone al estudiar este concepto no es sólo hacer un aporte epistemológico al feminismo, sino invitar a repensar nuestra realidad para poder fundar una conciencia de las oprimidas más amplia y compleja, como el mismo mundo donde vivimos, y así proponer una lucha política tal vez más rica e imaginativa. Es preciso decir que la tarea política a la que nos enfrentamos no es, en ningún caso, reemplazar mujer por lesbiana, sino aprovechar nuestra posición estratégica como lesbianas políticas para desarmar el orden heteronormativo o heterosexual (Turcotte, citado en Falquet, 2004:12). Dentro de este planteamiento encontramos diversos grupos que, desde la perspectiva de la sexualidad no heteronormativa como un derecho y lo queer, vienen trabajando los imaginarios que nos impone la heterosexualidad obligatoria, con el fin de retarlos, machacarlos, parodiarlos, deconstruirlos, etc. Uno de esos grupos es colombiano y se llama Mujeres al Borde. Ellas, mujeres LBTI (lesbianas, bisexuales, transgeneristas e intersexuales), trabajan desde el arte y los medios de comunicación hace más de ocho años. A través de la parodia y los ejercicios afirmativos de la identidad tratan de mostrar cómo funciona la heterosexualidad obligatoria y cuáles son sus efectos en la vida de las mujeres no heterosexuales, no heteronormativas. Dentro de su producción se destaca el cortometraje: ¿A qué juega Barbie? (2001).

¿A qué juega Barbie?

Este corto es en sí una parodia en cinco actos, es decir, una repetición ritualizada, una mímesis deconstructiva de un mundo que aparece “como si” fuera el mundo, dando cuenta de acciones éticas, posiciones políticamente incisivas y potencializadoras y posibilidades de agencia cultural (Braidotti, 2004). El cortometraje cuenta la historia de una Barbie rubia que es sacada de su estantería en cualquier tienda infantil y llevada a la casa de su nueva dueña: una niña a quien se la va a denominar Dios. Primer acto de la parodia. ¿Qué puede significar que en una sociedad católica y patriarcal se feminice e infantilice al jerarca más antiguo de nuestra historia occidental? La niña Dios es un personaje que en la historia aparece poco, pero su presencia se nota a cada momento. Es, en ese sentido, un personaje opresor cuya función es instalar una especie de función paterna, es decir, la ley que va a gobernar su propia habitación, su mundo y que, de hecho, es heteronormativa, pues no puede pensar desde las coordenadas duales de la modernidad que son simiente de la división de los sexos. Y he allí una imagen del mundo al revés: una niña cumpliendo las funciones de un padre.

Y una cascada de jerarquías: lo hace porque seguramente su madre se lo ordena. Situación que no obstante no es extraña, pues en nuestra sociedad recrear el mundo jerarquizado en diminuto para ser interiorizado por los infantes es una práctica común. Ahora bien, existe un doble movimiento que es interesante: Dios se feminiza al ser encarnado por una niña pero, y al mismo tiempo, se masculiniza al cumplir la función del padre. Así pues, estamos ante una imagen de autoridad ambigua, algo transvestida y muy graciosa, porque el llamado a la burla, a través de la infantilización de Dios y todo lo que ello supone, no se hace esperar. Primer efecto de la parodia: la risa. A medida que avanza la historia, la Barbie rubia arriba a una casita de muñecas muy cómoda y bien arreglada. Allí tiene todo lo que una muñeca puede desear. Pero ella no se siente a gusto, considera que sus vestidos, coronas, adornos son sólo “maricadas”. Segundo acto de la parodia.

Ciertamente, cuando la Barbie rubia se empieza a instalar en su nuevo hogar, nos muestra una imagen que se sale de los límites dentro de los cuales ha sido representada la Barbie: ella, aunque con una imagen paradigmática, de preciosas curvas, lucha todo el tiempo por salirse de ahí. No adornos, no vestidos glamurosos, no peinados, no Kent: la Barbie rubia quiere relajarse fumando un cachito y tomando licor. Sí, aquí tenemos en escena a una Barbie renegada, cimarrona de su propio mundo rosa, en constante fuga, autónoma. ¿En qué se transforma una Barbie sin su maravilloso y fantástico mundo rosa, sin sus peinados, vestiditos, accesorios? En confusión, en una imagen que es capaz de devolver la mirada, entregar sus propios ojos y congelar, como Medusa, pasando así de ser objeto de deseo banal a sujeto de la acción fatal (Morris, 1990). Segundo efecto de la parodia: desconcierto. Mientras explora su nuevo hogar, la Barbie rubia descubre la presencia de otra Barbie como ella, pero morena. Y empiezan a hablar. La Barbie morena le cuenta a su interlocutora que ella esperaba la llegada de un Kent, pues así se lo había prometido Dios.

Hasta le había cosido un chaleco. Tercer acto de la parodia. Pero la Barbie rubia le recuerda que no siempre a toda Barbie corresponde un Kent. Es más, ella prefiere estar en compañía de la Mujer Maravilla, la Batichica o cualquier heroína femenina, pues su misión en la vida de ficción, más que esperar y coser, es ensanchar los límites de lo inteligible en las fronteras del orden de la heterosexualidad obligatoria. Si se puede afirmar que el personaje de la Barbie rubia juega un papel político, este será el de mostrar que existen múltiples posibilidades de existencia, de estética y de deseo, que es preciso rescatar en pro de la construcción de un mundo “otro”, donde sea indiferente con quién me acuesto, de quién me enamoro: un mundo sin génesis y sin géneros y, tal vez, sin fin (Haraway, 1994). No obstante, esta tarea no es tan sencilla. Implica una táctica que entienda que la casa del amo, parafraseando de manera incorrecta a Audre Lorde, se puede desmantelar con las herramientas del amo. En efecto, si el orden heterosexual es algo, tiene que ser un régimen político, ubicado en un “no lugar”, que se conjuga magistralmente con otros vectores de dominación como el capitalismo o el racismo. ¿Cómo luchar desde allí, cómo resistir? La respuesta es sencilla, pero su ejecución es compleja, creo yo: desde adentro, con sus mismas armas, en pro de expresar formas de subjetividad y representación de las mujeres que sean más afirmativas. Aquí la mímesis compulsiva de repeticiones incesantes, como sucede en el cortometraje con la imagen de la Barbie, es una opción para contar nuestras propias historias.

Tercer efecto de la parodia: esperanza mimética. Las dos Barbies empiezan una amistad muy fuerte que termina por ser una relación amorosa. Todo anda bien, la vida pasa casi desapercibida. Las Barbies se aman y hasta tienen relaciones sexuales. Situación que quiero destacar pues las escenas eróticas son muy bien logradas, muy persuasivas y hermosas. Cuerpos de caucho y látex en devenir. Cuarto acto de la parodia. A pesar de tanto amor, un día su idilio es descubierto por dos muñecos agresivos y violentos, los cuales las golpean y violan, porque están convencidos que con eso logran mantener el orden en la pieza de la niña Dios. Con ese asalto, la Barbie morena pierde la cabeza—literalmente. En el universo de las Barbies esta situación no es nueva. Varias muñecas describen sus experiencias de violencia, generadas bien por ser feas, bien por ser extranjeras, bien por ser campesinas. En efecto, estas escenas no hacen otra cosa que recordarnos la violencia, a veces pública, a veces privada, con que se suele responder a lo diferente, a lo abyecto, buscando su normalización. ¿Cuándo llegará el día en que la violencia no sea una constante en la vida de las mujeres: de las bellas, de las feas, de las hechas de silicona, de las de tacón alto y rímel corrido? Cuarto efecto de la parodia: cuestionamiento. Luego de todo el alboroto, la Barbie morena tiene miedo de las represalias que pueda tomar la niña Dios contra ellas, pues puede enterarse de que una de las Barbies perdió la cabeza. Entonces, las dos amantes deciden fugarse, y lo logran: suben a su coche rosa, aceleran y escapan pasando —textualmente, por encima— de los dos muñecos agresores.

Quinto acto de la parodia. Al final, en su escape, las dos Barbies corren felices a asumir una nueva vida en un mundo diferente al de la niña Dios. Conclusión de la historia: se puede. Con una dosis de amor, deseo, autonomía, se puede. El mundo no es un monolito, así lo parezca. Poco a poco, a través de estrategias diversas e imaginativas, vamos haciendo grietas en el régimen de la heterosexualidad obligatoria, en el capitalismo de avanzada, en el racismo y en el colonialismo. Una amiga mía afirma que sólo es cuestión de esperar para que la grieta derrumbe el dique. ¿Qué si hablo con el deseo? Por supuesto, desde dónde más podría decir no cómo acabará todo esto, sino cómo va a comenzar. Quinto efecto de la parodia: desmantelar.

Nuestro deseo es nuestra revolución

Este cortometraje ha sido presentado en diversos festivales en todo el mundo. Ahora bien, ¿qué podemos interpretar de él? Creo que este es un buen ejemplo de cómo funciona la parodia y el poder de la misma para desestructurar el mundo simbólico e imaginario pensado desde lo heteronormativo. Ciertamente, la historia parodia a una de las mujeres-muñeca más deseadas del mundo y, en medio de su espacio rosa, la pone en una situación que cuestiona el orden del mundo: no a toda Barbie le corresponde un Kent; es más, dos Barbies pueden ser felices viviendo juntas.

Y aunque hay escenas de violencia y horror, las Barbies se reponen, para luchar afirmativamente por lo que quieren. En efecto, la enseñanza de esta fábula es que sí se puede, como afirmo una y otra vez. Una enseñanza que invita a una revolución cultural y social de gran alcance porque se mete, de lleno, con el mundo de lo simbólico e imaginario, adscribiéndose en este sentido al desafío feminista de “evacuar” las prácticas artísticas, para re-llenarlas de nuevos sentidos. Nuestro deseo es nuestra revolución, afirman con certeza las chicas de Mujeres al Borde. A este tipo de ejercicios los denominamos agencia cultural. El término agencia cultural, muy de moda por estos días, se ha utilizado para designar aquellas iniciativas de ciudadanas y ciudadanos que a través de la investigación, la creatividad y la pedagogía contribuyen al cambio en la sociedad (en red). Este pequeño corto hace parte de aquellas estrategias ingeniosas, creativas que, desde la cultura, intentan transformar nuestros sistemas de vida y, así, proponer nuevas formas de lo político, porque si algo es cierto es que a través de la agencia cultural deseamos oponer resistencia activa al orden heteronormativo, pero también reírnos y divertirnos y hacerlo a nuestra manera, como se nos dé la gana. Así pues, la agencia cultural es un nuevo espacio de movilidad y visibilidad feminista, lesbiana, cyborg, perra, mutante y queer.

He querido reseñar brevemente esta experiencia de agencia cultural, porque la considero efectiva no sólo a la hora de exponer qué entendemos por heterosexualidad obligatoria, sino también de mostrar qué se puede hacer con esa heterosexualidad que, como ya dije, no es opresora por sí misma, pero cuya imposición obligatoria como sistema político sí es violenta. Esta es una invitación para trabajar más de lleno con el feminismo lésbico contemporáneo y sus expresiones estéticas queer que, como toda expresión artística, están a la vanguardia del pensamiento social. Ahora voy a colgar el teléfono. Lo que hagamos después es una decisión que dejo en sus manos.

Referencias

  1. Braidotti, Rosi (2004). “El ciberfeminismo con una diferencia”, en Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Gedisa: Barcelona.
  2. Falquet, Jules (2004). Breve reseña de algunas teorías lésbicas. Disponible en: www.ciudadaniasexual.org/.../ Lesbianismo-JulesFalquett.pdf. Consultado en agosto de 2010.
  3. Haraway, Donna (1995). “Manifiesto cyborg”, en: Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra.
  4. Lorde, Audre (2003). La hermana, la extranjera. Madrid: Editorial Horas y Horas. Mujeres al Borde. Disponible en: http://www.mujeresalborde. org. Consultado en mayo de 2011.
  5. Morris, Meaghan (1990). “Banality in Cultural Studies” Disponible en: www.columbia.edu/cu/irwag/pdf-files/ Morris.pdf. Consultado en mayo de 2011.
  6. Mongrovejo, Norma (1996). El amor es bxh/2. Una propuesta de análisis histórico-metodológico del movimiento lesbico y sus amores con los movimientos homosexual y feminista en América Latina. México: CEDAHL. (2004). Teoría lésbica, participación política y literatura. México: Universidad de la Ciudad de México. Wittig, Monique. (2005) El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Madrid: Eagles
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