DOI:
https://doi.org/10.14483/21450706.21429Publicado:
2024-05-20Edição:
v. 19 n. 36 (2024): Vol. 19 Núm. 36 (2024):Julio-diciembre 2024Seção:
Sección CentralGramática del Dibujo. El Dibujadero: Delineando el Barrio
Grammar of Drawing. “El Dibujadero”
Gramática do desenho: El Dibujadero
Palavras-chave:
El Dibujadero, dibujo, gramática, barrio, cartografía (es).Palavras-chave:
El Dibujadero, Desenho, Gramática, Bairro, Cartografia (pt).Palavras-chave:
El Dibujadero, drawing, grammar, neighborhood, cartography (en).Downloads
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Recibido: 1 de octubre de 2023; Aceptado: 21 de noviembre de 2023
Resumen
El siguiente artículo es el resultado del desarrollo del proyecto “El Dibujadero: Delineando el Barrio” de La Escuela Abierta, ganador de la Beca Es Cultura Local para la Localidad de Barrios Unidos del año 2022 del Instituto Distrital de las Artes – IDARTES – en alianza con el proyecto de investigación Gramáticas del Dibujo de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior, el cual se fundamenta en un proceso de Investigación Creación desde la constitución de una gramática que explora el dibujo como medio de reflexión estética y social, considerando la praxis como un mecanismo de participación en el barrio Siete de Agosto, para generar reflexiones desde el ejercicio creativo en un contexto que no ha tenido accesos a procesos artísticos.
Así entonces, el proyecto se desarrolla desde una metodología experimental con enfoque participativo, que parte de la experiencia individual de los participantes por medio del dibujo como método de creación y reflexión cartográfica desde las realidades concretas del barrio, para generar lecturas conjuntas y descentralizadas sobre el ejercicio creativo que permita otras maneras de comprender la práctica artística.
Palabras clave
El Dibujadero, dibujo, gramática, barrio, cartografía.Abstract
The following article is the outcome of the development of the project "El Dibujadero: Mapping the Neighborhood" from La Escuela Abierta, which won the 2022 Es Cultura Local Grant for the Barrios Unidos locality, awarded by
the District Institute of the Arts – IDARTES, in collaboration with the research project "Grammars of Drawing" from the National Unified Corporation of Higher Education. This project is grounded in an experimental Research- Creation process, commencing with the establishment of a framework that delves into drawing as a medium for aesthetic and social reflection. It regards praxis as a mechanism for community engagement in the Siete de Agosto neighborhood, aiming to generate insights through creative practice in a context that has traditionally lacked access to artistic processes.
Consequently, the project unfolds through an experimental methodology with a participatory approach. It initiates with individual experimentation using drawing as a method for creation and cartographic reflection based on the specific realities of the participants, both within El Dibujadero and through observational exercises related to it. The goal is to generate shared and decentralized interpretations of the creative process, allowing for alternative ways to comprehend artistic practice through drawing as a medium.
Keywords
El Dibujadero, drawing, grammar, neighborhood, cartography.El Dibujadero
El Dibujadero es un espacio artístico no convencional, abierto y gratuito para todos los públicos de la ciudad de Bogotá, ubicado en el barrio Siete de Agosto, en donde, por medio del acto de dibujar como posibilidad de exploración plástica, se contribuye con el ejercicio formativo desde la técnica en un contexto donde los espacios de creación plástica no son la prioridad y, por otro lado, desde el dibujo como suceso de reflexión conceptual se generan relaciones en el contexto a partir de las labores de las personas que habitan el barrio. Así pues, se forjan encuentros con el fin de desdibujar los límites sociales, políticos, económicos y educativos, de modo que sea posible reconocer la imagen como un suceso social, donde el ejercicio artístico es asumido en función del conocimiento individual que incide sobre lo colectivo, en la implicación de los sujetos que lo habitan como agentes culturales
.El Dibujadero, como lugar, es un punto en el espacio del barrio, un local como cualquier otro que invita a la comunidad a asumir el ejercicio creativo como una actividad más del día a día. Se inserta de manera concreta en un barrio cuya presencia se comprende extraña, aislada; un lugar descontextualizado, en cierto sentido, de las dinámicas propias del sector, de modo que rompe con las lógicas del afán y el comercio, para desde su simple presencia referirse al estar como parte de las dinámicas de los habitantes y, al igual que el punto, genera un peso en la composición de las calles que lo circundan. Ahí, aislado, en medio del caótico lienzo de los sonidos del Siete de Agosto, es un lugar señero que resalta y atrae la atención del espectador, del ciudadano distraído que en medio de lo enrevesado de las calles y objetos que se encuentran en el amplio comercio del barrio, lo comprenden visible e importante en la cotidianidad de sus labores.
En ese sentido, El Dibujadero como el Punto, se comprende desde su unicidad, todo lo rodea, su presencia está determina por el vacío que lo contiene y las particularidades del barrio, dándole sentido al entorno sobre el cual emerge. Esto quiere decir que por un lado El Dibujadero sitúa al ciudadano en un lugar concreto para sus ideas, para referir desde su propia presencia una realidad que comprende las dimensiones de su ser social, configurando el espacio del barrio en un lugar que comprende la importancia de la presencia de todos, pues refiere unas lógicas ciudadanas en donde la labor individual es configurada en la relación que se tiene con el otro, con el vecino, de modo que todos son importantes en la composición del contexto y en la relación de funciones que se generan colectivamente. De igual manera, el Punto, como elemento básico de la configuración visual, con llevaal inicio de la representación al permitir el inicio de las formas y las ideas, sitúa el origen de la consolidación visual al generar una temporalidad concreta, al ser una marca en la superficie que refiere aquello que comienza a ser imagen y dirección para la mirada, configura el origen de las líneas, las texturas y los sucesos que acontecen en unos límites y se define por los bordes que siempre lo contienen. Los individuos, sus labores, sus acciones se definen desde la implicación que se tiene sobre los bordes y los límites, las tiendas y los comercios.
Ahora bien, Delinear el Barrio se comprende como un ejercicio que mapea el Siete de Agosto (Charréu, 2019) para comprender a sus habitantes y sus labores, de modo que el ejercicio artístico lee al barrio, expandiéndose hacia nuevos públicos en aquellos entornos propios que son casi ‘periféricos’, como la zona donde se ejerce el trabajo sexual, la plaza de mercado, los comercios, la zona de repuestos de carros, los colegios y los hogares de adulto mayor, como un recurso Idmeagceon m4. EplrDeinbudjaedrenrou. 2e0v2o3.sLpa úEbscluiecloa sAbqieurtea participan en la creación que se da en El Dibujadero, de modo que reconoce a sus individuos como agentes que definen una estética concreta de la sociedad desde aquellas labores y oficios que ejercen en sus prácticas humanas, desde aquellas zonas diversas, caóticas, ruidosas, llenas de belleza, color, encuentros y desencuentros donde el ser sucede y hace parte, donde el vecino no es otro que el propio cuerpo para otros, para reconocer en todo caso los diversos entornos que conforman el barrio, mirando esos bordes que también son parte de la realidad particular que constituye las identidades colectivas. “Para Yesica Gaona entrar a este espacio fue algo especial. No imaginaba estar caminando por este sector y encontrar un letrero que la invitara a explorar el dibujo. Poco a poco, El Dibujadero se convirtió en un lugar para visitarfrecuentemente, como un refugio para entenderse y reconocer el lugar en el que vive” 1 .
El Barrio y la metodología
Considerando la diversidad etaria, sociocultural, económica e incluso de oportunidades y accesos al ejercicio artístico en la realidad concreta del Siete de Agosto, en la cual muchas personas no han tenido un acercamiento a los derechos culturales y a los espacios de creación artística de manera amplia, el proceso metodológico del proyecto se define desde una metodología experimental con enfoque participativo a partir de los postulados de la investigación basada en las artes, desarrollada por Elliot Eisner en 1993, con el fin de establecer una gramática para el dibujo, cuyos fundamentos se enfocan en un conjunto de parámetros que exploran la técnica con diversos materiales, para generar principios en el lenguaje visual y, de este modo, posibilitar la comunicación de ideas, emociones y conceptos.
Es así como, al igual que el lenguaje verbal, en donde la sintaxis se utiliza para construir oraciones y significados específicos, se establecen tres ejes de análisis que son la apreciación estética, la sensibilización artística, y la visibilización como elementos fundamentales en la consolidación de la gramática, que son explorados desde argumentos conceptuales en un acercamiento concreto a los intereses del sector (Bermeo-Álvarez y Urquina 2021), en función de generar pautas que determinan la organización de los elementos visuales que componen la imagen (Dondis, 2017). De este modo, el Dibujo es comprendido de manera amplia según las posibilidades expresivas de cada persona, pues es importante reconocer la pluriculturalidad presente en el barrio, en el cual confluyen padres e hijos, trabajadores y niños, abuelos y comerciantes que dibujan en simultáneo, refiriendo un encuentro que permite a El Dibujadero establecerse como lugar de reunión social, y convirtiéndose en el referente de las implicaciones que van desde la casa al barrio y al suceso colectivo, permitiendo la interacción directa y el diálogo con la realidad inmediata del entorno donde se gesta la formación artística (Capasso et al., 2020); es este el pilar fundamental de escucha para la comunidad, en el cual se reconocen las necesidades e intereses que en ellas se presentan, para de esa manera lograr una formación que reconozca las implicaciones propias de las partes y no como una relación de conceptos distantes al contexto.
De esta manera, como primer suceso, se acerca a la comunidad a una Apreciación Estética desde el cuerpo, el espacio y el tiempo, en una síntesis de conjunción que busca reconocer la observación como primera acción fundamental para la creación en el dibujo por medio de valorar los sucesos y las gentes del barrio, a partir de la memoria visual del entorno, de modo que se comprendan esas particularidades como sucesos estéticos que definen el contexto, con el fin de que cada persona logre concatenar una conexión personal y emocional que parte de la observación atenta, mirando detalladamente los objetos, las dinámicas de las personas en su diario cohabitar, sus expresiones y sus oficios, haciendo énfasis en las formas, los colores y las esquinas para, a partir de ello, generar experiencias visuales que son representadas en la imagen (Camps, 2022). Este proceso significa un ejercicio exploratorio que es interpretado, de modo que se establezcan relaciones visuales de aquello que refiere el barrio y cómo eso puede ser dibujado, qué significa un trabajador sexual en el barrio y cómo ello conlleva a una identidad estética.
En segundo lugar, se realizan acercamientos a la Sensibilización Artística a partir de la línea, el límite y el borde, en función de generar un mayor desarrollo en la conciencia del trazo sobre el papel para la imagen, de modo que las formas que emergen definan la reflexión individual de los agentes del barrio, comprendiendo que las dinámicas presentes son una consecuencia del entorno social; el carnicero es también padre, es un trabajador que lleva el alimento diario a casa y cumple otras funciones que lo definen no solo en su labor comercial, sino en su ser como individuo social (Aguilar Salmerón, 2021). Ello permite generar acercamientos a modo de conversación que sustentan un ejercicio investigativo interpretativo durante el desarrollo de las sesiones, para comprender la realidad concreta de los habitantes, pues significa una participación activa de saber qué pasa con el otro, donde la conversación conlleva a nuevas maneras interpretativas para el dibujo, pues ya no solo es hacer la figuración de su corporalidad en una esquina, sino también configurar emociones partir de lo que permite la conversación, tal como e rompimiento de estereotipos, pues se comprende q en esa nueva mirada, los puntos de vista de las personas generan nuevas relaciones visuales en el contexto, aportando a nuevos horizontes que reconocen que todos hacemos parte del barrio y cada uno cumple una función en beneficio del otro (Raymond y Olguín, 2022). Así, por ejemplo, el trabajador de la plaza de mercado es un puente entre el campesino y el alimento diario.
En tercer lugar, se explora la Visibilización desde la forma y el cuerpo, en función de destacar, promover y dar reconocimiento a las personas del barrio como sucesos estéticos, de modo que se reconozcan como parte de la realidad social en la que se vive, ampliando la diversidad y representatividad en el ejercicio creativo, pues se generan nuevas formas de expresión que reconocen los orígenes, entornos y realidades diversas, significando que la pluralidad genera experiencias y agrega valor a la imagen que se realiza en El Dibujadero. De igual manera, al reconocer a las personas del barrio como agentes estéticos, estos se reconocen a sí mismos como fundamentales en su labor y dinámicas, empoderando sus oficios para ser partícipes de una conjunción identitaria, desafiando así a las estructuras sociales y al entorno académico, pues el ejercicio creativo se vuelve más accesible y equitativo para todas las personas.
Así entonces, desde el desarrollo de ejercicios semanales, se establecen relaciones que exploran el dibujo como un suceso cíclico, que vuelve sobre sí mismo en su punto de partida, sobre el cual se generan relaciones transversales, ya que dicho argumento se concibe como un suceso sumado.
Resultados Apreciación EstéticaEl cuerpo es Dibujo
El Dibujadero, al situarse en el barrio, pone de manifiesto al cuerpo como ser creador, ya que desde la propia corporalidad se define el dibujo, y desde este las formas que se constituyen. Es así como, primeramente, el cuerpo es en sí mismo una herramienta de trazo sobre la superficie del mundo: caminar, mover las manos, trazar sobre el papel. El cuerpo es dibujo por cuanto se traza en el tiempo, pues todo movimiento refiere a la línea. Ángel Cortés de nueve años, habitante del barrio, asegura que Ahora ya entiendo que uno puede dibujar con su mismo cuerpo, hace líneas, trazos, siempre que yo camino estoy dibujando. El cuerpo es un arte porque si nos ponemos a pensar, todos los días dibujamos con el cuerpo, en ese sentido Ángel reconoce que el cuerpo se vuelve un suceso ligado a la existencia y a las experiencias que se viven, significando una capacidad innata a ser creativos, por cuanto cada paso conlleva a dejar un trazo en el tiempo.
De igual manera, la acción de dibujar deviene siempre del individuo y de la acción corporal que se ejerce sobre las herramientas, porque es la acción consciente sobre el mundo y lo que se observa. Nicolás Cruz (12 años) afirma que El cuerpo es dibujo porque naturalmente nosotros podemos representar cualquier cosa con el cuerpo, pues el cuerpo se vuelve el modelo para la figuración, y es así la herramienta y el material para la representación visual de la estructura física de los objetos, al poner, con el cuerpo, la herramienta en movimiento.
Asimismo, el cuerpo responde a una acción que emerge de la observación, configura una acción lineal sobre lo que se observa, ya que la acción del ojo pasa por el pensamiento y de este a la mano para la figuración, en la cual, finalmente, se materializan los otros cuerpos observados y se establece tácitamente el pensamiento de manera visible.
Dicha configuración del mundo sensible, de una intención, un sentimiento, un pensamiento, aun cuando se estandariza como un suceso aprendido de aquello que se almacena en la mente, se transforma debido a la corporalidad individual al ser trazado, ya que cada sujeto sitúa sus propias formas, ejerciendo nuevas posibilidades que cambian a razón de la propia corporalidad, pues hace referencia también a acercarse cada vez a la posibilidad creativa de manera novedosa, ya que cada cuerpo, como cada forma, sucede desde el ritmo de las propias manos y de las propias maneras que son representadas; en consecuencia, es una referencia propia en trazos de aquello que se comprende del mundo en la imagen resultante, volviendo al cuerpo para también mirarle, al ser mutable, porque, en consecuencia, siempre se está mirando por primera vez. Situar es sentir, es definir en concreto la posibilidad de habitar y existir, de modo que para el dibujo y para el dibujar hay un referente hacia el propio cuerpo como mecanismo para la comprensión de otros, dejando al cabo la contemplación, la pausa y la reflexión.
Ramón Galvis, comerciante de la plaza afirma que Apenas nos movemos hacemos una línea, es imaginaria, pero es como ir dejando marcas, de modo que se logra una concepción en la que el cuerpo mismo es un instrumento para dibujar, ya no solo representa, sino que está implícito en sí mismo quien va trazando. Se asocia el acto de dibujar con el cuerpo. Solangie Rojas, de once años, comprende que Nosotros dibujamos todo el tiempo, incluso sin darnos cuenta, cuando corremos, y también con la mirada, porque… si digamos veo para allá ya se está haciendo una línea recta.
En El Dibujadero, se comprende al cuerpo como primer suceso que dibuja por su propia condición natural de estar vivo, pero también como aquella herramienta que conduce al dibujo en la configuración de las formas como suceso de apreciación sensible, en lo que el vecino representa en sus acciones de estar y conducirse en el barrio, en la observación del trabajador de la plaza al levantar un bulto de papa para montarla al camión, pues genera unos tiempos que son relaciones lineales, y las acciones de su cuerpo conllevan a unas imágenes concretas desde la acción que generan sus labores al moverse en el hacer de su oficio.
El Dibujo es Espacio
Si el propio cuerpo es dibujo y da origen a la representación en dibujo, éste se configura en el espacio, desde el estar en el espacio barrio que el cuerpo ocupa, de modo que el dibujo emerge a partir de la configuración del entorno para generar similitudes con la hoja de papel donde se dibuja, de donde se toman las formas y se dan las reflexiones para la representación, puesto que del espacio sucede la comprensión de la superficie en la cual las labores se realizan, y en consecuencia es un contenedor de las formas y hábitos que suceden y de las imágenes que se definen; una composición que responde a la habitabilidad y su posterior acción creativa del hacer en el papel, que parte de las dinámicas sociales en las cuales los ciudadanos habitan.
En todos los espacios hay objetos e individuos, pero igual si quitamos todos los objetos de un espacio sigue existiendo el espacio, afirma Guadalupe Morales, estudiante del colegio Heladia Mejía, tras una actividad en la que sepropone a las personas ser conscientes de su espacio, elegir un objeto y dibujarlo para sucesivamente hacer otros objetos, cada uno dentro del anterior.
Así, la dimensionalidad fue importante para reconocer elementos que se encontraban dentro y fuera de El Dibujadero, como los maniquíes que se usan para dibujar, pero también los espacios de la cuadra que se encuentran afuera y que, para el caso de Guadalupe, significó reflexionar sobre la naturaleza del espacio y cómo va más allá de los elementos físicos que lo ocupan.
En El Dibujadero, el espacio propicia una mirada a los cuerpos y a las acciones de los habitantes del barrio, en tanto comprenden sus dinámicas desde las labores que cada individuo ejecuta. Dicho espacio refiere unos oficios concretos que permiten la referencia visual que es llevada a la superficie, comprendiendo que un habitante de la calle conlleva ciertas acciones diferentes del mecánico, pues sus acciones en el espacio son distintas y, como resultado, la configuración del cuerpo acciona diferentes formas en la representación, la cual, además, es sometida a un espacio limitado en las dimensiones del papel. El espacio puede cambiar dependiendo de diferentes cosas, por ejemplo, cuando yo me voy a mi casa el camino no siempre es igual, depende de aquello que vaya observando, de las cosas que vayan pasando, siempre cambia, dice Ángel Cortés.
El cuerpo toma, por tanto, acciones para capturar el espacio que se pretende configurar, y toma decisiones sobre la importancia de aquello que es más relevante para el significado que se pretende demostrar, ya que constantemente está tomando elecciones sobre lo que busca contener, desde lo que es observado, pues evidentemente, el espacio no es estático, sino cambiante y dinámico. Bien dice Ángel que su camino hacia casa puede ser afectado por determinadas circunstancias imprevistas que lo pueden modificar.
Dicha relación de lo observado transforma la representación en el dibujo, que también se ve afectado por el espacio de la superficie que se tiene para crear. La adaptabilidad en el espacio disponible es esencial en el proceso creativo. Mariana Gómez, vendedora de tintos del sector expresa que Cuando dibujamos una pequeña cosa puede crecer o hacerse más grande, las dimensiones son muy importantes, lo cual, aun siendo una frase sencilla, resalta el potencial de la expansión que el espacio conlleva al agrandar o empequeñecer un objeto, pues hace referencia a las dimensiones al dibujar que le atribuyen mayor o menor importancia a un objeto, pero no son únicamente las físicas las que se hacen evidentes en la obra, sino que se trata del significado y la profundidad que se le puede dar al dibujo en el tamaño de las formas representadas.
Así pues, en El Dibujadero ha sido evidente que la noción de espacio en los niños parece fragmentada por lo que alude a los objetos en su singularidad, mientras que la de los adultos busca ser, de cierta manera, más compuesta y correlacionada, ya que buscan los fenómenos y sus acontecimientos desde la completitud. De esa manera, las palabras de Luis Gutiérrez tienen sentido al afirmar que Siempre se dibuja en un espacio. Por ejemplo, el profe está dibujando en una esquina, que está en la tabla, que está en El Dibujadero, que está en el Siete de Agosto y así podemos seguir infinitamente, de modo que el dibujo está situado, no en el vacío conceptual de la superficie únicamente, sino ocurriendo siempre en lugares, arraigado a contextos que le otorgan significado.
El Espacio es Tiempo
La concepción de espacio está determinada por el tiempo. En el dibujo, el espacio es concretado en una dimensión visual en la cual los elementos se organizan y se relacionan entre sí. Dichos objetos en la representación se ven afectados por el tiempo que son observados en la interpretación de la experiencia de los elementos presentes, ya que al fin y al cabo derivan en unas configuraciones compositivas determinadas por los pesos y equilibrios que dependen de la duración de aquello que se mira, bien sea en función de la secuencia de la comprensión de los objetos presentes o en la representación y duración propia del tiempo para la acción de dibujar; asimismo, en la contención de la superficie que es representada, que debido al tiempo del hacer, también transforma las características de aquello que es observado.
Por lo tanto, la duración y la velocidad se instauran como sucesos definidores para las formas, ya sea en la acción de ver o en la de dibujar; sea rápido o lento, el dibujo es el resultado de la evidencia del tiempo que se tiene (menor o mayor) para el espacio, de modo que la representación se ve alterada por la contemplación de las formas y sus relaciones para generar significados, porque el espacio estático del instante dentro de cada pequeño fragmento de tiempo es efímero o, por el contrario, conlleva a una duración que permite una mayor claridad para las formas y relaciones conceptuales que se pretendan establecer. Los trazos, a su vez, se definen desde su duración, de modo que el tiempo define con mayor o menor claridad la posición de las formas.
En ese sentido, se propusieron ejercicios relacionados a la duración del observar y su relación con el dibujar. Ángel Cortés explica que El tiempo es importante cuando dibujamos, porque sin este no se puede dibujar, porque no alcanzamos a hacerlo… Yo hice este dibujo. Primero tenía diez segundos, me tocó hacerlo rápido, no me quedó muy bien. Después hice uno en 30 segundos, pude hacer más cosas, más detalles y quedó mejor. Acá tuve un minuto, ya me salió más o menos todo con más detalles porque alcancé a hacer las mesas que están detrás del maniquí. Con 5 minutos el maniquí me salió más entero y se entiende mucho más el dibujo. En el de media hora ya sí me salió todo, incluso la puerta del fondo quedó muydetallado; y agrega Es como que la importancia del tiempo en mi dibujo fue que en el primer dibujo no me alcanzó (el tiempo) para hacer todo, en cambio al final sí pude hacer todos los detalles que quise, aunque si hubiera tenido más (tiempo) pues le pongo más cosas o lo coloreo, por ejemplo, se puede dibujar con más calma. Por otro lado, Santiago Bejarano quien comprende que Entre más tiempo haya, más se puede entrar en el detalle del dibujo, de modo que concuerda con las palabras de Fabian Gamboa (comerciante del siete de agosto) quien asegura que Con el tiempo podemos perfeccionar las cosas.
Y es que efectivamente el tiempo es un aspecto fundamental en el hacer artístico, así como en la cotidianidad. Con él se pueden explorar y realizar acciones más minuciosas en el dibujo, enriqueciendo la composición final. Para Fabian, el tiempo posibilita el perfeccionamiento de la obra, siendo un aliado en el proceso artístico; también el tiempo supone paciencia, dedicación en la observación para después referirlo a la acción de dibujar en función de conseguir los resultados que se esperan. Pensar en el espacio del cuerpo dentro del tiempo es obtener un dibujo que conlleva al entorno y al tiempo desde la posición que se observa del espacio-entorno, de modo que los rastros sobre el papel se establecen más claros u oscuros, o rápidos o perecederos, debido a su duración.
En El Dibujadero, derivado de la acción de mirar las acciones de los habitantes del barrio o el tiempo que podían dedicarle al dibujo en medio de sus jornadas laborales, esto significaba comprender que los trazos oscuros mostraban cómo se ocupaba una ubicación durante más tiempo, mientras que los trazos claros daban cuenta de cómo el cuerpo se ubicaba menos tiempo en ese espacio del barrio. Esto, no obstante, conlleva a comprender al espacio y al tiempo como conceptos inseparables, continuos y dependientes el uno del otro.
En consecuencia, al definir el propio cuerpo y el entorno como espacio, pensando en los recorridos que caminamos, en los lugares que habitamos y en los puntos, líneas, trazos y manchas que componen el lugar exterior y el propio, se fue haciendo evidente que el dibujo es una excusa para comprender el tiempo de las personas en su hacer, de modo que las palabras de Diego Gutiérrez, uno de los mecánicos del sector, cobran importancia al afirmar que Mientras nosotros estamos acá, el tiempo siempre está pasando, también cuando pensamos o dibujamos; o las de Valentina Rodríguez, trabajadora de uno de los satélites del sector, cuando reflexiona Depende del tiempo que tardamos en comprender el espacio saldrán determinadas imágenes o dibujos que además se pueden cambiar y transformarse, lo mismo pasa en mi trabajo cuando ya sé hacer una camisa, pues cada vez soy más rápida y me quedan mejor. Pues la naturaleza es constante, ininterrumpido y constante es el tiempo, un tiempo de la experiencia, pero también de la constancia del hacer. Una realidad continua que sigue aconteciendo aun cuando no se es consciente de su persistente transitar, y que en el dibujo visibiliza la cantidad de detalles incorporados, la riqueza de elementos nuevos; el buscar la precisión y comprensión de la imagen permite explorar y plasmar con mayor profundidad las ideas y detalles a la hora de dibujar y se relaciona con las labores que se realizan.
El dibujo, al no poder separar el tiempo del espacio, es una práctica que requiere duración de pensamiento para que en realidad pueda ser espacio contenido en la imagen representada, para que el dibujo en sí mismo pueda existir y concretarse en las formas que son definidas, y en el cual el ejercicio de dibujar está definido por la configuración de las tonalidades que se ejercen en la ejecución. De modo que al hacerse un ejercicio obsesivo y minucioso, en el que prácticamente no se dejaba de observar la materia o los individuos, se generaban formas más definidas, mientras que aquellas observaciones cortas generaban figuras menos identificables.
En consecuencia, el espacio está determinado por el tiempo y sus dimensiones de estar y de cambio, de permanecer o de recorrer, conllevando a la expansión para su comprensión, y es inevitable la afirmación de que el ser humano es tan grande como su comprensión del círculo o el cuadrado o el límite. El dibujante usa el tiempo en cada trazo y en la construcción de su dibujo. Cada línea es tiempo. Dibujar es trazarse en el tiempo.
Sensibilización ArtísticaEl Tiempo es Línea
El acto de dibujar, devenido del cuerpo en la acción de definir el espacio sobre el tiempo, es simultáneo. Su linealidad es sumada. No obstante, el dibujo es atemporal, eterno, porque inmortaliza el tiempo en sí mismo y la línea se vuelve su medio. Las figuraciones para su comprensión determinan un inicio y un fin, la circularidad puede representar el retorno, son concepciones antropocéntricas sobre las cuales el espacio figura el tránsito del presente. En el dibujo confluyen todos los tiempos, pues usualmente es una acción de la memoria, interpretaciones que están en el pasado; pero se dibuja en el presente, pensando en el resultado final con la mente en el futuro, significando la consolidación de un tiempo que es solo tránsito, un camino intermedio entre dos lugares, una distancia que vuelve sobre el tiempo del espacio que configura y, de esa manera, constituye las formas que la interpelan.
De modo que reconocer dicha linealidad es en realidad la intención de ordenar el entorno que se habita mientras se está presente en la acción de su hacer. Así, el dibujo es un eterno presente. En esta semana se propusieron ejercicios relacionados a la línea como un suceso de percepción del entorno, de modo que fuera visible la individualidad de las personas en el peso de los trazos para evidenciar los tiempos que tardan las personas en el barrio en su quehacer, pues comprende sus cuerpos, sus edades, las acciones que desde la labor definen su estar en aquello que realizan. La vendedora de tomates en sus acciones del cuerpo, al ser una mujer mayor, traza una línea más lenta en sus movimientos, mientras que aquella persona que es más joven se permite unos movimientos más fluidos. El trazo es personal, es derivado, seguramente, del camino de la vida en sí misma, del cansancio del cuerpo y del tránsito que el tiempo le ha determinado para su edad.
Dicha representación en los dibujos es más clara si la acción del cuerpo refiere un movimiento rápido, ya que no se dura tanto tiempo en la misma posición como para depositar mucho grafito, mientras que hay otras zonas más oscuras, mostrando el movimiento lento, es decir, que la línea conlleva al tiempo en su accionar y en el ocupar grafito, en la permanencia de la posición. Jorge Peña, comerciante del sector, reflexiona que Entre más tiempo estemos en este mundo más líneas vamos a alcanzar a hacer, entre más tiempo también será más larga la línea. A lo largo de la historia y del tiempo cada persona va trazando sus propias líneas. El tiempo es asumido en una relación lineal, y se hace más cercano a su estar en el barrio, y no solo en la acción que se ejerce en el papel, así es cierta la afirmación de Jorge que evidencia la inmensidad de oportunidades que propicia el vivir, y en consecuencia con el trazar líneas que son entendidas como acciones, experiencias, corporalidades y labores.
En las interacciones y las vivencias vamos generando líneas, sean comprendidas en sentido abstracto o simbólico, pero también literal, al escribir, dibujar. Para Guadalupe Morales, se generaron reflexiones que indagaban en Línea como algo infinito, sobre la cual
Es importante comprender los espacios en blanco, porque al dibujar, si se llena una hoja completamente de líneas, es difícil diferenciar una de otra, o los objetos y formas que pueden resultar de las mismas. Se puede culminar con la reflexión de Mateo Linares (sociólogo en formación y habitante del barrio) al afirmar que El papel captura las imágenes en cada línea que traza, pues desde esa simpleza es que las formas van emergiendo, suceso que se repite en cualquier lugar y momento. Por último Nunca había pensado a las personas como líneas, como líneas que se prolongan o permanecen, me gusta pensar ahora que cuando estoy vendiendo tintos, voy trazando caminos, y genero líneas entre las calles que camino, afirma Marina Silva, cuya labor transita el barrio constantemente entre los comercios y sus gentes.
En ese sentido hay una proyección lineal de las personas sobre el espacio en el que se encuentran, generando concepciones que generan espacialidades expandidas y transforman el dibujo en cuanto a la superficie que se habita para su hacer.
Todo dibujo, al surgir producto de la acción de la herramienta sobre la superficie, se convierte en límite, establece una frontera que define las formas, instaurando la separación como elemento constitutivo mientras contiene, pues abarca la intención formal de cuanto sucede adentro y afuera, de modo que evoca la imagen de lo establecido, de lo que segmenta Las líneas son límites porque cuando dibujamos la línea misma es una contención que no podemos pasar, define Santiago Bejarano. Dicha condición para el dibujo determina sus contenidos, las intenciones y los conceptos, porque en el límite se haya el significado, que es a la vez contorno y contenido. Ello conlleva a comprender que la línea no se define por sí sola, sino que, en su condición de límite, genera lo que representa no como línea únicamente, sino como agrupación espacial en el espacio del límite de cuanto encierra, pues la definición de objetos es la contención de su límite.
Pensar en la línea como límite, es pensar que esta, en la realidad no existe, sólo es la forma de la frontera, delimita para conformar el contorno que la forma ocupa. Las líneas sirven de fronteras que separan una frontera de otra, y definen la composición y el resultado final.
Mariana Orjuela, de ocho años reflexiona que el límite Es como las puntas, por ejemplo, el límite de los edificios son sus puntas, de modo que se hace una relación de la línea con las fronteras del entorno. Esto permite imaginar cómo en un dibujo, al juntarse las líneas,se marca el límite. El ejemplo del edificio posibilita comprender que los extremos están definidos por relaciones de extremos. Hay una línea interpretativa que marca el límite, que separa, que constituye el fin del objeto y comienzo del espacio que rodea la frontera trazada. Lo mismo sucede en el exterior, las líneas que definen los comercios y los espacios que ocupa cada labor en torno a ello. Por los límites podemos separar e identificar las diversas líneas que nos rodean, agrega Mariana.
En El Dibujadero, esta pregunta por la frontera permitió reconocer al otro como agente fundamental del barrio, separando su función de su ser, pues rompe con la idea de las acciones para instaurarse en un reconocimiento que configura estéticas. Así, por ejemplo, los trabajadores sexuales no son solamente su labor, sino seres que compran su alimento en la plaza, permitiendo configurar una ruptura que acerca, pues se comprende que el otro es como uno mismo, un ser que realiza unas acciones en un espacio, que desdibuja además las fronteras de las zonas del barrio, pues el límite se trastoca por las acciones del cuerpo cuando se habitan los otros sectores, de modo que hay un reconocimiento del ser mismo como parte de la cartografía de los espacios limitados que se habitan y, así mismo, de las inexistentes fronteras que están segregadas por las acciones, porque su habitar es tan válido como el propio. Carolina, trabajadora sexual del sector define que En el barrio también hay límites invisibles, en donde cada trabajo se desarrolla, pero el cuerpo como medio de transición rompe con esas fronteras.
Es así como se cuestionan los propios límites que como individuos tenemos en cuanto a las labores que se realizan. En El Dibujadero, al ser un espacio que reúne a las personas en la acción de dibujar, y en dónde no importa si el otro es un habitante de la calle o un vendedor de cajas, se establecen relaciones que configuran al otro no desde su hacer, sino desde su ser, permitiendo una mirada que desdibuja unos paradigmas en torno a la función, ya que sintetiza al otro no en una labor únicamente, sino en un accionar creativo y sensible. “¿Cuál es el dibujo del habitante de calle o del trabajador de la plaza o del abogado? Cuando se ven imágenes no se sabe responder. Está en entender que ese habitante de la calle se sentó a dibujar de la misma manera que el abogado. La imagen no tiene esos sesgos que tenemos nosotros como individuos” 2.
El borde es tangible y definido porque refiere el resultado visual del límite, es tácito por cuanto explora dimensiones espaciales en lo horizontal y vertical, significando por tanto la constitución de fronteras visuales que establecen los límites de los objetos y las formas representadas desde las particularidades propias de la forma, la profundidad y el volumen. El dibujo, aun cuando en muchos casos es bidimensional, en su condición de representar está determinado por la línea que varía en características propias de la intensidad con la que es trazada: su grosor, dirección y estilo, de modo que genera una identidad para el individuo que traza, y significa, por tanto, que concibe la tridimensionalidad en la superficie plana. De igual manera, el borde no se extralimita, supera el límite, rompe la frontera y la hace cóncava. Ante ello Solangie Rojas afirma que Uno puede usar los límites y los transforma para generar nuevos bordes. Cuando se unen los límites se generan nuevos bordes, de modo que los límites pueden ser comprendidos no solo como barreras, sino espacios de intersección que pueden transformarse.
Entre más limitados sean los bordes menos espacio hay, el borde determina el espacio, asegura Jesús Buitrago, uno de los comerciantes de cajas del sector que estuvo presente un corto tiempo en El Dibujadero, y cuya reflexión podría asociarse a la diversidad de labores que ocurren en el Siete de Agosto, donde la pluralidad de oficios se encuentran en un entorno que aunque se fragmenta en las zonas donde se realizan ciertas labores, también se conjugan en cuanto en una correlación recíproca por cuanto permite que la labor de unas personas incide sobre las otras.
En este sentido, el ejercicio propuesto, que estaba relacionado con representar todas las zonas que había en el barrio, implicó un desafío que involucró no solo el mirar en detalle el entorno, sino también la disposición y dimensión de los sectores que configuran el Siete de Agosto para lograr configurar la imagen. De modo que no fue un ejercicio sencillo, pues implicaba tener presentes las líneas de los diversos oficios, olvidando que hay un borde que se atraviesa en la acción de dibujar. Sin lugar a duda, los límites y bordes influyen en la percepción del espacio, pues determinan la extensión y el tamaño.
En el dibujo, cada vez que se pretende habitar el borde se está habitando la superficie plana, en El Dibujadero ha significado la posibilidad de acercarse al otro, porque comprende que la diferencia que configura la labor de las partes es solo el resultado de unas dinámicas sociales que han configurado dicho hacer, puesto que las líneas límite que separan una cosa de otra son comprendidas como imaginarias, las aprendemos y las aplicamos. Dichas líneas son el resultado de las prácticas culturales y de las condiciones sociales a las que se ha tenido acceso, pues refiere que el hijo del reciclador no ha podido acercarse al ejercicio creativo porque sus padres trabajan para poder alimentarlo y dicho ejercicio artístico no es comprendido como fundamental; claramente la labor para el alimento diario no permite la urgencia de la libertad que la creación conlleva. El borde es siempre la extensión del límite, por lo que permite ver al otro en su máxima contemporaneidad, en la comprensión de que sus labores son para sus necesidades, para su hogar y para su alimento.
Del borde emerge la tridimensionalidad porque altera la bidimensionalidad, de modo que la superficie se trastoca a la posibilidad del límite que lo constituye para dar lugar a la forma. Son esos bordes los que configuran los objetos en su condición de volumen y, en consecuencia, permiten la distinción de unos sobre otros. El borde solo existe en la tridimensionalidad, lo bidimensional es límite; no obstante, se le figura por medio de la nitidez, suavidad e intención cuando es representación en el dibujo. Los bordes definen las formas, si tú te sales del borde puede cambiar la forma, explica Santiago Bejarano. Lo que significa que, por un lado, los bordes que se establecen con precisión permiten una representación más clara y reconocible para las formas que se plasman y, por otro lado, si la persona que dibuja no respeta los bordes, la forma puede cambiar, la identidad original o la percepción de lo que se enuncia en la imagen puede no estar en la misma vía de lo que se quería lograr.
Las formas en su condición tridimensional conllevan al reconocimiento del volumen, que situadas en el contexto social humano se definen desde las acciones que hacen los cuerpos (los volúmenes) en su entorno, a razón de que corresponden al valor que generan en su cotidianidad. Al dibujar una figura humana, no solo se representa el cuerpo, sino también sus particularidades que cargan con la narrativa de alguna condición. Dibujar a un trabajador no es solo la figuración de su corporalidad, sino las acciones de su hacer y la comprensión del dibujante sobre esas acciones, su forma como tal está determinada por el acercamiento que se haya tenido sobre aquella forma representada. A ese acercamiento del borde y de sus particularidades, sobre las cuales se vuelve subjetiva la mirada, se debe la concreción de un carácter simbólico que sitúa su condición. Tenemos un sinfín de posibilidades de hacer formas con los bordes, de modo que inevitablemente se transforman y adaptan las formas, comenta Nicolás Cruz.
Es así como, por ejemplo, el dibujar a un trabajador sexual ya no representa solamente un cuerpo que labora, sino que configura un espacio en su labor que es comprensible por cuanto está el reconocimiento de quien dibuja, porque en su mirar rompe el límite y sepermite la observación consciente, significando que no solamente ve un cuerpo que ejerce un oficio, sino un suceso estético que compone las calles, al igual que su propio cuerpo en otra labor, reconociendo que esa forma es válida, que ocupa un lugar, que fundamenta una identidad estética para el sector.
Cuando el borde determina a la forma, su condición es de peso, de materia que no solamente refiere a una masa humana, sino a la dimensión de la condición de volumen, por lo tanto, ocupa espacio y siempre es estructura. El dibujo busca configurar visualmente los cuerpos desde la mímesis de lo que ocurre en el mundo, de modo que abstrae en la memoria lo que ve del mundo físico para situarlo de manera comparada en la superficie sobre la que se dibuja.
Dicha comprensión de cuerpo refiere a todas las formas que son en sí cuerpos, incluyendo también a los individuos y a los cuerpos que suceden en el barrio, reconociendo al igual que las labores, las acciones individuales que conllevan sus acciones: basura tirada, verduras, carros en las aceras, etc. Toda forma representa algún cuerpo, dice Jesús Buitrago. Como seres humanos tenemos la capacidad de encontrar y reconocer formas a las que les damos significado, las relacionamos con cuerpos de objetos, animales, plantas u otros, conlleva a definir el mundo que nos rodea. Objetos que son interpelados por las acciones de los cuerpos que les dan sentido por medio de las labores.En el ejercicio propuesto para la semana:
Primero cogimos un papel, que comenzó plano y cada vez que lo íbamos doblándo lo convertimos en una forma, porque movíamos cada borde, afirma Ángel Cortés. Se puede llegar a la forma doblando o uniendo los bordes, porque sin borde no hay forma, complementa Kelly Galet. Fue así como convertir un papel plano en una forma al doblar sus bordes se le dio una nueva identidad a la hoja. Cada doblez suponía una transformación o cambio; Kelly afirma que sin los bordes no existirían las formas, lo cual es cierto y palpable, el contorno de los objetos es dado por sus bordes, estos le definen y le otorgan significado, así como las labores individuales en las calles.
Hoy la actividad fue muy chévere porque cogimos una hoja, nos la pusimos en la cara y dibujamos nuestro rostro sin lápiz, solo con nuestra mano. A lo que sosteníamos la hoja en el rostro estamos formando nuestra propia cara sin ningún otro elemento, describe Jesús Buitrago. Una actividad sencilla con la que se logra transmitir y experimentar el dibujo, desde la intervención de formas que generan cuerpo. Las manos se vuelven escultoras, no se requiere nada más, simplemente se dejan llevar, se buscan las formas que resultan en cuerpo. Dichos objetos refieren las formas para el cuerpo, ya que cada oficio tiene unas maneras particulares. El reconocimiento del cuerpo del otro es el reconocimiento de los objetos y las labores que produce; pero, sobre todo, de entender que al igual el propio cuerpo se está definiendo para los demás, por lo cual significa una intersección de partes que configuran la realidad del barrio en el cual todos son importantes, porque definen unas particularidades concretas.
El Dibujadero, al situarse en el barrio, pone de manifiesto al cuerpo como ser creador, ya que es desde la propia corporalidad que se define el dibujo y desde este las formas que se constituyen. Es así como, primeramente, el cuerpo es en sí mismo una herramienta de trazo sobre la superficie del mundo: caminar, mover las manos, trazar sobre el papel. El cuerpo es dibujo por cuanto se traza sobre el tiempo, pues todo movimiento refiere a la línea. Ángel Cortés de nueve años, habitante del barrio asegura: Ahora ya entiendo que uno puede dibujar con su mismo cuerpo, hace líneas, trazos, siempre que yo camino estoy dibujando. El cuerpo es un arte porque si nos ponemos a pensar todos los días dibujamos con el cuerpo. En ese sentido, Ángel reconoce que el cuerpo se vuelve un suceso ligado a la existencia y a las experiencias que se viven, significando una capacidad innata a ser creativos, por cuanto cada paso conlleva a dejar un trazo en el tiempo.
El Dibujadero es un espacio de reflexión artística en donde se propicia una mirada a los cuerpos, pues comprende que desde sus individualidades se generan las acciones concretas de barrio, ya que denotan sus dinámicas y relaciones en la labor que cada uno propicia. Esto, en consecuencia, genera unas identidades estéticas que son representadas en su referencia visual por medio del dibujo, el cual comprende por medio de su hacer (dibujar) que el otro es fundamental en el contexto. Por ejemplo, el habitante de calle es diferente al mecánico, son ambos partes propias del imaginario del sector, pues refieren a diferentes formas en su representación. Yo antes pensaba que dibujar era con lápiz, no sabía que hay otras formas o que siempre estamos dibujando. Que nos rodea. Que las formas de las personas pueden generar imágenes y que sus labores generan líneas y movimientos, anota Ángel Cortés.
Es así como en la acción del dibujar consciente, el cuerpo toma relevancia en lo que ve y en lo que figura, pues reconoce al otro como ser relevante, porque parte de él para la composición de la creación, ya sea en la imagen, en el propio cuerpo y sus ideas y en los cuerpos y acciones que son observadas, ya que constantemente está tomando decisiones sobre el espacio y las dinámicas sociales que busca contener. Para mí dibujar es representar lo que hay a nuestro alrededor. Es importante dibujar para todas las personas; por ejemplo, como yo cuando grande quiero ser camionero, entonces por ejemplo para conocer los caminos, las rutas por las que debo ir debo dibujar… como un mapa y esos mapas se pueden hacer en la cabeza, reconociendo el espacio y teniendo en cuenta los límites, los objetos que sirven de referencia como los puentes, y así. Es cierto eso que nos dicen, que un buen observador es un buen dibujante, argumenta Luis Gutiérrez.
Dibujar es, entonces, un suceso de la vida, en donde la línea es comprendida desde la individualidad y sus características formales que emergen de aquel que la realiza, pues conlleva sus propios tiempos y las acciones en su quehacer en el barrio, comprendiendo sus edades, las prácticas de su labor, y se convierte en una representación que emerge del individuo, pero que en realidad sitúa el propio camino y aquella linealidad que el tiempo le ha determinado para su realidad concreta.
El Dibujadero ha significado la posibilidad de acercarse al otro con la excusa del suceso artístico, porque comprende que la diferencia que configura la labor de las partes es solo el resultado de unas dinámicas sociales en las que cada uno se encuentra también presente, de modo que cada vez más las líneas límite-sociales son separadas por la acción conjunta de dibujar colectivamente y reconocer en los individuos un suceso identitario y estético. La experiencia, la pregunta, la reflexión… una nueva perspectiva, la cotidianidad.
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