DOI:
https://doi.org/10.14483/22486798.2431Publicado:
01-01-1999Número:
Vol. 3 Núm. 1 (1999): Significación y comunicaciónSección:
TraducciónEpistemología de las ciencias humanas/ Tzvetan Todorov, Mikhail Baktine
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Enunciación, 1999-04-00 nro:3 pág:54-58
Epistemología de las ciencias humanas
Traducido del Francés por: Galdys Jaimes Carvajal
Docente- Investigadora Universidad Distrital
Francisco José de Caldas
Tomado de:
Tzvetan Todorov. Mikhail
Baktine, le principe
dialogique.Ed. du Seuil, Paris,
1981.
Ciencias naturales y ciencias humanas
Introduciendo la noción de Cronotopo (complejo espacio-temporal característico de cada subgénero romanesco), Bajtín hace una curiosa notación terminológica:
"Este término -cronotopo- es utilizado en biología, matemática y ha sido introducido y adaptado con base en la teoría de la relatividad de Einstein. El sentido especifico que ha recibido nos interesa poco: lo introduciremos aquí, en los estudios literarios, un poco en sentido metafórico (un poco pero no del todo)."
La expresión "un poco pero no del todo" tiene algo de intrigante, mucho más si se tiene en cuenta que este género de transposición no es excepcional en los escritos de Bajtín. Así, la revolución operada por Dostoievski en el campo de la novela, es comparada con la de Einstein.
"Los problemas que se plantean al autor y a su conciencia en la novela polifónica son mucho más complejos y profundos que los que se encuentran en la novela homofónica (monológica). La unidad del mundo de Einstein es más profunda y compleja que la del mundo de Newton. Es una unidad de orden superior una unidad cualitativamente diferente)."
Otra comparación entre ciertos hechos del lenguaje y algunos aspectos del mundo físico, aparece de manera esporádica pero insistente en sus escritos. Algunas veces se extiende al campo mismo de las ciencias.
"Cuando las lenguas y las culturas se clarifican activa y mutuamente, el lenguaje se vuelve diferente; su misma cualidad ha cambiado: en lugar del mundo lingüístico toloméico, único y cerrado, aparece el universo galileano hecho de múltiples lenguas que se reflejan la una en la otra."
En el renacimiento se propaga un uso descentrado del lenguaje que se manifiesta en particular en la novela y corresponde a la concepción galileana del mundo, en oposición a la de Tolomeo. La explicación de esta correspondencia, que es más que una metáfora, parece ser para Bajtín la siguiente: La evolución de las artes y de las ciencias está ligada a la de las ideologías, Es ésta la razón que explica ese "aire familiar". Antes que hablar de una relación de determinación, Bajtín planteará una "adecuación"entre las diferentes formas de la ideología:
La época de los grandes descubrimientos astronómicos, matemáticos y geográficos que acabaron con la finitud de los valores matemáticos e hicieron retroceder las fronteras del antiguo mundo geográfico, a la época del renacimiento y del protestantismo, que puso fin a la centralización verbal e ideológica del medioevo, sólo podía corresponder la conciencia lingüística galileana.
Existe entonces entre las ciencias naturales y humanas un paralelismo que se explica por sus raíces comunes en lo ideológico y lo social. Pero, al lado de esta primera tesis relacionada con la unidad y homogeneidad del campo del conocimiento, existe igualmente un principio de diferenciación que separa las ciencias humanas de las naturales. Bajtín descubre, casi por azar, este principio estudiando el rol de la palabra en las diferentes actividades humanas. En ciencias humanas, este rol es esencial y es nulo en las ciencias naturales.
"Las ciencias matemáticas y naturales no conocen el discurso como objeto de una orientación.... Todo el aparato metodológico de las ciencias matemáticas y naturales está orientado hacia el dominio de un objeto reificado que no se revela en el discurso y que no comunica nada de sí. Aquí el conocimiento no está ligado a la recepción e interpretación de los discursos o de los signos que vienen del objeto que se conoce. En las ciencias humanas, a diferencia de las ciencias naturales y matemáticas, surgen los problemas específicos del establecimiento, la transmisión e interpretación de los discursos del otro. (Por ejemplo, los problemas de las fuentes en la metodología de las disciplinas históricas.) En lo concerniente a las disciplinas filológicas, el hombre que habla y su discurso, son de manera fundamental el objeto del conocimiento".
Esta constatación aunque simple, motiva ciertas hipótesis que conciernen a la naturaleza misma del conocimiento en ciencias humanas y más particularmente a las disciplinas que tienen el discurso por objeto.
"En el dominio de la política, de la historia de la literatura y en general de la historia de las ideologías, ningún otro acercamiento es posible: en estos dominios, ni el positivismo más árido puede tratar de manera neutra el discurso como cosa. Está además impedido no sólo para hablar del discurso sino también para utilizarlo con el fin de extraer de él el sentido Ideológico, sentido accesible solamente a una comprensión dialógica que incluye la evaluación y la respuesta."
Esta marcada separación entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, lo mismo que la afirmación según la cual la especificidad de las segundas deriva de su relación con los textos y, por consiguiente, con su Interpretación, no es tan evidente si no tenemos en cuenta las tesis de Dilthey. En efecto, Bajtín las conoce muy bien puesto que las criticó explícitamente en su obra "El marxismo y la filosofía del lenguaje" (firmada por Voloshinov). He aquí el resumen que sobre el tema hace en su última obra:
"Según Dilthey, la tarea de la psicología no puede ser la explicación causal de las experiencias psíquicas, como sí fueran análogas a los procesos físicos o fisiológicos. La tarea de la psicología es la de describir, comprendiendo en ésto la tarea de descomponer e interpretar la vida psíquica como si se tratara de un documento sometido al análisis filológico. Sólo la psicología descriptiva e interpretativa puede, según Dilthey, servir de base a las ciencias humanas, o como él las denomina, a las ciencias del espíritu."
Es éste el mismo programa que adoptará la obra conjunta Voloshinov/Bajtín. Si se critica a Dilthey es' porque se piensa que éste no deriva de sus propias tesis las consecuencias últimas (En ésto se equivocan, pero no podían en esta época conocer los trabajos inéditos del Dilthey.)
"En efecto, la justa posición de la experiencia psíquica y la del discurso no es para W.Dílthey sino una simple analogía; una imagen lúcida, por demás bastante extraña en sus obras. Está muy lejos de sacar de esta comparación las conclusiones que se imponen."
En un trabajo posterior, Bajtín constata que las formulaciones de Dilthey y de Rickert ya no son aplicables, pero no dá más explicaciones. El objetivo de Bajtín al respecto es, antes que todo, radicalizar el programa de Dilthey matizándolo. Bajtín distingue entonces dos aspectos en los cuales se Cristaliza la diferencia entre ciencias humanas y naturales. En el objeto y en el método, es decir, en el sujeto cognoscente.
Diferencias en cuanto al objeto.
La diferencia en cuanto al objeto es evidente. El objeto de las ciencias humanas es un texto, en el sentido extenso de la materia significante.
"Nos interesamos en la especificidad de las ciencias humanas dirigidas hacia los pensamientos, los sentidos, los/significados, etc. que vienen del "otro" y que se modifican y ofrecen al investigador únicamente bajo la forma de un texto. El texto (escrito u oral) es el dato primario de todas estas disciplinas lingüística, filología, estudios literarios) y en general de todas las ciencias humanas y filológicas (comprendiendo el pensamiento teológico-filosófico en su origen). El texto, es esta realidad inmediata (realidad del pensamiento y de las experiencias) en la cual sólo se pueden construir estas disciplinas y este pensamiento. Allí en donde no existen textos, tampoco existe un objeto de investigación y de pensamiento en el sentido señalado para las ciencias humanas."
No es entonces simplemente el hombre el que se' constituye en objeto de las ciencias humanas sino el hombre en tanto productor de textos.
"Las ciencias humanas son ciencias del hombre en su especificidad, no de un objeto sin voz o de un fenómeno natura/El hombre en su especificidad humana se expresa siempre (habla), es decir, crea un texto (así sea potencial). Allí donde el hombre es estudiado fuera del texto que produce e independientemente de él, no se trata ya de las ciencias humanas (anatomía y fisiología humanas, etc.)"
Esta distinción ya había sido presentada en la primera publicación teórica de Voloshinov y Bajtín:
"Los cuerpos físicos y químicos existen igualmente por fuera de la sociedad humana, mientras que los productos de la creación ideológica sólo se desarrollan en y para la sociedad particular"
Bajtín recurrirá a distintas formulaciones para definir el objeto de las ciencias humanas. En los escritos de los años veinte se sirve de una oposición entre cosas y signos, tan antigua como la de San Agustín. Una sección titulada "la palabra como signo ideológico" de un artículo firmado por Voloshinov, describe el signo como lo que remite a otra cosa por oposición a las cosas que son en sí mismas intransitivas. Los signos se subdividen, de una manera aún agustiniana en "existentes" y "creados"y las ciencias humanas son entonces subdivisiones de la semiótica. Al mismo tiempo, Voloshinov y Bajtín parecen considerar como intercambiables las nociones de "conjunto de signos" (semiótica) y de "ideología".
"Por ideología entendernos el conjunto de reflejos y de refracciones de la realidad social y natural en el cerebro humano, que se expresa y se fija a través de la palabra, el dibujo, el gráfico o bajo cualquier otra forma semiótica."
Esta idea será retornada de manera programática en la obra "Marxismo y filosofía del lenguaje" y se mantendrá hasta en los últimos escritos de Bajtín.
"El acto humano es un texto potencial...ciencia del espíritu. El espíritu (tanto el mío como el del "otro") no puede considerarse como cosa (como el objeto inmediato de las ciencias naturales) sino solamente a través de su expresión por los signos, su realización en los textos que valen para sí y para el <otro>".
En un texto fechado aproximadamente en 1941, pero que Balín retorna en 1974, se encuentra una alternativa de definir la especificidad de las ciencias humanas. -La dicotomia no se presenta ya entre cosas y signos sino entre cosas y personas:
"Conocimiento de la cosa y conocimiento de la persona. Es necesario caracterizados como límites: en primer lugar, la cosa pura y muerta que tan sólo es exterioridad, que no existe sino para el "otro" (el sujeto cognoscente) y que sólo él lo puede develar enteramente y hasta el fin... El segundo límite es el pensamiento de la persona en presencia de la persona, misma, el diálogo, la interrogación, la súplica. Son estos dos límites del pensamiento y de la práctica (del acto) o dos tipos de relaciones (la cosa, la persona). Entre más profunda sea la persona, es decir, entre más se acerque al límite personal, menos aplicable serán los métodos generalizantes: la generalización y la formalización borran los imites entre el genio y la mediocridad. Nuestro pensamiento y nuestra práctica se suceden entre dos límites: en relación con la cosa en sí y en relación con la persona. Cosificación y personificación."
Se podría entonces decir que en ciencias naturales se busca conocer un objeto y en ciencias humanas , un sujeto.
"Las ciencias exactas son una forma monológica del saber: el intelecto contempla una cosa y habla de ella. No hay aquí sino un sólo sujeto, el sujeto cognoscente y hablante y sólo un objeto sin voz se encuentra frente a él".
En el caso de las ciencias humanas, no se puede percibir y estudiar el sujeto en si, como si fuera una cosa, puesto que no puede existir sujeto sin discurso, por consiguiente, el conocimiento en este campo no puede ser sino dialógico.
Esta insistencia en la persona no puede entenderse como una defensa de la individualidad psicológica (nada más alejado del pensamiento de Bajtín). Se trata más que todo de insistir sobre el carácter único, no reiterable de los hechos que constituyen el objeto de las ciencias humanas:
"La personalización no es en modo alguno subjetiva. El límite se sitúa aquí entre el "yo" en interrelación con otras personas, es decir, "yo", y "el otro", "yo" y "tú". Este personalismo es semántico, no psicológico."
Aquí, al igual que en otras partes, podríamos sorprendernos por la ausencia del término "histórico". Este concepto parece no haber sido tematizado por Bajtín., si bien la noción de historia que recubre es, en efecto, fundamental en su teoría.
Las ciencias humanas, y más particularmente los estudios literarios, sufren de un complejo de inferioridad en relación con las ciencias naturales, y quisieran a veces seguir los mismos parámetros, sin percatarse de que su objeto es, no precisamente un objeto, sino otro sujeto.
Este entusiasmo por la "verdadera" ciencia puede adoptar varias formas. Desde los primeros escritos, Bajtín muestra que existe la tendencia de substituir el verdadero objeto de las ciencias humanas (o de los estudios literarios) por una finalidad más inmediata, más tangible. Para hacerlo, se dispone de dos clases de objetos empíricos: se puede reducir el texto a su materialidad (lo cual sería una forma del empirismo objetivo) o bien se le diluye en los estados psicológicos (que le preceden y que le siguen) de quienes producen o perciben un texto (empirismo subjetivo).
"El investigador se aferra a estos dos aspectos, temiendo sobrepasarlos en cualquier sentido, presumiendo habitualmente que más allá se encuentran las solas sustancias metafísicas. Pero estas tentativas para "volver empírico" el objeto estético, están condenadas al fracaso y, lo hemos demostrado, son desde el punto de vista metodológico completamente ilegítimas. No existe razón alguna para preocuparnos por el hecho de que el objeto estético no puede ser encontrado ni en el psiquismo, ni en la obra material, tampoco llega a ser una sustancia mística o metafísica. El mundo proteiforme del acto, de la existencia ética, se halla en la misma situación. Entonces, ¿en dónde se ubica el estado? ¿en el psiquismo? ¿en el espacio físico-matemático? ¿en los actos constitucionales? ¿En dónde se encuentra el derecho? Porque tenemos relación con el estado y con el derecho y en efecto la asumimos: estos valores dan sentido y orden a lo material empírico, lo mismo que a nuestro psiquismo y nos permite sobrepasar la pura subjetividad."
Para los estudios literarios, son los formalistas quienes ilustran las dos formas del empirismo. En efecto, de una parte, pecan por empirismo objetivo, puesto que quieren reducir la obra a sus estructuras lingüísticas para luego reducirlas, en la medida de lo posible, al material fónico. O más bien, renuncian a toda búsqueda de las intenciones porque no son directamente observables. Bajtín opondrá su propia actitud a la de los formalistas:"Insistimos sin cesar sobre el aspecto objetal y semántico así como sobre el aspecto expresivo, es decir, intencional, porque es allí en donde se estratifica y se diferencia el lenguaje literario del lenguaje cotidiano antes que aferrarnos a las marcas lingüísticas (los matices lexicales, los armónicos semánticos, etc.) de los lenguajes, de los géneros, de las jergas profesionales y demás marcas, que son por así decirlo, depósitos escleróticos del proceso intencional y signos de una interpretación de las formas lingüísticas comunes: dejamos el camino al trabajo vivo de la intención. Estas marcas exteriores observables e identificables en el plano lingüístico, no pueden ser aprehendidas en sí mismas, sin que se comprenda e interprete la intensión que las anima."
Esta exigencia de considerar el lenguaje no solamente en las formas producidas, sino a través de las fuerzas que las producen (Humboldt decía: energeia, no ergon), encuentra su correlato, del lado del receptor en la insistencia en la noción de horizonte.
"Es necesario resaltar, de una vez por todas, que "por lenguaje social" entendemos, no el conjunto de marcas lingüísticas de una lengua, sino el conjunto concreto y vivo de las marcas de una diferenciación social que puede realizarse en el marco de una comunidad lingüísticamente homogénea y que no se define sino por los desplazamientos semánticos y las escogencias lexicales. Es un horizonte sociolingüístico concreto que se diferencia en el interior de los límites de la lengua abstractamente unificada. A menudo este horizonte verbal no se presenta para una definición lingüística pero tiene en general grandes posibilidades de automatización dialectal ulterior: es un dialecto no formado aún, un dialecto potencial"
El empirismo objetivo es entonces una de las figuras del formalismo en los estudios literarios. La otra, es el empirismo subjetivo, perceptible notablemente a través de los conceptos de «automatización", de forma "sensible" o "palpable' de distanciamiento,
"Los fundamentos de su teoría -salir del automatismo, hacer perceptible la construcción- presuponen precisamente una conciencia subjetiva que «siente". Afirmar que la obra busca ser "sentida", significa practicar la peor especie de psicologismo porque el proceso psico-fisiológico llega a ser algo que se satisface a si mismo, desprovisto de todo contenido, es decir, de toda ligazón con la realidad objetiva. El automatismo, lo mismo que la perceptibilidad, no representan rasgos objetivos de la obra, no están en la obra en si, en su estructura. Los formalistas se mofan de quienes buscan "el alma" y el "temperamento" de la obra literaria, pero ellos mismos buscan en la obra la capacidad psicofísica lógica de producir excitaciones."
No podemos sorprendernos de que estas dos formas empirismo se encuentren en los análisis de los formalistas, puesto que el punto de partida entre los dos es común. Es en últimas la idea aristotélica según la cual es posible, o más aún, necesario, separar el estudio de la obra de los que se consideran los participantes en el acto de comunicación que se presenta (el autor 'y el lector). Sin embargo, si se procede así no se retiene sino una parte del proceso, que sólo es inteligible en su totalidad.
"En resumen, estos dos puntos de vista tienen el mismo defecto: tratan dé encontrar el todo en las partes. Presentan la estructura de la parte, abstractamente separada de la estructura del todo. En realidad, lo "artístico" en su totalidad no reside en la cosa, ni en el psiquismo del creador tomados por separado, ni en quien lo contemple: lo artístico engloba conjuntamente estos tres aspectos. Lo que se fija en la obra artística es una forma particular de la relación entre quienes la crean y quienes la contemplan."
Según Balín, la que se expresa en los estudios estructuralistas recientes es también una variante del objetivismo, aunque más abstracta:
"En el estructuralismo no hay sino un sólo sujeto: el investigador. Las cosas se transforman en nociones (de una abstracción variable); el sujeto jamás puede constituirse en noción (él mismo habla y responde). El sentido es personal: hay siempre una pregunta, un llamado y una respuesta anticipada; hay siempre dos sujetos en sí (el mismo diálogo). La siguiente notación precisa las diferencias con los estructuralistas:
Mi relación con el estructuralismo se expresa en una posición en contra del encerramiento en el texto... de donde se desprenden una formalización y una despersonalización: todas las relaciones se expresan desde el punto de vista lógico (en el sentido amplio del término) mientras que yo escucho en todas partes las voces y las relaciones dialógicas entre ellas."
Este reproche dirigido a los estudios estructuralistas, se inscribe en la querella entre subjetivistas y objetivistas (semejante a la crítica de Kierkegard a HegeD: "El sujeto no puede jamás convertirse en una noción". Bajtin defiende la subjetividad no sólo del sujeto cognoscente sino de la cosa que se conoce Tal como afirma en una nota que data de los últimos años de su vida:
"El objeto de las ciencias del espíritu no es el de dos espíritus que deben fusionarse en uno solo: el estudiado y el que lo estudia. Su verdadero objeto es la interrelación entre dos."
Diferencias en cuanto al método.
No es sorprendente que una diferencia radical en el objeto corresponda a una diferencia en el método, a tal punto que Bajtín preferirá hablar en materia de ciencias humanas sobre "comprensión" y no sobre "conocimiento". En esto sigue fiel a la tendencia instaurada por Dilthey, lbckert, Max Weber. Desde los escritos de su juventud, Balín combatió entonces la estética y la epistemología de la empatía; describió la comprensión como una transposición que mantiene no confundidas dos conciencias autónomas.
"En su interpretación ingenua y realistas, la palabra "comprensión" induce siempre a error. No se trata del todo de un reflejo exacto y pasivo, de un desdoblamiento de la experiencia de otro en mí, sino de la traducción de la experiencia en una perspectiva axiológica enteramente distinta, en nuevas categorías de evaluación y de formación."
En los escritos posteriores, se pondrá el énfasis más particularmente sobre la dualidad irreductible de un locutor y un receptor. El primer rasgo característico de la comprensión es el que tiende a tomar la forma de una réplica suscitada por el propósito inicial (el objeto por conocer).
"Toda comprensión verdadera es activa y representa ya el embrión de una respuesta. Sólo la comprensión activa puede captar el sentido del enunciado. Toda comprensión es dialógica. La comprensión se opone al enunciado del mismo modo que una réplica se opone a otra, al interior de un diálogo. La comprensión busca un contradiscurso para el discurso del locutor."
Aquí no existe ninguna diferencia de naturaleza entre el discurso por conocer y el discurso conocido: los dos son consustanciales, lo cual no es evidente en el caso de las ciencias de la naturaleza:
"Pensamientos sobre los pensamientos, experiencias sobre las experiencias, discursos sobre los discursos, textos que se refieren a los textos. Esta es la particularidad fundamental de nuestras disciplinas humanas, en relación con las ciencias naturales, aunque no existan fronteras absolutas e impenetrables."
En sana lógica, podemos distinguir el lenguaje y el metalenguaje, el texto y el metatexto. Pero para Bajtín la relación metatextual no es específica. El metatexto es un efecto, un intertexto, el enunciado que describe a otro enunciado, entra con él en una relación dialógica.
«La estenografía de las ciencias humanas es siempre la de un diálogo de una especie particular. La correlación compleja del texto (objeto de estudio y de reflexión) y del contexto que los enmarca y que se crea (según se interrogue, se discuta, etc.) y es el lugar en donde se realiza el pensamiento del investigador que conoce y evalúa. Es el encuentro de dos textos: del texto dado y del texto en vía de creación. Por consiguiente, es el encuentro de dos sujetos, de dos autores. La comprensión es entendida como la puesta en relación de textos y como reinterpretación de un nuevo contexto (el mío y el de mi tiempo, el del futuro...). La verdadera comprensión en literatura es siempre histórica y personal..."Las cosas llenas de palabras". ¿Existe una réplica de este contexto en ciencias naturales? No. En las ciencias naturales se trata de un sistema objetivo (desprovisto de sujetos).o más sintéticamente:
"El metalenguaje no es simplemente un código: se relaciona siempre dialógicamente con el lenguaje que sé describe y que se analiza."
A partir de esta diferencia fundamental, términos tales como "ciencia", "conocimiento", etc. no guardan la misma relación según que se apliquen a uno u otro dominio.
"La interpretación de las estructuras simbólicas está limitada por la infinitud de los sentidos simbólicos y es por ésto que no puede llegar a ser "científica" en el sentido asumido por este término en ciencias exactas. La interpretación de los sentidos puede no ser científica aunque sí profundamente cognitiva."
Bajtín no se conforma con esta constatación negativa. Se propone también introducir dos términos diferentes para describir el ideal al que se aspira en uno y otro caso. (Estos ideales no son idénticos y el complejo de inferioridad de las ciencias humanas en relación con las ciencias naturales queda así sin fundamento.) Para las ciencias naturales, es la exactitud lo que cuenta por encima de todo.
"La exactitud presupone la coincidencia del objeto consigo mismo. El límite de la exactitud en ciencias naturales es la identificación."
Por el contrario, para las ciencias humanas lo esencial es la profundidad.
"Aquí el sujeto cognoscente no se interroga a sí mismo, ni a un tercero delante del objeto: indaga lo cognoscible en sí. El criterio no es el de la exactitud del conocimiento, sino la profundidad del planteamiento. El objeto de las ciencias humanas es el ser expresivo y hablante. Este, ser no coincide jamás consigo mismo. Por esto es inagotable en su sentido y en su significación. La importancia del asunto radica en que se puede acceder al mundo creador de la persona cada vez más profundamente. (En el centro creador de la persona continúa viviendo y se hace inmortal. En las ciencias humanas, la exactitud consiste en sobrepasar el carácter extraño del otro, sin asimilarlo totalmente a sí mismo..."
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