DOI:
https://doi.org/10.14483/22486798.466Publicado:
01-01-2006Número:
Vol. 11 Núm. 1 (2006): Análisis del discurso en el contexto educativoSección:
Artículo de InvestigaciónCategorías analíticas para la interpretación del relato oral de experiencias
Palabras clave:
Relato oral de esperiencias, análisis del discurso, interdisciplinariedad. (es).Palabras clave:
Oral short stories of exPeriences, discourse analysis, interdisciplinary approach. (en).Descargas
Referencias
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Artículos de investigación
Enunciación, 2006-08-00 nro:11 pág:5-21
Categorías analíticas para la interpretación del relato oral de experiencias [1]
Raquel Pinilla Vásquez
Docente investigadora de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Resumen
Este artículo presenta categorías teóricas para el análisis de los relatos orales con el objeto de proporcionar elementos que contribuyan a la elaboración de descripciones amplias y sistemáticas de este género discursivo. Su puesta en escena en el marco del análisis del discurso, como espacio interdisciplinario, permite comprender la naturaleza del relato oral de experiencias y explicar las distintas estrategias que utilizan los sujetos en la estructuración de los relatos sobre el mundo social.
PALABRAS CLAVE
Relato oral de experiencias, análisis del discurso, interdisciplinariedad.
Abstract
This article presents theoretical categories for the analysis of the oral short stories with the intention of providing elements that contribute to the elaboration of ample and systematic descriptions of this kind of discourses. Its putting in scene within the framework of the discourse analysis like an interdisciplinary space allows understanding the nature of the oral short stories of experiences and explaining the different strategies that use the subjects in the structuring of the stories on the social world.
KEY WORDS
Oral short stories of exPeriences, discourse analysis, interdisciplinary approach.
Presentación
El relato oral de experiencias se asume como un discurso complejo, por cuanto en su construcción e interpretación convergen conocimientos lingüísticos-discursivos, sociales, culturales, psicológicos y estéticos, entre otros [2]. Por lo tanto, se propone que para su estudio se adopte una perspectiva analítica que posibilite la complementariedad dialógica entre categorías provenientes de distintas disciplinas, a través de las cuales se hacen explícitas las particularidades de este tipo de narraciones. En efecto, el relato oral de experiencias se caracteriza esencialmente por la relación del narrador con el evento narrado, bien sea como testigo o como partícipe, su carácter inédito y no planeado, la presencia de un(os) interlocutor(es) socialmente situado(s), y la inclusión de géneros y subgéneros.
En consecuencia, las categorías analíticas propuestas se sitúan en tres dimensiones presentes en la discursividad: el uso del lenguaje en la configuración particular del sentido construido en cada uno de los relatos (dimensión cognitiva); el lenguaje como medio para la expresión y recreación de las creencias, las emociones y los sentimientos (dimensión subjetiva e intersubjetiva) y la producción en el marco de interacciones verbales específicas (dimensión sociocultural). La integración de estas dimensiones del discurso en el estudio del relato se logra mediante una perspectiva interdisciplinaria que posibilite la confrontación, la interrogación y el cuestionamiento sobre un mismo objeto (en este caso, el relato) de distintas categorías analíticas que entran en diálogo y contribuyen a la construcción de conocimiento.
El análisis del discurso como espacio interdisciplinario
Teniendo en cuenta las dimensiones y relaciones anteriormente señaladas, se asume el Análisis del Discurso como una disciplina reciente nutrida por el desarrollo de las Ciencias Humanas en cuyo objeto de estudio se integra el lenguaje al ser considerado como actividad específica del hombre y producto de su praxis social. El análisis del discurso articula enfoques, investigaciones y teorías relacionadas con diversos campos de la actividad social y conceptos como los de identidad, género, raza.
En este sentido, el análisis del discurso permite "entender las prácticas discursivas que se producen en todas las esferas de la vida social en las que el uso de la palabra -oral o escrita-, forman parte de las actividades que en ellas se desarrollan" (Calsamiglia, 1999:26). En consecuencia, implica superar miradas reduccionistas y atomizadas sobre el lenguaje y sus manifestaciones, así como el reconocimiento de que el encuentro y la cooperación entre campos afines son necesarios para comprender la complejidad característica de la discursividad.
Asumir el análisis del discurso como un espacio interdisciplinario significa que éste: "no se limita al encuentro de disciplinas, sino que utiliza su presencia para intentar operar una síntesis entre los métodos utilizados, las leyes formuladas y las aplicaciones propuestas. Al hacerlo, la interdisciplina no abandona la unidad del objeto (...) debido a que el objeto conlleva muchos niveles posibles, dado que puede tratarse de un tema o un problema planteado, una expresión, una fórmula". Resweber (1981, Traducido por Rodríguez Luna, 2000: 61).
Teniendo en cuenta lo anterior, no se tra ta solamente de convocar diversas disciplinas de las Ciencias Humanas en torno al relato [3], ni de renunciar al discurso propio de las Ciencias del Lenguaje, sino de establecer un diálogo abierto entre ellas que permita la confrontación y la interrogación a partir del relato como objeto de reflexión. De este modo, se propone realizar una síntesis entre las diversas categorías propuestas para construir un marco adecuado que posibilite la interpretación de estos discursos.
En el siguiente esquema se ilustra la manera como en el análisis del relato oral convergen diversas disciplinas, provenientes en su mayoría de las Ciencias del Lenguaje que pueden ser convocadas en el análisis de los relatos orales. En él se observa, en el centro, el relato oral constituido como el objeto de estudio. En el círculo externo se encuentra la interdisciplinariedad que posibilita, entre otros aspectos, la convergencia de las categorías pertinentes para la investigación.
En el segundo círculo se ubica el análisis del discurso como disciplina autónoma que se nutre con los desarrollos de las diferentes disciplinas para abordar el análisis del relato concebido como un objeto discursivo complejo. Los triángulos internos señalan las dimensiones del lenguaje presentes en la configuración de los relatos unidas por flechas que indican su relación de interdependencia y, en su interior, las disciplinas desde las cuales es posible abordar el estudio de las categorías propuestas, que se encuentran en los cuadros.
Es importante aclarar que el estudio de las dimensiones del lenguaje es igualmente de carácter interdisciplinario, de ahí que algunos modelos teóricos, como la teoría de la Enunciación o el Análisis conversacional, por ejemplo, se ubiquen en dos de las dimensiones anteriormente explicitadas. Sucede lo mismo con algunas categorías como, por ejemplo, la de identidad entendida como una construcción discursiva que se manifiesta en el relato a través de la presentación de distintas imágenes de sí mismo para cuyo análisis "es necesario poner en diálogo la retórica, la filosofía analítica y la pragmática, sin olvidar ponerlas en relación con la sociología, la literatura y la narratología" (Amossy: 26). Igualmente sucede con otras categorías como la de contexto o evaluación que en el análisis de los relatos requieren reinterpretaciones. El hecho de señalar las categorías por fuera de las dimensiones indica la necesidad del apoyo y cooperación de las disciplinas para su estudio, pues, como se ha dicho, su dominio no puede ser exclusivo de una sola disciplina[4].
Categorías analíticas
A continuación se presentan las categorías analíticas propuestas para el análisis de los relatos orales. Es importante precisar que algunas provienen de disciplinas específicas (por ej. superestructura como categoría de la lingüística del texto); otras forman parte central del repertorio de varias disciplinas y se han constituido en conceptos transversales para el análisis del discurso, por ejemplo las categorías de identidad, subjetividad, contexto, evaluación, etc. Sin embargo, independiente de su proveniencia, es necesaria la reactualización y resignificación de cada una de ellas para lograr de esta manera la comprensión de los relatos orales de experiencias.
Superestructura textual
A partir de esta categoría se puede observar la manera como los sujetos dan forma a sus narraciones y las organizan según el plan textual o esquema que han adquirido a través de sus encuentros narrativos con el mundo en contextos formales (la escuela) o informales (la calle, por ejemplo) de comunicación.
Es importante reconocer las estructuras o esquemas narrativos como constituyentes organizacionales que posibilitan una instancia de mediación entre la forma y el contenido, entre la sintaxis y la semántica, entre el texto y el contexto, entre la organización formal y el sentido evocado y representado en los relatos. A partir de estas es posible determinar cuáles son las categorías narrativas más abstractas que coinciden con las categorías sintácticas del relato, cómo se organizan y cómo en su organización se teje el sentido de las experiencias.
Para abordar este aspecto, se asume la noción de superestructura textual propuesta por van Dijk, quien la define como "un tipo de esquema abstracto que establece el orden global de un texto y que se compone de una serie de categorías, cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas convencionales" (1992: 144). En otras palabras, una superestructura es el esquema, general al cual cada tipo de texto se adapta; por ser de carácter convencional, cualquier persona puede diferenciar sin mucha dificultad los textos que responden a una superestructura bien organizada de aquellos en los que falta uno o varios elementos de su estructura.
Con el fin de construir un modelo integral que dé cuenta de la manera como los relatos orales se configuran resulta valioso tener en cuenta los planteamientos de van Dijk (1983, 1992) sobre la superestructura de texto narrativo, los de Jean Michel Adam (1984, 1999) especialmente en lo relacionado con la estructura dramática de las secuencias narrativas y los de William Labov (1978) sobre las partes constitutivas de los relatos orales de experiencias. Los planteamientos de estos autores presentan aspectos de convergencia importantes como son: superan la mirada reduccionista al texto narrativo que durante mucho tiempo se centró en el estudio de tres partes fijas: introducción, nudo y desenlace. Por otra parte, centran sus estudios en los relatos naturáles y no solamente en los textos literarios o cuentos populares que fueron objeto de análisis durante siglos.
Igualmente las tres propuestas abordan el estudio del relato como configuración semántica, pragmática e interactiva del lenguaje y enfocan la mirada en estos rasgos tanto en el nivel micro como en el macroestructural, lo que permite avanzar en la comprensión del discurso. Otra convergencia de las tres propuestas es la evaluación presentada como una categoría específica del relato, con lo cual se rescata la dimensión subjetiva e intersubjetiva del lenguaje, al tiempo que se redimensiona la capacidad reflexiva del sujeto sobre su facultad de producir sentido a partir de su propia experiencia y la de los demás aspectos cruciales en los relatos sobre la violencia.
Macroestructura
La superestructura está en estrecha relación con la macroestructura referida al contenido global de un texto. Van Dijk la define como "la reconstrucción teórica de lo que puede llamarse el tópico o tema de un discurso, esdecir, su información más importante" (1983:288). Estos dos conceptos están en estrecha relación y tienen en común que no se definen por las oraciones o secuencias aisladas, sino que funcionan para el discurso en su conjunto o para determinados fragmentos de éstos. Igualmente, permiten determinar al mismo tiempo el sentido y la organización (la coordinación) global de las unidades que lo conforman y que lo hacen específico. "Mientras la macroestructura organiza el contenido global del discurso, una superestructura esquemática ordenará las proposiciones y determinará si el discurso es o no es completo, así como qué información es necesaria para llenar las respectivas categorías" (Ibíd:55).
Coherencia y cohesión
La coherencia posibilita la unidad y consistencia temática (macroestructura) de un relato, su relación con el esquema textual (superestructura), su actualización en un tiempo y un espacio (contexto) a través de un sujeto que se sitúa en relación con lo que dice (enunciación). La noción de referencia, es decir, los sucesos, objetos o personas de los cuales se habla, están igualmente en relación con la coherencia. Como lo señala van Dijk, (1983: 33): "Una regla aparentemente sencilla para la coherencia local de un discurso es que sus proposiciones deben referirse a (ser cerca de) sucesos o situaciones que tienen alguna relación entre sí (al menos según el hablante)". En consecuencia, los referentes del discurso (personas, eventos y objetos), su presencia y la manera como éstos se mantienen también otorgan coherencia a los relatos.
En este sentido, es importante tener en cuenta cómo el sentido global se desarrolla y cuáles son los mecanismos que el narrador utiliza para darle sentido y hacer comprensibles sus relatos para el otro. El análisis ha mostrado que la organización de estos discursos no es lineal, sino jerárquica; con frecuencia éstos están atravesados por otros relatos, por descripciones, por evaluaciones, por eventos que se superponen o se yuxtaponen, entre otros. La coherencia también debe mirarse en relación con la situación de enunciación y con los elementos del contexto, es decir, tener en cuenta la coherencia pragmática.
Igualmente, no debe perderse de vista que el uso de una palabra o la ausencia de ella no pueden interpretarse como causantes de incoherencia u opacidad en los relatos, como señala François: "No es la palabra en la forma que sea, sino la circulación discursiva en la cual la diferencia de acentuación funciona como aquello que da sentido. La diferencia de acentuación se toma en un sentido bastante amplio: palabra que antes que todo designa el objeto, destinada a borrarse detrás de esta función, palabra marcada como dicha por otro, palabra que indica algo oscuro, como mal adaptada o al contrario como palabra-metáfora calificada por su diferencia de acentuación" (1989:97). Es importante aclarar que, en el análisis propuesto, no se busca determinar el grado de coherencia o de cohesión de los relatos sino de hacer explícitas las diferentes formas de organización de estos discursos y la manera como los niños le dan sentido a sus experiencias acudiendo a diferentes estrategias discursivas.
Relación texto - contexto
El análisis de la relación texto-contexto puede dar cuenta de la complejidad del discurso y de la manera como las estructuras lingüísticas se relacionan con las estructuras cognitivas y sociales, cuando se utilizan en un contexto determinado. A partir de esta relación es posible comprender la manera como los sujetos, en tanto participantes de un evento comunicativo y social, establecen la relación entre sus relatos y la situación social, tal como ellos la interpretan. Esta relación es a la vez interpretativa, subjetiva y personal. En otros términos, un contexto "no es solamente social (como la situación social de la comunicación) sino también personal y cognitivo, porque cada persona tiene su propia interpretación de la situación social en que participa" (van Dijk, 2001a:79).
El contexto puede definirse como el conjunto de las propiedades relevantes de la situación social y cultural, en la cual se construye el discurso; el contexto y el texto están en permanente interacción. Los contextos son de naturaleza flexibles y, en ciertas circunstancias, pueden ser negociables en la interacción comunicativa. Es decir, "los discursos pueden estar condicionados por los contextos, pero también ejercen influencia sobre ellos y los construyen. Esto es, los discursos son una parte estructural y sus contextos y sus estructuras respectivas se influyen mutua y continuamente" (van Dijk, 2001b:38).
El género, la edad, la clase social, la educación, la profesión de los participantes pueden ser relevantes en ciertas circunstancias. Igualmente, pueden serlo los roles y ciertas relaciones sociales como ser amigo ó enemigo, tener poder o no. También, el lugar donde ocurre la interacción puede moldear el discurso, por ejemplo el salón de clase, la plaza o el patio de la casa. En síntesis, el contexto puede incluir también lo que Goffman denomina «le décor», la utilería, el decorado que "designa los elementos escénicos del aparto simbólico...comprenden el mobiliario, la decoración, la disposición de los objetos y de otros elementos del segundo plano y que constituyen el telón de fondo y los accesorios de los actos humanos que se desarrollan en este lugar" (1973:29).
El modelo del contexto está organizado en categorías globales y locales (van Dijk). Entre las globales están el dominio, los participantes globales y la acción global. El concepto de dominio, tal como lo señala este autor, y que se acoge en este trabajo, "representa un sector de la sociedad, como la política, la educación o la salud. La hipótesis es que los participantes en una comunicación siempre tienen que darse cuenta "dónde" están globalmente y socialmente" (2001a:76). Este dominio controla reglas de la interacción. Igualmente, dentro de las categorías globales están los participantes globales que permiten comprender, representar y describir explícitamente los discursos colectivos y las representaciones sociales. Por último, la acción global es la categoría que controla el uso de los conocimientos, la interpretación de los tópicos y los objetivos sociales del discurso.
En cuanto a la cognición, en ella "se representan los objetivos de la comunicación y sobre todo también el conocimiento relevante de la producción y de la interpretación. El conocimiento sobre los conocimientos o creencias de los interlocutores o lectores es fundamental para muchas dimensiones del procesamiento. Tener una idea clara sobre lo que los hablantes o escritores saben sobre los conocimientos de los interlocutores influye en la información del modelo mental, lo que se ha dicho y lo que quiero decir, las implicaciones y presuposiciones del discurso y la especificidad del discurso que hay que dar" (Ibíd.:79).
Esta categoría caracteriza la representación mental de las estructuras relevantes de la situación inmediata de la interacción. En consecuencia, el conocimiento por parte de los interlocutores del escenario (tiempo y lugar), de la acción que se desarrolla, de los participantes que en ella intervienen (que pueden ser comunicativos, interactivos, sociales y políticos) son fundamentales para comprender la forma como cada uno de los relatos se construyen en la singularidad de la interacción.
Las anteriores categorías dan cuenta de la dimensión lingüístico-cognitiva presente en la configuración de los relatos. Provienen de la Lingüística del texto, la cual ofrece un marco más amplio que el de la Lingüística para el análisis de la lengua, pues su objeto de estudio está constituido por textos socialmente situados y no por oraciones aisladas o por textos construidos para tal fin. Se orienta hacia el análisis de los textos desde su estructura interna, sintáctica, semántica y pragmática hasta el análisis estilístico y retórico, teniendo en cuenta las reglas y relaciones entre cada uno de estos niveles.
De manera general, aborda el texto como unidad de sentido y enfoca igualmente el análisis hacia las propiedades de coherencia y cohesión. La noción de contexto es igualmente desarrollada por la pragmática contemporánea la cual centra sus análisis en el discurso y plantea como objetivo el desarrollo de una teoría exhaustiva de las relaciones entre el uso del lenguaje y los contextos socioculturales.
En este mismo sentido la antropología, la etnografía de la comunicación, la etnometodología le dan una importancia fundamental al contexto y consideran que la relación bidireccional entre éste y el discurso no puede dejarse de lado en un estudio que pretenda abordar la actividad discursiva como fenómeno social.
Discurso directo e indirecto
El hecho de introducir un enunciado dentro de otro es uno de los aspectos que revela con más claridad el diálogismo como una las propiedades del lenguaje presente en todos los discursos que se producen en diversas situaciones. Como lo señala Bajtin: "En nuestro discurso, todos nuestros enunciados están llenos de las palabras de otros con diferentes grados de alteridad o de asimilación, diferentes grados de conciencia y de manifestación. Las palabras del otro, dan su propia expresividad, su propia tonalidad que es asimilada, elaborada, y acentuada por nosotros" (1999:313). Cuando en el relato el narrador cita las palabras de otros, da el testimonio de su participación en un evento comunicativo anterior al que se construye en la interacción.
De esta manera, los sujetos reafirman su presencia en el acontecimiento que están reconstruyendo y la de otros. En el relato, las dos modalidades del discurso directo, o citado o reconstruido, permiten señalar los enunciados que pertenecen al pasado, identificar su autoría y definir la participación de los personajes que incluyen, generalmente, al locutor como autor o al destinatario como interlocutor. Estos enunciados reproducen la dinámica conversacional y actualizan los actos que constituyen la secuencialidad de los eventos narrativos.
En sentido estricto, estas dos modalidades del discurso han sido objeto de estudio de la gramática clásica y de interés también para la lingüística. Sin embargo, es en la Teoría de la Enunciación que cobran relevancia como modos de inscripción del sujeto en los enunciados y como manifestaciones de la polifonía y de la intertextualidad. En efecto, la Teoría de la Enunciación toma como eje de reflexión la relación entre la lengua y el mundo y de modo particular, centra la atención en la construcción del sujeto discursivo y en la manera como éste se inscribe en los enunciados.
La dimensión reflexiva de la actividad lingüística y la expresión de la subjetividad en el lenguaje a partir de las marcas lingüísticas que señalan la presencia del locutor en los enunciados, los lugares de inscripción y las modalidades se constituyen en aspectos fundamentales en el análisis del discurso. Desde esta perspectiva, el uso de los deícticos personales y espacio-temporales, el discurso directo o indirecto y la polifonía, entre otros, muestran la presencia de los locutores, su inscripción en el evento narrado y su relación con los interlocutores en el momento de la enunciación.
Evaluación
El uso de esta categoría es de gran utilidad para el análisis de la subjetividad e intersubjetividad en el lenguaje. Los trabajos de Labov (1978) y Kerbrat-Orecchioni (1992) sirven de horizonte para la búsqueda de los procedimientos lingüísticos mediante los cuales el locutor imprime su marca en el enunciado, se inscribe en el mensaje (implícita o explícitamente) y se sitúa en relación con él (problema de la distancia enunciativa). Este aspecto también da cuenta de la dimensión dialógica del lenguaje; es por ello que los presupuestos de Bajtin son igualmente importantes para la comprensión de los relatos.
Para Labov, la dimensión evaluativa es el eje central del relato y es la encargada de poner el acento sobre los acontecimientos más importantes que se presentan. De las cinco partes que comprenden la superestructura, "el resumen", "las indicaciones" y "el cierre" son de naturaleza fundamentalmente evaluativa, mientras que "la complicación" y "el resultado" son las propiamente narrativas, aunque en ellas también se realizan estos procesos. La evaluación está presente a lo largo de todo el relato y puede manifestarse a través de las siguientes formas: externa, encadenada, por el hecho y por la suspensión de la acción.
Según el autor, la evaluación también puede expresarse a través de la sintaxis de las cláusulas narrativas que se encuentran a menudo en los relatos desprovistos de complejidad y está ligada a una estructura gramatical bastante simple. Cuando la narración se aparta de la sintaxis de base, adquiere una fuerza evaluativa y la posición del narrador se expresa por medio de elementos sintácticos complejos, elementos relativamente secundarios de la sintaxis narrativa como los intensificadores, los comparativos, los correlativos y las proposiciones explicativas.
Con el objetivo de ampliar la perspectiva teórica y analítica, se retoman otros elementos, los propuestos por Kerbrat-Orecchioni (1992) como los sustantivos, los verbos y los adjetivos, ya que éstos son subjetivos y expresan la posición del sujeto frente a una persona, una cosa un acontecimiento. Tienen en general una finalidad persuasiva. En el proceso de evaluación que su uso implica, buscan la adhesión del oyente hacia el punto de vista representado o contenido en ellos.
Esta categoría, como la de contexto, no proviene de una disciplina en particular. A partir de los trabajos de Labov, la sociolingüística ha destacado el papel que juega la evaluación en el relato oral de experiencias. La Teoría de la enunciación también la aborda como un rasgo de la expresión de la subjetividad en el lenguaje que se manifiesta en el uso de unidades lingüísticas como los deícticos, los cuales requieren tomar en cuenta ciertos parámetros de la situación de enunciación para poder dar cuenta de su funcionamiento semántico referencial. Igualmente los trabajos de Bajtin muestran cómo la evaluación participa de la percepción que el locutor tiene del contexto extraverbal.
El uso del discurso directo o indirecto, la evaluación, los deícticos y los marcadores, aunque se sitúan en distintos niveles, dan cuenta de la dimensión subjetiva e intersubjetiva presente en la discursividad; cada una de ellas puede mostrarnos los lugares en los cuales se inscribe de manera explícita o implícita el sujeto de la enunciación, así como la relación que éste establece con sus enunciados y con sus interlocutores.
Unidades de la interacción
Los relatos no se construyen en el vacío sino en el marco de interacciones verbales específicas, en las cuales los participantes utilizan diferentes procedimientos construidos de manera cooperativa con el fin de asegurar su progreso con cierto grado de coherencia para, de esta manera, lograr el propósito que los convoca.
El análisis de las unidades globales de la interacción como la apertura, que permite comprender el establecimiento del contacto entre los interlocutores y las primeras tentativas por definir la situación; el desarrollo en secuencias de diferente longitud, a partir de los acuerdos tácitos establecidos en el inicio; y el cierre que puede presentarse de diversas maneras a partir de diferentes actos verbales, paraverbales o cinéticos.
Estos aspectos no pueden analizarse sin tener en cuenta los elementos constitutivos de la situación como: el marco espacio temporal, los participantes (relación, características individuales y sociales, número), y el objetivo; todos ellos inciden en la configuración de la interacción y de los relatos que se construyen en su interior y, en consecuencia, pueden modificar su curso conduciéndola hacia el desarrollo o el cierre.
En cuanto a la organización local, el análisis de las unidades presentes en las interacciones como los turnos de palabra, las secuencias, los intercambios, las intervenciones y los actos de habla permiten determinar la manera como los participantes ordenan las interacciones siguiendo reglas de tipo semántico y pragmático-conversacional, las cuáles otorgan diferentes grados de coherencia interna a la interacción.
El conflicto, la cooperación,la continuidad, el rechazo, el cambio o la ruptura son aspectos que pueden presentarse debido no sólo a la presencia o ausencia de las anteriores unidades, sino también a los niveles de relación entre los participantes que determinan la distancia, la cercanía o familiaridad. En fin, examinar los relatos en el marco de su producción en situaciones reales de interacción amplía la perspectiva analítica y obliga a situarse en la actividad más natural y universal del lenguaje constituida por lá interacción verbal.
Las anteriores categorías provienen del Análisis conversacional. Más que un dominio unificado y limitado el estudio de las interacciones constituye un campo en el cual convergen y se influencian enfoques, investigaciones y teorías provenientes de diversas disciplinas entre las cuales se destacan: la Etnometodología, la Etnografía de la comunicación, el Análisis conversacional, la Sociolingüística interaccional y la Microsociología de Goffman. Todas ellas se preocupan por el estudio del lenguaje en contextos y por concederle una importancia central a los datos auténticos. Su objeto de análisis lo constituyen interacciones naturales producidas en situaciones variadas y reales de comunicación. Esto implica tener en cuenta las actividades que realizan los sujetos como participantes activos en los diversos escenarios de la vida.
Actividades discursivas
Se refieren a aquellas actividades que realizan los participantes en las interacciones, entre ellas se destacan: la referenciación, la reformulación, la presuposición, la implicación y la modalización.
Todas ellas permiten que las interacciones avancen con la participación activa de los locutores, quienes en un esfuerzo conjunto de coconstrucción hacen ajustes de manera permanente. Estas actividades están orientadas teniendo en cuenta al interlocutor o los interlocutores, los objetivos y las circunstancias del intercambio.
Al abordar el discurso en términos de actividades, se sitúa el análisis en una perspectiva sociolingüística, enunciativa y pragmática, en las cuales las producciones lingüísticas son vistas como coactividades que se desarrollan tanto sobre los planos verbales, como también sobre los no verbales y los paraverbalés. Con ello se resalta que, no solamente las formas lingüísticas verbales tienen una función absoluta en la construcción del sentido, sino que en muchos discursos los gestos, los acentos, los silencios, las modulaciones, entre otros, desempeñan una función simbólica estructurante.
Personajes, acciones y funciones
Tienen un papel decisivo en la configuración y caracterización de los relatos. A partir de estas categorías es posible analizar la manera como los sujetos, en el caso de los relatos sobre desplazamiento, recrean la violencia a través de la identificación u ocultamiento de los actores, la descripción de las acciones que realizan, las características que le otorgan a cada uno de ellos y la manera como son referidos en los relatos. Es decir, si la violencia es el tema organizador de estas narraciones, es necesario examinar quiénes son sus agentes y cómo a través de la nominalización y atribución se involucran en ella.
Los personajes se constituyen en el elemento No. 3 señalado por Adam para caracterizar la acción en el relato: "La presencia de un actor único no basta para garantizar la unidad de acción" (1999: 107); ésta sólo es pertinente si se pone en relación con otros componentes. Asimismo, los personajes están directamente ligados a la acción, la cual se define desde el punto de vista de su significación; ella es indispensable en la configuración de un texto narrativo. Para Propp (1998), las funciones de los personajes representan las partes fundamentales del cuento (en nuestro caso del relato); son permanentes, no son numerosas y son las que constituyen la acción. Las funciones se agrupan en esferas que corresponden a los personajes que las realizan.
El análisis permite identificar las distintas esferas de acción, las cuales corresponden al agrupamiento de las funciones que realizan en la narración. Entre ellas se encuentran las esferas de acción del agresor, del paciente y, la del donante o auxiliador. Al respecto, es clara la forma como cada una de ellas se representa en los relatos y la manera como el conocimiento social y la experiencia han contribuido en su caracterización de forma coherente con la percepción que la sociedad ha construido de los diversos actores de la violencia.
Tiempo y espacio
Identificar la forma como se hace referencia al espacio y a la organización temporal de los acontecimientos permite avanzar en la comprensión de los relatos. En el caso de los ejemplos que se han analizado, se expresa el desequilibrio que representa el fenómeno del desplazamiento a través de movimientos forzados de un lugar a otro, del cambio permanente y de la reubicación transitoria o definitiva en un lugar. El tránsito entre el espacio inicial y el final, que se presenta y marca todos los relatos, es otra manera de poner en claro la naturaleza del desplazamiento como un viaje sin retorno al lugar de origen, cada bloque de enunciados avanza en esa dirección dándole un carácter dinámico a los discursos.
Por su parte, la temporalidad es una de las categorías fundamentales que diferencian el texto narrativo de otro texto; aunque no es exclusiva de este género, sí es uno de los rasgos que le dan identidad. En términos generales y tal como lo expresa Ricoeur, citado por Adam (1984:87): "El carácter común de la experiencia humana que está marcado, articulado, aclarado por el acto de contar en todas sus formas, es su carácter temporal. Todo lo que se cuenta viene en el tiempo, toma del tiempo, se desarrolla temporalmente; es eso que se desarrolla en el tiempo lo que puede ser contado". Esto significa que la experiencia construida en el relato es experiencia ubicada en el tiempo en sus múltiples variaciones.
Los relatos pueden hacer referencia un tiempo pasado, futuro, hipotético, habitual o cualquier otro modo culturalmente relevante de pensar el tiempo. A través de la narración se lleva el pasado a la conciencia del tiempo presente y se da un sentido de continuidad a los acontecimientos. Estos relatos son testimonios de hechos que han vivido los propios narradores, sus familias y sus vecinos o paisanos. Desde el presente ellos tratan de evocar los recuerdos de situaciones dolorosas que los han marcado y que en muchas ocasiones han producido la muerte o desaparición de personas conocidas.
Existen diversas maneras para expresar la temporalidad en los relatos. J. M. Adam denomina organizadores "a los elementos que contribuyen a ordenar y jerarquizar las acciones del relato" (1999:115) y los clasifica según su relación con el momento de la enunciación así: acciones en relación con el momento de la enunciación y acciones desligadas del momento de la enunciación. Con respecto a las primeras, señala que coinciden con el momento. La temporalidad también se expresa a través de los tiempos verbales que pueden funcionar como deícticos o elementos lingüísticos propios de la enunciación. Es decir, su valor semántico depende de la relación de tiempo manifestada en el momento en que se pone a funcionar la lengua.
La temporalidad se expresa también a través de la manera como se organizan las partes constitutivas del relato. La mayoría de los análisis sobre la, organización estructural del relato parte de los trabajos realizados por Propp sobre la morfología de los cuentos populares. Él considera que "todos los cuentos populares forman parte de la misma clase en lo que respecta a su estructura" (1998:34) y que las funcioness, de los personajes las que representan las partes fundamentales del cuento. En general, estos relatos están marcados por unos momentos que, aunque ; se repiten de manera diferente en cada uno de ellos configuran de manera general el fenómeno del desplazamiento forzado.
Las categorías de persona, tiempo y espacio en sentido estricto han sido objeto importante de descripción en las gramáticas de las lenguas naturales y sobre ellas hay abundantes trabajos. Sin embargo, para un análisis de los relatos orales de experiencias, las teorías literarias se constituyen en un soporté importante, puesto que muchas de las características de los textos literarios coinciden con las características generales del género narrativo o con determinados tipos de textos como los relatos de vida. Por ello es importante tener en, cuenta los desarrollos y aportes que desde las teorías literarias han sido realizados con diversas perspectivas y propósitos.
Es conocido por todos que la narración ha sido uno de los géneros discursivos más utilizados por el hombre y uno de los más estudiados en diferentes momentos de la historia de la humanidad. En consecuencia, en el análisis de los relatos no podrían dejarse de lado los trabajos de Propp (1998) sobre la morfología del cuento, los estudios de Paul Ricoeur (1999) sobre la configuración del tiempo en el relato histórico y sus estudios sobre la identidad narrativa, los de Greimás y Bremond (1973) sobre la lógica del relato, entre otros. En el caso de algunas preguntas referidas especialmente a la estética de las producciones que no encuentran una respuesta en las Ciencias del Lenguaje mencionadas, se deberá acudir a las teorías literarias para desentrañar la forma como en los relatos orales de experiencias se pone de manifiesto un conocimiento estético construido a partir de los distintos relatos literarios que circulan en la cultura. En este sentido, en el relato se conjugan las dimensiones lingüísticas, subjetivas, intersubjetivas, interactivas y, aunque no de manera generalizada, también confluye la dimensión estética del lenguaje.
Identidad
Esta categoría proveniente de la antropología (identidad cultural), de la sociología (identidad social) y de psicología (identidad personal, se ha enriquecido con el concepto de identidad narrativa introducido por Ricoeur, que permite ver cómo a medida que se avanza en la narración los sujetos van construyendo imágenes de sí y del otro, realizan presentaciones de sí mismos a través de las cuales se afianzan o se diferencian. La identidad que puede parecer una noción simple y evidente en el análisis se presenta como un fenómeno complejo y multidimensional. "Remite en primera instancia a una significación objetiva: el hecho de que cada individuo es único, diferente de todos los otros por su patrimonio genético. No obstante, ella tiene sobre todo un sentido subjetivo: reenvía al sentimiento de su individualidad (yo soy yo), de su singularidad (yo soy diferente de los otros y tengo tales y tales características) y de una continuidad en el tiempo y en el espacio (yo soy siempre la misma persona)" (Lipiansky, 1998: 21).
Sin embargo, este sentimiento de identificación-diferenciación, constructor de identidad es relativo, puesto que como lo señala Edgar Morin: "Vivimos en la ilusión de que la identidad es una e indivisible, es decir que es siempre una unitas multiplex. Nosotros somos todos seres poliidentitarios, en el sentido en que unimos en nosotros una identidad familiar, una identidad regional, una identidad transaccional y eventualmente una identidad confesional o doctrinal" (1998:53). El anterior planteamiento pone de relieve el sentido de diversidad que conlleva esta noción, en consecuencia, la complejidad que su análisis entraña.
La identidad se construye en la interacción en un esfuerzo de co-construcción de los individuos por definirse como actores sociales en un movimiento permanente de interiorización y respuesta a las situaciones que asignan los lugares del uno y del otro. Estas situaciones de interacción son fundamentalmente relaciones interpersonales mediadas por factores sociales, culturales y contextuales y en ellas se enfrentan o se concilian las diferencias. En consecuencia, es en este proceso de interrelación como los sujetos se definen o se ocultan a través de estrategias identitarias que tienen diferentes finalidades tales como la visibilidad, la diferenciación y la similitud.
La identidad oscila entre la similitud y la diferencia, es decir, entre eso que hace de nosotros una individualidad singular y que al mismo tiempo nos hace parecidos a los otros. En esta alternancia entre lo único y lo diverso, es claro que la identidad no es algo fijo e inmutable. Por el contrario, ella se construye progresivamente, se reorganiza, se modifica a lo largo de la existencia y se nutre de todas las experiencias en las cuales participan los sujetos. En la dinámica de las interacciones en las cuales participa, el niño interioriza poco a poco el grupo de pertenencia tanto geográfico como cultural y social y se sitúa frente a los otros en relaciones ya sea de poder, de igualdad o de inferioridad. De esta manera, en el relato puede verse cómo a través de los diferentes recursos que la lengua pone a disposición del sujeto, la identidad se construye en un doble movimiento de asimilación y de diferenciación de identificación con los otros y de distinción en relación con ellos.
Género
Ligada a la anterior categoría está la de género. A partir de ella se busca mostrar cómo en la actividad dialógica que se despliega en los relatos se dibujan figuras de sí mismo, diferenciadas según el sexo del narrador o de la narradora en relación con las imágenes de lo masculino y lo femenino culturalmente constituidas en la sociedad. En este sentido, es posible examinar si efectivamente los niños y las niñas reproducen o se alejan de ciertos estereotipos culturales que circulan en la sociedad con respecto al habla masculina y femenina, o si, por el contrario, en situaciones semejantes y cuando se trata de contar experiencias similares niños y niñas no hablan de manera totalmente diferente.
El relato de experiencias como género discursivo implica que los sujetos narradores, cuando hablan de ellos mismos y de sus experiencias, adoptan puntos de vista sobre los acontecimientos y los personajes, seleccionan los temas, ponen el acento sobre el tiempo y realizan comentarios y juicios. Estos movimientos discursivos se dirigen siempre hacia el otro con quien establecen similitudes y diferencias, lo cual influencia su reconocimiento como sujetos sociales. Es decir, cuando se relatan experiencias vividas, el sujeto se dibuja a sí mismo y le solicitó al otro que reconozca los rasgos de la imagen que él trata de construir al tiempo que habla.
La posición de los niños y las niñas en la interacción les confiere cierto grado de legitimidad que contribuye a la construcción de imágenes de sí movilizadas por la situación de enunciación. La transformación de los sujetos como seres empíricos en sujetos discursivos se realiza a través de una serie de mediaciones que dan como resultado, en algunos casos, imágenes coherentes con las preestablecidas y, en otros casos, éstas se modifican dando como resultado imágenes renovadas, especialmente de lo femenino. Las diferencias y/o semejanzas encontradas en las imágenes construidas por los niños y las niñas residen en el discursó y en la situación particular que la caracteriza. En este caso, no se trata de generalizar, sino de mostrar como en una situación particular de interacción los sujetos se esfuerzan por reconstruir imágenes de si en correspondencia o no con lo preestablecido por la sociedad.
Teniendo en cuenta la complejidad que caracteriza a los relatos orales, así como la complejidad que identifica tanto la categoría de identidad como la de género es necesario convocar otras disciplinas, entre otras: la Psicología social, la Psicología cognitiva, la Psicología cultural, la Antropología y la Sociología. La función de la interdisciplina en este proceso es fundamental, pues ella al poner en escena diversas disciplinas les permite "actuar dentro de las diferencias comunes, así como sorprenderse, confrontarse y reconciliarse, interpelar al igual que simular e ignorar" (Resweber:128). En ese sentido, se busca interpretar y explorar estas disciplinas con el fin de articular los métodos y conceptos particulares de cada una de ellas sin que sus objetos y principios se pierdan o se diluyan.
En esta perspectiva, es posible abordar el relato como producción no sólo de carácter lingüístico, sino social y psicológico, y ocuparse de aspectos como las opiniones, las ideologías, las imágenes de sí y del otro, y representaciones que ellos vehiculizan. De la misma manera, podrán develarse en el análisis los conocimientos previos de los sujetos, los intereses, los sentimientos y los deseos que configuran de manera particular las interacciones en las cuales estos relatos circulan.
Igualmente, los relatos son manifestaciones culturales que adoptan diversas formas relacionadas con aspectos de la cultura predominante del grupo al cual pertenece el hablante. Las diferencias culturales se manifiestan y recrean en el lenguaje y pueden estar asociadas a las prácticas sociales, normas, valores, reglas sociales e institucionales que permiten al sujeto el reconocimiento de la igualdad o de la diferencia. En el caso de los relatos analizados, los niños expresan ese sentimiento que es esencial para la toma de conciencia de su identidad grupal y cultural.
Presencia de las categorías en los relatos
Las categorías que se acaban de presentar no constituyen un inventario completo o cerrado, ellas son las que hasta el momento de la investigación han mostrado su utilidad para la construcción de un marco de interpretación de los relatos. Varios textos han sido sometidos al análisis; en algunos se presentan con más fuerza unas categorías, y en otros hacen su presencia de manera notoria otras. Por esto se han seleccionado dos ejemplos que permitirán ver en qué medida y de qué manera estas categorías son útiles para la interpretación. No es posible dar cuenta de todas ellas, pues esto requeriría un espacio mucho más amplio, sólo se presentarán algunas que son relevantes en los ejemplos seleccionados.
Relato de una niña de 13 años:
Lo que yo más recuerdo que me haya dolido mejor dicho que marcó mi vida tremendo porque 'nunca había visto algo así, fue la muerte de mi tío que íbamos pasando con que, con una... prima y él iba yo creo que bajando, subiendo y escuchamos unos disparos y unos tiros y cuando estábamos nos tiramos al lado de una caneca y cuando volteamos a mirar era mi tío que estaba ahí. Lo arrastraron, lo... le dieron muchas puñaladas, le dieron tiros hasta que mejor dicho, yo creo que lo mataron era pa' no dejarlo vivir más. Nosotras con que, con mi prima nos subimos y fuimos y cuando... estuvimos donde mis tíos donde mis otras familias, pues... no fuimos capaces pues de decir que nosotros habíamos visto eso o presenciado esa, esa muerte tan, espantosa y... cuando todo mundo se dio cuenta que era mi tío, Dios mío, nosotras vimos que todo mundo empezó a llorar y grite y llore pues, pero para mí fue muy doloroso porque él prácticamente me enseñó también a leer a escribir, él me decía cuentos, claro que los mismos, me decía cuentos, él me decía que me quería mucho, entonces yo me crié al lado de él fue como si fuera otro padre mío, otro papá para mí y pues yo creo que eso fue lo más marcó tremendamente mi vida.
Este texto se caracteriza por la linealidad, la dramatización y la expresión de la subjetividad. En él vemos como rasgo importante la evaluación que se realiza de diferentes formas: a través de procedimientos lingüísticos como el uso de intensificadores: "me dolió mucho, muchísimo"; de adjetivos: "Muerte tan espantosa", "lo mataron horrible", "gente extraña"; o de la moralización: "Yo creo que lo mataron para no dejarlo vivir más". "Yo pensé que eras mentiras". Igualmente se encuentran las distintas formas de evaluación propuestas por Labov (1978) como:
Evaluación externa: "Cuando todo el mundo se dio cuenta que era mi tío, Dios mío, nosotras vimos que todo mundo empezó a llorar y grite y llore pues".
Evaluación encadenada: "Lo que yo más recuerdo que me haiga dolido mejor dicho que marcó mi vida tremendo. Para mi fue muy doloroso me marcó tremendamente mi vida".
Evaluación por el hecho: "Le dieron muchas puñaladas, le dieron tiros hasta que mejor dicho, yo creo que lo mataron era pa' no dejarlo vivir más".
Evaluación por la suspensión de la acción: "Lo mataron muy horrible y así han matado muchas personas ahora, todavía matan personas así".
Como puede verse a través de la evaluación, la narradora transmite la emoción al interlocutor. Ella tiene una forma particular de posicionarse frente al lenguaje; todo el relato está tejido alrededor del sentimiento y finalmente la objetividad de la descripción de los acontecimientos cede el pasó a la subjetividad. Se podría afirmar que en este relato se ilustra con claridad la perspectiva de la representación teatral que se lleva a cabo en las interacciones y que es señalada por Goffman (1973), para quien, los principios que rigen los encuentros sociales son dramatúrgicos.
Con respecto a las imágenes construidas en el relato, la identidad narrativa [5], vemos cómo la niña busca a través de diversas estrategias comunicativas dar una idea positiva de ella misma, llamar la atención del auditorio sobre eso que ella siente y piensa sobre los acontecimientos: "Para mí fue doloroso... marcó mi vida tremendamente, me dolió mucho, muchísimo..." A lo largo del relato, ella proyecta una imagen positiva de sí misma, busca ser reconocida en su identidad propia, de ahí que la imagen de testigo y de víctima domine a lo largo del relato. El yo narrador como personaje y como actor se incorpora en una actividad discursiva en la cual es importante recalcar sobre el drama que está representando.
Asimismo, aquella imagen de lo femenino construida culturalmente recorre el relato que se interrumpe varias veces, ya sea para explicar al otro en donde está el interés (evaluación externa) o para insertar un comentario evaluativo relacionado sobre los sentimientos que lo afectan en el momento de la narración (evaluación encadenada). Desde la perspectiva de género, en este ejemplo se refuerza la imagen de que las mujeres son más emotivas, hablan más de cosas personales y familiares, relacionan más los acontecimientos consigo mismas y con sus familias y realizan más comentarios [6].
En cuanto a los personajes se destaca en el ejemplo, como en la mayoría de los analizados, la forma como se oculta el agresor; no se encuentra una referencia precisa a ellos marcada ya sea por un sustantivo o por un pronombre. Su presencia y continuidad se asegura a través de referencias anafóricas verbales: "lo arrastraron, le dieron muchas, puñaladas, le dieron tiros".
Ejemplo 2:
Todo empezó un día cuando habían hartos soldados en la placita donde comprábamos el mercado y entonces se escucharon siete tiros y unos señores subieron y era que habían matado un muchacho al pie de una quebradita. Y como mi papá decía que a él lo iban a matar porque era ladrón y entonces ese mismo día mi papá murió en un hospital de una enfermedad, no sé cómo se llama.
Bueno, y entonces esto. Ese día nos acostamos a dormir cuando empezó un tiroteo y después al otro día como habían evangélicos, había un señor que el hijo era un ladrón y le había colocado el mismo nombre de él y fueron los guerrilleros y preguntaron por el muchacho y el señor dijo que él se llamaba así y entonces lo mataron.
Ese día me asomé por la ventana y pasaban dos señores con pasamontañas en una moto.
Y entonces ese día nosotros nos metimos en una casita de ladrillo con mi abuelita y así mi familia, y entonces como mi tío salió del ejército lo querían matar por eso, entonces claro mi abuelita fue por él a San Agustín, lo llevó y eso lo metió a la casa y no lo dejaban salir y entonces una muchacha así, joven que la mamá no la quería se fue y se metió de guerrillera y después se salió, y se volvió a meter de guerrillera y después otra vez se salió, entonces los guerrilleros la cogieron y la encadenaron a un árbol y le dieron juete con una cadena y después le dieron un tiro en la cabeza.
Entonces como ella era una hijastra de una señora, entonces después mi mamá se vino para acá, para Bogotá trabajó y consiguió una casita, después fue por nosotros. Mis abuelitos quedaron allá. Nosotros teníamos una finca grande y entonces una vez un tío que era camionero desplazado dice que él como unos muchachos conductores de un carro buenos miraron una camioneta de la guerrilla y les dijeron que si les ayudaban a desbaratar esa camioneta que era que se les había varado y él claro les ayudó.
Y una vez dice que iban bajando guerrilleros de una montaña donde había un volcán y que fueron y preguntaron por él y él se llama Oscar y le dijeron: "Buenas, ¿está Oscar?" y lo fueron a llamar y él les dijo que no, que él no estaba y se fue por el cañal y así como estaba, sin plata. Pidió plata, así, limosna y cogió un carrito que lo trajo hasta acá, a Bogotá. Y acá vino, se metió a la Red de Solidaridad Social y entonces como tengo una abuelita que vive acá hace ya tiempos ella dejó así.
A ella se le metieron y le robaron y como él es todo así bravo, no entiende las cosas, la regañó y entonces lo regañó; y bueno, entonces a mi no me han matado ni un tío, tíos no me han matado pero lo que sí pasa es que allá como quien dice a mí casi no me querían mis abuelitos así no me querían, mientras que a mis hermanas sí, y entonces una vez dejaron un papelito en un árbol, ahí al pie del colegio y un señor los bajó y decía que tenían que salir o sino que los iban a matar a todos.
Con respecto a la categoría de contexto, el relato seleccionado constituye un ejemplo de la manera como la situación social moldea el discurso de una manera bastante particular. El narrador es un niño de doce años, que a pésar de su sentido de la "puesta en intriga" como función dominante del relato, experimenta dificultades al darle una forma narrativa coherente una situación incoherente, penetrada por la violencia. En el curso de la narración se presentan acontecimientos que se relacionan directamente con la guerra colombiana; éstos configuran el contexto violento que caracteriza el fenómeno del desplazamiento forzado. A continuación se señalan aquellos que se mencionan en el ejemplo:
- Acción de guerra: "Escucharon siete tiros, empezó un tiroteo".
- Búsqueda de protección: "Nos metimos en una casita de ladrillos".
- Asesinatos: "Habían matado un muchacho". "Le dieron un tiro en la cabeza".
- Persecución: " Lo querían matar porque se salió del ejército".
- Deserción: "Se salió de la guerrilla".
- Asesinato selectivo: "La mataron porque se salió de la guerrilla".
- Delincuencia en el campo: " Le robaron", "ayudaron a desbaratar la camioneta".
- Amenaza: "Dejaron un papelito en un árbol... que decía que tenían que salir".
- Desplazamiento forzado: "Mucha gente se salió, otros se quedaron allá" "dejamos allá la casa, nada más nos trajimos esto".
- Vacíos afectivos a nivel familiar: "A mí no me querían mis abuelitos mientras que a mis hermanas sí". "La mamá no la quería".
- Abandono del Estado: "Nósotros salimos, dejamos allá la casa...como acá tenemos una tía que es la dueña entonces nos dio posada esa noche".
Las anteriores categorías locales tejidas en el relato permiten al interlocutor reconstruir la situación de violencia. La biografía del niño, su vivencia directa del conflicto, le han posibilitado construir una representación personal de la situación. Los hechos narrados forman parte de su conocimiento de la guerra, del conocimiento social que circula en la comunidad de su entorno y que se construye a través de las interacciones. Es la categoría de la cognición, de la que ya se ha hablado, que posibilita el conocimiento relevante para la producción y las comprensión. Las creencias del locutor son fundamentales para el procesamiento y construcción del discurso.
Con respecto a la organización del relato, no se presenta una relación de equilibrio entre la situación inicial y su desarrollo a lo largo del texto. Esta queda suspendida y no se retorna en el curso de la narración, se pierde y no se recupera a través de los episodios desarrollados. Sin embargo, el enunciado: "Todo empezó un día cuando habían hartos soldados en la placita donde hacíamos mercado" demuestra una profunda diferenciación por parte del niño entre un antes tranquilo y apacible y un después violento que altera la situación. Es una introducción significativa a través de la cual él ubica socioespacialmente el evento narrado.
La presencia de relatos incrustados, la variedad de personajes, las distintas maneras para mantener la referencia, entre otros, son aspectos que requieren un análisis del contexto para poder comprender cómo el sujeto construye discursivamente su propia interpretación de la realidad. En este proceso de construcción y de interpretación, el conocimiento de la situación social, la participación en los eventos relatados, los recuerdos, las opiniones, el escenario, las acciones, los personajes y la postura enunciativa del narrador son, entre otros, los elementos que configuran los discursos, influyen en su organización y contribuyen para su comprensión.
A manera de conclusión, espero que con la presentación de las anteriores categorías analíticas haya podido dar cuenta de la complejidad que caracteriza los relatos orales de experiencias y las múltiples significaciones: sociales, culturales,lingüísticas, psicológicas que se interrelacionan en su configuración.Es importante recalcar que éstas no podrían haberse visto desde un solo campo disciplinar, pues provocaría una visión reductora e incompleta de estos discursos; igualmente sería imposible aprehender el sentido de cada una de ellas sin tener en cuenta la manera como en el relato se resignifican.
A pesar de intentar una mirada exhaustiva de los relatos, es claro que quedan todavía por fuera algunos aspectos importantes que al ser incorporados en el análisis complementarían el trabajo. Me refiero por ejemplo al estudio del tiempo, de la atmósfera, de la recepción y circulación, de las variaciones de estilo, y de nociones como la de representación que podrían tener gran importancia para la comprensión. No obstante, cualquier aproximación al relato debe estar orientada por los intereses del investigador, él es libre de privilegiar ciertos aspectos en detrimento de otros, lo importante es tener claridad sobre aquello que trata de buscar y lo que no es de su interés.
Es importante recalcar que en el relato oral se conjugan múltiples aspectos que no podrían ser abordados por una sola disciplina y que es desde una perspectiva interdisciplinaria como efectivamente se puede lograr una aproximación que permita comprender las características y propiedades de estos discursos a través del diálogo y la cooperación entre diferentes disciplinas que tienen en común su preocupación por el lenguaje y sus diversas manifestaciones. Ó.
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Notas
[1] Las categorías analíticas que se presentan en este artículo se han utilizado en la investigación "Relatos de niños y niñas en condición de desplazamiento" (2002-2004) y se han ampliado en el proyecto "Imágenes del sujeto en los relatos de violencia", que se encuentra en ejecución.
[2] Si bien estas interrelaciones son inherentes a toda actividad discursiva puesto que el relato oral comparte especificidades de forma y contenido con otras modalidades narrativas, se trata de hacer explícitas las características que emergen de este tipo de discurso en particular.
[3] Aunque no se niega la pluridisciplinariedad como necesaria en un primer momento del procéso de investigación.
[4] Es importante señalar que el esquema propuesto no es exhaustivo y que puede variar según los intereses del investigador y la naturaleza del Objeto de estudio
[5] Con respecto a la construcción del sujeto en el relato, consideramos con Bruner que: "sería justo decir que no cesamos de construir y reconstruir ese yo para hacer frente a las situaciones que se nos presentan; somos guiados a ello por nuestra memoria de las cosas del pasado, pero también por eso que esperamos del futuro, esperanzas o angustias. Contarse es en cierta forma hilvanar una historia que diría quiénes somos, lo que somos, lo que ha ocurrido y por qué hacemos eso que hacemos"(2002:58).
[6] Al respecto es interesante observar algunas coincidencias con los resultados de la investigación de Soler (2004) sobre Discurso y Género.
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