DOI:
https://doi.org/10.14483/10.14483/udistrital.jour.c14.2015.2.a04Publicado:
2015-11-06Número:
Vol. 10 Núm. 16 (2015): Arte y manifestaciones popularesSección:
Sección CentralEl personaje de la libertad cómica
The Character of Comedic Freedom
Palabras clave:
Carnaval, personajes, relación, festividad, construcción, vivencia, permisividad, exceso, inversión, travestismo (es).Palabras clave:
Carnival characters, relationship, holiday, construction, experience, permissiveness, excess, investment, transvestism (en).Descargas
Referencias
M. di Nola, Alfonso (2007). La muerte derrotada. Barcelona: Editorial Belacqva.
Coderch, Anna María y Víctor I. Stoichita (2000). El último carnaval. Madrid: Ediciones Siruela.
Pavis, Patrice (1998). Diccionario del Teatro. Barcelona: Editorial Paidós.
Revista La Gaceta (1990). El Carnaval por Eco, Ivanov, Rector, Lorraine, Rhys, Glantz. No. 230. México: Fondo de Cultura Económica.
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Revista Calle 14, Volumen 10, Número 16 / mayo - agosto de 2015, ISSN 2011-3757
Artículo de investigación
Carlos Araque Osorio Universidad Distrital Francisco José de Caldas / caraqueoso@gmail.com
Maestro en Artes Escénicas de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD), antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Voz Escénica de la Universidad Distrital de Bogotá y de Juegos Coreográficos de la Universidad Antonio Nariño; tesis de grado como magíster de Resolución de Conflictos y Mediación. Fundador del grupo Vendimia teatro. Docente de planta de la Facultad de Artes-ASAB de la Universidad Distrital, donde coordina la Unidad de extensión y es el director de la revista Calle 14. Ha publicado artículos en revistas nacionales e internacionales y es autor de los libros Voces para la escena, El destino del caminante, Ceremonial y ritual muisca, Teatro en acción: Propuestas pedagógicas, Teatro poshistórico o en diferencia, entre otros. t Socialización de personaje de carnaval. Semillero “Del entrenamiento actoral a la construcción del personaje”. Fotografía: Pablo Ordóñez. 2014
Araque C, (2015) El personaje de la libertad cómica Calle14, 11 (16) pp. 42 - 51
EL PERSONAJE DE LA LIBERTAD CÓMICA
RESUMEN
A partir del objetivo del semillero de investigación “Del entrenamiento actoral a la construc ción del personaje”, que consiste en crear relaciones entre diversas manifestaciones artís ticas y culturales, se indaga sobre las festividades, las carnestolendas y el regocijo, para analizar los comportamientos de quienes hacen y configuran la festividad. Una reflexión onírica sobre los personajes de carnaval y su relación con la teatralidad contemporánea. Un puente entre el pasado y el futuro para vivir a plenitud el presente, sin desconocer los cambios y trasformaciones que experimentan no solo los coparticipes del eventos, sino los mismos seres que, por momentos quizá muy efímeros, los vivencian y los proyectan en la colectividad.
PALABRAS CLAVES
Carnaval, personajes, relación, festividad, construcción, vivencia, permisividad, exceso, inversión, travestismo.
SUMA ASICHIGMANDA PI KAGTA
SUGLLAPI
Tapuchikunakui kallariskamandata iachaikuspa kawachingapa ima iachaskuska imasa kagta carnestolendas sumaglla pikunam chipi llugsinkuna ñugpamanda imasa kagta antiwa kuna raspa sumaglla kawachingapa Tukuikuna sugllapi ñuspatasina karka chasallatata. imA
SUTI RIMAI SIMI:
Canestolanda pikuna, sugllapi puncha, kallariri kawasaikuna permisividad, iapa mirachii travestismo
THE CHARACTER OF COMEDIC FREEDOM
ABSTRACT
From the vantage point of the research workshop “From the Actor’s Training to the Cons truction of the Character,” the aim of which is to create connections between different artistic and cultural events, we explore festivities, carnival and joy, to analyze the behavior of those who make up the feast: A dreamlike reflection on carnival characters and their re lationship with contemporary theatricality; a bridge between the past and the future to live fully in the present, without ignoring the changes and transformations experienced, not only by the participants in the event, but by the people who, perhaps for very fleeting moments, live them and project them unto the community .
KEYWORDS
Carnival characters, relationship, holiday, construction, experience, permissiveness, excess, investment, transvestism.
LE PERSONNAGE DE LA LIBERTÉ COMIQUE
RÉSUMÉ
À partir de l’objectif de la pépinière de recherche « De l’entraînement de l’acteur à la construction du personnage », consistant à créer des relations entre les diverses manifes tations artistiques et culturelles, nous étudions les fêtes, les carnavals et les réjouissances afin d’analyser les comportements de ceux qui font et forment la fête. Une réflexion oni rique sur les personnages de carnaval et leur relation avec la théâtralité contemporaine. Un pont entre le passé et le futur pour vivre pleinement le présent, sans ignorer les chan gements et les transformations qu’éprouvent non seulement les coparticipants des événe ments, mais les êtres mêmes qui, à des moments peut-être très éphémères, les vivent et les projettent dans la collectivité. mOts Clés Carnaval, personnages, relation, fête, construction, expérience, permissivité, excès, inves tissement, travestisme.
O PERSONAGEM DA HILÁRIA LIBERDADE
RESUMO
A partir do objetivo do foco de investigação “ o treinamento do ator para construir o per sonagem”, que é o de criar relações entre diferentes manifestações artísticas e culturais, ele explora as festividades, o carnaval e a alegria, para analisar os comportamentos de quem fazem e configuram as festividades. Uma reflexão de sonho sobre os personagens do carnaval e sua relação com teatralidade contemporânea. Uma ponte entre o passado e o futuro para viver plenamente o presente, sem ignorar as mudanças e transformações ex perimentom não só os parceiros do evento, mas as mesmas pessoas que, por momentos, talvez, muito fugazes, a “vivenciam” e os projetam para a comunidade. (Coletividade).
PALAVRAS CHAVES
Caracteres carnaval, relacionamento, festas, construção, experiência, permissividade, o excesso de investimento, travestismo.
Recibido 02/03/2015
Aceptado 09/04/2015
DOI: http://dx.doi.org/10.14483/udistrital.jour.c14.2015.2.a04 p
El semillero “Del entrenamiento actoral a la construcción del personaje”, asociado al grupo de investigación “Estudios de la voz y la palabra”, clasificado en Colciencias, viene adelantando el proyecto El personaje de Carnaval, el cual consiste en que los integrantes se aproximan desde el texto, la imagen, el canto y la danza, la situación y la acción a un personaje de mascarada y realizan una pequeña puesta en escena. En una segunda etapa se articulan en una comparsa, cuadrilla o cofradía, la cual se socializará en un carnaval del país. En este proceso con frecuencia nos hemos hecho la pregunta: ¿Qué es o como se configura un personaje de carnaval? Este escrito es una aproximación a esa interrogación, así que comencemos por lo elemental.
El personaje es la persona que se distingue de los demás en la vida pública o social; cada uno de los seres humanos sobrenaturales o simbólicos ideados por un narrador, un escritor, un dramaturgo, un actor y que toman parte en una acción o la ejecutan. Es también un ser de ficción que interviene en una obra, evento artístico o cultural, y a veces puede tratarse de un animal o de un valor ético y social, como la moral, la virtud, la vanidad, la belleza, etc.
Para algunos estudiosos el personaje en el teatro griego era literalmente la máscara, pero también se entendía como el que jugaba al papel del hipócrita o que actúa con hipocresía, fingiendo en público tener ciertas ideas o sentimientos, pero opinando o sintiendo en realidad otros distintos o contrarios. También puede ser asimilado como el que interpreta un papel: Agamenón, el coro de las aves, el corifeo, el mensajero, etc. Así sea yo, tú, él, es en todo caso un ser animado entendido como divertido, trágico, tragicómico y que cuenta con animus, es decir con esencia inspiradora.
Tradicionalmente el actor/actriz o es solo un ejecutante, o es el personaje en sí. En la actualidad el actor es cada vez más el personaje que representa. El personaje se compone de un conjunto de rasgos sicológicos, morales, comportamentales y sociales, por ello está configurado por tres dimensiones: Una sociológica, una sicológica y una fisiológica.
En el carnaval, de cualquier forma, siempre hay una lógica, una interacción o una complementación entre el personaje y la acción y entre la persona y el personaje, pero fundamentalmente entre el personaje y el asistente cómplice, quien construye un universo paralelo, aparentemente cómico, donde se viola la regla y esta violación es cometida por un personaje innoble, deforme e incluso animalesco, que por sus características permite que el asistente cómplice no se sienta incómodo ni se preocupe por la trasgresión del mandato y por el contrario celebra con entusiasmo esa ruptura de lo establecido.
Es maravilloso pensar que los asistentes de alguna forma se sienten amparados, ya que son otros los que cometen el delito y este delito es permitido, saboreado y recreado. Es por ello que el carnaval puede ser definido como:
La fiesta de la alteridad gozosa. La celebra ción del periodo de la deriva del universo, de la caída del orden. Su contrario, el desorden triunfa, y el propio cosmos se sumerge en el caos. (Coderch y Stoichita, 2000: 19)
Toda acción necesita para ser llevada a escena de un protagonista, el cual puede ser o no un personaje; puede también encararse como una caricatura, un cliché, un estereotipo e incluso un escorzo. Los caracteriza que todos realizan una acción, no entendida como movimiento sino como una complementariedad entre verbo-palabra, movimiento-comportamiento y sentimiento-emoción.
La labor de un grupo o semillero de investigación sobre el carnaval y la festividad consiste en gran parte en indagar y descubrir qué tipo de acciones pueden realizar los personajes de carnaval y los festivos. Los actores/actrices reviven las características de los personajes por medio de acciones y organizan las diferentes etapas de la situación de un relato, narración o actividad mítica, concentrando una red de signos que los diferencian de otros personajes que les posibilitan transgredir el orden. Pero; ¿es totalmente cierta esta trasgresión? Es probable que no del todo, como lo explica Umberto Eco en el texto “Los marcos de la libertad cómica”:
Si fuese cierta, sería imposible explicar por qué el poder (cualquier poder político y social a lo largo de siglos) ha utilizado a circenses para calmar a las multitudes; por qué las dictaduras más represivas han censurado siempre las parodias y las sátiras, pero no las payasadas; por qué el humor es sospechoso pero el circo es inocente (Eco en Revista La Gaceta, 1990).
No debato con el planteamiento de Umberto Eco, solo manifiesto que si bien es cierto que el personaje de carnaval no es propiamente un dechado de solidez dramática y conceptual, tampoco puede reducirse al ámbito de la payasada; tiene elementos satíricos, paródicos e incluso dramáticos, pero también es cierto que es simple, elemental y en algunos caso jocosamente banal, pues no siempre se caracteriza por su agilidad y ligereza corporal sino por su condición cómica. El personaje de carnaval, en oposición al personaje teatral tipo, no es un héroe; se aproxima más a la idea del antihéroe que transgrede la ley, invierte el orden, pone patas arriba las cosas y cambia los valores establecidos. De alguna forma el irrespeto, la irreverencia y la burla son sus herramientas de expresión, con las cuales construye otras realidades y otras formas de entender las situaciones.
En el carnaval un personaje puede permanecer y subsistir solo, pero por la función social que cumple se integra con otros personajes y configura una cofradía, una cuadrilla, una comparsa o una caterva que recurre a una alegoría, insignia o argumento para expresarse y manifestarse. Este argumento por lo general remite a sucesos reales, acontecimientos de la vida pública o hechos que vale la pena destacar, pero en ocasiones consigna hechos históricos, leyendas o mitos. Quizás no tiene la profundidad de una obra dramática o el argumento entreverado de una novela, pero de cualquier manera genera y produce eventos sociales, culturales y colectivos. Nace y se construye para ser visto y sentido en la calle y en espacios abiertos, y por ello es absolutamente corpóreo (entendido como la simbiosis entre lo físico, lo psíquico y lo emocional) y no puede existir sin un cómplice que lo complementa, un otro que lo comprende, que lo alcahuetea, que celebra sus torpezas, sus burlas, sus ocurrencias. Está vinculado a la sociedad en la cual se ha enraizado, en la cual nació, en la cual en definitiva se constituye en mito, leyenda e historia, y su actuar se comprende si lo comparamos o lo relacionamos con personas reales, seres mitológicos, divinidades u otros protagonistas que inciden en el desarrollo y configuración de la cultura.
Todo personaje de carnaval manifiesta un estatus social y ocupa un lugar en la sociedad. Es un actuante que se opone o se alía durante la festividad con otros actuantes. Aunque puede hacerlo, no actúa para imitar tipos sino para revivir y reconstruir caracteres, costumbres y acciones de otros actuantes, de otros seres sociales. Por ello su condición inevitable de satirizar a los otros, de criticar a quien se le antoje, de revivir a quien considere pertinente, de enaltecer a quien deba ser reivindicado. En esto consiste su superchería, su irreverencia, su desparpajo, en construir un mundo paralelo atravesado por el símbolo y la imaginación, por la creatividad y la locura, por la razón y la superstición.
En relación con la actuación, el personaje del car- naval no se rige por un texto estructurado, sino por un devenir y un acaecer de la acción específica (texto, movimiento, comportamiento) que realiza, y es el momento preciso del suceso el que construye su quehacer y su vocabulario. Su creación está posibilitada por la situación dada, comprendida en la festividad como un conjunto de acciones y datos extra-escénicos indispensables para la comprensión del suceso. No le importa la verdad irrefutable, en su faena juega en cambio un papel importante la verosimilitud, la probabilidad y la incertidumbre: Lo que podría ser cierto pero podría no serlo. Como tiene referentes sociales, debe por necesidad ser identificado con facilidad, y lo que sorprende al asistente cómplice es que no reproduce un texto ni un discurso, sino que construye desde diferentes situaciones y condiciones; por ello no se le exigirá un efecto de exactitud o de pureza.
El personaje de carnaval por lo general es objeto de las más extrañas y variadas especulaciones, puede ser aceptado o rechazado, y por ello tiene la opción de ser desvirtuado o reconstruido a cada instante durante la festividad. Incluso si se han perdido muchos de los mitos o leyendas de donde surgió, no deja de ejercer una fascinación cuando reaparece, pues es controvertido, agitado, dividido, desconcertante y divertido. Es claro que puede tener origen en los más insospechados sucesos: Una danza, una propaganda, un programa de televisión, una fábula, un mito, un cuento, un suceso verdadero que se convierte en leyenda, una mentira o un relato. Lo importante es que cuando el carnaval se lo apropia empieza una nueva vida y un nuevo recorrido, y será el mismo evento el que se encargue de conservarlo, perpetuarlo o hacerlo desaparecer. Es posible incluso que un personaje desaparezca por grandes periodos de tiempo y vuelva a resurgir de las cenizas sin explicación aparente.
Los mitos, leyendas, historias o acontecimientos reales de donde surgen pueden cambiar, transformarse e incluso desaparecer, y por esta razón siempre habrá nuevas opciones para crear personajes en las festividades y las carnestolendas.
Los mitos son connaturales a la sociedad. Así no nos gusten los “mitos” producto de la comunicación, la publicidad, los medios masivos de comunicación, el consumo o el mercado (así incluso no los consideremos como mitos), de ellos siempre surgirán ideas ocurrentes y esto es lo que hace que los personajes no mueran, sino que pervivan, se trasformen, se trasmuten y sean siempre polimorfos.
Todo personaje de carnaval presenta un punto de vista particular de su mundo y de quienes participan en él; eso implica un conjunto de caracteres, de enfoques, opiniones, conocimientos e incluso sistemas de valores. Ya sea para reivindicarlos o para criticarlos, ya sea para reconstruirlos o destruirlos, siempre tiene una mirada y un concepto de la realidad que se convierte en una conciencia autónoma, dotada de la capacidad de criticar, juzgar y exponer su posición, dándole la oportunidad al asistente cómplice de hacer una comparación de lo que observa y de la realidad que lo circunda. Sin embargo, las acciones y las palabras no son una copia de la realidad. No se trata de una imitación de comportamientos, ni de una simple representación de sucesos; más bien, de una perspectiva, una postura, una mirada particular, pero que conecta de manera específica con lo general; es decir, aunque está encarnado por una persona, su actividad lo vuelve una representación de la sociedad y es por eso que la comunidad lo acepta o lo rechaza, lo asimila y lo niega, lo reconoce o lo desconoce.
Si bien el personaje de carnaval está relacionado con la fiesta, no es una simple algarabía de alegría incontenida; encierra expresiones creativas del arte escénico en las que aparecen rasgos de la comedia, el drama, la tragedia, la farsa y la sátira, y para lograr este múltiple propósito pregona, habla, canta, danza y casi siempre está acompañado de la señora Música.
Si bien es cierto que muchas veces parte de un disfraz improvisado –un antifaz, un manchón de harina, betún o maquillaje–, el personaje requiere de un proceso de elaboración en el que se estudian y practican sus movimientos, textos y coreografías, gestándose incluso interpretaciones; las máscaras, parafernalia, elementos de utilería y vestuario con que se viste y se mimetiza, se convierten en algo fundamental para su subsistencia.
El misterio fascinante y repulsivo de la máscara, ¿Quién podrá alguna vez confiar la regla, explicar las razones y demostrar lógicamente la urgencia a la que se entregan, en días determinados, ciertos seres, de maquillarse, de disfrazarse, de trocar su identidad, de dejar de ser quienes son; en una pablara, de evadirse de sí mismos? (Jean Lorraine en Revista La Gaceta, 1990)
El personaje carnavalesco pone de manifiesto la capacidad creativa y de improvisación de quien lo representa. Dado que las circunstancias del car- naval cambian a cada momento y la sorpresa está presente en todo instante, la libertad interpretativa se vuelve una herramienta que debe aprender a manejar con maestría. La relación con el espectador cómplice, además, puede conducir al personaje, sin aviso, a una nueva acción o a un nuevo texto que lo obliga a cambiar de actitud, de temperamento e incluso de comportamiento. Luego no es de extrañar que de pronto se convierta en otro ser que no es precisamente el que estaba representando o encarnando. Esta capacidad podría definirse también en el terreno de la alteridad, entendida como el que hace de otro, el que duplica al otro, el que juega a ser otro incluso cuando él mismo ya es otro.
No siempre el personaje de carnaval es un derroche de alegría. La máscara de por sí es un instrumento de crítica social, que si bien nos permite satirizar ciertos personajes de la vida social y política, en muchos casos cuestiona hechos que han dado de que hablar, posibilitando que la situación se convierta en una inculpación y señalamiento formal a las costumbres, desmanes y decisiones de funcionarios o personas reales. Las malas administraciones, el alto costo de la vida, las condiciones higiénicas, la muerte que campea en nuestras ciudades y pueblos, las prédicas absurdas desde los púlpitos, etc. Estas situaciones posibilitan incluso que en el carnaval pervivan personajes como las brujas, los diablos, los garabatos, las calacas, los burleteros, los bufones, los juglares, los saltimbanquis. Claro, se entiende que estos personajes están encarnados, representados, invocados por seres vivos, que se divierten, toman trago, bailan y por ello piden retribución para continuar la diversión y para entrar de pleno en la fiesta. El embrujo etílico es tan solo una de estas vías. Los personajes de carnaval muchas veces se mueven en unas coordenadas descritas en El último Carnaval de la siguiente manera:
Los términos que definen al personaje de Car- naval: Permisividad, exceso, inversión, y travestismo; justifican la alegría no ya como una actitud ante la ausencia, la nada, o el abismo, sino como percepción positiva de la alteridad. El desorden carnavalesco es más relativo que absoluto. (Coderch y Stoichita, 2000)
El travestismo y la androginia siempre ocuparán un lugar predominante en la celebración, y es una de las inversiones más recurrentes: El hombre que se transforma en mujer, la mujer que se convierte en hombre, el ser asexuado o sin sexo da lugar a múltiples interpretaciones, desde aquella que manifiesta que es una crítica severa contra el machismo y la sociedad patriarcal, hasta la más atrevida, que indica que los seres humanos conservamos en esencia la huella de los dos sexos y del embrión que puedo haber sido uno u otro. No creo que sea el lugar para debatir estas interpretaciones, pero lo cierto es que el carnaval es el lugar para cuestionar tanto el comportamiento de hombres como de mujeres en el desempeño básico de sus funciones y actividades sociales.
El personaje de carnaval, muy a pesar nuestro, siempre será una combinación entre ceremonias ancestrales y de nuevo cuño, entre herencias musicales de muchos pueblos y músicas contemporáneas, entre fiestas de origen “pagano” y celebraciones religiosas; y todo esto se mezcla, se retuerce, se mixtura, sin que lo podamos evitar, con la situación actual, produciendo el sentido de fiesta popular y dando lugar al desparpajo, al regocijo, a la diversión desenfrenada, a la sátira colectiva. No tendría entonces por qué aterrarnos que en un carnaval se asocien la llorona, la loca Margarita, el mohán, la madreselva, la bruja, el cura sin cabeza, el hojarasquín, el presidente de la república, el tirano de turno e incluso Batman, Supermán y la Mujer Maravilla. Es lógico pensar que todos ellos aparecerán de una forma burlona y critica, serán irónicos y con alta dosis de humor negro y algo de crueldad. No dejan títere con cabeza, y se entregarán a la fiesta, al escándalo, al vicio y los excesos, en fin, a la ceremonia colectiva.
El teatro existe en el carnaval y encuentra en él una herencia lúdica y festiva. De hecho, el carnaval permite el desdoblamiento del actor, que recompone su personalidad y se convierte en un ser polifacético, desinhibido, expresivo. En el carnaval se borran los límites entre actores y público, por ello hablamos de cómplices. El actuar deja de ser un suceso que ocurre en un escenario y toma vida al aire libre, en la plaza pública, en la calle liberada. El carnaval es amplio y otorga libertad. Es claro que se trata de una libertad cómica, como lo manifiesta Umberto Eco, donde se puede parodiar lo establecido, donde el espacio-tiempo se desborda, donde lo particular se transforma en colectivo y se vuelve a fecundar la tierra, propiciando el nacimiento de nuevas opciones para el arte, el teatro, la cultura y la sociedad misma. Ya no se trata solo de fertilizar la tierra para lograr una buena cosecha; la fertilidad contemporánea ocurre en el imaginario colectivo e incide en la transformación de la sociedad, y es por esto que prevalece entre las barajas comunitarias, contrastadas con las desenfrenadas manías del poder.
Los personajes de carnaval son los vigilantes del devenir y del futuro, son los testigos de nuestra historia no contada y son el testimonio del regocijo no descrito en los libros. Es decir, son la versión reída, disfrutada y vivida por seres quiméricos que muchas veces se trasmutan en profetas y que nos conectan con nuestra vida oculta. Son ellos los que anuncian la resurrección de la festividad o la conclusión de la misma, pero no por decreto oficial, a veces por medio de un bando fingido, pero sobre todo por medio de la suspicacia y la oposición. Sí, son los oponentes simbólicos a todo tipo de imposición y por ello es que nos divierte tanto aproximarnos a su existencia, relacionarnos con su particular modo de pervivir y de lograr incidir en nuestras vidas, que en últimas es darnos otra opción para nuestros ímpetus creativos.
El misterioso personaje del carnaval se balancea entre el ser y el no ser o entre el ser y la ficción. Salta y grita, vuela y juega, como un dios malicioso de miles de años. La travesura es para él la cosa más sería y placentera. En la maravillosa acción que ejecuta con desparpajo ante la comunidad en la cual ríe, disfruta y a veces sufre, es difícil apreciar si no hay también una lágrima oculta entre los pliegues de su traje y los rasgos de su rostro; si no hay una desconcertante pregunta en ese estallido final antes de dejarnos muertos de risa. Y digo muertos de risa, porque en la celebración conscientemente asistimos al entierro, quema o desaparición del personaje central, entre la risa y el llanto, el placer y la alegría, el dolor por su partida y la satisfacción de que el próximo año, antes de cuaresma, regresará. El personaje generalmente muere, desaparece o se transforma; trátese del diablo, el fantoche, el calabazo, el abuelo, el tío, el pelele de paja, el rey Momo, el muñeco, el árbol mágico, o incluso Dionisio (que aún subsiste en festividades de algunos pueblos de Albania y de Grecia). Sí, es necesario que fallezca para renacer un tiempo después, para reconstruir el mundo al revés y patas arriba. Por eso lloramos su partida, nos desmayamos, nos descontrolamos, nos embriagamos y nos dejamos llevar alucinados al espacio sutil de la creación, donde la señora muerte nos acompaña y comparte con nosotros sin ningún reparo la celebración de la vida.
Referencias
M. di Nola, Alfonso (2007). La muerte derrotada. Barcelona: Editorial Belacqva.
Coderch, Anna María y Víctor I. Stoichita (2000). El último carnaval. Madrid: Ediciones Siruela.
Pavis, Patrice (1998). Diccionario del Teatro. Barcelona: Editorial Paidós.
Revista La Gaceta (1990). El Carnaval por Eco, Ivanov, Rector, Lorraine, Rhys, Glantz. No. 230. México: Fondo de Cultura Económica.
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